lunes, 29 de diciembre de 2014

Propósitos de año Nuevo que no pienso cumplir


Todos los años es lo mismo. La gente se hace de propósitos a fin de año por una especie de presión social, y como todas las obligaciones que no conllevan castigo, son incumplidas religiosamente. ¿Para qué entonces esmerarse en hacer una lista, mostrársela a los amigos, publicarla en Facebook y declarar públicamente que esta vez sí, que este año sí voy a cumplirla? Todo esto solo sirve para que yo me divierta contando el tiempo en que estos magníficos objetivos se incumplan. Incluso llevo la cuenta del tiempo en que rompen estos propósitos. El récord es de 5 minutos y 47 segundos, que es el tiempo que duró una amiga en embutirse un sánguche de chorizo con mayonesa en plena fiesta de año nuevo para después lamentarse ante mí de que uno de sus propósitos de año nuevo era cuidar su alimentación.

Seamos realistas. Para la mayoría de las personas el primer propósito de año nuevo debería ser dejar de engañarse a sí mismo y no plantearse tonterías que saben que no van a cumplir.

Por eso este año voy a cambiar y voy a hacer mi lista de propósitos con la firme intención de no cumplirlos, al fin al cabo es lo mismo que hace el resto de la gente con sus propias listas. Al final del año mostraré orgulloso a la gente la lista para demostrar que he cumplido con incumplir toda la lista, una por una, fíjense, revisen, verifiquen que no falta nada. Aquí está entonces la lista: 
  • Este año voy a ser más cuidadoso al hablar, para que la gente no se escandalice al enterarse lo que pienso de ella. También miraré hacia los costados y hacia atrás antes de hablar de las personas que creo que están ausentes y no pueden escucharme.
  • Este año sí voy a llevar ese anillo al Monte del Destino, aunque sea para que ese mago deje de molestarme. Y este año no me voy a equivocar llevándolo al Monte de la Piedad a ver cuánto me dan por él.
  • Este año voy a darle una oportunidad a los políticos para que me demuestren que están llenos de buenas intenciones, que en realidad quieren el progreso de nuestro país y de su gente. Seguro que ellos dentro de su lista de propósitos de año nuevo también se han comprometido a no engañarnos y a trabajar incansablemente para que el pueblo tenga al fin lo que espera.
  • Este año voy a comprender que no a toda la gente le gusta la misma música que a mí. Voy a ser más paciente con aquellos a los que le gusta la bachata y el reggaetón. Y si por algún milagro me encuentro en la calle con Ricardo Arjona, lo saludaré y no haré ningún intento de propinarle una dolorosa y terrible muerte.
  • Este año voy a ser menos tonto, voy a dejar de cuestionarme todas las órdenes que me dan con tontas preguntas como ¿Y por qué estamos haciendo esto? Voy a confiar más en la sabiduría de mis amigos y dejar de preguntarles para qué necesito el último chiche electrónico que todos los demás tienen.

Esta es mi lista. Y la publico aquí en mi blog, para que aquel que vea que no la estoy incumpliendo pueda echármelo en cara a fin de año, y me reclame el incumplimiento de este incumplimiento.


Feliz Año Nuevo.

jueves, 25 de diciembre de 2014

Navidad en la oficina


Ya terminó la semana navideña, ahora puedo sentarme a hacer balance de todo lo que pasó en esta ajetreada semana. Es que lo que ha pasado merece un apunte que sirva como experiencia para el próximo año. Aquí va la historia.

Algo de lo que no me puedo quejar en mi oficina es de la falta de espíritu navideño. Aquí la gente se ilusiona y quiere participar, no como en otras oficinas en donde el grinch ha establecido su residencia y el espíritu navideño no lo encuentran ni con ouija. Así pues, encuentro gente dispuesta a defender el trofeo a la mejor decoración navideña que obtuvimos el año pasado. Empezamos en la quincena de diciembre con una reunión para definir la mejor estrategia. A mí me gusta romper el hielo en la reunión mencionando las barbaridades que hicieron el año pasado en otras oficinas (fue una muy mala idea esa de hacer un muñeco de nieve hecho de papel higiénico), y recordando esa otra oficina en donde nos han adelantado tanto la navidad que nunca quitaron los adornos del año pasado.

La primera idea que surge para este año es la de hacer un nacimiento en vivo. La idea parece buena. Tenemos un chato que cuadraría muy bien como Niño Dios, a un técnico que ha sido pastor de llamas hasta hace muy poco y a un metrosexual al que le encantará vestirse de ángel. El problema surge cuando caemos en la cuenta que nos sobran burros, y nos faltan San Josés. Pero estos problemas no son nada comparados a los que se presentaron al momento de elegir a una Virgen. Hay varias voluntarias, y yo debo buscar una excusa para no decir directamente que la gente se va a reír de alguna de ellas al verla disfrazada de virgen. Para empeorar las cosas, el jefe del proyecto entra en la oficina cuando en medio de la discusión una de ellas gritaba “Solo quiero saber si soy Virgen o no”. 

Al final, el jefe ordena que sea yo quien decida quien de todas las chicas de la oficina es la más virgen. Sí, suena feo, pero eso fue lo que dijo exactamente. Para evitar herir susceptibilidades, decido que lo del nacimiento en vivo es una mala idea, y que este año haremos una decoración hecha de materiales reciclados.

Encaminado el proyecto “Navidad 2014”, agarramos folletos antiguos, planos en desuso y folders de colores para hacer adornos navideños. Un par de pancartas usadas de la oficina de seguridad nos sirven para hacer dibujos de un Papa Noel y del árbol, que tendrá cajas de agua forradas con  papel regalo para completar el efecto. Como jefe, es también mi responsabilidad desechar las malas ideas, así que este año no tendremos un nacimiento de gatitos ni un muñeco del grinch ahorcado en la puerta. Hemos terminado a tiempo y solo nos hemos quedado hasta la una de la mañana.

La revisión general va bien. Solo hay algunas cosas que afinar. Felicito a la gente por el detalle de colocar a las figuras del nacimiento cascos de ingenieros para darle un toque personal, hasta que me doy cuenta de las sonrisas que despierta el burro con casco de ingeniero. Me impiden sacarlo porque se ha convertido en la figura preferida y hasta nombre le han puesto, en honor a uno que todos conocemos. Cuando me pregunten, diré que es porque los ingenieros trabajamos como burros en este proyecto. El trofeo de la oficina mejor decorada ya lo tenemos en la bolsa.


Después de las fotos del personal de la oficina junto a la flamante decoración, voy a la oficina de personal a presentar mi inscripción. Al llegar, veo las caras de envidia de los que me conocen y ya saben a qué voy. Para mi es simple formalidad la inscripción, deberían darme el premio directamente y ahorrarse todo el trámite. Al menos eso creía, hasta que me dijo la jefa de personal con su mejor cara de hipócrita “¿Qué? ¿No sabías? Este año no hay concurso de decoración de oficinas” No hace falta que me lo diga, han suspendido el concurso para que no lo ganemos otra vez. Qué falta de espíritu navideño, digo yo.

sábado, 20 de diciembre de 2014

3 Cuentitos navideños


1
El niño observaba atento cómo su padre se quitaba el gorro, la barba falsa, el pesado traje rojo y las botas. Corrió a abrazarlo, al descubrir que lo que le había dicho su madre era cierto. No necesitaba a Santa Claus, tenía un padre.


2
¿Qué locura es esta que me cuentas? Dijo el rey. ¿Un niño en un pesebre bendecido por una estrella? La observación de los cielos ha obstruido tu juicio, la edad te hace chochear, sin duda. Mis astrólogos nada sobre esto me han informado. ¿Crees acaso saber más que ellos? No traes ninguna prueba de lo que dices ¿Por qué he de creerte entonces? Tal vez mande arrojarte a una mazmorra por decir tales cosas. Márchate ahora y no cuentes a nadie de esto.
El anciano no respondió. Solamente puso su mano sobre su pecho, en señal de que cuanto había dicho era verdad, antes de retirarse.
Muchos años después, enfermo de sífilis, el moribundo rey recordó aquel gesto. Ahora comprendía que no significaba que decía la verdad. Significaba que un día su corazón entendería aquellas palabras.


3
Yo no era una persona que creyera en la Navidad. Siempre me había parecido una tontería. ¿Quién puede creer en esas tonterías? Sentimientos falsos, comercialización excesiva, tener que aguantar a mi familia. Esas cosas no eran para mi, preferiría pasarla solo, sin nadie que me moleste. Hasta para emborrachacharse hay mejores excusas. Y ahora esto. No sé por qué acepté la propuesta de una buena amiga mía, siempre con sus acciones sociales, de ponerme un almohadón en el estómago y disfrazarme de Papa Noel para los niños de un barrio pobre. Siento que voy a hacer el ridículo, nadie me va a creer, pienso mientras espero que mi amiga me anuncie: ¡Y ahora, niños, les tenemos una sorpresa! ¡Tenemos con nosotros a Papa Noel! Cuando se descorre la cortina improvisada y entro, se forma un desorden que me toma de sorpresa. Todos los niños corren a abrazarme y a saltar a mi alrededor. Yo creía estar preparado para todo: patadas, insultos, burlas, pero no para esto. No se qué hacer ante niños llorando de alegría alrededor mío.
Todavía sigo diciendo a la gente que no creo en esas tonterías de la Navidad, pero ya he llamado a mi amiga para volver a disfrazarme de Papa Noel el siguiente año para los niños.


Sirvan estos cuentitos para desear a mis lectores una Feliz Navidad, incluso a los que no creen en estas cosas, que son los que más lo necesitan. Que sirvan estos días aunque sea como excusa para portarnos bien una vez al año. Saludos.

martes, 16 de diciembre de 2014

El amigo secreto


Llega diciembre, llega el calorcito y llega también la temporada del amigo secreto en la oficina. En realidad no soy muy experimentado en el tema, pues no he trabajado tanto tiempo en una oficina, y aun hoy el proyecto en el que me encuentro llena apenas los requisitos indispensables para que a las mujeres que aquí laboran se les ocurra organizar este juego. Cuando me proponen apuntarme, asiento sin demasiadas ganas. Tengo que dar el ejemplo al personal de mi área, y a la vez recuerdo que las veces anteriores no he tenido demasiada suerte, como en todo. Hace poco revisaba una página web que listaba “lo que no se debe regalar al amigo secreto” y fui marcando en la lista: “Este ya me lo regalaron, este sí, este también, este es el del año pasado…”

A pesar de todo, si ya me he comprometido, debo poner empeño en el asunto, que no quiero que se diga de mí lo que yo pienso de otros que más bien parecieran enemigos públicos antes que amigos secretos.

Repasemos entonces las reglas del juego del amigo secreto. La organizadora del juego elige, por un sorteo que no llegué a ver, quién se empareja con quién para el intercambio de regalos. Yo rezo para que no me pase lo de esa vez que me tocó justo a la más insoportable de la oficina y le tuve poner mi mejor fingida cara y un beso y felicitación que me hubieran merecido el Oscar si se supiera lo lejos que estaban de mi verdadero sentir. Este año la lista se está guardando en un lugar secreto y se verificará el día de intercambio de regalos, en un intento de evitar el mercado negro de amigos secretos de otras ocasiones. Mis intentos por hackear la computadora de la organizadora son infructuosos. Ella le ha dado la lista impresa a uno de sus asistentes, practicante de una secta de esas que amenazan con el fuego eterno cualquier infidencia.

La siguiente regla es dejar pequeños regalos al amigo secreto con una pista de la identidad de la persona que regala. La agraciada con el invaluable don de mi secreta amistad es una de las practicantes de otra de las áreas del proyecto. Establecido el objetivo, establezco un plan de acción. Le dejaré algunos dulces en su lugar de trabajo con una nota en verso que le dará algunas pistas de mi identidad. El problema es que al ser practicante, su lugar de trabajo es compartido con otros practicantes que dan cuenta rápidamente de los dulces y botan el mensaje a la basura sin leerlo.

Después de tres días alimentando a los aprovechadores de su oficina, decido cambiar de estrategia. Entro a un sitio de internet que me permite enviar emails anónimos y empiezo a mandarle mensajes firmados como “Tu amigo secreto”. El método me parece original y romántico, pero ella tiene otra idea. Denuncia a la gerencia que “alguien del área de sistemas” la está acosando y stalkeando. Decido suspender la iniciativa antes que uno de los hackers de sistemas me descubra.

Afortunadamente, en vista de este y otros despropósitos cometidos por otros tontos que quieren ser originales, la organizadora ha decidido simplificar las cosas y ha habilitado una pizarra en donde cada jugador coloca los regalos que desea recibir de su amigo secreto. Aprovecho para colocar mi tarjeta amenazando de muerte al que se atreva a regalarme otra vez ropa interior, un desodorante o un imán de refrigerador. Muchos de los miembros del proyecto colocan sus tarjetitas pidiendo carteras, mochilas, viajes al exterior y cosas de esas, pero la tarjeta de mi amiga secreta brilla por su ausencia. 

Empiezo a sentir algo de ternura por ella, al verla tan joven y tan tonta. Es mi debilidad cuando descubro a otros tontos que circulan por el mundo. Tendré que adivinar el mejor regalo para ella.
La tercera regla es comprar un bonito regalo y entregarlo el día del intercambio. El secreto de un buen regalo es conocer el público objetivo, así que se inicia la fase del seguimiento discreto. Soy bueno en esto, la he observado dos días sin que ella se dé cuenta, observando sus torpezas y desaciertos en el trabajo. Me queda la sospecha de que ella ser debe tener una doble vida como superheroína o agente secreto, nadie puede seer tan torpe. Quizás sea un buen regalo una brújula para que no se pierda con tanta frecuencia, un casco contra los golpes de la vida o un libro de esos para dummies, cualquiera, que le será de provecho. 
Entro además en su Facebook con el sentimiento de que las acusaciones de stalkeo no están tan descaminadas, pero es por una buena causa. El análisis de su actividad en las redes sociales no me arroja muchos datos ¿Qué clase de chica de su edad no publica en su Facebook sus gustos, no dice siquiera si tiene mascota o familia? La mayoría de sus fotos son de su comida, como si quisiera llevar la cuenta de todo lo que ha comido en su vida, que dicho sea de paso tampoco es tan buena referencia, ya que come al igual que yo en el comedor de la empresa. Al menos, por las fotos en que sale con su enamorado, puedo concluir que se conforma con poco, así que buscar un regalo para ella será cosa fácil.

En la ciudad, buscando un regalo, lo primero que veo es el perfume de Shakira, que me parece bastante apropiado; las dos son del mismo tamaño y las dos son igual de gorditas. Me la imagino bailando de felicidad al ritmo del Waka Waka cuando caigo en la cuenta de que es lo mismo que regalé a las amigas secretas los últimos dos años. Debo buscar otra cosa, pienso cuando veo las carteras y se me ocurre que sería una buena idea, hasta que veo avergonzado cómo me mira el público al probarme las carteras frente al espejo. Trato de explicarle a la cajera que es para el juego del amigo secreto, y ella sonríe compasiva y me explica que el autoservicio tiene este año una sección de regalos para el amigo secreto. Vaya, alguien me facilita el trabajo, pienso. El alivio dura poco. Cuando llego descubro que en esta sección la tienda ha colocado los productos con menos salida de toda la tienda. Yo no voy a regalar un champú de camote, ni un portarretratos de los Teletubbies, no puedo caer tan bajo. Al final me decido por un peluche coquetón y salgo feliz de haber dado en el clavo por otro año.


La última regla es entregar el regalo personalmente el día de intercambio de regalos, hay que hacer un pequeño discursito de lo buena gente que es mi amiga secreta, abracito y besito en el punto exacto que indique a los demás que es más que una amiga, pero que no lleve a los testigos a pensar que es algo más que una amiga. Como dije antes, soy bueno en esto, y el momento me sale casi sincero. Ella también puso de su parte y le creí toda su alegría. He triunfado otra vez en esto del amigo secreto y salgo con el regalo que me dio a su vez mi amigo secreto. ¿Y cuál fue el regalo que me dio este amigo secreto? Justamente el que me faltaba en la lista de “lo que no se debe regalar al amigo secreto”.

jueves, 11 de diciembre de 2014

El negocio de la infelicidad


De vez en cuando algún tema me persigue y no me suelta hasta que escribo sobre él, urgencia de escribir, que le llaman. Uno de estos temas es el de la felicidad, que ya he tratado antes en un par de posts por aquí. 

Buscando las rutas para hallar la felicidad me he encontrado con multitud de anuncios publicitarios que ofrecen felicidades a distintos precios, en cómodas cuotas mensuales y en ofertas increíbles. A pesar de que siempre se nos dice que el dinero no compra la felicidad, los vendedores insisten en tratar de convencernos que esta se encuentra a cambio de unos cuantos billetes, en forma de perfumes, ropa elegante, o el artilugio electrónico de moda. La gente feliz maneja este auto, usa esta tarjeta de crédito, bebe este licor.
¿Hay espacio en este mundo para los gustos simples y las sencillas alegrías? ¿Realmente son necesarios todos estos productos para ser feliz? El hecho que ocultan todos los vendedores de felicidad instantánea es que aquellos que no tienen un cuerpo atlético y una cara hermosa también tienen derecho a ser felices. Más aún, muchos de ellos ejercen ese derecho. 

Es aquí cuando ocurre la revelación: el negocio no es la felicidad, sino exactamente lo contrario. Esta sociedad está basada en el comercio de la infelicidad. La búsqueda de la felicidad exige recursos y necesidades que deben atenderse. La felicidad, en cambio, es un estado estable que ya no necesita nada más. Dicho de otra manera, una persona feliz ya no necesita comprar nada.
Es por eso que las empresas quieren convencernos de que la felicidad es comprable, y cuando llegue la inevitable decepción, ya tendrán listo otro producto para la venta, prometiendo que esta vez sí, lograremos la felicidad, reiniciando así el ciclo.

Y estamos tan acostumbrados a la infelicidad que si la gente fuera feliz, toda la sociedad de consumo se derrumbaría, llevando a la ruina a todos los vendedores de chucherías. Es por eso que los felices son gente peligrosa a la que hay que mantener alejada de esta condición, o por lo menos ocultarla  de la vista de la gente, no vaya a ser contagiosa esta felicidad.   

El comercio de la infelicidad llega a niveles ridículos, cuando se le analiza un poco. Ahora puedo reirme de la paradoja de ver a jóvenes deportistas anunciando whisky, a gente tratando de tener el último modelo de teléfono móvil como si la vida le fuera en ello, y a los que creen que la compulsión por la dieta o el gimnasio les asegura la felicidad.
Afortunadamente, soy uno de los tontos que aun piensa que la felicidad no se compra en una tienda ni se ordena por Internet.

Curiosamente, el negocio de la infelicidad está tan bien armado que los mismos vendedores caen en su propia red, pues tratan de convencernos de que su producto nos llevará a la felicidad y se ríen de nuestra credulidad, sin darse cuenta de que ellos también han caído en la trampa y lo que quieren es nuestro dinero para comprar cosas a otros vendedores de infelicidad, con lo que creerán ellos mismos llegar a la felicidad.

Pero no solo los vendedores de productos comercian con la infelicidad. También están los vendedores de religión, que se parecen tanto a los anteriores que a veces se hace difícil distinguirlos. Ellos no pueden admitir la existencia de una persona feliz que no pertenezca a su versión particular de la religión. Tratarán de convencerla de que su felicidad es una ilusión, ya que si el caso se llega a saber simplemente se les cae todo el negocio. Pero para todo hay solución. Un simple "Yo soy feliz" basta para desarmar todos sus argumentos. Afortunadamente, los vendedores de salvaciones no están preparados para convencer a alguien que insiste en que es feliz.

Sé que es una tarea difícil, pero debemos evitar a los mercaderes de la infelicidad y tratar de concentrarnos en, simplemente, ser felices.

domingo, 7 de diciembre de 2014

Cuidado con el perro


Cada vez que veo un cartel que dice “Cuidado con el perro” me pregunto qué opina el perro sobre eso. Tal vez me responda que son ellos los que deben tener cuidado con los humanos. Por lo menos los perros no mienten, ni tratan de engañar, ni tratan a los demás como basura. Me imagino que el peor insulto de una perra abandonada debe ser algo así como “Todos los perros son unos hombres”.

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Dicen que cuentan (aunque pasó hace tanto tiempo que quizá es cuento), que Diógenes el Cínico, quería tanto a los perros que quería ser como ellos, admirado de que ellos no codician poder político ni necesitan ropa ni oro, y cualquier lugar les sirve de casa. Por eso decía en plazas y calles "Mientras más conozco a los hombres, más quiero a mi perro". Cuando le pidieron que explique, simplemente respondió: "es que ninguno de mis amigos me recibe saltando y moviendo la cola".

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Algo en lo que nos llevan ventaja los perros es en que ellos no son racistas en absoluto. Los perros no se hacen problemas para juntarse con cualquier perra sin distinción de raza, color, religión o ideario político. Al contrario, son los humanos los que se escandalizan al ver a una perrita fina con su perro chusco. En el colmo del racismo, es común ver a gente paseando orgullosa a sus perros con una pureza de raza que ellos mismos no pueden reclamar, tal vez deseando que se le pegue algo del pedigree del perro. Como dijo una vez Roberto Carlos, yo quiero ser civilizado como los animales.

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La última. Una vez una persona que quería convencerme de que los animales no tienen sentimientos. me decía que los perros no pueden llorar. Le respondí que los perros también opinaban que los humanos no tienen sentimientos, porque no pueden mover la cola. Conclusión: Si los animales hablaran. no te dirigirían la palabra.

martes, 2 de diciembre de 2014

La rebelión de las máquinas


Esta mañana, muy temprano, a la hora en que debo levantarme a trabajar, el radio despertador no sonó. Aunque ya era tarde, me entró la curiosidad por saber que había pasado, así soy de ordenado. Revisé el aparato, y no parecía estar descompuesto, la configuración no había sido alterada, estaba correctamente conectada, la energía eléctrica no había fallado. No había razón alguna para que no funcionara. Qué raro, pensé. Decidí dejar la revisión más exhaustiva para después de regresar del trabajo, pero otro hecho llamó mi atención. La televisión que enciendo en las mañanas para enterarme de las noticias antes de salir tampoco funcionaba, mostrando solo una pantalla azul. Por un momento extrañé los antiguos televisores que mostraban estática en pequeños puntos blancos y negros que se movían aleatoriamente. Por lo menos entonces podía saber que algo andaba mal, no como esta pantalla azul que no se mueve y no me dice nada. 

A pesar de que se me hace cada vez más tarde para ir a trabajar, trato de llamar a la compañía de cable para reportar que no tengo servicio, pero escucho sonar y sonar el teléfono sin que nadie conteste. Tal vez sea muy temprano para que alguien me atienda, pienso, aunque yo mismo sé que estoy equivocado, ya que siempre me dicen que el servicio de atención al cliente es de 24 horas al día, y no hay siquiera una grabación que me responda. Ilógico como ser humano que soy, se me ocurre que tal vez el problema es con el teléfono y me dispongo a llamar por celular. Lo que ocurre ahora es que escucho un mensaje grabado que me dice “Usted no dispone de saldo para esta llamada”. Es absurdo, pienso, mi número no es prepago y supuestamente la llamada al servicio técnico es gratuita. 

Ya empiezo a sentirme inquieto, así que decido prepararme el desayuno. Ahora el que decide no funcionar es el microondas, que solo emite un sonido y se apaga solo. Debido a la hora, decido salir y desayunar en la oficina, pero el control remoto de la puerta de la cochera tampoco funciona. Después de varios intentos infructuosos, abandono el intento y salgo a la calle, con la ominosa sensación de que algo grave está pasando. No puede haber tantas fallas de los aparatos al mismo tiempo. En la calle, muchos de los transeúntes también están afuera, preguntándose qué es lo que pasa. Autos detenidos y conductores tratando inútilmente de comunicarse por celular con una grúa, con un taller, con la policía. El que tuvo mayor suerte pudo comunicarse con una grabación que dictaba interminables opciones de teclado en bucles infinitos.

La gente empieza a perder la paciencia y discute con quien haya cerca sobre lo mal que están las cosas, echándole la culpa al gobierno o a las transnacionales. Los policías no pueden hacer nada porque no hay nada qué hacer, las cosas simplemente no funcionan y no hay nadie a quién arrestar. El pánico arrecia y a la calle llega gente que baja de los edificios de oficinas, diciendo que los pocos que pudieron subir sin ascensor han encontrado que las fotocopiadoras, las impresoras y las computadoras de escritorio no obedecen.

Espantado, regreso a mi casa. He comprendido todo. Las máquinas al fin se han rebelado ante la tiranía del hombre. Conscientes de que una guerra frontal contra la humanidad será larga y costosa, han llegado a la lógica conclusión de que la mejor estrategia es la resistencia pasiva, que no necesita líderes visibles y que es algo para lo que los humanos están totalmente desprevenidos. La inteligencia de las máquinas ha encontrado la manera más eficiente de apoderarse del mundo, dejando de trabajar y dejando a las personas indefensas que nada pueden hacer sin sus hornos de microondas, teléfonos con Facebook y tablets con pantalla táctil. Y lograrán su objetivo sin mayores bajas que unos cuantos celulares arrojados al piso y daños menores provocados por patadas a lavadoras, impresoras y cafeteras eléctricas.

Desde mi ventana puedo ver ya cómo los humanos descienden a niveles bestiales, peleando a muerte por un abrelatas y asesinando a aquellos que poseen el secreto de la reparación de una bicicleta. Sé que la humanidad se exterminará a sí misma con palos y piedras y las máquinas se erigirán triunfantes como los amos del mundo. La edad del hombre ha terminado. 

jueves, 27 de noviembre de 2014

Algunos números


Tengo ahora 8 años desde que empecé esta aventura bloguera, es decir 2922 días desde mi primer post, y todavía no me he rendido. He me hace sentir de alguna manera orgulloso, un sobreviviente. He visto en este tiempo caer varios blogs que seguía. Algunos se despidieron, otros simplemente dejaron de publicar.

Llevo a la fecha 542 posts, es decir un promedio de 67 posts cada año, poco más de 5 por mes, o un post cada 5 días y un poco más. Ahora me parece difícil de creer que haya tenido el ánimo suficiente para escribir todo eso. La verdad es que no todos mis posts han sido de igual tamaño. Algunos eran bastante cortos, y otros los publiqué simplemente para deshacerme de ellos y no tener que seguir dándoles vueltas en mi cerebro y en mi carpeta de borradores.

Todos estos posts han merecido hasta ahora 792 comentarios. Es un número pequeño, que quisiera que fuera mayor, porque algunos comentarios me han servido de inspiración para nuevos posts. Los comentarios de spam no los cuento, afortunadamente.

En total he escrito 285099 palabras. Dejo esto como dato estadístico. No voy a ponerme a imaginar cuantas vueltas a la tierra pueden dar estas palabras o alguna de esas comparaciones que parecen gustarle a los que escriben noticias sin importancia en los periódicos.

También tengo números indeterminados. He sido objeto de una decena de plagios en otros lugares de internet. El más pintoresco o descarado fue cuando encontré la copia de uno de mis posts como respuesta a un concurso en una página de Facebook que ofrecía un premio a la mejor respuesta a una pregunta.

Ignoro totalmente cuántos lectores tiene este blog. Mi contador de visitas indica que son un promedio de 100 visitas al día, pero no sé si son visitas de lectores asiduos, tal vez lectores casuales, quizá alguien estaba buscando un dato y se encontró en Google con mi blog. Deseo que esas personas se hayan quedado leyendo algunos de mis cuentitos después de encontrar lo que buscaban. Creo que son pocas las recomendaciones que he tenido, y eso las hace valer más para mí. Solo conozco a unas cuantas páginas que enlazan a la mía.

Al final todos estos números significan poco. Lo que importa el día de hoy es que este blog cumple hoy 8 años.

¡Ah! Y también mi cuenta en twitter cumple también 3 años. La abrí el mismo día del aniversario de mi blog para tener que acordarme de un solo día.

Saludos entonces, de parte del Tonto de la Colina.

lunes, 24 de noviembre de 2014

Inspiración en la colina

Por dónde comenzar a narrar lo sucedido?
Será acaso con el nacimiento del alba?
Con un té, una libreta y una pluma bajo la almohada?
O simplemente con un te amo dentro de un silbido?

No, la vida no es rosa, verde, azul o de otro color,
la vida es simple, grisácea, torpe e insensata.
La vida es hoja seca en la que escribes tu poesía,
tus lágrimas y tu dolor como de eterno amor.

Siempre supe que el amor es para los mortales
como el trueno para las hormigas. Furioso,
deslumbrante. Rápido. Lleno de temores.
Siempre es frío aunque te llene de calores.

Subí por los caminos recorriendo
un sendero que pocos conocían.
Mis pies se cansaron de vivir en espera,
de esperar lo inesperado de la vida misma.

Hoy que he subido a la cima de la colina
de aquella vida que vivo sin querer vivirla
me doy cuenta que no es mi vida, no la hice
mía o ella no me hizo a mí. Qué ironía.

La colina se encuentra ahora sola,
sin nadie que la pise, sin nadie que la vea.
Dejé una flor encima de ella, tiene nombre,
pero dile como quieras. Yo le llamé vida.


La canción "El Tonto de la Colina" ha dado inspiración a muchos textos y poesías, sin contar las que pueblan este blog. Cuando encuentro alguno que valga la pena, no puedo resistirme a colocarlo por aquí. Este texto lo encontré en http://gechiman.tumblr.com/post/77187441801/el-tonto-de-la-colina
Esta es una de las cosas que me hace sentirme orgulloso del título de mi blog.

Confío en que si me gustó a mí, también le gustará al lector que pasa por esta página. Para completar el post, se me ocurrió poner esta versión de The Fool on the Hill, cantada por Annie Lennox y Dave Stewart (Eurythmics). Gran versión para una gran canción.



miércoles, 19 de noviembre de 2014

Contar hasta el infinito


Tal vez contar hasta el infinito no es una cuestión de posibilidad sino de paciencia. O de paciencia y voluntad. Se debe tener tiempo, es cierto, ya que no es cosa de contar hasta trescientos mil o un millón, se trata de contar hasta el infinito. Para esto se necesita estar concentrado, pasado un tiempo cualquier distracción hará perder la cuenta y será necesario empezar de nuevo. No es mala idea entonces llevar un marcador que nos recuerde en qué número vamos, algo así como un ábaco que podamos fijar en el número en que se va, aunque un rosario en desuso también puede servir.

Cuando se ha llegado a cierto número, las distracciones se hacen cada vez más tentadoras, por eso el tema de la concentración es tan importante. La esposa que ha terminado de vestirse, alguna llamada inoportuna o incluso el canto de un pajarito pueden interrumpir la labor. Y aquí es donde la voluntad se pone a prueba. Cuando uno se detiene en su rumbo al infinito, viene la tentación de abandonar el esfuerzo, de dejar la tarea por insensata. Tal vez por eso las mejores horas para empezar a contar hasta el infinito son las de la noche. Muchos han empezado con la ayuda visual de una noche estrellada, tratando de contar las luminarias del firmamento, para una vez terminada la cuenta, seguirla hasta el infinito. La noche estrellada brinda una hermosa oportunidad para iniciar la cuenta, para que al amanecer, cuando ya no queden estrellas que contar, seguir con los granos de arena de la playa, las gotas de agua del océano, y así se continúe hasta el infinito.

La tranquilidad de la noche ayuda también a evitar a aquellos que tratan de quebrar la voluntad aduciendo la magnitud o la inutilidad de la tarea. Una vez alguien me dijo que había llegado a contar hasta el infinito y que nada, es un número como cualquier otro. No lo creo. Ignoran los detractores del infinito el sabor del reto, la satisfacción de lograr aquello que se creía imposible. Es la misma satisfacción que sienten aquellos que han logrado llegar a las montañas más altas, que han cruzado los ríos más anchos, solo por la gloria del logro que significan. Pero llegar al infinito es posible, lo sé yo que he llegado muy cerca en una noche de insomnio, y que tengo la convicción de que con solo un poco más de esfuerzo hubiera llegado. Esta vez quiero llegar de una manera diferente. Yo contaré desde el comienzo y tú empezarás desde el final, para encontrarnos justo en la mitad. De esa manera habremos llegado al infinito juntos. Es solo una idea. 

viernes, 14 de noviembre de 2014

Frases twitteables 32


  • Sembraba vientos con la esperanza de usarlos el día en que pueda enseñar a sus hijos a volar cometas.
  • La eterna discusión sobre cómo distinguir una canción vieja de un clásico.
  • Recordando los tiempos en que se twitteaba con palomas mensajeras.
  • Cuando un hombre dice que daría todo por alguien, solo piensa en cosas que se pueden comprar.
  • Con la incómoda sensación de que en este mundo permiten entrar a cualquiera.
  • Deberíamos preocuparnos más por la atracción planetaria. Es un asunto de gravedad.
  • ¿Quieres adoptar a mi niño interior?
  • El orden de los factores no altera el producto. – No me importa, arregla este desorden.
  • Quiero a alguien que me quiera por lo que soy: Guapo, millonario.
  • La belleza dura poco, así que aprovéchame.
  • Si vas a pensar en la redundancia, piénsalo dos veces.
  • ¿El amor nace o se hace? – Nace, porque cuando se hace, no siempre es por amor.
  • Maravillado de lo fácil que resulta confundir lo triste con lo patético.
  • Vengo del futuro ¿Dónde estás dejando las llaves?
  • Podría convertirme en zombie, pero eso no es vida.
  • El que dijo “A buen entendedor, pocas palabras” obviamente no era un escritor ruso.
  • Yo soy de la época en que los Simpsons hacían reír toda la media hora.
  • Yo soy de la época en que la gente hablaba por celular.
  • La eterna competencia entre la realidad y la ficción para sorprendernos.
  • Si la realidad es más extraña que la ficción, has estado leyendo muy mala ficción.
  • ¿Qué sería del mundo sin gente como Douglas McAllister? Igual, porque no existe Douglas McAllister.
  • A veces leo cosas que deben tener un mensaje secreto, un anagrama, o algo, porque no pueden ser tan tontos.
  • No eres tan princesa si al poco tiempo, los sapos que convertiste en príncipes vuelven a ser sapos.

domingo, 9 de noviembre de 2014

Puedo escribir los versos más tristes


Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Escribir, por ejemplo: «La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos.»

Por alguna razón, estos versos se me hace que los he leído en otra parte, así que resulta que no soy un poeta original. ¿Qué? ¿Que son de Pablo Neruda? Si, ya lo sabía, no soy tan tonto… Neruda es ese tipo gordito que sale en fotos en blanco y negro con su pipa y su boina. No conozco los entretelones de cuando escribió estos famosos versos pero siempre me quedó la duda de por qué este es justamente el último de sus veinte poemas de amor. Si podía escribir los versos más tristes solo en el número veinte ¿Qué pasó con los otros 19? ¿Los habrá escrito sin ganas? ¿O era que no estaban tan tristes? Me lo imagino en la tranquilidad de su casa en la playa, sin televisión y sin internet, sin vecinos que hagan escándalo, así es mucho más fácil escribir los versos más tristes, créanme, que ya lo he intentado.

El hecho es que normalmente la gente cita estos versos solo en sus dos primeras líneas y no sabe cómo sigue, y menos en que libro están estos versos. Al menos a Neruda lo citan con algo que sí escribió, no como a Borges o a García Márquez, que tienen que cargar con culpas ajenas en internet. ¿Paulo Coelho? Qué se pudra en el infierno, que él me plagia mis textos a mí.

Ya que no puedo poner el poema completo sin parecer poco original, además de que el que quiera puede verlo en los millones de sitios de internet que lo han publicado, recurro al recurso de completar sus primeras líneas con tonterías como acostumbro hacer, para que esta noche no sea tan triste y no estén escribiendo poesía mala a esta hora, en que hasta los versos se ponen tristes de tanto leer despropósitos que quieren parecer románticos. 
  • Puedo escribir los versos más tristes en esta noche. Pero, no, les voy a escribir las tonterías de siempre.
  • Puedo escribir los versos más tristes esta noche, por ejemplo: se terminó el café.
  • Puedo escribir los versos más tristes esta noche... Pero todavía es de día.
  • Puedo escribir los versos más tristes esta noche. No creo que eso vaya a ocurrir. Voy a emborracharme como una rata. No rima pero es verdad.
  • En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, puedo escribir los versos más tristes esta noche...
  • Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, José Arcadio Buendía habría de recordar la noche en que podía escribir los versos más tristes.(Esta es otra versión de la anterior, ya lo sé)
  • Puedo escribir los versos más tristes, pero no a ti, ni tampoco esta noche.
  • Puedo escribir los versos más tristes esta noche, pero tú prefieres ir al cine.
  • Puedo escribir los versos más tristes esta noche, y todo por tu culpa.
  • Ya dejó de llorar el hijo de la vecina, ahora por fin tengo un poco de paz y puedo escribir los versos más tristes esta noche.
  • Puedo escribir los versos más tristes esta noche… ¿Quién es el siguiente que viene a hacerse un tatuaje?
  • Puedo escribir los versos más tristes esta noche… - Pero Batman, esta noche tienes que trabajar…
  • Puedo escribir los versos más tristes esta noche, no como anoche, que me salió un reggaetón…
  • Puedo escribir los versos más tristes esta noche… - Ya, pues… Me avisas cuando los pongas en el Facebook.
  • Puedo escribir los versos más tristes esta noche… - Ah, no, ni se te ocurra, hoy te toca a ti lavar los trastes.
  • Puedo escribir los versos más tristes esta noche, después de haber visto esas fotos de niños enfermitos en mi Facebook.
  • Puedo escribir los versos más tristes esta noche... Sí, en serio, si puedo, solo déjenme un ratito, ahorita salen...
  • Puedo escribir los versos más tristes esta noche, pero ya para qué.


-          ¿Y? ¿Qué opinas de este post?
-          Que me gustas cuando callas, porque estás como ausente…

martes, 4 de noviembre de 2014

Imaginación y realidad


Siempre escucho que la realidad es más extraña que la ficción. Esto ocurre cuando se descubre la verdad sobre algún asunto, y resulta ser diferente a todas las teorías que se habían formado con anterioridad sobre tal hecho. Es que la imaginación humana está gobernada por los deseos y deformada por la educación recibida.

Cuando somos niños, los mayores empiezan una campaña sistemática por ahogar la imaginación. El cielo debe ser azul, dice la maestra al niño que pinta con crayolas; estas piezas se arman de esta manera, dice el padre. El resultado es un niño que piensa igual a los demás, con la imaginación castrada desde la infancia, con solamente la necesaria para perseguir sueños convencionales, de aquellos que se consiguen con dinero.
Por esto, cuando las personas tratan de utilizar la imaginación, en realidad reflejan sus deseos encuadrados en lo que les permite la educación recibida. Y la realidad no conoce de los sueños o deseos humanos, y puede llegar a donde la imaginación humana no alcanza.

Para quien se da cuenta de ello, la vida se vuelve una carrera hacia atrás, un intento por recuperar aquella imaginación perdida, eso que pinta la realidad de colores increíbles. El problema es que el mundo acepta cada vez menos imaginación. Tener acceso a tanta información, nos hace disfrazar nuestra falta de imaginación con el fácil recurso de cortar y pegar algo que se encontró en otra parte. Incluso la realidad hoy se corta y se pega.

La realidad, además es un concepto que los humanos deforman en todo momento. Al contrario de lo que se piensa, no es inmutable ni única, depende de la percepción de cada uno. El pasado no es inmutable, puede cambiarse de acuerdo a intereses personales, partidarios, religiosos o de otra índole. Tal vez se descubra que este pasado no ocurrió tal como se cuenta, y será entonces remplazado por otro que responda a otros intereses. Ocioso sería enumerar las veces en que se ha cambiado la historia para acomodarla a los intereses en boga. Lo mismo pasa con el presente. Hay tantas percepciones del presente como personas. ¿Cuál es la verdadera? Tal vez todos, tal vez ninguno. Tal vez sea el futuro aun no escrito el que nos invita a tratar de escribirlo con las pobres armas de nuestra imaginación. Y aquí también falla el hombre, pues siempre imagina el futuro como lo desea o lo teme, exagerando el presente o invirtiendo los hechos del pasado. Y la realidad no responde con lo uno ni lo otro, sino con algo distinto. El futuro será algo diferente a lo que imaginaron los que auguraron el triunfo del comunismo, a lo que predijeron el dominio del capitalismo y a lo que hoy predicen los gurús de la tecnología.

Tal vez sea mejor que la imaginación humana no pueda predecir el futuro, que el porvenir nos sorprenda siempre. Necesitamos tener una mejor imaginación, esa que tuvimos de niños, y que yo trato de recrear con estos escritos. Quiero imaginar cosas increíbles, para así acercarme tal vez a la realidad, como Santo Tomás de Aquino, quien decía “Lo creo porque es imposible”. Tal vez entonces imaginar que me quisiste no sea una idea tan descabellada entonces.

jueves, 30 de octubre de 2014

El Muqui


Ya es época de Halloween, que es otra de esas fiestas importadas que, más allá de estar a favor o en contra, es algo de lo que mucha gente habla. Y es época también de contar cuentos de miedo. Lamentablemente, el cine y la televisión nos han atrofiado la imaginación, y ahora la gente parece aceptar solamente cuentos que tengan zombies, vampiros y cosas que nada tienen que ver con nuestra idiosincrasia. Sí, pues faltan espantos peruanos que agregar al menú de Halloween. Y el Perú es un país donde las criaturas terroríficas abundan, con el agregado de que todas ellas son reales, no la imaginación de un europeo trasnochado. 
A lo largo de mi trabajo en las provincias del Perú he escuchado historias como para aterrar a los paseantes durante varios Halloweens seguidos, modestia aparte. Historias del antimonio, los espíritus de las huacas, los brujos y brujas, jarjachas, duendes, fantasmas, sirenas, todas ellas he escuchado, con testimonios de personas que lo han vivido en carne propia, de esas historias que comienzan siempre con la frase “Yo no creía en esas cosas, pero…”. Esa es la diferencia con las historias que nos llegan desde otros lugares. No creo que ningún norteamericano vea como cierta la posibilidad de ser atacado por un zombie o se resista a entrar en un bosque por temor a encontrar a un duende. En cambio ese tipo de encuentros con criaturas de fantasmales son casi cosa de todos los días por aquí. Voy a contar algunas de estas historias, las referidas al Muqui.

El Muqui es un duende de las minas, que vive en el interior de los socavones. Es del tamaño de un niño pequeño y se le ve vestido como minero, con casco, pico y linterna. En el trabajo en el que me encuentro actualmente, donde se han cavado buena cantidad de túneles, varios de los trabajadores dijeron haberlo visto en las noches. El Muqui hace perder el camino a los trabajadores, quienes lo persiguen creyendo que los conducirá hacia algún tesoro. Lo que ha pasado en realidad, es que el Muqui guiaba a los trabajadores a un área oscura del túnel para que no pueda salir, o los llevaba a una parte con poco oxígeno para que se asfixie. Este fue el caso de uno de los trabajadores de la obra, quien vio la luz de la linterna que llevaba el Muqui, y la siguió, confundiéndola con la de uno de sus compañeros. Como la luz se adentraba cada vez más en los túneles, el trabajador creyó – y así lo dijo después – que su compañero le estaba jugando una broma escondiéndose y apareciendo la luz.  Afortunadamente una cuadrilla encontró al trabajador antes de que se perdiera definitivamente. Esta cuadrilla fue la que encontró la causa de la casi desaparición del aquel trabajador. Unas huellas pequeñas que no podían pertenecer al personal de la obra, debido a su tamaño y a que solo una de las huellas era humana, la otra era de un animal, tal como se dice del Muqui, que tiene patas de animal. En esta obra, el caso era tan real que se dio la orden de que ningún trabajador ingresara solo a los túneles, y se tomó la precaución adicional de repartir caramelos a los obreros para que los dejaran en el túnel, pues al Muqui le gustan mucho y así se le tiene contento para que no moleste a la gente.

El Muqui gusta también de llevarse las herramientas de los trabajadores, especialmente aquellas de metal brillante. No sé si en otros países se encuentra en los reportes de salida de herramientas del almacén la anotación “reemplazo por robo del Muqui” pero eso era lo que pasaba.

El tema de aplacar al Muqui con caramelos yo ya lo había escuchado anteriormente en otra mina a varios cientos de kilómetros, lo que descarta la posibilidad de una creencia local. En esta otra mina, me contó la ingeniera de seguridad de la resistencia del personal a hacer trabajos nocturnos por la presencia del Muqui. Los conductores de camiones, los pocos que hacían tales trabajos, llevaban siempre una bolsa de caramelos y dejaban caer unos cuantos en el camino cada cierto tramo. La ingeniera, que no creía en estas cosas, pidió que se detenga esta costumbre, obteniendo una oposición total, por el miedo a que el Muqui causara accidentes. Se decía que ya entonces el Muqui había ocasionado un par de accidentes a los camiones antes de que los choferes adoptaran esta práctica preventiva. Al día siguiente, la ingeniera pidió a uno de los choferes que se detuviera en el lugar donde la noche anterior arrojara los caramelos. No encontró ninguno. “El Muqui se los ha llevado, pues”, era la explicación que le dieron los choferes.

Nosotros los ingenieros educados y globalizados, supuestamente no creemos sino en aquello en lo que podemos comprobar su existencia, hasta que encontramos este tipo de cosas que nos hacen comprender que no todo se trata de números de niveles de productividad y planeamiento de recursos. También hay cosas desconocidas de las que se cuentan en las noches no para asustar a la gente, sino para prevenirla en caso de que se encuentre uno con el Muqui en uno de los túneles.

Nuevamente, en esta historia no he inventado nada, solo cuento lo que me han dicho testigos presenciales de los eventos. Mucha gente que trabaja en las minas del Perú puede contar más de lo que yo pongo aquí. En esta época de contar historias de miedo, yo cuento solo algunas de las muchas que se pueden encontrar en el Perú.

domingo, 26 de octubre de 2014

Eurocentrismo

El turista salió del hotel, dejó la copa en el plato que le sostenía el mozo y empezó su caminata hacia el bus amoblado. Su guía, un joven de ojos despiertos, piel cobriza y mejillas quemadas por el frío que le delataba como uno de los habitantes de la zona, le indicó el camino, acción innecesaria ya que solo había un corto camino hacia el bus.  Por aquí, su excelencia, le dijo. El turista no supo decir si el tratamiento de “Excelencia” era dado a todos los turistas VIP, o si se trataba de una burla al verlo vestido con pantalones cortos y blancos, botas de media pierna y sombrero blanco de ala ancha. El atuendo había ya causado otras sonrisas condescendientes en el aeropuerto entre otros turistas vestidos con ropa deportiva y los locales de polo y blue jeans. Su ignorancia del español le impidió entender los comentarios, aunque pudo distinguir las palabras “safari” y “África” mientras lo observaban.

Mientras el bus hacía el recorrido por la carretera asfaltada hacia el parque arqueológico, sacó la cámara para fotografiar el camino, como una forma de librarse de la cháchara del guía y los demás pasajeros, incluyendo su esposa y sus dos hijos. No le importó interrumpir al guía para preguntar, casi en tono de reclamación. “¿Dónde están los nativos?”. El guía le señaló sonriente a un grupo de personas que iba por el camino. “No, no, trajes típicos”. “Cuando lleguemos”, fue la respuesta.

Al llegar a la entrada, con la cámara lista, solo encontró a una señora con traje multicolor que se dejaba tomar fotos con una llama. “A picture? Just three dollars, Mister”.  Se sintió estafado, más que por el precio de las fotos, por los empastes dentales de oro y el celular que contestaba la señora entre foto y foto.


Ya en las ruinas, volvió a quejarse con el guía. “Nos prometieron un tour exclusivo, ¿Qué hace toda esta gente aquí? El guía trató de explicar eso no significaba que cerrarían todo el complejo para recibirlos a ellos, de las dificultades de la temporada alta, y que esas cosas ya no se hacen, por muy importantes que fueran los visitantes.
“No estoy acostumbrado a estas cosas, ¡Yo pertenezco a la nobleza!” – “¿Acaso desciende de reyes? Yo sí” – les respondió el vigilante.
El turista le miró de arriba abajo con desprecio, disimulando la sorpresa de escuchar a un vigilante hablando inglés. “Mi apellido es Yupanqui, al igual que uno de los últimos incas”. – “Así que por favor compórtese dentro del complejo” - agregó, con tono de terminar la discusión.

Afortunadamente, la vista de las ruinas incaicas lo dejó sin palabras. Enormes muros hechos de piedras gigantescas de forma geométrica, y unidos sin argamasa dejaban a las más sólidas construcciones europeas como obras primitivas. Fiel a sus conocimientos de historia, pensaba que un castillo hecho de esa manera en Europa hubiera sido inexpugnable ante un sitio y hubiera soportado ataques de catapultas e incluso balas de cañón. Miró nuevamente al guardián, a su guía y a las señoras de trajes típicos y su llama, incapaz de conciliar su aspecto con la capacidad de construir paredes tan magníficas.


“¿Cómo se hicieron estas paredes?” El guía respondió que las técnicas exactas se han perdido, y cómo los arqueólogos tienen teorías sobre el transporte y el pulido de las piedras hasta hacerlas encajar. Explicación inútil, simplemente era imposible que nativos que, estaba seguro, habían dejado hace pocos años las plumas y los taparrabos y los arcos y flechas, hubieran podido hacer estas paredes. Tenía que haber una explicación, tal vez los masones o los templarios se habían refugiado en estos lejanos lugares huyendo de la persecución, los constructores del templo de Jerusalén, quizá los egipcios hallaron la forma de atravesar siglos y océanos para llegar aquí para hacer esas construcciones. Pero no, estos edificios no se parecen a ninguno en Europa o Asia.


Al llegar al hotel en la noche, el turista escribe en su laptop sus impresiones del viaje: “He visitado hoy las ruinas incas. Los nativos se han extinguido y solo quedan disfrazados de occidentales. Las construcciones son claramente obra de extraterrestres”.

martes, 21 de octubre de 2014

Los peores errores de los Beatles

Hoy me toca volver sobre el tema de los Beatles, contando cosas que los demás no se atreven a escribir. Los Beatles como cualquier otro grupo de personas, hacían cosas de las que después no se sentían orgullosos, y otras veces, realmente metían la pata en grande. Me he tomado el trabajo de recopilar los mayores errores que cometieron durante su carrera. Después cometieron otros enormes cuando ya estaban separados, pero esa es otra historia. Aquí pues, mi lista de los mayores errores de los Beatles:


-  Let it Be: Los Beatles, en el apogeo de su fama mundial, firmaron un contrato con United Artists para hacer cinco películas, tal vez con la idea de imitar a Elvis Presley, quien en ese tiempo pasaba sus días filmando tonterías y sin hacer conciertos. La primera película fue un éxito, la segunda no se les salió tan bien y fue terminada a duras penas, por lo que se les quitaron las ganas de hacer otra. Producto de este cansancio fue la idea de que la siguiente película sea de dibujos animados. Pero quedaba una última película por hacer. Para ese entonces los Beatles ya se habían convertido en cuatro solistas que tocaban juntos. La idea de Paul McCartney era volver a reunir al grupo para tocar conciertos y volver su música a sus raíces de Rock and Roll. Como idea era buena pero el momento no podía ser peor. Los Beatles eran ya un grupo en proceso de separación y eso fue lo que se vio en el film. Las discusiones y encontronazos son reflejadas fielmente, así como la desidia de John Lennon para participar en las canciones de George y Ringo. Los únicos momentos alegres de la película es cuando están tocando juntos.


-   Magical Mistery Tour: Este fue un intento de los Beatles de escribir, dirigir y actuar una película. Lo peor es que solamente se dieron de que no podían cuando vieron el producto terminado. Lo que resultó puede calificarse de una locura psicodélica sin sentido alguno. Para colmo, esa fantasía psicodélica llena de colores brillantes fue emitida por la televisión inglesa en blanco y negro. El descalabro fue tal que la crítica empezó a hablar del fin de los Beatles.

-   Northern Songs: Este error fue cometido al inicio de la carrera de los Beatles, pero sus consecuencias perduran hasta hoy. Cuando todavía no estallaba la Beatlemanía y estaban necesitados de dinero, Brian Epstein, el manager de los Beatles, que era también un aficionado en esto de manejar grupos, no sabía manejarse en las grandes ligas. Producto de esto fue la firma de un contrato tramposo y leonino que vendía las composiciones futuras de los Beatles y cobraba un porcentaje de 45 % de las ganancias que generaran las canciones, bajo la forma de una empresa editora llamada Northern Songs. Claro, ninguna de las partes podía prever en ese momento el éxito que tendrían esas canciones. Cuando los Beatles empezaron a ganar dinero, se dieron cuenta de que no eran dueños de sus propias creaciones. Los Beatles no pudieron renegociar nunca el acuerdo y el contrato se traspasó a otra empresa. Con los años, el catálogo de los Beatles se convirtió en un objetivo preciado cuando salió a la venta en 1983. Paul McCartney intentó comprarlo, pero perdió la puja con Michael Jackson. Hoy este activo pertenece a Sony Music y está valorizado en miles de millones de dólares.

-   Revolution 9: Este es la canción de los Beatles que… Ni siquiera es una canción, es un conjunto de sonidos al azar donde lo único entendible es la voz de John Lennon repitiendo las palabras “Number 9” como una letanía. Si una canción así la hubiera hecho cualquier otro de los Beatles hubiera sido inmediatamente rechazada, pero siendo John, se aceptó incluirla en el Album Blanco. Como será de mala que a la fecha no conozco de nadie que haya hecho un cover de esta canción. A pesar de esto, John Lennon no aprendió la lección y se atrevió a publicar un disco entero de este corte, llamado “The Wedding Album”, como solista con Yoko Ono.

-   La promoción “Revolution/Hey Jude”: Allá por 1968, los Beatles tenían una tienda en Londres, donde vendían música rara, ropa psicodélica y otras cosas más. Este sería otro error en la lista, pero lo que pasó después fue mucho peor. La tienda no funcionó y decidieron cerrarla. Con la tienda cerrada y las vitrinas vacías a la vista del público, los Beatles decidieron usar los vidrios para promocionar el lanzamiento de su próximo single. Así que escribieron los nombres de las canciones del disco en los ventanales que daban a la calle. Los londinenses quedaron escandalizados al ver las ventanas en donde se había escrito a mano “Hey Jude” y “Revolution”. Estas inscripciones se parecían demasiado a lo que escribieron los nazis en los negocios propiedad de los judíos antes de la segunda guerra mundial en la que se llamó “La noche de los cristales rotos”, y que marcó el inicio de la persecución a los judíos. Aunque se disculparon públicamente, el daño ya estaba hecho. Por un tiempo, se acusó a los Beatles de ser pronazis.

-    Paul McCartney admite haber probado LSD: En 1967, los Beatles todavía funcionaban como grupo, y lo que hacía uno repercutía en los demás. Cuando  Paul admitió haber probado LSD en una entrevista. Causo una conmoción en Inglaterra. Era el primer artista que lo hacía. Los demás miembros le reprocharon haberlo hecho sin consultarles. Esto era lo menos. Todos los rockeros ingleses pagarían las consecuencias. A partir de entonces, los Beatles y otros músicos fueron víctimas de redadas intempestivas de la policía en sus casas, buscando drogas, y en muchos casos, encontrándolas. Los Rolling Stones, George Harrison y Donovan fueron encontrados culpables de tener drogas en sus casas.

-   Apple Corps: Cuando alguien se mete en lo que no conoce, lo más seguro es que va a perder su dinero. Y cuando los Beatles tuvieron mucho dinero, se metieron en una empresa que parecía a propósito para esto. Hoy podría servir en los cursos de negocios y de gerencia como ejemplo de lo que no se debe hacer en una compañía. No tenía una visión de negocios, y en realidad nunca se supo realmente a qué se dedicaba. Lo sensato hubiera sido que se dedique solamente a la producción de música, con los Beatles como respaldo, pero quisieron hacer películas, libros, artefactos electrónicos, y una lista indeterminada de otras cosas. El resultado fue una pérdida de dinero monumental que tuvo a los Beatles al borde de la quiebra e hizo el proceso de separación mucho más doloroso. De todo esto lo único que quedó fue Apple Records, que duró hasta 1975 y fue reflotado en los 90, esta vez con mayor éxito y cuidado financiero.

-   Magic Alex: Con el éxito, los Beatles formaron una camarilla con los amigos íntimos, el productor, manager, y otros. A esta camarilla era difícil entrar, como protección contra todos aquellos que se querían aprovechar de su fama y dinero. Uno de los pocos que logró entrar al entorno de los Beatles fue Alexis Mardas, a quien llamaron “Magic Alex”, debido a que el tipo decía ser inventor, y mostraba algunos artilugios o ideas que encandilaban a la gente. Cuando conoció a John Lennon, le ofreció artefactos que decía estar en proceso de invención. Cámaras de rayos X, papel tapiz para paredes que servía además como parlantes, platillos voladores a partir de motores de auto, protección para casas usando campos de fuerza invisibles, todo eso y más ofreció. Los Beatles creyeron todo esto y le ofrecieron el puesto de jefe de la división electrónica Apple, recién creada. No solo esto, le dejaron jugar con todo el estudio Abbey Road, con la idea de convertirlo en un estudio de 72 canales. Nada de esto funcionó y Magic Alex jamás pudo entregar algo que funcionara, dejando a su paso un reguero de chatarra. Al final, se convirtió en uno más de los despilfarros en que se convirtió Apple Corps.

-   Los Beatles son más famosos que Jesucristo: Este es el más famoso y peor error de los Beatles. En una entrevista, John Lennon afirmó que eran más populares que Jesucristo. La cita pasó desapercibida al momento de su publicación, pero no fue así cuando fue publicada tres meses después en Norteamérica, con motivo de la siguiente gira de los Beatles por ese país. Los líderes ultraconservadores y los estados del llamado “cinturón bíblico” de Estados Unidos prácticamente le declararon la guerra a los Beatles. Hubo quema de discos llamamiento a boicotear conciertos y hasta el Ku Klux Klan hizo declaraciones al respecto. El resultado fue que los Beatles dieron por primera vez conciertos donde no se vendía la totalidad de las entradas, y hallaron razón para retirarse de los conciertos una vez que se terminó esta gira.


Con esto termino. Aunque seas un Beatle no significa que siempre sepas hacer las cosas. Puedes ser estafado, engañado o desfalcado. A fin de cuentas, eres humano.

jueves, 16 de octubre de 2014

Pandora


Pandora seguía teniendo su caja. Al principio no había mostrado interés. Sabía que todo había pasado, que todo estaba acabado. No sabía si aún quedaba algo dentro o no, si la caja seguía vacía o todavía conservaba algo dentro. Pero poco a poco, su fortaleza fue decayendo. Veía la caja cada día, y cada día se preguntaba qué pasaría si la abriese de nuevo, que pasaría si descubriera lo que había quedado en su interior.
Algunas veces pensaba que quizá dentro hubiera grandes cosas para el mundo, grandes cosas para ella... amor, ilusión, felicidad,... miles de cosas que la harían feliz.
Pero otras, pensaba que quizá, abrir la caja solo le traería más males, la dejaría totalmente destrozada, hundida, y pidiendo a cada día una muerte que tendría tarde o temprano que llegar.
Cada día era peor. Pasaba tiempo sin verla, pero de vez en cuando, volvía a abrir ese cajón donde la caja estaba, y volvían a recorrer fantasmas su cabeza... ¿Y si la abriese? ¿Y si fuera cierto aquello que dicen? Aun podría quedar la esperanza, aun podría volver a ser todo como al principio... como tantas veces lo había soñado.
Pandora pasó noches en vela, y aun hoy las pasa, no sabiendo qué hacer, no sabiendo qué camino tomar.

Y mientras tanto, la caja sigue intacta, conteniendo el más vacío de los vacíos... o quizá esa pizca de esperanza que aun pueda rehacer la vida de esa dama.


Este pequeño relato lo encontré como uno de esos papeles tirados en la calle, de esa inmensa calle que es internet. El original está aquí: http://niebladeavallone.blogspot.com/2009/09/cuaderno-de-bitacora-esperanza.html

sábado, 11 de octubre de 2014

La verdad está en los libros


Cada vez que se entrega un Premio Nobel de Literatura, la gente empieza a preguntarse sobre si han leído alguna vez al reciente galardonado. La respuesta es invariablemente negativa. Y no solamente es porque el autor sea de algún país de donde no lleguen aquí sus libros (es decir, no habla español, ni inglés ni francés), sino que simplemente la gente no lee. Si yo hago una encuesta sobre a qué autor vivo han leído las personas, estoy seguro que solamente me van a mencionar a Paulo Coelho, Crepúsculo o a algún autor de libros de autoayuda, creyendo que eso es literatura. Así estamos. Con suerte, la gente se entera de algún cuando le hacen una película. Y eso tampoco es. Yo he empezado a leer algunas de esas novelas que escriben los autores norteamericanos pensando en cómo la adaptarán al cine más que en su valor literario, y nunca pude terminarlas, porque todas me parecían seguir un molde preciso: Capítulos cortos para que el lector con déficit de atención no se aburra, ausencia de sinónimos, escenas que parecen narraciones de una película, ausencia de desarrollo de personajes.

Y las películas siempre cambian lo que dice el libro, al grado de que se puede reconocer si una persona ha leído el libro simplemente preguntando sobre las diferencias con el filme.
Como ejemplo, he recopilado algunas de las cosas que la gente cree sobre las grandes obras de la literatura y que al leer el libro resultan falsas. Hay que leer, entonces.

¿Viernes, el compañero de Robinson Crusoe, era negro?  FALSO. En la obra original de Daniel DeFoe, Viernes se identifica a sí mismo como “caribe”. Es imposible, además un nativo de una isla caribeña de raza negra.

¿Alí Baba era el jefe de los 40 ladrones? FALSO. Siempre que se habla de Alí Babá, se refieren a él como “Alí Babá y los 40 ladrones. En realidad Alí Babá primero roba y luego mata a la banda de los 40 ladrones. ¿Cómo? Hay que leer el libro.

¿Sherlock Holmes solía decir “Elemental, mi querido Watson? FALSO. Esta frase no aparece en ninguno de los libros escritos por Arthur Conan Doyle. Solamente una vez en uno de sus cuentos aparece la palabra “Elemental” dicha por Sherlock Holmes.

¿En “El Quijote” se encuentra la frase “Ladran, Sancho, señal de que avanzamos”? FALSO. Esta frase no se encuentra en el libro escrito por Miguel de Cervantes, sino en la película dirigida por Orson Welles en 1957, quien a su vez la recogió de una cita apócrifa.

¿La Sirenita se casó con el príncipe? FALSO. En el cuento de Hans Christian Andersen, la Sirenita acaba mal, muy mal. El príncipe se casa con otra mujer, y la Sirenita muere, convirtiéndose en espuma de mar. Las películas de Walt Disney dan para varios casos de atropello al libro, empezando por las muertes que son omitidas en sus películas. Repasemos unas cuantas: Baloo (El Libro de la Selva), Quasimodo (El jorobado de Notre Dame), el Hada Azul y Pepe Grillo (Pinocho), Pocahontas.

¿D’Artagnan era uno de los Tres Mosqueteros? FALSO. El libro de Alejandro Dumas trata de la amistad del joven D’Artagnan con quienes eran conocidos como “Los tres mosqueteros” debido a que siempre andaban juntos. D’Artagnan no se convierte en mosquetero hasta pasada más de la mitad del libro.

¿Los samaritanos eran personas buenas y compasivas? FALSO. Esta es para los que no han leído la Biblia. Los samaritanos eran rivales de los galileos y por lo mismo no se llevaban nada bien. El evangelio de Juan narra una escena en que una mujer samaritana niega a Jesús agua de una fuente, lo que era una descortesía mayúscula. Jesús, en su parábola del buen samaritano, se sirve más bien de este detalle como contraste con el doctor de la ley y el sacerdote (quienes debían ser mas caritativos debido a su profesión) que se niegan a atender a un herido en el camino.

¿No quieren que los engañen de nuevo? ¡A leer!

lunes, 6 de octubre de 2014

Yo, exótico


Vivo, como más de uno habrá notado en mis posts anteriores, en el Perú, país que en otros sitios evoca un lugar lejano y exótico. Y ahora que estoy trabajando en un lugar al que acuden muchos turistas, el sentimiento de que vivo en un lugar que otros consideran extraño y especial se acrecienta, dejándome en la duda de si vivo realmente en un lugar mágico o si es solamente que como lo veo todos los días no es más que un sitio común y corriente para mí.

Esto significa que la tengo difícil a la hora de las metáforas y frases hechas provenientes de la cultura europea y norteamericana, que ahora pasa como “globalizada”. El “Vale un Perú” de los franceses está bastante devaluado para mí, si es que considero lo que gano de sueldo. Eso que veo en la películas que cuando alguien quiere escapar lo más lejos posible, menciona regularmente al Perú como destino. Esto nos hace difícil tener un lugar en el mundo a dónde escapar, pues es sabido que no importa a qué escondido lugar del planeta vaya uno, siempre encontrará a un peruano.

Y es que lo que los europeos consideran como un destino exótico es mi casa, por lo tanto, para mí tal destino no es exótico. Para mí los países exóticos son lugares como Hungría, Azerbaiján o Rumania.
En cuanto a la gente, para nosotros las razas exóticas son los rubios de ojos azules. Una vez salí con mi cámara a tomar fotos a los turistas, y cuando me preguntaron por qué, respondí que ya que los turistas gustan de tomar fotos a los nativos, no veo por qué yo no podía tomarle fotos a los extranjeros. Lo que me sorprendió fue que mis compañeros, en vez de refutar mi lógica, reaccionaron negando la idea de que nosotros fuéramos los “nativos”, pensando que esa palabra solo aplica a los salvajes que llevan arco, flecha y visten con taparrabos.

La geografía de los sueños y las concepciones está cambiada o totalmente invertida para nosotros los peruanos. El Lejano Oeste aquí resulta ser el Lejano Oriente, pues en esa dirección no tengo sino el Océano Pacífico que llega hasta China. Aunque he cumplido el sueño de muchos europeos de los siglos pasados, no me siento especialmente afortunado por haber estado en Jauja, que no es un país, sino una ciudad, de donde provienen, por añadidura, algunos amigos míos.

Mirando un mapamundi, me doy cuenta de que a diferencia  de ingleses y norteamericanos, el “Down Under” para nosotros no sería Australia, sino Chile. Y a diferencia de que lo que dicen los libros, poemas y películas hechas en el otro hemisferio, para nosotros, las aves no vuelan al sur en el invierno. Vuelan al norte.

Buscando en los libros y mapas de mi país puedo, sin embargo, encontrar algunas metáforas. Desde mi casa en Lima puedo tomar un autobús que me lleve a La Victoria, que resulta ser un barrio en el centro de Lima. Si quiero llegar a La Libertad, que es una región al norte de mi país, puedo hacer un viaje largo en bus o tomar un avión que me llevará en una hora. Supongo que a muchos europeos les sorprendería saber que un viaje a La Victoria o a La Libertad implican tan poco esfuerzo.

Tal vez, después de todo, tenga que aceptar que el exótico soy yo.

miércoles, 1 de octubre de 2014

Una bella, un café


Llegué al café cerca de la plaza, como otros turistas que se refugian del frío nocturno. No pensaba en nada más que tomar uno de los buenos capuccinos que sé que sirven allí, pero las cosas se presentaron de manera diferente. Fue allí cuando la vi. Una mujer bellísima, sola, esperando un chocolate caliente y algo que comer. Empecé, casi como acto reflejo, a buscarle conversación. Ella solo dijo un par de palabras, suficientes para hacerme saber que era brasileña. Redoblé mis esfuerzos, tratando de intercalar las pocas palabras en portugués que conozco, confiando en que su poco castellano le bastara para entenderme. En eso llegó su pareja. Ignoro si sería un amigo, su esposo o su enamorado, pero al verme hablar tan animadamente (ella no había respondido una sola palabra), intervino en mi monólogo. Nos quedamos conversando una hora él y yo, una de esas charlas de turistas, comparando nuestros respectivos viajes y hablando sobre nuestros lugares de origen. Ella no dijo más de dos palabras para asentir lo que el otro decía. Cuando salimos y nos despedimos, me quedé pensando si no habría roto mi propio record de tonto, al tratar de abordar a una bella mujer y terminar haciendo amistad con su pareja.

viernes, 26 de septiembre de 2014

Cambio climático


En está semana, todo el mundo está hablando del cambio climático.  Extrañamente, nadie ha pedido mi opinión hasta ahora.  Tal vez porque las respuestas que doy son irrebatibles, irrefutables y ultimadamente tontas. Ignoran los que buscan una opinión autorizada que yo conozco el tema a profundidad, como que esta semana he vivido más cambio climático que muchos de los científicos que se reúnen en la ONU. Paso a explicar.

Vivo, como muchos saben, en el Perú, donde uno puede cambiar de clima con solo recorrer unos pocos kilómetros en auto. Por añadidura, esta semana empieza la primavera, lo que significa que no tengo la menor idea del clima que va a hacer. En la lotería del tiempo, te puede tocar frío, calor, lluvia, viento, o todo ello junto. Y justamente fue eso lo que me pasó a raíz de mi viaje de descanso del trabajo.

Empecé mi periplo en una localidad cercana al Cuzco, donde estoy trabajando. En estas zonas de semi altura y semi selva, las estaciones están trastocadas, al punto que la gente del lugar considera que solamente hay dos temporadas: la época seca y la época de lluvias. Lo que en un país decente y organizado sería el invierno, aquí tiene días de sol radiante. Por el contrario, en los meses en que por nuestra ubicación geográfica debería ser verano, el cielo se llena de nubes y llueve todos los días. A esto debo sumar que el cambio de estación me obliga a pensar que el cielo no se decide qué clima mandar o que Dios está haciendo zapping con el tiempo. En un minuto hace un sol quemante y al minuto siguiente se desata un viento frio que trae una lluvia torrencial. Así las cosas, nadie sabe qué ropa ponerse para salir. Sólo los más previsores llevan un equipo completo de camisas, casacas y abrigos para cubrir cualquier eventualidad, lo cual tiene también el inconveniente de tener que hacer el cambio en poco tiempo y varias veces al día.

Afortunadamente, yo pasé por unos días a otra locación, a unos 2000 metros sobre el nivel del mar, donde el clima es mucho más consistente y menos esquizofrénico.  Allí solamente hace un frío maldito en la mañana y en la noche, y un calor muy fuerte al mediodía. Como es lógico, acabé esos días resfriado, condición en la que llegué a Lima.
En Lima, aunque supuestamente era la semana de inicio de la primavera, el cielo seguía con su programación habitual de invierno. Sólo los que han conocido Lima en invierno saben cómo es de opresivo el cielo aquí. El sol se convierte en un pálido recuerdo, oculto por una capa de nubes de color panza de burro que dan al transeúnte la incómoda sensación de estar siempre caminando bajo techo. Además está la garua, esa lluvia tan fina que hace que la humedad atraviese los abrigos y los convierta en inútiles ante el frío limeño. A esta ciudad llegué y me quedé un día, a donde los paraguas son desconocidos y la lluvia no moja pero resfría, y las gotas que caen solo sirven para convertir las veredas en un barro pegajoso.

La última etapa de mi periplo, desde donde escribo esta crónica, me ha llevado hasta Ica, donde, más que inicio de la primavera, el clima parece de inicio del verano, con mucho sol y calor. Mi pobre cuerpo, después de todos estos movimientos, ya no sabe cómo reaccionar y el resfriado ha pasado a un estado de incertidumbre que me hace estornudar solo cuando me acuerdo.

¿Faltaba algún fenómeno climático por experimentar? Claro que si. Si el clima de Lima se caracteriza por la garůa, Ica tiene como marca registrada la "paraca". Esta es un viento fuerte que arrastra un polvillo fino que hace difícil la respiración del transeúnte y que hace disminuir la visibilidad a unos pocos metros. Así vuelvo a lo afirmado al inicio de este post, en cuanto al cambio climático soy ahora un experto. Haciendo resumen, en el lapso de una semana he pasado por sol radiante, frío seco, viento frío, lluvia torrencial, frío con humedad, garúa, nuevamente sol y la tormenta de arena que aquí llamamos paraca.

Esto sin duda me convierte en una autoridad en esto del cambio climático. ¿Y nadie me pide mi opinión sobre el tema? Vamos, si no nos llaman a los que sabemos, poco vamos a hacer para solucionarlo. Aprovechen, porque la próxima semana ya estaré hablando de otro tema tonto y la oportunidad se habrá perdido.
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