lunes, 23 de octubre de 2023

Anticuento



Alguna vez, en un reino muy antiguo y lejano, durante una gran celebración, el rey invitó a todos los artistas de su reino a hacer una obra que represente a la felicidad, ofreciendo como premio una gran bolsa de monedas de oro. Se presentó un famoso escultor, que mostró un mármol con la alegoría de una hermosa mujer con una gran sonrisa. Demasiado académico, dijo el rey. Pasó a la siguiente obra. Era un lienzo con la imagen de una fiesta en donde jóvenes cantaban y bailaban. Demasiado predecible, opinó el rey. Así fue pasando ante todas las obras, encontrando defectos en todas y diciendo que ninguna de las obras representaba fielmente la felicidad. Hasta que encontró un papel que alguien había colocado sobre la mesa, en donde se veía el garabato de un niño de la mano de su madre. El rey al fin sonrió complacido. Esta es la verdadera imagen de la felicidad, dijo, no es la complejidad de un arte, ni una alegoría, es el simple sentimiento. Toda la corte asintió en reconocimiento a la sabiduría del rey. Solamente la gente del pueblo, que desde el principio dudó de que el rey hubiera abandonado la costumbre de la tacañería, empezó a decir en voz baja que no era de extrañar que diera el premio a su propio hijo por dibujar tan solo un garabato.

viernes, 13 de octubre de 2023

Juguemos a la conspiración



Hoy, que tengo un poco de tiempo para no hacer nada, y ganas de escribir sobre cosas de las que no tengo idea, quiero ver si es tan fácil como dicen crear una teoría de conspiración, por lo que propongo el juego de la conspiración ¿Jugamos? 

Como todo juego, debemos tener algunas reglas: En primer lugar, debemos establecer como certeza que los accidentes fatales no existen, sobre todo si el muerto es alguien famoso. Nadie muere por sobredosis, ni se suicida, ni se cae de una escalera, todo eso son invenciones para encubrir la muerte de alguien que justo al día siguiente iba a hacer una gran revelación. Todos sabemos que el único que murió fue Paul McCartney, y que su doble está desde entonces sacando discos y llenando estadios en sus giras sin que a nadie le moleste. 

La segunda regla es que no existen rivalidades ni competencia entre países y gobiernos. En realidad, gobiernos musulmanes, comunistas, populistas de todos los colores, demócratas y dictadores son todos amigos y están de acuerdo para encubrir las verdaderas razones de por qué estamos como estamos y por qué vamos hacia donde vamos. La tercera regla es que la falta de pruebas de algo es la evidencia de que se está ocultando la verdad. La prueba de que lo que digo es verdad es que no tengo pruebas. Esto nos lleva a la última regla: todos los planes son perfectos, y se cumplen meticulosamente. No hay fallas de diseño ni errores humanos. Incluso los que identificamos como fallas se han hecho a propósito para despistarnos. 

¿Estamos listos para empezar? Solo un momento, me pondré mi pulóver con capucha y mi máscara de Guy Fawkes. Ya está, empecemos. 
Ahora, tomemos un evento que haya salido en las noticias y redes sociales, por ejemplo, el accidente del submarino lleno de millonarios haciendo un tour por los restos del Titanic. Como los accidentes no existen, tiene que haber otra razón. Entonces podemos decir que uno de los millonarios había desarrollado el motor que funciona con agua como combustible, y que ya todo estaba listo para la producción en masa, lo que haría quebrar a las grandes compañías que dominan el mundo. ¿Quieren una prueba? Noten que nadie ha hablado de este tema, porque han ocultado este hecho para que no salga a la luz. ¿Qué tal está esta teoría? Como primer intento no está mal. 

Hagamos otro intento. Un señor ha declarado ante el Congreso de Estados Unidos que los extraterrestres existen. Aquí podemos asumir que el Congreso de Estados Unidos es tan sagrado que nadie puede mentir allí, no como en el nuestro, donde ocurre exactamente lo contrario. Entonces estamos ante la prueba de que toda la vida nos han estado ocultando la verdad, y que los ETs nos visitan, hacen turismo y algunos hasta se quedan a vivir aquí, porque en Alfa Centauri hay demasiada gente y el alquiler está carísimo. Otra teoría es que el plan de ocultarnos a los extraterrestres es tan perfecto que han contratado a alguien para que diga todo eso, y luego lo refutarán de manera vergonzosa, dejando en el ridículo a todos los que en adelante a cuestionar la verdad oficial de que estamos solos en el universo. Y a los que me digan que eso no pasa, les pondré el video de lo que pasó en México ¿Cuál teoría es la mejor? Pondremos las dos en las redes sociales y que el público decida, que eso es más divertido que andar buscando pruebas. 

Conforme avance el juego, aparecerá la Agenda 2030, ese plan donde aparecen todas las tendencias que no nos gustan, y yo aprovecharé para ofrecer mis servicios como director de proyectos, en vista del estrepitoso fracaso que hasta ahora tiene ese proyecto ¿O acaso alguien cree realmente que llegaremos al 2030 con todos comiendo insectos y casándonos con el negro africano que acaba de llegar?

Por último, cuando la cosa amenace con volverse aburrida y repetitiva, pasaremos a la fase del razonamiento conspirativo recursivo, que es cuando la serpiente de la teoría conspirativa se muerde la cola. Podemos decir que hay tantas teorías conspirativas porque alguien las está inventando para que cuando alguien descubra la verdad y la publique en las redes sociales, nadie le crea y todos piensen que es solo otra teoría de conspiración de las tantas que hay por ahí. Y si no me crees, es que eres parte de esa teoría de conspiración y, por lo tanto, estás demostrando que yo estoy en lo cierto. ¡Gané el juego!

martes, 3 de octubre de 2023

Si los antiguos griegos hubieran conocido el aji



Entre las ideas filosóficas que se me ocurren a la hora del almuerzo, hace poco se me ocurrió una ucronía que ahora trataré de desarrollar. ¿Qué hubiera pasado si los antiguos griegos hubieran conocido el ají? Como la mayoría de mis ideas, aunque parece una tontería, tiene más trascendencia de lo que se ve a simple vista. Primero, para ubicarnos en la época, recordemos que los griegos tenían una variedad limitada de condimentos: un poco de mostaza, sésamo, azafrán y una que otra hierba aromática, nada que realmente pueda retar al paladar, pues no se conocía la canela ni la pimienta. Los únicos alimentos de sabor fuerte eran el queso y el yogurt, nada que pueda ser usado para probar voluntades o ganar campeonatos de resistencia. Imaginemos ahora que algún viajero haya traído en remotos tiempos una cantidad de ajíes o chiles, y las semillas de estos frutos hayan podido germinar en los valles helenos. 
Sin duda los griegos habrían creado una leyenda sobre su origen, tal vez hubieran dicho que fue un regalo de Hefestos, el dios de los volcanes, para los hombres, ya que comerlos es como comer el fuego ardiente de un volcán. Tal vez Homero habría contado la leyenda de Chileón, rey de Agias, quien cultivaba frutos tan dulces en sus jardines, que se jactaba de que ni en el Olimpo se hallaba manjar semejante. Al saberlo Zeus, lanzó furioso uno de sus rayos sobre el rey cuando cuidaba de uno de sus arbustos, y el rayo lo fundió a él con la planta, que desde entonces dio frutos que, al comerlos, uno podía sentir aún el rayo que había caído sobre él. 

El ají, como es natural, se habría convertido en el condimento preferido de los arcadios primero, para extender luego su consumo hasta Esparta, en donde se hubiera usado para probar la valentía de los guerreros, y aun se la habría reservado como un alimento para comer antes de las batallas, para aumentar la ferocidad de los soldados. Al expandirse a toda Grecia, el consumo de ají habría sido parte de los Juegos Olímpicos, y se recordaría a Arquilao, como el único capaz de comer dos platos llenos de ajíes, lo que le valió la corona de laurel, al costo de no poder probar alimentos sólidos por el resto de su vida. 

Pero la contribución más importante del ají hubiera sido en la filosofía griega. Nuestro pensamiento y filosofía serían distintos si los antiguos filósofos griegos hubieran conocido el ají. Todos nuestros conceptos sobre el dolor y el placer serían diferentes, y no se verían hoy como sentimientos contrarios. Eros y Tánatos tendrían un significado diferente, El ají, por su sola existencia, habría hermanado las filosofías del hedonismo y el estoicismo. 

Estas y otras cosas semejantes estaba pensando, y ya meditaba sobre la influencia del ají en la política y el comercio griegos, cuando llegó el mozo con mi orden en el restaurante. 
- Aquí está señor, su cebiche con bastante ají, bien picantito, como a usted le gusta…
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