jueves, 27 de junio de 2019

Érase un tonto


Erase una vez un tonto que vivía en lo alto de una colina. En la aburrida aldea vecina se contaban muchas historias sobre él, que el tonto no confirmaba ni negaba, sabedor que estas eran la sal y la pimienta de la vida pueblerina.

De vez en cuando se deleitaba escribiendo versos de amor en una hoja de papel que luego convertía en un avión. Lanzaba el avión de papel desde lo alto de su colina hacia la aldea y después bajaba para escuchar las historias de alguien que había encontrado un mensaje de su amado, y entonces reír al ver las nuevas parejas que el azar creaba.

No era raro en el pueblo ver al tonto bajando el camino desde su colina. Lo hacía a cualquier hora, en el día o en la noche, y cuando algún vecino estaba en la calle conversando o caminando, podía sentir en el hombro inesperadamente la mano del tonto que venía a saludar. Por eso en toda la región se hizo famoso el dicho: “Nunca se sabe dónde ni en qué momento puede aparecer un tonto”.

Como el tonto no tenía dinero, contaba sus historias en el mercado a cambio de los víveres que necesitaba, pues muy raras veces aceptaba dinero. Un día vio a un ama de casa salir del mercado quejándose de los precios. Tiene usted toda la razón - le dijo – Vea usted esta manzana, me costó uno de mis mejores chistes.

Se dice que una vez alguien propuso comprarle la casa. El tonto simplemente sacó una silla e invitó al comprador a sentarse junto a él. – Si puedes pagar este atardecer o darme uno igual a cambio, te venderé la casa – dijo.

Un día, uno de sus parientes subió a la colina y encontró al tonto regando una maceta sin nada más que tierra. Cuando le preguntó el porqué, respondió que alguna vez estuvo allí la flor más bella que había visto, y la regó hasta que se marchitó. No la reemplazó porque no encontró otra flor digna de ocupar su lugar. Pero siguió regando la maceta porque ya no estaba regando una flor, estaba regando un recuerdo.

Una vez se le vio rodando una pesada piedra colina arriba. Un caminante que pasaba le ofreció su ayuda, pero el tonto se negó, diciendo que hacía eso en busca de inspiración para una historia sobre Sísifo que estaba escribiendo. Tiempo después, el caminante volvió a pasar por allí y preguntó al tonto si había encontrado la inspiración buscada. - Si, la encontré, le respondió . Pero cuando se me ocurrió la historia, estaba todavía a medio camino, así que no pude detenerme hasta llegar arriba. Cuando lo hice, ya había olvidado todo.

Desde hace un tiempo el tonto ya no se deja ver por la aldea, pero la gente insiste en que sigue viviendo en lo alto de su colina, viviendo nuevas historias que todos cuentan, aunque algunos digan que es solo porque sin el tonto, la aldea sería igual a todas las otras que hay en la región, una aldea sin nada especial.

lunes, 17 de junio de 2019

Los ladrones de sueños


En una ocasión, olvidé ya si fue hace algunas semanas o algunos meses, caminaba por el centro de la ciudad cuando recuerdo que vi uno de esos edificios coloniales de noble arquitectura. Supongo que me detuve un momento para apreciar la belleza de la construcción y pensé, como suelo hacer en esos casos, en cómo habría sido la construcción, en cómo habría sido la gente que habitó allí y en los eventos que habrían pasado allí a lo largo de su historia. La verdad es que no puedo recordar bien ese momento porque apenas empezaba a soñar despierto cuando alguien se me acercó a toda prisa y me dio un empujón que casi termina conmigo en el piso. Cuando pude recuperarme, todo el encanto se había perdido. Lo que había soñado despierto sobre el pasado, la historia y los personajes de la casa había desaparecido.

Seguí mi camino en ese estado de estupor de quien acaba de despertar de pronto, hasta que llegué a un puesto de información de turistas y pedí que me dejaran sentarme un momento mientras me recuperaba. Al contar mi experiencia al agente que se encontraba allí, este me respondió preocupado que no era la primera víctima de los ladrones de sueños, y que casos como el mío han estado ocurriendo en la ciudad con cada vez mayor frecuencia. Yo corrí con suerte, me explicaba, ya que mi sueño era pequeño y perderlo no tenía mayores consecuencias, pero había oído del caso de un conocido emprendedor joven, a punto de casarse, que había sido asaltado y despojado de sus sueños mientras corría en un parque. Ahora ha tenido que suspender la boda y su empresa ha sido afectada por la pérdida de sus sueños. Con amabilidad, el agente me preguntó si quería denunciar el robo de mi sueño, a lo que me negué. Como dijo el agente, era un sueño pequeño y, aunque pudieran recuperarlo, no podría identificarlo en la comisaría.

- ¿Y qué hacen con los sueños robados? - Pregunté. - No sabemos bien, pero al parecer ya hay un mercado negro de sueños. Gente que dedicó su vida a ganar dinero y destruyó sus sueños al hacerlo compra allí nuevos sueños. También hay gente que sufrió decepciones amorosas y destruye sus sueños al no tener con quien compartirlos. Gente que vendió sus sueños por un poco de poder o popularidad, todos ellos están dispuestos a comprar sueños. Se sospecha incluso de mafias internacionales que dirigen y ordenan estos robos. Los sueños en países como el nuestro obtienen mayor precio, porque son más sinceros, hasta ingenuos, y eso es un valor que no se encuentra en países más desarrollados.

Al ver mi interés, el agente me dio algunas recomendaciones para evitar un nuevo robo: No exhibir mis sueños en lugares públicos, de ser posible no sacarlos a la calle, pues los ladrones de sueños acechan a la salida de los cines, en parques, en lugares donde se ve el atardecer sobre el mar. Tampoco soñar despierto al ir por las calles, para un ladrón de sueños es fácil reconocer a los soñadores. Si es necesario mostrar un sueño en un lugar peligroso, se debe primero consumir alcohol u otra droga, porque estas distorsionan los sueños y los hace menos vendibles.

Ya recuperado, agradecí al agente su ayuda y me despedí. El resto de mi recorrido lo hice con miedo, sin mirar los edificios ni a los rostros de las personas, ocultando los sueños que me quedaban, y con la desagradable sensación de que esta ola criminal es ya conocida por la mayoría de la gente, pues todos caminaban igual que yo, con caras inexpresivas y sin ver a los demás, no sea que un ladrón venga a quitarles los sueños.

viernes, 7 de junio de 2019

Por qué no creo en la astrología


En una noche clara, puedes salir y contemplar el cielo estrellado. Entre los miles de estrellas existe una que determina tu destino, que influye en tus actos y en tu forma de comportarte frente a la vida. ¿No eres capaz de creerlo? Entonces toma unas cuantas de esas estrellas, dales una forma mitológica y tendrás a quien gobierne tu destino y explique tu forma de ser. Si aún no puedes convencerte de que eso es cierto, agrega además los planetas que pueden verse esa noche, y tendrás aquello que determina quién eres y cómo te comportas. Tal vez eso sea suficiente para ti, pero yo he decidido no creerlo. Y te daré algunas razones para no hacerlo.

El horóscopo, tal como lo conocemos hoy, data de 6,000 años, y desde entonces las estrellas se han movido. Como ejemplo, una persona que dice haber nacido en Escorpio debería poner salir a ver el cielo el día de su cumpleaños y ver la constelación de Escorpio. Pero esto no es cierto siempre, sino solamente por los siete días en que esta constelación está realmente en el cielo nocturno.

La astrología se inventó en el hemisferio norte, desde entonces el mundo se ha ampliado de modo que desde este lado del planeta vemos muchas constelaciones que la astrología no considera, y varias que otras no son visibles desde aquí. ¿Alguna vez has escuchado en las predicciones y análisis astrológicos los nombres de las constelaciones del Triángulo, la Brújula, el Tucán, el Perro, o el Camaleón? Pues esas son las que se ven en el cielo en hemisferio sur.

El fundamento de la astrología es la posición de las estrellas en el momento del nacimiento, considerando el recorrido que ellas hacen en el cielo. Esto significa que para creer en la astrología debemos asumir que la tierra es plana y que está estática en el universo. La astrología solamente considera las posiciones aparentes en el cielo. No considera el tamaño de esas estrellas ni su distancia a nosotros, que deberían tener influencia en el efecto que nos causan. Más aún, muchos de los puntos luminosos que vemos en el cielo no son una sola estrella, sino dos o más estrellas que están en nuestra línea de visión y aparentan ser una sola.

En un principio se utilizaba la astrología solamente para predecir el futuro de un reino o de una ciudad, lo que tenía sentido, ya que las estrellas alumbran a todos, y no a una sola persona. En la Edad Media se extendió a los reyes, y solo en los inicios del siglo XX aparecieron los horóscopos personales, como entretenimiento en los diarios en Estados Unidos. Los horóscopos personales basados en la fecha de nacimiento son una contradicción, ya que puede encontrarse personas que han nacido el mismo día y no tienen un mismo futuro. Si esperamos en una maternidad veremos nacimientos simultáneos de personas que no tendrán el mismo futuro. Ni siquiera los hermanos gemelos tienen el mismo futuro ¿Por qué esperarlo en personas que sólo coinciden en el lugar y la fecha de nacimiento?

La astrología pretende también predecir el carácter de una persona por su fecha de nacimiento. En este caso es inútil y mucho menos acertada que un sencillo análisis psicológico. Yo podría decir mucho más observando atentamente a una persona que sabiendo cuando nació.

La astrología ha devenido hoy en una excusa para el mal comportamiento. Si soy una mala persona, no tengo por qué echarle la culpa a Júpiter cruzando por Pegaso, y no puedo disculparme de mi falta de educación diciendo que ese día Marte tuvo un encuentro con Escorpio. Aceptemos nuestros errores en vez de culpar a planetas que ni siquiera saben de nuestra existencia.

Y por último: Un horóscopo te dijo que tú y yo no somos compatibles ¿Y le vas a creer?
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