miércoles, 21 de diciembre de 2022

Leyendas peruanas: Abraham Valdelomar



Hace poco escribí sobre Yma Sumac, como alguien que creó su propia leyenda. No fue la primera en el Perú que lo hizo. Ese honor pertenece a Abraham Valdelomar, escritor que supo convertirse en la estrella fulgurante de la intelectualidad peruana a principios del siglo XX, y de quien es difícil separar la historia del mito. 

Abraham Valdelomar nació en Ica, y pasó su infancia en Pisco, puerto a poca distancia. El tiempo que pasó allí marcaría su vida y su obra. Sus mejores cuentos son recuerdos de su infancia allí, cuando vivía en una casa no lejos del muelle fiscal, que servía para recibir barcos de carga de mineral. Esa casa se conservó por mucho tiempo, aunque con muchas modificaciones, convertida en una pequeña tienda en donde yo iba a comprar de vez en cuando, y en donde solo una placa de bronce en la entrada recordaba su ilustre pasado. Con el tiempo la placa desapareció y finalmente la casa se derrumbó con el terremoto del año 2007. 

Abraham terminó la escuela en Lima, y luego ingresó a la Universidad de San Marcos, en donde el nuevo siglo XX impulsaba un torrente de nuevas ideas que inspiró a la que fue tal vez la generación más brillante de pensadores peruanos. Aquí empezó un ascenso meteórico. Dejó los estudios para dedicarse de lleno al periodismo, en donde su talento y posición política le llevaron tempranamente a la dirección del diario oficial “El Peruano”, y de allí a un puesto en la embajada de Perú en Italia. Allí conoció las nuevas corrientes del pensamiento de Europa que definieron sus obras posteriores. 

Cuando regresó al Perú, su talento fue una explosión. Sus trabajos periodísticos y sus cuentos le valieron el reconocimiento general. Al mismo tiempo, forjó su leyenda. Sus trajes a la moda inglesa y su conversación brillante lo convirtieron en el rockstar de la escena limeña, al tiempo que sus colaboraciones y comentarios sobre la situación política en diarios y revistas eran celebrados por el público. ¿Cuánto de verdad o pose había en todo ello? Mi opinión es que todo esto era una pose, una estrategia de marketing usada antes de que se conociera este término. Y lo digo porque sus versos y cuentos estaban llenos de una nostalgia provinciana, una nostalgia que se refleja en “Tristitia”, uno de sus versos más conocidos: 

Mi infancia, que fue dulce, serena, triste y sola, 
se deslizó en la paz de una aldea lejana, 
entre el manso rumor con que muere una ola 
y el tañer doloroso de una vieja campana. 

Nada más lejanos estos versos de la actitud escandalosa que exhibía en las calles de Lima, vestido de dandy y dedicando versos improvisados a las señoritas que encontraba en los cafés de moda. Su retrato más conocido, muy elegante y con la mano sobre una calavera, coincide con la imagen que intentaba proyectar. Fiel a este ánimo escandaloso, frecuentaba sanatorios mentales para inspirarse y visitaba cementerios por las noches con sus amigos. En ese tiempo se hizo popular una frase suya que repetimos los peruanos desde entonces: “El Perú es Lima, Lima es el Jirón de la Unión, el Jirón de la Unión es el Palais Concert, y el Palais Concert soy yo”.
Valdelomar era, a pesar de ser provinciano, el ejemplo perfecto del intelectual limeño, y otra anécdota lo refleja. Al Palais Concert, el café más conocido de la época, llegó un joven César Vallejo para presentarle sus primeros poemas. Se presentó tímidamente y recibió esta respuesta: “Cuando regrese a su tierra, podrá contar que estrechó la mano de Abraham Valdelomar”. La historia es muy probablemente falsa, ya que Valdelomar intercedió para la publicación en Lima de algunos de sus poemas, y Vallejo le pidió prologar su primer libro “Los Heraldos Negros”. 

Con la fama obtenida, fundó la revista “Colonida”. Solo cuatro números de esta revista bastaron para sacudir la literatura peruana e insertarla en la modernidad, con los que creó un movimiento cultural cuyas consecuencias perduran hasta hoy. Allí publicó algunos de sus cuentos y poemas, brillantes y modernistas. Incluye allí una de las mejores comparaciones que he leído, al referirse a los gallinazos que se pueden ver hasta hoy en Lima: 

“El gallinazo es negro, definitivamente negro, rotundamente negro. Es como una maldición de padre agustino dicha en una cámara oscura a las doce de la noche. Oscuro como la filosofía alemana, espíritu nietzchiano, sombrío como un juramento de mayor de guardias”

 Aprovechando esta fama, daba conferencias en todo el país y como muchos intelectuales de la época, fue seducido por la política. Aunque la wikipedia diga que al volver a Ica fue aclamado unánimemente, mis fuentes me afirman que no fue así. Para su familia al menos, siguió siendo el chiflado, el loco que se vestía de payaso y que trataba de llamar la atención como sea. Fue elegido diputado por Ica, y en una de sus gestiones como tal, en la ciudad de Ayacucho, murió repentinamente. Tenía sólo 31 años. 

Las circunstancias de la muerte de Abraham Valdelomar se convirtieron en parte de su leyenda. Curiosamente, los libros de historia no hacen referencia a lo que pasó, y en el mejor de los casos, aluden vagamente a “un accidente”. Sabemos que esa noche se alojó en una casona antigua, y lo que pasó después es objeto de polémica. Se dice que se levantó de madrugada para tomar una dosis de ajenjo o morfina, y presa de la euforia, cayó de la escalera y se fracturó el cuello. La historia más escandalosa cuenta que se levantó para ir a la letrina, cayendo en ella, para ser encontrado solo un día después. 

Como toda estrella que muere joven, después de su muerte alcanzó el status de mito, edsta vez justificado con una obra que lo ha dejado en el lugar de uno de los mejores cuentistas que haya dado mi país. César Vallejo le dedicó estas palabras al enterarse de su muerte: “Hermano en el dolor y en la Belleza, hermano en Dios”, Abraham, tú no puedes haberte ido para siempre; es imposible. Sólo, como cuando viajabas, hermano estás ausente.” Su imagen puede verse hasta hoy en billetes peruanos, y su cuento más famoso, “El Caballero Carmelo” sigue siendo popular después de un siglo. 

En Pisco, queda aún el muelle, y crecen las higuerillas en la playa, tal como los describió en sus cuentos. Una de sus hermanas se quedó viviendo en Pisco, y tuvo una hija, que andando el tiempo fue mi abuela. Es por eso que hoy me senté a escribir lo que sé de esta leyenda.

domingo, 11 de diciembre de 2022

Leyendas peruanas: El Tuturutu



Quien haya ido a Arequipa, la reconocerá como una de las ciudades más hermosas del Perú, y se sorprenderá al ver en el centro de la Plaza de Armas una pileta coronada por una figura de un pequeño tocando una corneta. Sobre esta figura, conocida como el “Tuturutu”, hay varias historias y leyendas. Esta es la más maravillosa de todas. 

Allá por el año 1735, al Obispo Juan Cavero y Toledo le pareció que la floreciente ciudad merecía una pileta ornamental que la embellezca, para lo cual encargó a un artista de la ciudad el diseño y la fundición de tal pileta. La idea, la verdad, no despertó demasiado entusiasmo en la población, que pensaba que había problemas mucho más graves que resolver antes de estar pensando en obras de arte.

En efecto, la gente se quejaba con cada vez mayor frecuencia de una plaga de duendes que alteraba el normal desenvolvimiento de la ciudad. Los duendes, como se sabe, tienen afición por las cosas brillantes, y escondían joyas, tijeras y cuchillos ante la desesperación de los dueños, y había noticias de intentos de llevarse a los niños de sus cunas. Ante estas quejas, la respuesta del obispo había sido hasta el momento muy tibia. Había tratado de explicar en una de sus homilías que los duendes eran las almas de los niños que habían muerto sin recibir el sacramento del bautismo, y había instado a los pobladores a llevar a los recién nacidos a la iglesia para recibir el agua bautismal. Esto no era suficiente para los arequipeños, porque no resolvía el problema inmediato, que era el cómo deshacerse de los duendes. 

Mientras tanto, el obispo acudía cada pocos días al taller del fundidor para verificar el avance de la pileta encargada, para aprobar los adornos y el ángel que coronaría la pileta. Cada vez que visitaba el taller, el obispo salía contrariado por el poco avance de la obra, y pedía explicación para tal demora. El fundidor insistía en que la plaga de duendes no le dejaba trabajar, y que había un duende que le escondía continuamente las herramientas, impidiendo su trabajo. Esto retrasaba además el trabajo del ángel que coronaba la pileta, pues el fundidor pensaba usar como modelo a su pequeño hijo, y al llevarlo al taller, el duende se le había aparecido más de una vez, al grado que ni su hijo ni su esposa querían poner un pie en el taller otra vez. Al obispo le parecía esto una burda disculpa para justificar el retraso y las pocas ganas de trabajar. Le ordenó que, si no podía usar a su hijo como modelo, pues que busque otro en la ciudad. El resultado fue el mismo. Los niños que llegaban al taller salían espantados al poco tiempo por las apariciones del duende que los jalaba de los pies, y con los padres yendo a quejarse al obispo por permitir que tal cosa ocurriera. 

La ciudad fue cayendo poco a poco en estado de conmoción. Eran comunes los reportes de tropezones con obstáculos inexistentes, artefactos que aparecían en los lugares menos pensados, y canastas de bebés que aparecían lejos de donde los dejaban sus padres. Solo entonces el obispo empezó a tomar algunas medidas. Con algunos ayudantes, empezó a visitar algunas casas, armado de agua bendita y un libro de ensalmos traído de España, para, con la ayuda del poder de Dios, echar a los duendes y tranquilizar a sus habitantes. Esto era un paliativo que no solucionaba el problema principal, pues los duendes, al ser expulsados, buscaban una de las casas vecinas para seguir haciendo sus travesuras. 

En uno de esos recorridos, pasó por la casa del fundidor, al que encontró tratando de trepar al árbol que se encontraba en su entrada, y en donde podía verse en una de las ramas más altas, unas pinzas de fundidor. Al ser consultado por el avance de la obra, le respondió que los padres del último niño que había ido para modelar el ángel se negaban a traerlo de nuevo, diciendo que el niño había regresado hablando del “hombre chiquito” que lo llamaba a jugar afuera, y que lo jalaba del brazo para llevarlo. 

El obispo, a estas alturas, ya no sabía qué creer, así que decidió quedarse un rato en el taller para ver el trabajo. Al poco rato, el obispo quedó petrificado al ver al duende tratar de jalar su propia cadena de oro. El ayudante del obispo se levantó y tiró de las ropas del fundidor para advertirlo, señalando a la pequeña figura de un color verde terroso prendido de la cadena del obispo. El fundidor, ya harto de las molestias, saltó rápidamente con un formón en la mano, y logró coger al duende de la oreja. El duende empezó a lanzar unos gritos horrorosos, mientras el obispo y su ayudante se quedaban paralizados. Sin saber cómo, el duende cogió una corneta dejada por uno de los niños que había estado antes y empezó a soplar. Todos cayeron en la cuenta de que el duende estaba llamando a sus compañeros ante el ataque. 
No había tiempo que perder antes de verse con una verdadera invasión de duendes, así que el fundidor hizo lo único que se le ocurrió: arrojó al duende en el balde de yeso que tenía listo para hacer el modelo y lo sumergió completamente allí. Así lo tuvo mientras el obispo se recuperaba del susto, con la asistencia de su ayudante. 

Allí estuvieron todos un par de horas más mientras el obispo recorría la casa rezando nerviosamente los ensalmos que liberaban al taller y a toda la casa de la presencia de los duendes. Al verificar el balde de yeso, este ya se había endurecido y el cuerpo del duende se había convertido en polvo, dejando su forma en el yeso sólido. El obispo decidió que ya tenían la solución a los problemas de duendes y también al de la pileta. Acordó con el fundidor que la figura de yeso serviría de molde para la figura que colocarían en lo alto de la pileta. Así los duendes reconocerían la forma de uno de los suyos y sabrían lo que les pasaría si seguían molestando a los habitantes de la ciudad. 

Al narrar la historia y la conclusión en el púlpito del siguiente domingo, la multitud rompió en vítores y todos se mostraron dispuestos a hacer donaciones para completar el material con el que la pileta quedaría lista lo antes posible. Al poco tiempo, la pileta fue inaugurada en el centro de la plaza, y los incidentes con los duendes disminuyeron hasta desaparecer. 

Durante un tiempo, los arequipeños insistían en escuchar de vez en cuando al duende que trataba de hacer sonar la corneta para llamar a sus amigos, y por eso llamaron a la figura el “Tuturutu”, pero incluso aquello pasó con el tiempo, y solo quedó el nombre con el que los habitantes de Arequipa lo conocen hasta hoy.

jueves, 1 de diciembre de 2022

Frases twitteables 65


Ahora que a Twitter le han puesto un cartelito que dice "Bajo nueva administración", he visto a muchos amenazar con irse a cualquier producto de la competencia. Yo, como tonto que siempre llega tarde a todas las modas en redes sociales, me he quedado y he pensado que me quedaría solo. Pero no, Todo sigue igual que antes, lleno de gente que viene a quejarse, y yo sigo como uno de los pocos que trata de inyectar un poco de optimismo y humor a esta red. La vida continua, y aunque estoy en esa fase en que me salen más relatos largos que frases cortas, aquí dejo mi última descarga de frases tan tontas como sinceras.
  • Me gustan esas canciones que cuentan historias, pero que a cada uno cuenta una historia diferente. 
  • La inflación se ha desbocado. Ayer, en el tiempo en que resolvía una ecuación, la X ya había subido de valor. 
  • Esa voz interior que me dice “Cálmate, piensa bien las cosas” es acallada por esa otra voz interior que me dice “Me muero de hambre”. 
  • Hoy es uno de esos días en que me pongo los audífonos, porque si alguien me va a estar gritando, prefiero que sea Freddie Mercury. 
  • Amaneciendo con la sensación de que el narrador de mi vida se está distrayendo con las tramas secundarias y no está avanzando en mi historia. 
  • Hay gente que aunque enciendas una vela, seguirá mirando hacia la oscuridad. 
  • Cada vez que alguien me insiste en aprender de las malas experiencias, ese alguien es el que quiere aprender de mis malas experiencias. 
  • Las personas que habitan mis sueños creen que no soy real. 
  • Benditos aquellos tiempos en que salíamos a la calle con la esperanza de cruzar la mirada con alguien y hallar un amor a primera vista, en vez de caminar sin despegar la vista del celular. 
  • No es que yo vea el vaso medio vacío. Lo que pasa es que lo he verificado y solo tiene el 49.999% de agua. 
  • ¿Cómo explicar que el dinero no compra la felicidad a quien me está asaltando en una calle de noche?
  • Prometí esperarte mil vidas. Ya voy en la 995 y me estoy empezando a impacientar. 
  • Nuestra polémica de hoy: ¿Se escribe mejor, se es mejor poeta cuando uno está enamorado o cuando tiene el corazón roto? 
  • No es que sea callado, es que yo practico la telepatía. 
  • A la voz de la razón no le haría mal dejar ese tonito de superioridad, tener un poco más de carisma y no ponerse insoportable. 
  • Algún día harán una película sobre la triste historia de las ratas del Titanic, y cómo trataron de escapar antes de que se hunda el barco. 
  • Aprovecha el momento, me dicen. El problema es que mientras me quedo pensando en cómo aprovechar el momento, el momento ya pasó. 
  • Otra pregunta de esas que inician corrientes filosóficas: ¿La nada ocupa espacio? 
  • Si queremos que las máquinas no se hagan más inteligentes que los humanos, dejemos de ponérsela tan fácil. 
  • Se terminó, dijo el viejo cazador de dragones. Ya no quedan más dragones en el mundo. ¿Y ahora qué haré? - Peor aún ¿Qué haré yo? dijo su aprendiz. 
  • Cuando despertó, el dinosaurio seguía allí, pensando. No vuelvo a jugar ajedrez con un dinosaurio, dijo.
  • Que dice la estrella fugaz que en realidad es un meteorito que está muy ocupado tratando de no desintegrarse en la atmósfera como para estar escuchando las tonterías que pides como deseo. 
  • Una parte de mi libro está inspirada en ti. Más exactamente, esa coma que está en la cuarta línea del tercer párrafo de la página 43.
  • Es cierto que el tiempo cura la herida, pero también es cierto que se curará más rápido si dejas de tocarla. 
  • Mi zona de confort tiene paredes insonorizadas para no escuchar tus críticas.

lunes, 21 de noviembre de 2022

Leyendas peruanas: Achkay, la bruja



Dentro de las leyendas peruanas, hay algunas que se parecen a los cuentos europeos clásicos. Esta es la historia de la bruja Achkay, que se cuenta en la sierra de Ancash. 

En una ocasión, vivía en uno de los valles de Huaylas una pareja de esposos y sus dos pequeños hijos, que trabajaban la tierra. Estos niños eran muy traviesos y se hicieron amigos de los animales de la sierra, con los que jugaban mientras ayudaban a su padre. Pero vino una gran sequía que duró muchos años. La esposa del hombre murió en el primer año y los niños se pusieron muy flacos. Aun así, el hombre conservaba su tierra y la trabajaba lo mejor que podía. Esto despertó la codicia de una mujer malvada que enamoró al padre hasta casarse con él. 

Una noche, los niños se quejaron a la madrastra por el hambre que tenían, y ella les contestó muy molesta: “No hay nada, ya duérmanse”. Los niños obedecieron, pero la malvada mujer se quejó con su esposo: “Esos hijos tuyos son ociosos, no trabajan y solo comen, no quiero verlos, arrójalos al cerro” El hombre, que estaba embrujado por la mujer, le obedece, y coge a los niños dormidos y los pone en un costal y los arroja por el precipicio, tal como se lo habían pedido. 

Los niños cayeron un trecho, pero las plantas de la ladera, llenas de espinas, detuvieron la caída. Los niños despertaron al amanecer y se vieron atrapados en medio del abismo. Incapaces de hacer otra cosa, empezaron a gritar por ayuda. Un cóndor que sobrevolaba los cerros los vio y se acercó a ellos. “Tío cóndor, tú nos conoces, sácanos de aquí”, le dijeron. El cóndor los reconoció, y con sus fuertes garras, rompió el costal para permitir que los niños salgan y trepen sobre sus hombros, para luego emprender el vuelo. 

Así, con los niños montados, llega a un campo donde había muchas papas, cerca del pueblo de Chavín, y los deja allí. Los niños, contentos, empiezan a recoger papas para saciar su hambre, pero se dan cuenta de que no pueden cocinarlas sin fuego. Entonces vieron el humo que salía de un ranchito. la niña entonces dice “Yo iré a la choza para pedir fuego, aunque sea sólo para asar la papa”. No sabían los niños que esa era la casa en donde vivía la bruja Achkay y su hija Oronkay. 

Al ver a la niña, se le abrió el apetito a la bruja y pensó lo sabroso que sería comérsela. Pasa, le dijo - ¿Vienes sola? La niña le respondió que su hermano la estaba esperando afuera con las papas. La bruja pensó lo bueno que sería cocinar a los niños y dejar un poco para su hija. Le dijo: “Acá cocinaremos para que estemos bien. Trae a tu hermano. Por favor vengan con sus papas”. Los niños entraron a la casa y la vieja bruja les decía lo rico que iban a comer. 

Pero la bruja quería también comerse las papas de los niños, así que puso en la olla las papas y también unas piedras del río, que sirvió a los niños. Ellos trataron de pelar las papas sancochadas, pero no pudieron. Los niños dijeron “Estas papas están muy duras, no se pueden pelar”. La bruja cogía sus papas y les decía “pero sí se pueden, mira las mías”. Como ya era de noche, se fueron a dormir. "Voy a dormir con tu hermano en mi cuarto", dijo la bruja, y tú dormirás con mi hija en la otra habitación.

Cuando el niño se durmió, la bruja lo metió en una olla y encendió el fuego. El niño despertó y dijo: “Ay, qué calor”, la niña despertó y preguntó ¿Qué le haces a mi hermano, tía? La bruja respondió: “Estoy sacando las liendres de su cabeza”. Entonces por segunda vez se quejó el niño: “¡Ay qué calor!”. Otra vez la hermana pregunta a la vieja: “Tía ¿Qué le estás haciendo a mi hermano?”.”En la cabeza de tu hermano hay muchas liendres. Por eso se queja” - respondió. El niño ya no pudo quejarse de nuevo, porque la olla ya estaba hirviendo. La bruja inmediatamente se comió al niño, y cuando amaneció, ya había terminado. 

La olla todavía estaba caliente, así que la bruja pone más agua y le dice a su hija que meta a la niña a la olla. Pero en la cocina vivía una rana, que advirtió a la niña del peligro que corría. Oronkay, la hija de la bruja, le dice: “Qué lindo, qué bellas flores hay en esta olla, ven tú también para verlas”. La niña, prevenida, le responde “A ver tú primero”. Al acercarse la hija de la bruja, la niña la empujó adentro. Después de haberla empujado, la niña recogió los huesos de su hermano y huyó de la casa. Al rato, la bruja regresa, abre la olla y la carne ya está bien cocida. Muy contenta, la bruja empieza a comer. Cuando está satisfecha la bruja busca a su hija y no la encuentra. Llama y llama. De repente su hija le contestó desde dentro de su estómago. Dándose cuenta dijo: “¡Me hizo comer a mi propia hija!”. Grita llena de odio: “¡Dondequiera que te encuentre, me las vas a pagar!”. Y empezó a perseguir a la niña. 

La niña huyó al campo llevando los huesos de su hermano en un costal, y así llegó a donde un zorrillo escarbaba un hueco. La niña dijo al zorrillo: “Escóndeme Tío, en el hueco, por favor”. Al rato la bruja llegó y le preguntó al zorrillo: “zorrillo asqueroso ¿Has visto a mi hija?”. El zorrillo contestó: “No la he visto”. La vieja se enojó por la respuesta: “No sirves para nada”. El zorrillo, enojado, la orinó en sus ojos. Mientras la bruja se limpiaba y se quitaba el olor, la niña pudo escapar. 

La niña huyó todavía varios días, hasta que llegó a donde estaba el cóndor. La niña le contó al cóndor todo lo que le había sucedido, mostrándole los huesos de su hermano. “Tío cóndor, escóndeme debajo de tus alas”. El cóndor accede justo cuando llega la bruja, que le pregunta por la niña, a lo que el cóndor le responde que no la ha visto. La bruja no le cree y le dice: “Déjame buscar debajo de tus alas”. El cóndor acepta y dice: “Acércate para que veas! Cuando ella estaba a punto de levantar su ala, el cóndor le dio un aletazo, y la bruja cayó revolcándose en el suelo. Mientras tanto la niña salió y se fue corriendo. 

Después de viajar muchos días, la niña ya estaba muy cansada, y llega a la tierra de los kullkush, las tórtolas de la puna, a las que pidió ayuda para llevar los huesos de su hermano. Uno de estos pájaros se ofreció entonces para resucitar a su hermano, haciéndose entregar los huesos, que depositó en su cesta de mimbre. Obligado a ausentarse para ir en busca de semillas y granos, recomendó a la niña no abrir por ninguna razón la cesta para ver qué pasaba con los huesos. Mientras tanto, Achkay, siguiendo el rastro de la niña, llegó a su vez al territorio de los kullkush y, viéndola, lanzó un grito amenazador. La niña, desesperada pues no había vuelto aún la tórtola, destapó la cesta y vio con gran sorpresa que los huesos se habían transformado en el cuerpo de su hermano. Se sintió feliz, pero justo en el momento en que estaba cogiendo la mano del pequeño, éste se transformó en kashmi (perrito blanco). 

Seguida por este nuevo compañero, la niña huyó hacia el altiplano, donde encontró una vicuña con una cuerda de oro atada al cuello; a ella le contó todo, rogándole que le dejara la cuerda para subir al cielo. La vicuña le prestó la cuerda de oro y la niña, junto a su hermano, comenzó la subida. Cuando Achkay llegó donde la vicuña, vio a la niña subiendo por la cuerda, y pidió a la vicuña una cuerda para subir también ella. La vicuña le dio una cuerda de paja con un ukush (ratoncito) puesto en el extremo. Achkay lanzó la cuerda hacia arriba y empezó a subir alegremente, convencida de que la pequeña ya no tenía escapatoria. Cuando estaba a punto de alcanzarla le gritó: "¡Oye, desgraciada, pagarás por la muerte de mi hija con tu vida!". Pero al continuar la subida oyó el ruido emitido por el ratoncito, a quien preguntó: "Oye ratoncito, dime, ¿qué estás comiendo con tantas ganas?”. “Estoy masticando la kamcha (maíz tostado) dura de mi abuela", contestó. El ratón continuó royendo la fibra de la cuerda, hasta que ésta se rompió por el peso de Achkay, quien cayó dando un fuerte alarido. 

El cuerpo de Achkay se estrelló contra el monte Rakan Shapra, en la orilla izquierda del río Ouchka, cerca del Templo de Chavín. La sangre que salió del cuerpo de la vieja fue a parar a un lugar cercano llamado Wila-kota, que ahora es un pequeño lago en la orilla izquierda de dicho río. Los restos del cuerpo volaron en todas las direcciones; de ellos nacieron muchas pequeñas plantas silvestres y cultivadas que aún hoy crecen en la tierra de los Conchucos. De las piernas y de los brazos salieron los cactus (kashas), de las uñas las ciruelas, de los pelos las ortigas, de los ojos las patatas, de los dientes el maíz, y de los dedos la mashwa. 

La niña siguió subiendo por la cuerda de oro hasta que llegó al cielo con su hermano, en donde ella se convirtió en Apachi Ururi, la Estrella de la Mañana, mientras su hermano se convirtió en Achachi Ururi, la Estrella de la Noche, que desde entonces guían a los viajeros, pastores y agricultores.

viernes, 11 de noviembre de 2022

El imperio del Mall



Pocos se dan cuenta, pero un centro comercial es en realidad un enorme laboratorio de acondicionamiento psicológico, un lugar en donde los grandes poderes ocultos ensayan sus técnicas de dominación mundial. Afortunadamente, mi condición de tonto me permite sortear muchas de las trampas que colocan allí las grandes empresas para convertir a personas normales en consumidores. 

Yo me di cuenta de esto hace ya un buen tiempo, cuando traté de comprar un pomo de champú que se me había acabado. El hecho de que la marca que compraba ya no existía fue la primera pista. Eso me hizo pensar en que efectivamente, las marcas son desechables, siempre aparece una nueva que quiere atrapar a la gente, publicitándose como la gran novedad, y ocultando el hecho de que en realidad es el mismo producto, elaborado en la misma fábrica, con los mismos ingredientes, pero en un empaque nuevo y con un nuevo nombre. Bueno, pensé, habrá que probar otra marca. Aquí fue cuando me saltaron las alarmas, cuando quise buscar un champú para cabello normal, y me di cuenta de que eso ya no existía. Por más que buscaba por todo el pasillo, no encontraba un champú para cabello normal. Había champú para cabello seco, graso, teñido, rizado, largo, delicado, rubio, moreno, una infinidad de tipos que nunca correspondían con el mío. Frustrado, pedí ayuda a la “impulsadora” de la sección (nombre pomposo para una empleada que ayuda a vender productos) y recorrimos toda la sección infructuosamente. Derrotada, la impulsadora solo pudo decirme que coja cualquiera, que al fin y al cabo, todos los champús son lo mismo con diferente etiqueta. 
Sin darse cuenta, esa empleada me había dado el secreto de toda esa maquinaria de manipulación psicológica que trata de hacernos creer que estamos comprando un producto diferenciado y especial, cuando en realidad todo es lo mismo. 

Hacer creer que la gente compra algo porque es especial y novedoso, es un truco que se aplica para muchos productos, y en la sección de detergentes, no es necesario inventar una nueva marca para ello. Allí supuestamente la gente es más conservadora y no acepta tan fácilmente una nueva marca. Allí la ilusión de novedad se limita a sobreponer un sticker en el empaque que diga “Nuevo”. Es la misma marca, pero tiene una nueva fórmula, ahora tiene puntitos de colores, tiene más poder, tiene nuevo empaque, cómprelo. Nuevamente, hice el ejercicio de recorrer todo el pasillo de detergentes para comprobar que no había ningún producto que no tuviera la palabra “Nuevo” junto al nombre de la marca. 

En la sección de comida tuve aún otra revelación. Me dio el antojo de comprar un paquete de papitas fritas, pero, ya advertido, presté atención esta vez a la etiqueta: la papa aquí no es un ingrediente sino una materia prima que es procesada. Nadie corta papas en láminas para freírlas, es un proceso diferente para lograr todas las piezas de un mismo tamaño y peso. Además, se le agregan saborizantes y conservantes, hasta lograr un producto tan artificial que me hizo pensar si no sería yo también un consumidor artificial. 

Ya puesto a seguir descubriendo los trucos psicológicos usados en las tiendas del centro comercial, me fijé en las tiendas de ropa. Aquí sí que puede comprobarse la existencia de una conspiración internacional que altera las tallas y tamaño de la ropa. Cada vez que compro ropa, tengo que probarme varias piezas de la misma talla, porque incluso en la misma marca, el tamaño varía. Hay estudios hechos en varios países que indican que las empresas han cambiado los tamaños de las tallas de ropa a propósito, para hacer creer a los clientes que están más gordos o más flacos, dependiendo del público objetivo. Puede encontrarse también buscando en internet cómo los esfuerzos por lograr una estandarización mundial de las tallas de las ropas han sido bloqueados por los grandes fabricantes, que perderían mucho dinero si las etiquetas de las tallas fueran sinceras. 

Hay trucos psicológicos más conocidos, como la iluminación de las tiendas, o la manipulación de los espejos de los probadores, que hacen que los clientes se lleven ropa que al salir a la calle no se parece a lo que creen haber comprado. 

Pero el máximo logro de la psicología consumista es la oferta de teléfonos celulares. Han convencido a mucha gente de cambiar de aparato cada año, sin que ellos piensen que esto tiene algo de malo. Incluso yo, que uso mi celular hasta que ya no da más, debo haber tenido unos 8 o 9 celulares a lo largo de mi vida. Es que los celulares hoy en día están diseñados físicamente para durar unos tres años, antes que los componentes internos y la batería colapsen. Los tiempos de los Nokia que aguantaban de todo no volverán jamás. Y otros artefactos como televisores o equipos de sonido siguen el mismo camino. 

Por último, ese truco que tiene mucho de tecnicismo o leguleyada, que es el de los precios terminados en nueve. El dar apariencia de un precio menor, al bajar el monto de 100 a 99.90 no es el único, como comprobé al comprar el pantalón de jean por el cual había ido a la tienda. La tienda anunciaba una rebaja adicional por cada 100 soles de compra, y yo fui muy contento con el pantalón a la caja. El descuento no aplica, me dijo la cajera, porque es para compras mayores a 100, y ese pantalón cuesta 99.90. De nada sirvió reclamar en todos los tonos, tuve que admitir que me habían estafado por un tecnicismo de 10 centavos. 

Como dije al principio, los centros comerciales son el laboratorio de manipulación psicológica que nos hace presa fácil de acondicionamientos más importantes. Para la gente que se pregunta cómo es que la gente termina eligiendo a sus autoridades que al final siempre resultan ser nada de lo que esperamos, la respuesta, o buena parte de ella, está en esas tiendas aparentemente inofensivas. Terminamos aceptando que para los comercios, no somos personas, sino consumidores; y para los políticos no somos ciudadanos, sino votantes. Y todo empieza en ese verdadero imperio del Mall.

martes, 1 de noviembre de 2022

Leyendas peruanas: Manco Capac



El gran lago Titicaca es el más grande de Sudamérica, y hoy está compartido entre Perú y Bolivia. El lago se ubica en un altiplano de la cordillera de los Andes, a una altura de 3,800 metros, en una zona que sería casi inhabitable de no ser por el lago, que regula la temperatura entre el día y la noche. La leyenda más importante sobre este lago es la del origen del reino de los Incas, que contaré hoy:

Hace mucho tiempo, en el Perú, los hombres vivían en la barbarie. La prosperidad que habían vivido alguna vez había sido ya olvidada y ya ni siquiera se conservaba como leyenda. En los alrededores del gran lago Titicaca, la gente vivía ausente del gran milagro que significaba el propio lago, que permitía la vida a una altura en donde no debería crecer sino musgo. Allí la gente vivía en cuevas, pasando frío en las noches, y se mantenía con los pocos frutos que podían encontrar en las alturas, o con los pescados que sacaban del lago y que devoraban crudos. Aquella gente que tan pobremente vivía, sin esperanza de redención, los que vivían a las orillas del gran lago Titicaca, fueron testigos de un espectáculo impresionante. Un gran rayo de sol atravesó las nubes y cayó sobre el gran mar interior que es el lago. En el lugar en donde el haz de luz tocó la superficie del apareció una pequeña isla, que quedó iluminada con un brillo tan resplandeciente que los ojos apenas podían soportarlo. En el punto más alto de la isla podían distinguirse dos figuras humanas.

Con miedo y curiosidad, los habitantes de la ribera se aglomeraron para ver aquel prodigio. Para mayor asombro de los espectadores, los dos personajes bajaron de la isla y empezaron a caminar sobre el agua para llegar a la orilla. Conforme se acercaban, se pudo distinguir que eran una pareja de hombre y mujer, con ropas de una riqueza nunca vista en esos lugares. Las prendas eran de lana de vicuña, y las joyas y adornos eran de oro y plata. Con solo verlos, los hombres se sintieron avergonzados de sus propios trajes hechos de cortezas vegetales o incluso quienes vivían en desnudez. El prodigio fue tal que muchos huyeron asustados, otros sin embargo tuvieron la entereza para acercarse a la orilla, conscientes de que los llegados eran merecedores de respeto.

Al llegar a la orilla del lago, el hombre habló con una voz que pudo ser escuchada por todos, no importa la distancia a la que estaban: "Mi padre me ha enviado, pues siente pena de la barbarie en que viven, y desea que ustedes dejen sus costumbres salvajes". Al oír esto, muchos gritaron, otros salieron huyendo, algunos simplemente quedaron paralizados al escuchar su voz. Pero también muchos se acercaron para escucharlos, aun sin saber si eran hombres o dioses quienes así hablaban. El hombre siguió hablando ante quienes se acercaron, con un acento dulce que suavizaba la dureza de su voz de mando. Al día siguiente era ya una muchedumbre la que se había acercado a ver a los recién llegados, y se había aglomerado alrededor de la pareja, aunque nadie se atrevía a acercarse a menos de tres pasos, por miedo a manchar las divinas ropas o a empañar el brillo de los adornos de oro. Uno de ellos se atrevió a preguntar cuál era su nombre y quién era ese padre que los había enviado. El hombre levantó el báculo de oro con el que había salido del lago Titicaca, y señaló al sol del mediodía. Mi nombre es Ayar, y mi padre es Inti, aquel que ven allí y que ilumina al mundo y lo calienta. Al escuchar esto, muchos se arrodillaron en señal de respeto y preguntaron qué podían hacer para lograr su favor. Por respuesta, Ayar les dijo que no necesitaban hacer nada, pues era él quien venía a salvarlos de su ignorancia, y que pronto partiría, porque para iniciar su reino necesitaba llegar al centro del mundo, y quería hacerlo con todos los que quisieran acompañarlo. La respuesta fue entusiasta entre quienes lo escucharon. ¡El centro del mundo! No debería haber mejor lugar para vivir y establecerse.

Ayar dio indicaciones a la gente durante varios días sobre cómo recolectar alimentos, y cómo secar pescados, llamas y alpacas para tener provisiones para el viaje. Mientras tanto, la noticia se esparció por los sitios vecinos y cada vez había más gente ansiosa de seguir a Ayar. La magnificencia del líder no podía menos que prometer un gran reino para aquellos que lo siguieran, y se hablaba de grandes ciudades llenas de oro con grandes almacenes de alimentos. Muchos, aun avergonzados, se mantenían a distancia de ellos y los seguían a lo lejos. 

Al fin llegó el día de la partida y Ayar empezó su camino seguido de una muchedumbre que lo reconocía como hijo del Sol, con rumbo al norte. Todos los seguían con alegría, incluso muchos de los que huyeron de su presencia en el primer momento. Conforme avanzaban, se unía más gente de los lugares por donde pasaban, convencidos por su aspecto noble y por la sabiduría que emanaba de él cada vez que hablaba. Durante el día caminaban, en un viaje que nadie sabía cuánto duraría y que era sostenido solo por la admiración al nuevo líder. Por las noches, al calor de las fogatas, Ayar hablaba a los hombres sobre cómo organizarse en familias y comunidades. Su pareja, Uqllu, se reunía con las mujeres y les enseñaba a cortar la lana de las llamas e hilarla, a hacer vasijas de barro y a cocinar los alimentos. Ayar contaba también a la gente sobre su padre Inti, el sol; sobre su madre Killa, la luna, y su heraldo Illapa, el rayo; sobre los hermanos Achkay, el lucero de la mañana y el lucero de la tarde, y sobre la gran serpiente luminosa del cielo nocturno que es la Vía Láctea. Hablaba también sobre cómo quería hacer un mundo a semejanza del que habitaban los dioses. 

El camino hacia el centro del mundo duró muchos días, y algunos empezaron a preguntar si faltaba mucho para llegar. En respuesta, Ayar subió a la parte alta de la montaña en la que estaban, y golpeó la roca con la base de su báculo de oro. El báculo generó un sonido al golpear la roca, y Ayar bajó con los demás. Explicó: Este báculo me fue dado por mi padre para buscar el centro del mundo. Cuando lleguemos, el báculo se hará uno con la montaña, esa será la señal de que hemos llegado a nuestro nuevo hogar.
 
Tres meses duró el peregrinaje. Cada vez que llegaban a un sitio nuevo, Ayar golpeaba la roca con la base del báculo dorado, ante la mirada esperanzada de la multitud, pero la varilla no se hundía para unirse a la montaña. A pesar del tiempo transcurrido, nadie desesperaba, y todos seguían dispuestos, alimentados por la esperanza de un grandioso futuro. Así, llegaron a un hermoso valle, y Ayar subió al Apu (cerro) Wanacauri, y golpeó la roca. Todos vieron el báculo hundirse en la roca y desaparecer. Un grito resonó en la multitud, y Ayar se inclinó con las manos hacia el sol en agradecimiento. Habían llegado al centro del mundo. 

Cuando bajaron al valle, Ayar empezó a dirigir a la gente para tomar posesión del sitio sobre el que construirían la ciudad. Cuando trazaron las líneas para formar la ciudad, todas las familias fueron reunidas, y ante ellas habló: Desde hoy cumplo con la voluntad de mi padre, les enseñaré a construir casas y templos, y mi nombre desde ahora será Manko Qapaq, que significa señor de vasallos, mi esposa será conocida como Mama Ocllo, y esta ciudad tomará el nombre de Qosqo, que significa ombligo o centro.
 
Durante el resto de su vida, Manko Qapaq se dedicó a enseñar a los hombres a construir en piedra, a organizar las comunidades. Recomendaba a los jefes de familia ser amables y justos con los suyos, así como él lo era con ellos, y como lo era el sol con todos, a quienes brindaba luz y calor por igual. Mama Ocllo enseñó a las mujeres a cocinar, a hilar y tejer, y a administrar la casa. Cuando después de muchos años, sintió acercarse la muerte, encargó a su hijo y sucesor Sinchi Roca seguir con su ejemplo, y además encargó construir el primer camino inca, siguiendo la ruta que él había seguido desde el lago Titicaca. 

Con el tiempo, los incas hicieron del Cusco la ciudad más grande de América, llena de palacios y templos de piedra que impresionaron a los españoles tanto como el orgullo que sentían sus habitantes por su ciudad, y por la moral que guardaban, que hacía que la mentira y el latrocinio fueran desconocidos, gracias a las enseñanzas de Manko Qapaq.

Así fue la vida del primer Inca, gobernante y fundador del imperio más grande de la América.

sábado, 22 de octubre de 2022

Amarga muerte, dulce vida



Durante un viaje que hice a Arequipa, aproveché para hacer algo de turismo por los museos que tiene esa ciudad. En uno de ellos, sede también del Convento de la Recoleta, encontré unos versos dispersos en varias de las paredes que conformaban los claustros, los cuales estaban acreditados a Fray S. Martorell. Mi búsqueda del autor en Google resultó infructuosa más tarde, así que no tengo mayor referencia sobre el autor. Los versos me gustaron mucho, así que les tomé fotos a todas las paredes con el fin de copiarlos. Seguramente el orden de las estrofas no es el correcto, pero hoy me daré el gusto de reproducirlos aquí:

Aquel estar suspirando 
con respiración turbada; 
aquel ¡Ay, vida estimada 
cómo te vas acabando! 
Aquel ver se va a cercando 
la sepultura temida. 
¡Ay, cuán amarga es la muerte 
a quien fue dulce la vida! 

Júzgate ya muy postrado 
en una cama tendido, 
de pena y dolor molido 
y del todo desahuciado 
al cogerte descuidado 
y al ver tu salud perdida. 
¡Ay, cuán amarga es la muerte 
a quien fue dulce la vida! 

¡Ay, que ya viene el notario! 
¡Ay, que los testigos llaman! 
¡Ay, que los parientes claman! 
¡Ay, que ya hacen inventario! 
¡Ay, que formando el sumario 
es mi hacienda dividida! 
¡Ay, cuán amarga es la muerte 
a quien fue dulce la vida! 

¡Ay, que viene el confesor! 
¡Ay, que me habla en gran secreto! 
¡Ay, que me exhorta discreto! 
¡Ay, que me infunde valor! 
¡Ay, confesión sin valor 
por estar mal prevenida! 
¡Ay, cuán amarga es la muerte 
a quien fue dulce la vida! 

¡Ay, que escuchan mis oídos 
que viene la santa unción! 
¡Ay, qué angustia y turbación! 
¡Ay, que me ungen los sentidos! 
¡Ay, combates tan reñidos! 
¡Ay, batalla ya vencida! 
¡Ay, cuán amarga es la muerte 
a quien fue dulce la vida! 

¡Ay, que todos se despiden! 
¡Ay, que lloran los hermanos! 
¡Ay, que me besan las manos 
y la bendición me piden! 
¡Ay, mortaja tan temida! 
¡Ay, cuán amarga es la muerte 
a quien fue dulce la vida! 

¡Ay, mi Dios, Padre amoroso! 
¡Ay, quién no hubiera nacido! 
¡Ay, quién santo hubiera sido! 
¡Ay, tribunal riguroso! 
¡Ay, hombre si eres vicioso! 
¡Ay, alma tan afligida! 
¡Ay, cuán amarga es la muerte 
a quien fue dulce la vida! 

¡Ay, que se va ya acercando 
mi eterna gloria o tormento 
que pende en este momento! 
¡Ay, que estoy trasudando! 
¡Ay, que me están gritando 
Jesús te valga y María! 
¡Ay, cuán amarga es la muerte 
a quien fue dulce la vida! 

¡Ay, oro tan engañoso! 
¡Ay, sangre loca y activa! 
¡Ay, ciencia vana y mentida! 
¡Ay, puesto y cargo ostentoso! 
¡Ay, empleo decoroso! 
¡Ay, nobleza fementida! 
¡Ay, cuán amarga es la muerte 
a quien fue dulce la vida!

miércoles, 12 de octubre de 2022

Historias de karaoke



El karaoke es un universo paralelo en el que todos han entrado alguna vez para convertirse en alguien diferente. Basta un poco de ánimo brindado por el alcohol o los amigos, y aparecerá una persona diferente a la que entró, capaz de cantar antiguos y recientes éxitos musicales, convencido de tener una de esas voces que llenan estadios y teatros. Pocos dejan de tomarse en serio al tomar el micrófono y sentirse el centro de atención por un par de minutos.
Y lo digo con conocimiento de causa, porque muchas veces he sido yo el que me he convertido en un personaje irreconocible para los asistentes, dejando a mi paso rostros de sorpresa y uno que otro sentimiento de admiración.

El karaoke es un arte que tiene mucho que ver con el sentido de la oportunidad para lograr el mayor impacto. Cuando hay un grupo de amigos en el local, pasamos por varias etapas: primero es la etapa de la timidez. Aún falta gente por llegar y hay todavía la resistencia a ser el primero en cantar. Aquí empiezan algunos tragos para despejar la garganta y las inhibiciones artísticas. La segunda etapa es la del inicio verdadero. El ejemplo de los primeros valientes ha surtido efecto y ya hay una cola para ocupar el micrófono. Este es el momento más serio, donde cada uno trata de demostrar su valía como cantante, y se esfuerza por llegar a la nota. Luego empieza la parte divertida. Ya perdida la timidez, cada quien escoge su mejor canción y reta al siguiente a superarlo. Aquí aparecen también las canciones escogidas para mandar un mensaje a alguno de los presentes. Mentirosa, Rata de dos patas, y toda esa lista de canciones que hablan mal de otro desfila por el playlist. La última etapa es el desmadre. Cada uno canta lo que quiere, sin importar tonos, letras e incluso sin importar quién tiene el micrófono. Al final, todos roncos y alegres, emprenden el camino a casa cantando las canciones que olvidaron poner, y deseando la próxima reunión con karaoke para, ahora sí, dejar a los demás sorprendidos ante sus habilidades musicales. Por mi parte, yo trato de tomar la tarea con responsabilidad, y me tomo en serio la labor de cantar. Claro que en la etapa de impresionar a la audiencia ataco canciones en inglés, portugués e italiano, y entrego el micrófono con un gesto característico que los demás traducen como un “A ver, supera esto”. El problema es que mi voz no se adapta a la mayoría de las canciones que me gustan y me priva del gusto de cantarlas. Por lo tanto, en la búsqueda de canciones que pueda entonar sin convertirme en la burla general, termino cantando boleros y rancheras con bastante autoridad. 

Con el tiempo, he aprendido a conocer cuál es mi tono de voz, y si podré llegar a todos los versos de las canciones, por lo que no he pasado por la vergüenza de quedarme sin voz a mitad del coro de una canción. También trato de escoger una canción con una buena letra, a la que pueda poner emoción a la hora de entonarla. Aquí se presenta la dificultad técnica de cómo cantar una canción de amor de manera convincente sin una musa a quien dedicarla. Hay que buscar entre la concurrencia a alguien a quien pueda improvisar como receptora de mi canción. Algunas veces esto lleva a malos entendidos, mujeres que se sienten incómodas y hombres que sienten invadidos sus territorios. Solo una vez la damisela en cuestión se acercó a mí después de la canción y trató de preguntar si en verdad sentía por ella aquello que le canté. Y como siempre, me fue difícil explicar que durante la canción todo era cierto, que durante esos dos minutos y medio, todo aquello que decía la canción fue verdad. 

Otra vez, cuando estábamos ya en la etapa de cantar cada quien lo que se le antoje sin miedo a las críticas, me quedé conversando con una chica que me acababan de presentar, y que también cantaba con sentimiento y cuidado canciones de Christina y los Subterráneos. Era una buena distracción, que además me libraba de explicar por enésima vez que no se puede duplicar en un karaoke la voz de un reggaetonero autotuneado. Estuvimos charlando buen rato, aprovechando que tres de nuestros compañeros se habían enfrascado en un contrapunto de canciones donde cada una respondía a la anterior. Quedé en encontrarla durante la semana, con la excusa de alcanzarle cierta información útil para su trabajo. El siguiente martes le llevé la información prometida y pasamos conversando amenamente durante la hora de almuerzo de su trabajo. Al acompañarla hasta la puerta de su empresa, ella se encontró con otra persona, su superior sin duda, que empezó a recriminarle sobre ciertas tareas hechas y sobre las urgencias que tenían, sin importarle mi presencia. Mi amiga, quien hace tres días había estado cantando conmigo canciones sobre la huida, la libertad y la rebeldía femenina, entró al edificio con una superiora que le hablaba sin dejarla responder y sin siquiera darle ocasión a despedirse de mí. 
No quiero juzgarla, después de lo que me llegó a contar sobre su vida, ni quiero resaltar diferencias entre el karaoke y la vida real, sólo me quedó la idea de que a veces se necesita más valor para quedarse que para irse y abandonar todo.

domingo, 2 de octubre de 2022

El lobo disfrazado de oveja



Hubo una vez un lobo que, codicioso de las ovejas que pastaban en el prado, tomó la piel de la última oveja que pudo atrapar y se vistió con ella para confundir al pastor y al perro que cuidaba el rebaño.
El disfraz funcionó muy bien, nadie se dio cuenta y pudo atrapar una oveja sin ser notado. Contento, se jactó de su astucia ante otros lobos de la manada. 

Uno de los lobos que había escuchado el relato, pensó que era una idea digna de imitarse, y se colocó también una piel de oveja sobre el lomo, con el mismo éxito que el primero. Al primer imitador siguió otro, y luego otro y otro más. Pronto toda la manada, y las manadas de los rumbos aledaños se disfrazaban y se mezclaban con las ovejas en busca de una presa sin ser impedidos por los pastores. 

Una noche, uno de los lobos disfrazados, atacó a una oveja para devorarla. Grande fue su sorpresa cuando descubrió que acababa de matar a un lobo disfrazado. Ofuscado, atacó a otra oveja que también resultó ser un lobo. Miró a su alrededor y pudo observar que todo el rebaño estaba compuesto por lobos disfrazados con piel de oveja. Se dispuso a quitarse el disfraz y alertar a los demás, pero se lo impidió el ataque de un lobo que lo confundió con una oveja. 

Al amanecer, el prado estaba regado con los cadáveres de todos los lobos que se mataron entre ellos creyendo que eran ovejas. El pastor sacó lo que quedaba de su rebaño, que había tenido el cuidado de esconder en su granero la noche anterior, y hoy lo deja pastar libremente, ya que el prado ha quedado libre de lobos que las puedan molestar.

jueves, 22 de septiembre de 2022

Leyendas peruanas: Yma Sumac



Las leyendas nos hablan siempre de personajes con habilidades sobrehumanas, que cumplen una misión que parece imposible, y por eso quedan en el recuerdo de la gente que cuenta una y otra vez su historia. En otros casos, somos testigos de hechos prodigiosos, cuya historia, al pasar de boca en boca, adquiere características mitológicas. Pero existe un caso en el Perú, en que un personaje era todo lo anterior, con el agregado de que fue ella misma quien creó dicha leyenda. Esta es la historia, o mejor dicho, el mito, de Yma Sumac. 

Para quien haya oído hablar de Yma Sumac, o para quien quiera conocerla, pueden encontrarse videos y canciones suyas en YouTube y Spotify como prueba de su prodigiosa voz, la que ella misma definió como “triple coloratura”, y que la hacía pasar, sin aparente esfuerzo, de los tonos más altos de una soprano a los tonos bajos de un barítono, una voz que pasaba de sonidos guturales que igualaban a los de una flauta o el canto de las aves, a una voz ronca del tipo Louis Armstrong, todo ello en una fracción de segundo. Estoy seguro de que, de no haber grabado su voz en varios discos, tal descripción hubiera sido considerada una exageración, o directamente, un mito. Y esa voz disfrutó de un reconocimiento mundial hoy un tanto olvidado. Fue la atracción principal en conciertos que incluyeron a Frank Sinatra y Charles Aznavour, y fue la artista principal de Capitol Records. Sin embargo, en su país (mi país) fue despreciada al punto en que pocos han escuchado su música, sin embargo, su mito sí es conocido. Y es el mito el que trataré de describir: 

En la primera mitad del siglo XX, hubo una revalorización de la cultura andina en el Perú. El descubrimiento de Machu Picchu desencadenó una curiosidad hacia nuestras raíces. La intelectualidad dejó de mirar a Europa y empezamos a descubrirnos a nosotros mismos como una cultura rica y milenaria. Este redescubrimiento alcanzó a la música, que llegaba por primera vez a los grandes locales limeños, con multitud de grupos folklóricos. Uno de estos grupos era el “Conjunto Folclórico Peruano”, que tuvo éxito en Lima. La voz principal era la de Zoila Chávarri, quien en ese entonces todavía se hacía llamar “Imma Summack”. Con el conjunto hizo giras por Argentina, Brasil, Chile y México. En este último viaje, el grupo se desintegró. Zoila y Moisés Vivanco, quien se convirtió en su manager y esposo, se quedaron en Nueva York, formando con una prima suya el “Inca Taqui Trio”. Poco después se mudaron a Los Angeles, en donde aprovechó la moda del exotismo y se presentaba con trajes incaicos. Allí fue descubierta por un ejecutivo de Capitol Records. 

Tenía la voz, pero faltaba la manera de promocionarla. Entre Zoila, Moisés Vivanco y los encargados de Capitol Records crearon la leyenda. El nombre quedó definitivamente como Yma Sumac, tomado de un antiguo drama inca, que significa “Niña Hermosa”, y se creó una historia de origen. Esta historia, esta leyenda se publicaba en la contratapa de sus discos de la siguiente manera: 

“Nacida en lo alto de los Andes peruanos, descendiente del último de los reyes incas, Yma Súmac pasó su infancia literalmente “hablando” con los pájaron, las bestias, los vientos, el sonido de la vida y la naturaleza que rodea al pequeño pueblo de Ichocán. Cuando aún era niña, comenzó a participar en los servicios religiosos de los indios adoradores del sol y casi se volvió divinizada por ellos. La noticia de sus fenomenales poderes vocales llegó a Lima, la capital peruana, y una delegación oficial del gobierno viajó a esta remota región montañosa para ver y escuchar lo que secretamente creían que era un mito.” 

Todo esto era en el mejor de los casos, una exageración, cuando no una completa invención. Zoila no había nacido en los Andes, sino en el puerto del Callao, aunque sí pasó su infancia en Ichocán. En su niñez cantaba en el colegio, practicando la imitación de aves, lo que no es inusual en los pueblos andinos. Y fue el propio Moisés Vivanco quien la descubrió ya en Lima. Sin nadie en Estados unidos que contara la verdadera historia, el truco resultó. Su primer disco “The Voice of Xtabay” fue un éxito enorme. Jamás se había escuchado antes, (ni se ha alcanzado después) una voz con ese rango vocal de cinco octavas. Sus trajes, su presentación, y el aire de misterio que ponía en el escenario le valieron la admiración, el éxito y la fama. Pero este acondicionamiento en favor del espectáculo tuvo un costo en lo musical. La música mezclaba ritmos andinos peruanos con jazz y aportaciones caribeñas. Se convirtió en un espectáculo dirigido al público norteamericano. El mismo nombre del disco alude a una leyenda maya sin relación alguna con el Perú. 

Yma Sumac se convirtió en un éxito y sus presentaciones llenaban teatros, pero también fue objeto de críticas. Algún crítico afirmó que era en realidad una neoyorquina llamada Amy Camus, que invirtió las letras de su nombre para hacerse pasar por peruana. En respuesta, Yma Sumac se contactó con el cónsul peruano, y le mostró la partida de nacimiento de su madre, de apellido Atahualpa. El Consulado emitió un documento que la acreditaba como descendiente del último inca Atahualpa. Listo, ya se tenía una princesa inca certificada. 

Con todo, no faltaron los problemas personales y de visa de residencia en Estados Unidos. Se vio obligada a tramitar la ciudadanía norteamericana para seguir trabajando. Cuando quiso volver al Perú para compartir su éxito con sus compatriotas, la reacción fue de rechazo. Se le acusó de contaminar la música peruana con las influencias de mambo y jazz, de vestirse con atuendos incas de opereta, e incluso se le llamó traidora al Perú por nacionalizarse norteamericana. Notorios indigenistas peruanos criticaron su estilo y su vestuario por su falta de autenticidad. Sus presentaciones fueron pifiadas en Arequipa y en el Cuzco se le llegó a recibir con pedradas en el aeropuerto. De nada sirvió que en Estados Unidos sea una artista de primer nivel, con una estrella en el Paseo de la Fama, temporadas en Broadway, y un papel en una cinta con Charlton Heston ambientada en el Perú. El país no le perdonó haberse vendido al negocio hollywoodense, situación similar a la que sufrió Carmen Miranda en Brasil. 

Rechazada en su país, se concentró en sus giras por Estados Unidos, Japón y Europa. En Rusia, impresionó tanto a Nikita Krushev que hizo una gira de seis meses en donde se presentó en el Teatro Bolshoi a sala llena. A fines de los años 60 su fama se fue diluyendo con el decaimiento de la moda exótica en Estados Unidos. Su último intento fue fusionar los ritmos andinos con el rock progresivo en 1972, en un disco que no tuvo acogida. Desde entonces pasó en un semi retiro, mientras sus discos y su voz se convertían en objeto de culto. 

Ya retirada, en 2006, a raíz de una campaña, regresó al Perú en donde al fin le dieron los honores que se le habían negado desde hacía cincuenta años. Recibió la Orden del Sol, la máxima condecoración peruana, y visitó por última vez Machu Picchu. Falleció en Los Angeles dos años después. Desde entonces su música ha ido recobrando popularidad. Sus canciones han sido usadas en cintas como “The Big Lebowski”, en series como “Mad Men”, y para promocionar el Iphone 12 de Apple. 

Fue en esa época en que me empezó a interesar Yma Sumac, creyendo en esa leyenda que para mí, como para la mayoría de la gente, era la realidad. En el Perú era difícil encontrar su música, y prácticamente solo se conoce su versión de "Vírgenes del Sol", el único éxito que tuvo aquí. Descubrí la voz que había detrás del rostro misterioso y los vestuarios de ópera, una voz que hoy sería acusada de usar Autotune, de una interpretación que se adelantó al beatbox, al tiempo que entonaba notas de soprano, en un crossover que hoy sería considerado "World Music". Comprendí. como muchos, que Yma Sumac se adelantó a su tiempo, o que tal vez creó las tendencias que se desarrollarían muchos años después. 

Aún hoy, la gran mayoría de peruanos conoce algo de la leyenda de Yma Sumac, aunque pocos pueden ubicar su rostro, y menos aún su música, que es aún desconocida por el público en general. No forma parte del Olimpo de la música peruana y no es nombrada cuando se narra la historia de nuestra música.  Este mes se han cumplido 100 años de su nacimiento, sin que ello haya sido mencionado en noticieros ni en círculos culturales en el Perú. No ha habido ceremonias ni recordatorios, el único reconocimiento fue hecho no en el Perú, sino en Los Angeles, en donde se develó una estatua en su memoria.

El Perú le debe todavía a Yma Sumac el reconocimiento a nivel popular, a alguien que supo labrarse su propia leyenda y que sin duda merece formar parte de la mitología peruana.

lunes, 12 de septiembre de 2022

Las palabras poderosas



El Gran Maestre me convocó, poco antes de la ceremonia de sucesión, en su despacho, para mostrarme un enorme libro. 

- Este es el más importante encargo que debo hacerte, una tarea a la que he dedicado gran parte de mi vida y que espero que tú culmines - empezó. - Desde el inicio de los tiempos, cuando los hombres apenas descubrieron la palabra, muchos empezaron a sospechar de su poder oculto. Una palabra cualquiera que puede invocar el pensamiento de un objeto tan claramente como si estuviera al frente de su receptor, algo tiene de mágico, se pensaba en esos primeros tiempos. Más impresionantes fueron palabras que podían invocar espíritus invisibles, como la verdad, la paciencia, la ira. No olvidemos que desde los tiempos antiguos cosas que hoy llamamos virtudes o nociones eran considerados espíritus que tenían representación física, que primero los griegos y después los romanos nos legaron como alegorías: el tiempo, la justicia, la muerte. Se sospechó desde entonces que debían existir palabras tan poderosas que pudieran invocar no sólo la idea, sino el propio objeto físico, o incluso hacer visibles los espíritus invocados. Oraciones, las llamaron algunos, conjuros, las llamaron otros. 
Desde entonces muchos han intentado hallar esas palabras que proporcionan el más grande poder. Así, nos ha llegado la noción de que Dios es el Verbo. Por lo tanto, se pensó entonces, debe haber una palabra que nos pueda igualar en poder al propio Dios. Todo esto podría descartarse como un sofisma o como una extrapolación sin asidero práctico, pero conocemos casos de personas que han accedido a tales palabras, o al menos a una fracción de ellas con el suficiente poder como para poder comunicarse con los dioses. Son ellos los profetas o líderes que hicieron prodigios en favor de sus pueblos con solo el poder de sus palabras. Posiblemente me digas, pues eres inteligente, que aquellos que escucharon esas palabras poderosas, o los discípulos de tales líderes bien pudieron repetirlas y usarlas a su vez, y no estuvieran hoy perdidas. Pero un gran poder es fuente de corrupción, como es sabido desde siempre, y por lo tanto su uso no se confía a cualquiera. Esto fue la primera causa de que hoy se hayan perdido. Su uso fue restringido a unos pocos escogidos, con el fin de ser utilizado solamente en casos muy especiales. En consecuencia, estas palabras fueron transcritas en tablillas de arcilla, en piedra o en pergamino. Ello ocasionó un problema: los caracteres escritos no representan exactamente el sonido de las palabras. Los jeroglíficos expresan la idea de la palabra, pero no la palabra en sí, y las letras pueden ser interpretadas de distinta manera por distintas personas. Como ejemplo tenemos el propio nombre de Dios. Solo nos ha quedado de él el Tetragramaton IHWH, del cual no conocemos la pronunciación exacta, pues los hebreos de la época no escribían las vocales, y cada letra tiene una pronunciación diferente según el idioma o dialecto que utilicemos. Hasta hoy hay quien interpreta su lectura como “Iehowah” o “Iahweh”, y debemos aceptar que no tenemos forma de conocer el verdadero nombre y que lo más probable es que este se haya perdido para siempre. Desde luego, quien haya usado las palabras pudo haberlas transmitido verbalmente a sus sucesores, pero llegaremos al mismo problema al paso de algunas generaciones, pues las palabras no solamente se componen de los sonidos que los componen. Hay que darles entonación y ritmo. Una palabra no ocasionará el mismo efecto dicha lentamente y en voz baja, que cuando se pronuncia de manera rápida y fuerte. Incluso cuando las palabras son incluidas en cánticos no pasan más de tres generaciones hasta que pierdan su entonación y ritmo original, pues la música es aún más difícil de conservar que las palabras. Con todo, se tiene noticia de gente que ha podido acceder al secreto de estas palabras. Debes haber sin duda escuchado las historias de algunos francmasones que se acercaron a las palabras, obteniendo gran poder como dictadores o como consejeros de grandes personajes; o tal vez sepas de aquel renegado de nuestra orden quien fue iniciado en la búsqueda, y terminó usando sus conocimientos como trucos de circo, rompiendo copas de cristal con su voz. 
Esta es la labor a la que he consagrado mi juventud y madurez, la recuperación de las palabras poderosas, y es la labor que he de encargarte. Lo que contiene este libro es el producto de todas mis investigaciones y las de mis predecesores. Muchos capítulos se encuentran aquí sobre los conceptos de Dios y del Poder desde las más antiguas civilizaciones y el camino que se ha recorrido para comprender este conocimiento y comprimirlo en unas pocas palabras. Además, en los siglos pasados la ciencia ha progresado mucho y hoy tenemos herramientas que nos pueden ayudar en la búsqueda. Mi antecesor introdujo al estudio el alfabeto fonético, que no solamente permite reproducir los sonidos presentes en todos los idiomas que han existido, sino que prevé todos los sonidos que pueden ser emitidos por el sistema del habla humana. Por mi parte, yo he incluido estudios sobre el uso de notaciones musicales para iterar sobre diferentes formas de entonación. ¿Te encargarás de esta tarea?

Me quedé pensando unos minutos, sobre la enorme tarea que se me estaba heredando, y sobre toda la información que me acababa de dar el Gran Maestre. A pesar de todo, había algo que no me parecía encajar. El Maestre comprendió mis dudas y me dejó meditar el tiempo necesario, hasta que pude ver la luz y le expresé mi opinión. - Es un gran honor y una dura tarea la que me encomienda, sin duda - le dije - pero me parece que toda su investigación adolece de un error de origen. Si las palabras son tan antiguas, su origen debemos buscarlo entonces en los idiomas más antiguos, tal vez en el sánscrito o en los idiomas de la rama indoeuropea que le precedieron. Estoy seguro de que esta consideración ha sido tomada en cuenta en ese libro, a pesar de las historias usted mencionó y que parecieran sugerir una semejanza con el francés moderno. Por otro lado, su antigüedad me sugiere una forma de pensamiento más simple que la que hoy tenemos. Para hallar estas palabras perdidas y su poder, debemos liberarnos de la erudición moderna, olvidarnos de toda la concepción filosófica legada por 2500 años de civilización grecorromana y volver a la ingenuidad previa. ¿Y cómo lograr esto? pues buscando al alma más simple que podamos encontrar. A un tonto, libre de prejuicios, que no conozca otra cosa que la sabiduría natural no contaminada por el conocimiento académico. Su simplicidad nos proporcionará también el ritmo y la entonación necesaria para pronunciar las palabras. No creo estar descaminado en mi pensamiento, pues la descripción de la persona que debemos buscar coincide con aquella de los que en las Escrituras se identifica como Bienaventurado, aquel quien verá a Dios. En resumen, para hallar las palabras poderosas nos bastará con encontrar a la persona más tonta y darle las instrucciones mínimas, y así podríamos terminar esa búsqueda en poco tiempo. 

El Gran Maestre me miró extrañado, dudando sobre si yo habría resuelto por fin el acertijo milenario o si solo me estaba burlando de él. Le ofrecí hacer un intento en los tres días que quedaban antes de dejar el cargo. Así fuimos a uno de los barrios más pobres de la ciudad, donde nos dieron razón de un hombre harapiento que vivía de lo que la gente del barrio le daba, y a quien todos consideraban un tonto. No era un loco, nos dijeron, sino una mente simple, pues discurría con sabiduría inesperada a las preguntas que se le hacían. Al final encontramos al tonto, y fue muy difícil darle las instrucciones necesarias para hacer los intentos de pronunciar las palabras. Creo que hicimos cerca de veinte intentos, hasta que, al pronunciar las palabras, estas adquirieron una resonancia que no habíamos escuchado antes, y el propio cielo, que se había mantenido lluvioso hasta ese momento, se aclaró, dejándonos ver un sol brillante. En ese momento, el Gran Maestre tomó un pedazo de ladrillo y golpeó al tonto en la cabeza con gran fuerza y lo dejó inconsciente. Ante mi sorpresa, me ordenó que nos fuéramos a toda prisa, abandonando el cuerpo inerte, sin preocuparse de si estaba vivo o muerto. - Nadie debe saber de esto - me dijo - el mundo no está preparado para saber que las palabras que permiten a un hombre igualarse a Dios solo pueden salir de la boca de un tonto. Te ordeno que no continúes con la investigación. Mejor aún, te ordeno fingir que sigues con ella, pero que obtengas conclusiones que nos alejen de lo que acabamos de descubrir. Hace ya muchos años de ese episodio, y me toca a mi vez ceder el puesto a mi sucesor. He de entregar el libro al próximo Gran Maestre con las investigaciones falsas que he agregado a lo largo de los años, pero al cual he agregado pistas que lo llevarán, si se lo propone, al descubrimiento de que el Poder, la comunión con Dios, está en realidad en la boca de los tontos.

viernes, 2 de septiembre de 2022

Frases twitteables 64


  • Preguntas importantes de la vida: ¿A quién confiarías tu muñeco vudú?
  • Hoy me enviaron la paradoja lógica del día: “Si no haces lo que quieres es porque quieres”.
  • Hoy ha sido una de esas mañanas en que he tenido que identificar al que no me deseó buenos días, para echarle la culpa de todo.
  • Estoy escribiendo la historia de lo que nunca pasó entre nosotros, sólo para darme el gusto de tener un final feliz.
  • No es que sea un vago, es que soy tan fanático del orden, que me niego a trabajar hasta que los planetas estén bien alineados.
  • Mi sabiduría no está hecha de grandes verdades ocultas, sino de pequeñas verdades simples que los demás tratan de ignorar.
  • Mientras la olla se seguía calentando, los sapos dentro de ella seguían discutiendo sobre si el calentamiento era real.
  • He descubierto que no sirvo para el programa de protección de testigos. No importa la identidad o el sitio en el que esté, mis tonterías me hacen inconfundible.
  • Nunca me entendiste. Incluso cuando te bloqueé en el celular creíste que era porque no quería hablarte, cuando era porque quería obligarte a verme en persona.
  • De vez en cuando encuentro a cierta clase de personas a las que imagino que sus últimas palabras serán: “Nunca me sentí tan vivo”.
  • El infierno ya no es como lo contó Dante, me explicaba Lucifer. Ya lo hemos remodelado varias veces, y lo hemos ampliado. Ahora ofrecemos una experiencia centrada en el cliente.
  • Estoy seguro de que en alguna parte, los gatos tienen alguna marca o algo que indique cuántas vidas le quedan.
  • Me gustas cuando callas porque… Oh, espera, ¡Es que me habías bloqueado!
  • Paso tanto tiempo con la cabeza en las nubes que un día de estos me va a atropellar un avión.
  • Cosas que nadie nunca dijo: Vale la pena toda una vida de desgracias y decepciones para poder escribir unos cuantos poemas.
  • Otra de la máquina del tiempo: Viajé al pasado para ayudar a varios artistas y los convertí en personas felices. El mundo se quedó sin las obras de Van Gogh, Edgar Allan Poe y Franz Kafka.
  • Lo que no te mata, ya encontrará a alguien que le diga “No te rindas, sigue intentando”.
  • Ya sé que es inmortal y eterno, pero me sigue sorprendiendo lo mucho que ha envejecido Dios en estos últimos siglos.
  • Algún día descubrirás que la luz al final del túnel era un espejo que te reflejaba.
  • ¿Cuándo tendré mi final feliz? - Lo siento, pero ante la respuesta del público, haremos una temporada más de tus desdichas.
  • A mí ya no me digan nada, fueron ustedes los que no quisieron que se acabe el mundo en el 2012.
  • Hay gente a la que apenas conocerla, puede uno saber si ha leído El Quijote o Cien Años de Soledad. …
  • Y si quieres empezar otra vez de cero, yo te daré ese cero.
  • Qué difícil es llevarle serenata a la Bella Durmiente. No sale al balcón, no escucha, se hace la dormida.
  • Después de tanto tiempo, acabo de darme cuenta que nunca se hizo un capítulo de Cazadores de Mitos que desmienta eso de que el dinero no da la felicidad.

martes, 23 de agosto de 2022

Izquierdas y derechas



Uno de los grandes descubrimientos sobre la vida que he hecho últimamente es que, de un tiempo a esta parte, el mundo se ha polarizado entre izquierdas y derechas. Y yo, orgulloso integrante de la generación X, me he quedado sin piso, en unos tiempos en que dudar de lo que dice un derechista me hace un comunista recalcitrante, heredero de Stalin y Mao, y ponerle un pero a un izquierdista me convierte en un empleado de George Soros, propulsor de vacunas que alteran el ADN y heraldo del nuevo orden mundial que nos convertirá a todos en esclavos. 

Y cada vez que comento alguno de los sucesos políticos de actualidad me encuentro con la versión política de la discusión sobre si el vaso está medio lleno o medio vacío. Cada vez me cuesta más trabajo mantener mi posición ultra centrista, porque el conflicto entre derechas e izquierdas ha rebasado ya el ámbito político y se ha extendido a todos los aspectos de la vida. Pongo algunos ejemplos: 

Escuchando tranquilamente canciones de los Beatles, comento mis preferencias por tal o cual canción, y aparece alguien que me acusa de algo así como de derechismo beatle. Resulta que preferir las canciones de John Lennon es ser izquierdista en versión beatle, y que, como John Lennon, es ser alguien que arremete contra el sistema, habla lo que piensa sin pelos en la lengua y que busca la unión entre toda la gente del mundo, como en la canción “Imagine”. En cambio, preferir las canciones de Paul McCartney es estar a la derecha del fanatismo beatle, ser un burgués centrado solamente en obtener éxito y dinero con tontas canciones de amor. A los que nos mantenemos en el puro amor a la música, nos toca soportar ser tildados de marxistas lennonistas o macartistas. 

En el trabajo, alguien me vio firmar algunos documentos con la mano izquierda y antes de que me diera cuenta, ya se había corrido la voz de que yo era tan izquierdista que hasta escribía con la mano izquierda. De inmediato recibí muestras de adhesión por parte de los obreros y miradas sospechosas de aquellos más vinculados a las labores gerenciales. Tuve que emitir un comunicado oficial declarando que ser zurdo es una posición biológica y no política. Tuve que agregar, además, en defensa propia, que el uso preferente de una mano no influye en mi desempeño profesional ni en mis valores morales, pues he conocido tanto a diestros muy siniestros, como a zurdos muy derechos. 

En otra ocasión, disfrutando de un agradable fin de semana con amigos, se me hizo tarde, y tuve que salir a la calle a buscar un taxi que me lleve a mi casa. Allí caí en la cuenta de que se puede hacer una clasificación de borrachos de acuerdo al sentido en el que el mundo da vueltas producto del alcohol. Existen entonces borrachos dextrógiros, que se marean hacia la derecha, y borrachos levógiros, que giran hacia la izquierda. Esa misma noche hicimos la demostración de mi nueva teoría al hacer todo el grupo la prueba de tratar de caminar sobre una línea recta. Allí pudimos comprobar quiénes eran borrachos dextrógiros y levógiros, de acuerdo al lado hacia el que nos caímos al hacer la prueba. Y este experimento tuvo carácter oficial, pues lo hicimos en presencia de la policía. Hasta el capitán de la comisaría se mostró interesado en mi teoría sobre borrachos derechistas e izquierdistas. 

Y así, detalles aparentemente triviales como tener un celular 5G o comer en un puesto de comida callejero lo convierten a uno en izquierdista o derechista, según quién te vea. Hasta el hecho de declarar ser feliz me ha ganado el descalificativo de derechista, que es tan egoísta que se atreve a decir que es feliz habiendo tanta gente que no tiene nada y que es explotada por los poderes fácticos. 

 Como yo no me fío de opiniones subjetivas, trato de analizar fríamente mi orientación, veamos: Si bien escribo con la mano izquierda, el hemisferio dominante de mi cerebro es el derecho; en la calle avanzo por la izquierda, pero conservo mi derecha; cuando me quiero peinar, levanto la mano izquierda y mi reflejo responde levantando la derecha. Resulta que yo soy mi propio Ying y mi propio Yang, o lo que es lo mismo, soy un centrista en promedio. 

En medio de todo, sigo luchando por mi posición de centro, que envidia el dinero de los derechistas y las amistades de los izquierdistas. Me niego a aceptar que el ángel que me susurra se coloca siempre a mi derecha y que el diablo está siempre a la izquierda, de lo cual tampoco estoy seguro si funciona así para un zurdo.

sábado, 13 de agosto de 2022

El infierno de Dante


Hace mucho tiempo, me embarqué en la lectura de La Divina Comedia. Como a todos, me atrajo la atención su descripción del infierno. Pero ya en ese entonces, algo no me cuadraba. Años después descubrí el porqué. El infierno de Dante es demasiado organizado: Siempre hay un lugar para cada cosa y cada cosa está en su lugar. Todo funciona correctamente, incluso el sistema de justicia. Tal perfección parecería divina, si no fuera porque el lugar es justamente la antítesis del cielo. No parece sino que Dios lo hubiera creado y convertido a Lucifer en un mero administrador. Tal vez por eso se me hizo tan falso, tan irreal. A ese infierno le falta una dosis de imperfección. Tal vez castigos que cambian, condenas injustas, errores en algún lugar, algo que agregue a la tortura de las almas la tortura de la incertidumbre, el temor de que el castigo cambie para peor en cualquier momento.
Con todo, los castigos no han de ser tan terribles si las almas pueden darse un tiempo para conversar con Dante y contarle su historia y hasta darle consejos. Quizás Virgilio pidió las autorizaciones correspondientes para transitar en el periodo de descanso de los castigos eternos, tal vez en algún momento a Satanás se le ocurrió hacer visitas guiadas por el infierno y tras el rechazo de la idea sólo quedó la vereda de la ruta del azufre.
Al igual que todo el mundo que ha leído la obra en los últimos siglos, me quedé con la impresión de que el infierno es un bonito lugar para hacer turismo, pero no para quedarse a vivir. Al fin y al cabo, yo sólo quería llegar a la casa de una amiga.
- ¡Hola, Beatriz! Muy bonito tu barrio, pero para llegar aquí hay que pasar por unos sitios bien feos, no sabes todo lo que he pasado para venir, invítame algo bien helado para beber y te cuento…

miércoles, 3 de agosto de 2022

El Día Internacional del Hoy



Hoy, como todos los días, es el Día Internacional de Quién Sabe Qué Cosa Pero Igual No Me Interesa. Supongo que en alguna época los días eran solo días, una hoja menos en el calendario, sin más relevancia que la del santo del día, pero a alguien se le ocurrió ponerle un nombre y hacer una celebración con ello. Supongo que todo habrá empezado con el Día de la Independencia, y habrá seguido con una conmemoración de alguna batalla importante o algún héroe sacrificado. 
En vista del éxito en hacer de esas fechas una celebración laica, no tardó en cundir el ejemplo y aparecieron el día de la madre, del trabajo, de la victoria y así, una vez puesto el ejemplo, no tardaron en aparecer días internacionales de cualquier causa imaginable, hasta llegar hasta hoy, en que no puede uno despertar tranquilo sin que los noticieros o las redes sociales le informen que es el Día Internacional del Reconocimiento y la Concientización del Síndrome de Applegate o algo semejante. 

La gran mayoría de estos días no me afectan ni me interesan y me parecen absolutamente prescindibles. Si algo, me servirán para recordar que existe una minoría minúscula que es lo suficientemente activa como para intentar convencer a mucha gente, pero no me harán tomar ninguna acción por ello. Debemos concentrarnos en cosas realmente importantes, no en el aniversario del día en que Tony Stark derrotó a Thanos, ni en el día del abrazo al perro callejero. Por eso hoy propongo crear el Día Internacional del Hoy. Que sea un día en que olvidemos el pasado y sus traumas, y dejemos de preocuparnos del futuro incierto. Que nos dediquemos por un solo día a disfrutar del hoy. 

No digo que nos tomemos un día de vacaciones, ni que lo tomemos como pretexto para tirarnos panza arriba sin hacer nada. Utilicemos este día para hacer lo que hoy necesitamos hacer, sin temer al mañana ni angustiarnos por lo que pasó ayer. Carpe Diem, como dijeron los romanos hace mucho. Hagamos algo que nos dé satisfacción por el día de hoy, de manera que podamos cosechar sus resultados en el mismo día, sin esperar a que los frutos de nuestro trabajo nos beneficien el próximo año, cuando salga de vacaciones o en un futuro que siempre estamos postergando. Vivamos el hoy, aprovechando que el pasado acaba de terminar y que el futuro todavía no empieza. 

Por mi parte, quisiera que por un día nos olvidemos de la linealidad del tiempo, que olvides lo que dije ayer, que dejes de postergarme hasta mañana, que vivamos un presente eterno, aunque solo sea por un día, que te quites de una vez por todas esa actitud de “mañana empiezo”. ¿Verdad que sería bonito dejar de lamentarse por el ayer y gozar del hoy? Por este día, dejemos el mañana para mañana, que ya habrá tiempo mañana. Hagamos de este el Día Internacional del Hoy, pero no solo para un hashtag en las redes sociales, que para eso no es ese día (como solo para eso parecen muchos de los Días Internacionales de Algo), sino que usémoslo para aprovechar el día de hoy, y se sabe que la gente feliz no se distrae para twittear ni se detiene a hacerse selfies. Hagamos de hoy el Día Internacional del Hoy.

domingo, 24 de julio de 2022

Lecciones aprendidas 2



Hace tiempo, ya había publicado un post sobre las lecciones que me ha dado la vida. El problema es que esas lecciones eran insuficientes, porque la vida está empeñada en seguirme escueleando, como si esto de habitar este planeta necesitara de cursos de posgrado en la universidad de la calle. Yo creo estar aprendiendo, tampoco soy tan burro, pero siempre me queda esa impresión como cuando en la escuela primaria la profesora me tomó examen haciéndome recitar los Diez Mandamientos, y cuando terminé, me dijo: “Te has acordado de todos, pero los has dicho todos desordenados”. En fin, aquí está la cosecha de las desordenadas lecciones que me ha dado la vida. 
  • Hay gente que critica a los políticos diciendo que no cumplen sus promesas, cuando ellos mismos son incapaces de cumplir con sus propósitos de año nuevo. 
  • En un universo paralelo, las cosas tampoco son como las deseamos. 
  • Aquel que nos dice que no cree en el futuro es porque alguna vez creyó en el futuro. 
  • La cola de los diferentes siempre es más larga que la de la gente normal. 
  • No importa en qué país vivas, cuando hay una situación injusta, la gente dirá que “Esto sólo ocurre aquí”.
  • Lo imposible se vuelve muy fácil después de que alguien lo ha hecho por primera vez. 
  • Lo que no nos mata, no siempre nos hace más fuertes. Es solo que algunas veces creemos eso porque no nos mata inmediatamente. 
  • Un pacifista es aquel que provoca a los violentistas hasta que se pongan violentos, y luego pregona su superioridad sobre ellos. 
  • Muchas veces, la receta de la felicidad de uno es la fuente de la infelicidad de otro. 
  • Hay una delgada línea entre un acontecimiento que cambia tu vida para siempre y uno que te deja traumado de por vida. 
  • La mejor forma de saber si una persona es buena es dándole la oportunidad de vengarse. 
  • Entre las galletas de animalitos, el elefante no es el más grande, no tiene caso reclamarlo. 
  • A veces Dios se hace el que no existe para que no le reclamen, y para que cuando te ayude, te agarre de sorpresa y te haga más feliz. 
  • Eliminar la causa del problema, no implica planificar un asesinato. 
  • Mi plan B no funciona exactamente por la misma razón por la que no funcionó mi plan A. 
  • Tienes que ser tú mismo, pero al menos debes tratar de ser un mejor tú mismo. 
  • No causan tantos problemas esos campeones mundiales de la estupidez, como cuando se empeñan en defender su título. 
  • Si una mujer me ignora, no es por hacerse la interesante, es porque en realidad no tiene ningún interés en mí. 
  • No hay tantos incapaces en el mundo, lo que pasa es que los han colocado en puestos claves.

domingo, 17 de julio de 2022

La estrella



Todas las noches el astrónomo aficionado dirigía su telescopio al cielo. Es una tontería, le habían dicho, pero él buscaba aún aquella estrella que tiene el poder de conceder todos los deseos que le habían prometido en su niñez. Un día, agotado, dejó caer el telescopio, y al tomarlo para evitar que se rompa, quedó apuntando a uno de los edificios vecinos. Al mirar para verificar que nada se había roto, encontró al fin su estrella, tatuada sobre el hombro de la mujer que también lo miraba a través de un telescopio desde su lejana ventana.
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