viernes, 22 de diciembre de 2023

Desmontando mitos navideños


En estas épocas navideñas, es tradición que se cuenten historias navideñas, mitos y leyendas, en general mal contadas, y también hay los que gozan con reventarle la burbuja de sueños a los niños, con un entusiasmo que me hace pensar que prefieren celebrar no el 25 de diciembre, sino el 28, que es el día de Herodes, como todos saben. Por este motivo decidí hacer una investigación exhaustiva, ayudada por la inteligencia artificial, y con acceso a la deep web, que es donde están todos los secretos del mundo, para desmontar los argumentos de quienes odian la navidad e insisten en querer echársela a perder al resto del mundo. Claro que esa noble decisión no me duró mucho, a causa de mi flojera invencible que no sabe de esos santos propósitos, así que hice lo más fácil: inventé todo y después, cuando me pregunten, diré que la información la he sacado de los más secretos archivos de la NASA, los Iluminati y de la biblioteca de Hermes Trismegisto. Aquí va entonces la verdad que muchos quieren ocultar: 

Papa Noel sí puede entregar regalos a los niños del mundo: Cada año, alguien se pone a sacar cuentas de cuantos regalos puede entregar Papa Noel, o Santa Claus, o San Nicolás (que usa todos estos nombres para entrar a diferentes países por no sé qué problemas legales) y resulta que no tiene tiempo para entrar a todas las casas y dejar regalo. Quienes insisten en decir de solo tiene no sé cuántas décimas de segundo para hacer el delivery navideño nunca tienen en cuenta que la tierra tiene diferentes husos horarios, por lo que cuando dan las doce de la noche en Europa, en América recién está anocheciendo, con lo que le da tiempo sobrado para cumplir con su misión. Aún así hay tantos niños en el mundo que no puede cumplir con todos, insisten. Este argumento se desmonta fácilmente leyendo bien las reglas de Papa Noel, que especifican claramente que solamente reciben regalo los niños que se han portado bien todo el año. El solo cumplimiento de este requisito elimina a la gran mayoría de demonios en miniatura que pueblan nuestras ciudades, y que creen que por portarse bien la última semana de diciembre van a borrar el prontuario de todo el año que tienen. No, así no funciona. Con la lista tan reducida, y considerando que los niños cada año están saliendo peor, Santa Claus tiene tiempo sobrado para entregar la mercadería, y hasta le sobra espacio para parar en un McDonalds y pedirse una hamburguesa y algo de heno para los renos. 

Papa Noel no es comunista: Para muchos, ver a un tipo vestido de rojo, les hace pensar que es un comunista, más aún si porta una barba que recuerda vagamente a la de Carlos Marx. Repartir juguetes en forma gratuita se parece también mucho a las prácticas de los países socialistas, dicen. Pues este es otro mito que se puede desmontar fácilmente con un poco de análisis. Basta con revisar un poco de historia para darse cuenta de que, aunque durante la guerra fría los soviéticos reclamaban la invención de los principales artefactos y avances de la ciencia, nunca reclamaron la idea de Sant Nikla, lo que pudieron hacer arguyendo un origen siberiano. Por el contrario, en los países socialistas siempre fue visto como símbolo del capitalismo, al que trataron de combatir introduciendo competencia desleal con productos tales como “Papá Stalin” en Europa, o “Papá Fidel” en Cuba. 

Los Reyes no son los padres: No lo mencioné anteriormente, pero otra de las razones por las que Papa Noel puede repartir todos los regalos la noche de navidad, es que la navidad se celebra varios días después en el calendario ruso, además de la ayuda que recibe en muchos países por parte de los Reyes Magos. Y otro de los mitos es que se dice que en realidad los reyes son los padres. Este mito al parecer lo inició hace mucho tiempo una mujer en los registros públicos, quien a la hora de declarar al padre de la criatura, dijo que lo había concebido un seis de enero, y por lo tanto, los reyes eran los padres. El argumento fue denegado, al igual que el de todas las madres que afirman que se embarazaron por obra del Espíritu Santo, pero del hecho se pasó al dicho. La verdad es que los Reyes hacen bien su labor, repartiendo juguetes a quien lo merece, repartiéndose el trabajo entre tres, lo que hace más fácil el cumplimiento de la tarea, y sin hacer caso a los pedidos de muchos padres que prefieren que el regalo se los entregue el Rey Mago rubio en vez del negro. A esos simplemente se les deja la papeleta de extorno y no se les entrega nada hasta que se les quite lo racista. 

Papa Noel no entrega regalos caros: San Nicolás era un pobre carpintero que hacía juguetes de madera y los entregaba a los niños pobres en Bari, Italia, antes de mudarse a su actual planta de producción en el Polo Norte, para evitar problemas de impuestos, según me dicen. Por esa razón, no entrega jamás los últimos juguetes anunciados en tiendas. Esos sí son los padres, que ni siquiera se toman el trabajo de quitarle la etiqueta de precio, dándole regalos a niños que en vez de un regalo se merecen una temporada en el reformatorio. Papa Noel tiene además un sistema de vigilancia de alta tecnología que vigila el comportamiento de los niños para calificarlos de buenos o malos, y es insobornable, como ya han comprobado muchos ricos que trataron de sobornarlo, cantidad de políticos que trataron de usar sus influencias, y tantos abogados que incluso trataron de querellarlo diciendo que no se cumplía la presunción de inocencia. Por esa razón, muchos niños que durante el año afeitaron al gato, tiraron a la vecinita al charco de fango u otra fechoría semejante, después se dedican a desprestigiarlo diciendo que no existe o que se salta casas a su capricho. Pero no, Papa Noel cumple siempre, excepto aquella vez en que alguien dejó junto al árbol unas galletas vencidas y leche agria, lo que hizo que tuviera que interrumpir su recorrido y pasara el resto de la noche en el baño más cercano que pudo encontrar, y por lo que no me pudo entregar el trencito Chu-Chu que le había pedido cuando era niño. 

Sirva este post para desearle a los lectores (que sé que tengo algunos) una Feliz Navidad. Pórtense bien para que Papa Noel les deje regalo.

miércoles, 13 de diciembre de 2023

Yo no pedí nacer



Era un día normal en la oficina. Obviamente, lo normal en una oficina como en la que trabajo es que haya apuros, sobresaltos, amenazas, gente presionando y reuniones acaloradas. Por lo mismo, son toleradas ciertas actitudes para desahogarse, o algunas expresiones verbales, como para que no terminemos asesinándonos unos a otros, además de que nos han advertido que si alguien vuelve a romper la ventana para arrojarse desde el quinto piso, toda el área pagará por los vidrios rotos. Ese día, como decía, la normalidad dictaba que la mitad de la gente persiga a la otra mitad para que cumpla su parte y poder entregar las tareas y resultados de fin de mes, y los que no tenían a quién presionar, se lamenten en voz alta con frases como “¿Por qué a mí?”, “Yo no firmé para esto”, o “Si quieren todo a tiempo, contraten más gente”. 

Quien peor la pasaba en todo ese laberinto era una chica que sufría especialmente el cambio de pasar de una empresa estatal al ámbito privado, lo que en este país significa pasar de trabajar de 10 a 100 kilómetros por hora. Ella fue la que soltó el grito más ingenioso del día: “¿Para qué tengo que hacer todo esto, si yo ni siquiera pedí nacer?”. Yo, ocupado como estaba en mis propias labores, no tuve tiempo en ese momento para darle una respuesta, pero el lamento me dejó pensando. Al día siguiente, cuando ya casi había olvidado el episodio, volvió a la carga con esa frase “Yo no pedí nacer”. Ahí fue que me puse a pensar. Pude haber respondido que nadie de los presentes había pedido nacer tampoco, y que, en la mayoría de los casos, los padres tampoco estaban pensando en traer otro niño al mundo cuando los estaban concibiendo, pero no lo hice, el asunto requiere de un análisis más minucioso. 

El hecho es que, pensándolo bien, ella sí había pedido nacer, de lo contrario sus padres no hubieran desaprovechado tantas oportunidades como tuvieron para evitar que ella venga al mundo a armar expedientes en nuestra oficina. Y lo demuestro a continuación: 

La primera oportunidad para no nacer que ignoraron sus padres fue muy temprano, en aquella fiesta en que a su futura madre le presentaron a ese joven y se empezaron a mirar con ojos hambrientos. En ese momento su madre pudo rechazar cortésmente los requiebros, acordarse de los consejos paternos, portarse como una señorita decente, o al menos no fiarse de esa actitud de lobo acechando a su presa que tenía su futuro padre. Pero no, se perdió esa ocasión. 

Hubo más ocasiones ignoradas activamente por sus padres en las semanas siguientes, como cuando su futuro padre dejó todo tirado para pasar ese fin de semana con su nueva conquista, cuando su madre se escapó a esa fiesta, dejando de lado otras responsabilidades, y un largo etcétera. En el tiempo de su relación, ella pudo haber dicho que no, que debían darse un tiempo, que estaba muy jovencita para esas cosas. Del mismo modo, él pudo pedir algo de espacio, hacerle caso a esa otra señorita que lo miraba con apetito, o elegir su libertad. Tantas oportunidades perdidas nos llevan a pensar que en ese momento había realmente alguien pidiendo nacer. 

Pero todas estas oportunidades fueron mínimas comparadas con aquella cuando él olvidó, o le dio flojera, llevar un preservativo a la cita culminante, cuando ella aceptó seguir adelante a pesar de que el calendario indicaba el riesgo alto. No conocemos los detalles, pero estadísticamente podemos decir que no era la primera vez que confluían un período fértil y la ausencia de un preservativo, y que tal vez el que no haya pasado nada una vez, les haya llevado a pensar que ambos eran invencibles. En fin, los dos decidieron ignorar todas las oportunidades, hasta que los astros se alinearon, el universo conspiró a favor de mi futura compañera de trabajo, y un saludable embrión apareció gritando “Sorpresa, ya llegué” al organismo de la madre, alborotando su vida como indicativo de que ya se había divertido lo suficiente. 

Por muy católicos, apostólicos y romanos que sean los jóvenes, la evidencia de un embarazo les pone a pensar en qué tiene que meterse el Papa en mi vida privada, en cómo voy a sacrificar mi juventud criando a un hijo cuando mi irresponsabilidad indica que ni siquiera han terminado de criarme a mí, y en vamos a buscar a esa chica que también pasó por eso y se consiguió un doctor que le extrajo hasta los remordimientos de conciencia y las consideraciones éticas. El rechazo a esta posibilidad para seguir adelante es otra prueba de que, a pesar de lo que dice, mi compañera sí pidió nacer, por más que el plan era ponerse a jugar con muñecas, en vez de estar aguantando jefes explotadores. 

La última oportunidad de no nacer se presentó en el consultorio médico, después de ver en las ecografías a una bebita ansiosa de nacer y de comerse el mundo, siempre que no represente demasiado trabajo. Allí se discutieron las opciones del nacimiento. Por un lado, la forma natural, llena de dolor y con el apoyo de unos forceps que son el último recurso para los que a última hora no quieren nacer. La otra opción era una cesárea que evita los sobresaltos, no hace trabajar en la madrugada a los médicos y a los padres les permite hacer que su hija nazca bajo el signo de capricornio en vez de escorpio, que tanta gente insoportable ha dado al mundo. En este momento fue cuando se descartó firmemente la alternativa de arreglar las cosas por lo bajo, fingir que aquí no pasó nada y continuar con sus vidas. La decisión de seguir adelante con el proceso natural implica una voluntad de nacer, además de una conspiración entre médico, padres, y los padres de los padres, tal vez consolados por la posibilidad de que la futura niña termine trabajando conmigo y aprovechando los beneficios de mi sabiduría.

Al fin, después de tantas oportunidades no aprovechadas, nació esta niña, no hay vuelta atrás, que los padres se preparen para todo lo que significa traer una niña al mundo en estos tiempos, y que ella se haga a la idea desde ahora de que esos expedientes los debe tener listos para esta semana, y que después no se ande lamentando con eso de que no pidió nacer, que si hubiera querido no existir, oportunidades no le faltaron, que no me venga con vainas.

domingo, 3 de diciembre de 2023

Las mejores historias en una canción



Hace mucho tiempo que no escribo nada sobre música, al punto que empecé a temer el que ya haya escrito todo lo que tenía que decir. De repente un día, escuchando mi playlist, recordé que me gustan mucho las canciones que cuentan una historia, esas que van más allá del “Te quiero” o el “Te conocí y me enamoré”, que componen la mayoría de las canciones que uno escucha. Inicié una búsqueda por internet y no encontré nada parecido. Entonces me puse a hacer mi lista de las 10 mejores historias contadas en una canción, aquellas que pudieron haber sido un cuento o una novela, así que creo que una lista como esta no la encontrarán en ningún sitio. A ponerse, pues, los audífonos y a disfrutar de esta especial Playlist. 

Ob la di-Ob la da (The Beatles, 1968) 
Esta es una canción que siempre ha causado polémica. Se la ha llamado la peor canción de Los Beatles y cosas por el estilo, pero a mí me gusta mucho su historia, que es una muy simple: Un hombre conoce a una mujer, se gustan, se casan y tienen hijos. Pero para mí está muy bien contada, de una manera alegre y sin pretensiones. 

Tie a Yellow Ribbon Round the Ole Oak Tree (Tony Orlando and Dawn, 1973) 
Esta canción está basada en un cuento publicado (creo) en los años 50 en los Estados Unidos. Un hombre es condenado a tres años de cárcel, lo que era una deshonra mayúscula, y escribe una carta a su esposa indicando que, si al salir de la cárcel aún lo acepta, coloque una cinta amarilla en el roble a la entrada del pueblo. De no encontrarla, seguiría su camino y no volvería jamás al pueblo. Esta canción fue muy popular en una versión en castellano en mi país, pero esta versión omitía la estrofa final, lo que la dejaba como una historia inconclusa. Para suerte mía, varios años después encontré la historia original en una antigua edición de la revista “Selecciones del Reader’s Digest”. El final me emocionó, al conocer al fin el desenlace de la historia: El hombre llega a la entrada del pueblo y encuentra el viejo roble lleno de cintas amarillas. 

Las cuatro y diez (Luis Eduardo Aute, 1973) 
Un hombre encuentra casualmente a una mujer con la que tuvo una relación en sus años de adolescencia, y le invita un café para recordar esos años y contarle lo que pasó en su vida desde entonces, para al final despedirse de ella. Una historia muy hermosa y que a mí me pasó una vez casi a la letra. Será tal vez porque esta historia es muy común, o Luis Eduardo Aute la escribió para mí sin conocerme. Quiero creer lo segundo, es por eso que me gusta tanto. 

Pedro Navaja (Rubén Blades, 1978) 
Esta fue una revolución en la salsa. Jamás se había escrito una canción con valor literario, la historia de un matón de poca monta que encuentra la horma de su zapato en una prostituta a la que las cosas tampoco le iban bien. Como referencia literaria podemos decir que la historia está basada en el personaje “Mack the Knife” de la obra “Ascenso y caída de la ciudad de Mahogany” de Bertolt Brecht. Gabriel García Marquez declaró una vez con cierta envidia que le hubiera gustado escribir esa historia. No puede haber mayor elogio. Como curiosidad, esta canción me trajo más tarde dos decepciones: La mediocre película mexicana del mismo nombre, que traiciona a la canción, y una olvidable continuación del propio Rubén Blades, llamada “Sorpresas”, escrita años después, y que suena demasiado forzada.

Escape (The Pina Colada song) (Rupert Holmes, 1979) 
Esta historia es un poco (o bastante) cursi, pero también es muy popular, y su cursilería le da bastante encanto. Investigando sobre el tema, me enteré que su autor también era guionista de telenovelas. Y la historia parece, en efecto el guión de una película romántica: Un hombre está aburrido en su matrimonio y coloca un aviso en el periódico buscando todo aquello que su pareja no le daba, para escapar con ella. Concreta el encuentro con quien respondió el aviso y se da con la sorpresa de que es su propia esposa, quien buscaba lo mismo que él. Canción para escuchar con palomitas de maíz. 

The Devil went down to Georgia (Charlie Daniels Band, 1979)
Esta canción está basada en una leyenda popular: El diablo va a Georgia en busca de un alma que llevarse y apuesta el alma de un muchacho en una competencia de violín, siendo derrotado. Será que a la gente le gustan las historias de gente que logra burlar al diablo. 

Era en Abril (Juan Carlos Baglietto, 1982) 
Hay toda una leyenda sobre esta canción. Suena tan auténtica y desgarradora que cuando salió, se dijo que era una historia real que le fue legada a Juan Carlos Baglietto. Una pareja está muy ilusionada ante la llegada de su hijo, hasta que ella pierde al niño dentro de su vientre. Desolados por la pérdida, la pareja decide suicidarse. Nuevamente, una historia, aunque terrible, muy bien contada, llena de metáforas. 

Naturaleza Muerta (Mecano, 1991) 
Recuerdo que a principio de los 90, los integrantes de Mecano dijeron que buscaban mayor profundidad en sus canciones, y que querían hacer algo como lo que hacía Joan Manuel Serrat. La idea sonaba tan disparatada que pocos la creyeron posible. En su siguiente disco se encuentra esta canción. Ignoro si se basa en una leyenda popular o en algún cuento ya publicado, pero la leyenda aquí contada es una hermosa leyenda. El mar se enamora de un pescador, quien ya tiene una mujer que lo ama y lo espera en casa. El mar secuestra al pescador, y la mujer se convierte en una piedra blanca que mira al mar esperando el regreso de su amado, mientras el pescador lucha eternamente contra las aguas sin poder escapar. Si esta canción es creación de Nacho y José Cano, los compositores del grupo, pudieran bien haberla publicado como cuento y ser reconocidos por ello. 

Y nos dieron las diez (Joaquín Sabina, 1992) 
La preferida del público. La historia del cantante que se enamora de una mesonera en un pueblito, y que cuando vuelve un año después, no encuentra rastro de ella, todo ello contado con el arte de Sabina en su mejor época, no tiene desperdicio. Canción para cantar con entusiasmo e invitar al público a unirse en el coro. 

Ruido (Joaquin Sabina, 1994) 
Otra de Joaquin Sabina, y otra joya literaria. A través de la metáfora del ruido, se cuenta la historia de una pareja, de su inicial entusiasmo y su dolorosa ruptura. Ruido de amenazas, ruido de abogados, tanto, tanto ruido. 

¡Y aquí hay algunos Bonus tracks! 

Piano Man (Billy Joel, 1973) 
No incluyo esta canción en la lista porque no narra una historia propiamente dicha, es más bien una descripción casi cinematográfica de una escena: Un pianista toca por las noches en un bar, rodeado de personajes, cada uno con una historia que contar. 

Another Day (Paul McCartney, 1971) 
Otra canción que es más una escena que una historia: Una mujer se levanta en la mañana para seguir con su vida rutinaria, mientras espera, o más bien desea, que venga alguien para rescatarla. 

Hotel California (The Eagles, 1976) 
Pondría esta canción en la lista, si no fuera porque todos sabemos que cuenta una historia, pero nadie se pone de acuerdo sobre lo que se cuenta en esta historia ¿Es un cuento de fantasmas? ¿Un viaje lisérgico? ¿Una secta satánica? Lo único que sabemos es que un hombre llega a un hotel y encuentra gente en una fiesta o reunión. No sabemos exactamente qué pasa después o cómo termina la historia.

Sigamos escuchando música y prestando atención a las letras, de vez en cuando hay buenas historias esperando allí.
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