sábado, 20 de diciembre de 2014

3 Cuentitos navideños


1
El niño observaba atento cómo su padre se quitaba el gorro, la barba falsa, el pesado traje rojo y las botas. Corrió a abrazarlo, al descubrir que lo que le había dicho su madre era cierto. No necesitaba a Santa Claus, tenía un padre.


2
¿Qué locura es esta que me cuentas? Dijo el rey. ¿Un niño en un pesebre bendecido por una estrella? La observación de los cielos ha obstruido tu juicio, la edad te hace chochear, sin duda. Mis astrólogos nada sobre esto me han informado. ¿Crees acaso saber más que ellos? No traes ninguna prueba de lo que dices ¿Por qué he de creerte entonces? Tal vez mande arrojarte a una mazmorra por decir tales cosas. Márchate ahora y no cuentes a nadie de esto.
El anciano no respondió. Solamente puso su mano sobre su pecho, en señal de que cuanto había dicho era verdad, antes de retirarse.
Muchos años después, enfermo de sífilis, el moribundo rey recordó aquel gesto. Ahora comprendía que no significaba que decía la verdad. Significaba que un día su corazón entendería aquellas palabras.


3
Yo no era una persona que creyera en la Navidad. Siempre me había parecido una tontería. ¿Quién puede creer en esas tonterías? Sentimientos falsos, comercialización excesiva, tener que aguantar a mi familia. Esas cosas no eran para mi, preferiría pasarla solo, sin nadie que me moleste. Hasta para emborrachacharse hay mejores excusas. Y ahora esto. No sé por qué acepté la propuesta de una buena amiga mía, siempre con sus acciones sociales, de ponerme un almohadón en el estómago y disfrazarme de Papa Noel para los niños de un barrio pobre. Siento que voy a hacer el ridículo, nadie me va a creer, pienso mientras espero que mi amiga me anuncie: ¡Y ahora, niños, les tenemos una sorpresa! ¡Tenemos con nosotros a Papa Noel! Cuando se descorre la cortina improvisada y entro, se forma un desorden que me toma de sorpresa. Todos los niños corren a abrazarme y a saltar a mi alrededor. Yo creía estar preparado para todo: patadas, insultos, burlas, pero no para esto. No se qué hacer ante niños llorando de alegría alrededor mío.
Todavía sigo diciendo a la gente que no creo en esas tonterías de la Navidad, pero ya he llamado a mi amiga para volver a disfrazarme de Papa Noel el siguiente año para los niños.


Sirvan estos cuentitos para desear a mis lectores una Feliz Navidad, incluso a los que no creen en estas cosas, que son los que más lo necesitan. Que sirvan estos días aunque sea como excusa para portarnos bien una vez al año. Saludos.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...