viernes, 30 de abril de 2010

Cómo llegar al Nirvana



- Oe, cómo vas a llegar, si ese grupo ya no existe…
Como siempre, debo aclarar lo que realmente es el Nirvana, pues la mayoría de la gente al escuchar este nombre piensa en tres melenudos mal vestidos que hacen música estruendosa y desafinada. Bueno, a mí también me hace pensar en ese grupo musical, y en especial en Dave Grohl, quien sufre también del síndrome de Paul McCartney, es decir, ser reconocido por el breve tiempo en que estuvo en su primera banda, a pesar de haber hecho mucha música notable desde la disolución de dicho primer grupo, hace muchos años ya.
Pero no, yo estaba hablando del Nirvana en su acepción del estado espiritual al que los hindúes tratan de llegar después de mucho ejercicio y meditación, privándose de todas las cosas que nos hacen la vida más fácil, y haciendo la famosa posición de Flor de Loto, que es la manera más segura de llevar a gente como yo al quiropráctico para que me armen de nuevo el esqueleto.
- Y entonces, profe… ¿Qué es el Nirvana?

Ese es el problema. Que ese estado tan elevado del espíritu no está hecho para ser descrito con palabras. Aproximándonos, debe ser la liberación de todos los deseos y sufrimientos humanos hasta llegar a convertirse en uno con el universo y con la nada también. ¿Está clarito, no? Si, ya sabía que no. Para que lo entiendan de manera más castiza, podemos decir como el Chavo del 8 cuando le daba la garrotera, es como si sintiera que se siente que no se siente nada.
Y para nosotros los occidentales, para quienes la vaca es sagrada solamente cuando sube de precio, y los ríos son sagrados pero igual les echamos basura, todo esto nos suena a cuento chino, al igual que las aventuras de Supermán, y los discursos de los políticos. Pero es verdad. El Nirvana existe, y muchos occidentales lo han experimentado por diversos caminos, aunque la sociedad se empeña en buscar excusas para no reconocerlo, temerosa de que cunda el ejemplo y la gente quede nirvaneando por ahí en vez de romperse el lomo para ganar unos cuantos billetes que nos hagan llegar a fin de mes. Como prueba y ejemplo, pongo aquí algunos de los métodos por los cuales podemos llegar a ese sublime estado, sin necesidad de adentrarnos en la siempre complicada filosofía oriental, y sin perder las comodidades mundanas que tanto nos ha costado obtener:

La contemplación televisiva
Este es el método más utilizado por gente de todas las edades. Consiste en encender ese mágico aparato que no permite entrar en contacto con seres lejanos y fantásticos, cuyas esencias nos llegan a través de las ondas etéreas. Es preferible entrar en contacto con las entidades de señal abierta, pues los programas de cable tienden a estimular sensaciones que impiden llegar al nirvana. La mejor hora para entrar en comunión con los entes luminosos es en la madrugada, cuando se emiten programas culturales, películas artísticas e infomerciales.
Se ha observado que este método permite incluso a menores de edad llegar al nirvana, totalmente desconectados del mundo exterior y en estado de gracia absoluta.

La purificación por medio del gozo degustativo
Este método precisa de mucha práctica y delicadeza, pero los resultados definitivamente valen la pena. Se trata de asistir a una suculenta comida (que puede ser en un restaurante, en el cumpleaños de un amigo o en alguna reunión) y llenarse el estómago lo suficiente como para relajar los sentidos, pero no tanto como para que ocasione una dolorosa indigestión. Con un poco de práctica se puede llegar a este punto sin sobrepasarlo, y la recompensa será la anulación de todos los sentidos, que serán reemplazados por un vacío y una semiinconsciencia que permitirá (sobre todo si lo que se ha ingerido es pescado) una trascendencia capaz de ver el pasado, el presente y el futuro. El gozo degustativo suele ser potenciado en sus efectos por un buen vinito que acelerará el proceso nirvánico.
El problema es el efecto del viaje astral sobre el organismo. Al regresar el alma a su envoltorio carnal, se produce una sensación de pesadez producto de la pérdida de ligereza del espíritu. Pero esto se soluciona con la sagrada sal de frutas o un occidental laxante.

El alimento del alma: la cultura expresada oralmente
Este método es utilizado en las llamadas “entidades culturales”, y es buscada por muchas personas que traban contacto con otros buscadores del nirvana. Se trata de asistir a reuniones y conferencias dictadas por los grandes iluminados. Se ha concluido empíricamente que la longitud del título es directamente proporcional a las posibilidades de llegar al nirvana mediante su atenta escucha. Por ejemplo, una conferencia sobre “Los efectos macroeconómicos de la globalización en un entorno recesivo y su impacto sobre el tipo de cambio en una economía parcialmente abierta” garantiza una llegada al nirvana rápida y limpia, si es que el catecúmeno ha llegado temprano para procurarse un buen asiento y si no se deja distraer por las formas de las azafatas que reparten volantes en plena conferencia.

Con estos métodos, la trascendencia del alma está asegurada, podremos limpiar nuestro espíritu y ser la envidia de los yogas que se pasan la vida mortificándose para lograr lo que nosotros, gente posmoderna y cool, logramos sin tanto laberinto.

domingo, 25 de abril de 2010

intoxicación de Beatles

Esta semana me desperté con una sensación rara en la cabeza. No podía definir bien lo que sentía, pero los demás notaron sospechosos cambios en mi carácter. Saludaba a los demás con un "Good Day, Sunshine", al despedirme no sabía por qué decían Adiós y yo decía Hola. No tenía ganas de nada. "I'm So Tired", era mi respuesta cuando alguien me preguntaba lo que me pasaba. El fin de semana fui a la iglesia, a la misa del Padre McKenzie, y ví a Eleanor Rigby recogiendo el arroz de una boda que acababa de terminar. Me quedé como un hombre sin lugar, sentado sobre mis planes sin lugar, hechos para nadie.

El lunes fui a la consulta del Dr. Robert. Al llegar reconocí a la recepcionista. Su nombre era Magill, se hacía llamar Lil, pero todos la conocían como Nancy.
Nunca me han gustado los consultorios, pero ese día la espera se me hizo insoportable. A mi lado un hombre reclamaba su cita. "I am the Eggman" repetía. Tuvo que esperar a que atiendan a Rocky Racoon, que había llegado herido de bala. "Es sólo un rasguño", decía. Otro paciente salió diciendo "Yo sé lo que es estar muerto".
Cuando el doctor al fin me atendió, solamente podía decir "Help, I need somebody"

Después de examinarme, me preguntó "A usted le gustan los Beatles ¿Verdad?". A mi rostro de sorpresa, contestó: "No lo niegue, todos tienen algo que esconder, excepto yo y mi mono. Usted tiene una intoxicación de Beatles. Ha estado escuchando demasiados discos de los Beatles y eso le ha afectado."
- Eso no puede ser, yo no soy de esos fanáticos...
- Sólo responda ¿Qué es lo que ve cuando apaga la luz?
- No le puedo decir, pero sé que es mío...
- ¿Se dió cuenta? Pero no se preocupe, eso está pasando mucho en estos días. Este mes ya he tratado a una morsa y a una cebolla de vidrio.
- ¿Y esto tiene cura, doctor?
- Normalmente, recetamos una semana de reposo en silencio, pero usted parece tener un caso fuerte. Si no actuamos pronto, usted puede terminar en la India tocando un ukelele. Necesita un tratamiento de shock...
Mi rostro desencajado hizo todas las preguntas que no salían de mi boca.
- En primer lugar, elimine las manzanas de su dieta. Dedíquese a otras cosas en vez de escuchar música. Y si no puede resistir el síndrome de abstinencia Beatle, use uno de estos.
Era un USB.
- ¿Qué es esto?
- Es un USB de 1 GB. Necesitará ponerlo en su reproductor cuando sienta que no puede resistir la necesidad de escuchar a los Beatles.
- ¿Y qué contiene? ¿Mensajes subliminales? ¿Grabaciones al revés?
- No, contiene la colección completa de los discos de Ringo Starr. Le aseguro que escucharlos le curará de su enfermedad.
- ¡No! ¡Cualquier cosa menos eso! ¡Le prometo que dejaré de escuchar Beatles desde mañana!
- Mañana nunca se sabe... Lléveselo y veremos como sigue la próxima semana...

Después de varios días, I feel fine. Ya no me siento tan mal. Me tomo el tiempo para cosas que no eran importantes ayer. Me he dedicado a jugar con piezas de lego para distraer mis pensamientos.

Y cuando pongo música, las notas de "Back off Boogaloo" o "Stop and take your time to smell the Roses" me alivian de mi adicción.

Good Night.

jueves, 22 de abril de 2010

10 canciones con un tonto en el titulo

  • Foolish Games – Jewel
  • What Kind of Fool – Barbra Streisand & Barry Gibb
  • What a Fool Believes – The Doobie Brothers
  • Fool for your Loving – Whitesnake
  • A Fool such as I – Elvis Presley
  • Love Fool – The Cardigans
  • Why do Fools Fall in love? – Frankie Lymon & The Teenagers
  • The Fool in the Rain – Led Zeppelin
  • The Fool on the Hill – The Beatles
... Y la primera, tenía que ser de Paul McCartney

lunes, 19 de abril de 2010

Chiste psicológico

¿Para qué escribir sobre las psicólogas, cuando puedes encontrar los escritos ya hechos? ¡Que viva la flojera y el Ctrl-C, Ctrl-V! Aquí va un texto que encontré en http://elgatodescalzo.wordpress.com/2009/05/13/%c2%a1cuidado-con-las-psicologas%e2%80%8f/


Un hombre conoce a una psicóloga en una fiesta, el flechazo es inmediato y tras la charla habitual consigue llevarla a su departamento. Copas van, caricias vienen y finalmente él inicia un avance más fogoso:
EL: ¿Ven para acá. Déjame besarte el cuello…
ELLA: ¡Qué libidinoso estás hoy!
EL: Es que eres una belleza y me vuelves loco, ¡mi potra!
ELLA: (Alejándose) ¿Potra? Te gusta copular con equinos? ¡Sodomita!
EL: ¡Pero no! ¡Es una forma de decir que estás buenísima! Mamita.
ELLA: ¿Mamita? ¿Acaso me estás usando para resolver tu complejo de Edipo?
EL: Quiero decir que me encantas, que eres divina.
ELLA: ¿Divina? Tienes fijaciones religiosas? Para que sepas la idealización o endiosamiento de la pareja es un claro síntoma neurótico.
EL: ¡Basta! ¡Me tienes harto con tu mierda psicológica!
ELLA: ¿Mierda? Así que tu fijación es en la etapa anal, ¿eh?
EL: ¡Corta, corta por favor!
ELLA: ¿Corta? ¿Entonces estás inseguro de tu pene, es eso?
EL: ¡Si sigues con esto te juro que te pego!
ELLA: Tenía razón… desde el principio sospeché que eras un sádico.
EL: (Lloriqueando) ¡Basta! ¡Te lo ruego! ¡No me vuelvas loco!
ELLA: Uhm y también masoquista, muy típico.
EL: (Agarrándola del cuello) ¡Me tienes podrido! ¡Te voy a matar!
ELLA: Agghh… y… encima… psicópata… Agghh…
EL: (Soltándola) ¡No me persigas más con todo ese palabrerío! ¡Por favor, no me persigas más!
ELLA: Entiendo… paranóico y con delirio de persecución…
EL: ¡No, no! ¡Lárgate! ¡Prefiero estar solo! ¡Prefiero estar solo!
ELLA: ¿Solo? ¡Entonces tus problemas principales son la masturbación y el autoerotismo!
EL: ¡Socorroooooo! ¡Policía! ¡Policíaaaaaaa!
ELLA: ¿Era eso?, ¿querías un tipo vestido de policía? ¿Así que diste todas estas vueltas para decirme que eres maricón y fetichista?

Sin más que decir...

miércoles, 14 de abril de 2010

El cuento más tonto del mundo


Es un cuento que no tiene título todavía. El cuento se desarrolla en un lugar desconocido, aún para el narrador, del cual no se sabe si es uno de los protagonistas o un simple testigo, tal vez un narrador omnisciente. No se sabe la fecha en que ocurre la narración, ya que no se nos da referencia alguna que nos pueda indicar si se realiza muchos años atrás, en el presente o en algún futuro lejano.

La acción ocurre en un lugar totalmente a oscuras, por lo que no podemos saber cuántos personajes toman parte de la acción, tal vez es una conversación entre dos o más personas, tal vez es sólo una persona hablando consigo misma. Quizás sea un monólogo de esta persona, pero esto no lo podemos saber, ya que se habla en voz tan baja que le resulta imposible al narrador entender nada de lo que se dice. Esto nos hace también difícil tratar de clasificar al cuento como una historia anecdótica, una referencia histórica, una reflexión introspectiva o un episodio de ciencia ficción. Tal vez sea un cuento existencialista, pero eso tampoco lo sabemos.

Al final del cuento, todo queda tal como empezó, lo que nos hace dudar de si realmente pasó algo, todo fue un sueño, o que todo lo actuado no tuvo ningún efecto sobre los sucesos, los que, por otra parte, también desconocemos.

Al final, el lector no sabe qué es lo que realmente ha pasado, ni hay un giro sorpresivo de la historia que le haga entender qué es lo que sucedió. Es, en realidad, un cuento muy tonto, y no perderé aquí mi tiempo transcribiéndolo.

Leer a Kafka hace mal a algunas personas.

viernes, 9 de abril de 2010

El misterio del loro

Ahora que el asunto ha pasado a mayores y los diarios se ocupan del caso, y la opinión pública exige una completa investigación del hecho por parte de las autoridades competentes, considero mi deber explicar la historia desde el comienzo, la cual conozco de primera mano, no por haber tomado parte en ella, sino por conocer personalmente a los implicados.

Creo que todo empezó en la oficina de uno de mis amigos, bastante aficionado a las mascotas, comentaba con uno de sus compañeros de trabajo la pena por haber dejado escapar al canario, en un momento de descuido al abrir la puerta para alimentarlo.
- Bueno, si es que te gustan las aves, yo puedo ayudarte… Tengo un loro que ya no puedo mantener, y estaría dispuesto a vendértelo, a un buen precio…
- ¿Un loro? No lo sé…
- Es un animal muy inteligente, puedes enseñarle a repetir palabras, y además, si lo cuidas bien, no se escapará aunque esté fuera de la jaula…
- Me parece bien, pero la jaula que tengo no es para un loro…
- Eso no es problema… Te lo venderé con la jaula… Es una jaula grande y bonita… y te la dejo como regalo por el loro… Vamos, anímate…
Por un momento mi amigo se sintió a gusto con la idea, pero notó algo extraño. El precio era bastante bajo para un loro con jaula y todo. Echó una mirada penetrante al rostro de quien parecía tan ansioso de vender a su mascota.
- Dime la verdad ¿Porqué quieres venderme el loro?
- Es que mi hijito ya está aprendiendo a caminar… y mi esposa tiene miedo de que el loro le haga daño en algún momento, que lo muerda o que lo arañe…

La respuesta hubiera parecido sensata, de no haber sido por la palidez mortal usada para ensayar esta explicación.
- Y, ¿Qué dices? ¿Te animas?
Esta pregunta se repitió durante varios días, hecha con cada vez mayor insistencia, lo que aumentaba las dudas de mi amigo, y a su vez hacía redoblar el esfuerzo por aceptar el loro. Al fin quedaron en que mi amigo iría el fin de semana a la casa del dueño a ver el loro. Tal vez pensaba hacer una visita de compromiso y después rechazar la oferta, pero las cosas no se presentaron de esa manera.
El día que mi amigo fue a la casa del dueño, no encontró a su compañero de trabajo, sino a su esposa, presa de un humor que impedía toda urbanidad.
- Disculpe, señora, soy el compañero de trabajo de su esposo, que vengo a…
- ¡Por fin, ya era hora! ¡Hágame el favor de llevarse a ese animal de una vez por todas!
- Pero, señora, yo quería hablar con su esposo primero sobre…
- Mire, señor, usted ya vino aquí, así que ¡Llévese al loro!
- Pero…
- ¿Qué? ¿El precio? ¡Se lo regalo! ¡Aquí está! ¡Buenas tardes!

Un portazo impidió a mi amigo hacer mayores indagaciones sobre el asunto. Una vez en su casa y con el loro en su jaula, lo examinó atentamente. No parecía tener nada malo. ¿Habría sido el causante de una pelea matrimonial? ¿Habría dañado algún bien invaluable de la familia? ¿Habría atacado a alguien? No parecía ser un animal de malas pulgas. Al salir de su jaula, el loro no pareció tener vocación alguna de arañar y romper algo. Es más, parecía ser un simpático animal. Durante todo ese fin de semana, el loro se comportó como todo un caballero. Comió su comida tranquilamente, se balanceó cómodo en su jaula, y no hizo nada que justificara esa urgencia por deshacerse de él que vió en la esposa de su compañero.
- Debe ser cierto que la esposa tiene miedo de que le haga daño a su hijo, el esposo no habrá querido regalarlo y eso causó una pelea con su esposa…

Al día siguiente, en el trabajo, mi amigo notó que el anterior dueño del loro trataba de evitarlo a toda costa. Trató de hablarle, pero era esquivado con sistemáticas huidas. - Se sentirá avergonzado por la escena de ese día – pensó. La respuesta a tal misterio la encontró esa misma tarde al llegar a su casa, en donde encontró a los vecinos reunidos en su puerta y a la policía esperando su llegada.
- ¿Es usted el dueño de este departamento? Preguntó uno de los policías. – ¿Sería tan amable de dejarnos pasar a revisar?
- ¿Qué es lo que pasa?
- Los vecinos afirman que ha dejado usted aquí a un bebé que ha estado llorando toda la tarde… Por favor, déjenos verificar.

La revisión fue hecha rápida y minuciosamente, sin encontrar nada. Ya el oficial se despedía pidiendo disculpas por las molestias, cuando mi amigo vio al loro sonriendo inocentemente desde su jaula. Comprendió de golpe toda la verdad: El loro había escuchado llorar al hijo de su dueño tantas veces que aprendió a imitarlo! ¡Por eso era la urgencia de deshacerse de él!

Empezó a sopesar las posibilidades: Estaba seguro de que no habría forma de que ni su compañero ni su esposa aceptaran nuevamente al pajarraco. Quedarse con él significaba nuevas quejas de los vecinos y visitas de la policía. Se imaginaba leyendo la noticia de un secuestro de un niño en algún sitio, y escuadrones completos de policías ingresando violentamente a su departamento para arrestarlo antes de comprobar que era un loro el que gritaba como bebé. Abrir la jaula para dejar que vuele libremente no dio tampoco resultados. El loro parecía perfectamente cómodo con su nuevo hogar y no parecía nada ansioso de respirar nuevos aires.
La única idea viable se le ocurrió en la madrugada y la puso inmediatamente en práctica. Puso al loro en su jaula y lo llevó en auto hasta un parque en ese distrito que se precia de tener los mejores árboles de la ciudad. – Así tendrá un buen hogar, será libre y feliz, y yo me libraré de todos estos problemas…

Esa es, y no otra, la causa de esa noticia de la que está hablando toda la ciudad. Todas las historias del fantasma del niño que llora en el parque, los movimientos de la policía para encontrar la mafia que roba bebés para darlos en adopción a adinerados extranjeros, y los rituales satánicos que sacrifican niños en plena ciudad, se deben al loro liberado por mi amigo, que sigue dando sus gritos de bebé para que lo escuche la aterrorizada población.

Es por eso que me siento en el deber de dar a conocer la verdad, ocultando los nombres de los implicados, no sea que la policía los meta a la cárcel como ejemplo para que a nadie más se le ocurra dejar a un loro y a un bebé llorando en el mismo sitio…

domingo, 4 de abril de 2010

Hannibal Lecter en el Perú

Después de las lluvias que afectaron tanto al turismo en el Cuzco, las autoridades están en una campaña para invitar a celebridades a que se den una vueltita por esta imperial ciudad, de modo que el turista común y corriente se anime a visitarnos. Así, pues, no fue raro encontrar en un restaurante no tan conocido, pero íntimo y acogedor, nada menos que a Hannibal Lecter. Sin dudarlo me acerqué, armado de mi celular con cámara y mi libreta de autógrafos.

- Dr. Lecter, supongo…

El Dr. Lecter ni siquiera se dignó a mirarme, dejándome en una posición incómoda, sin saber si quedarme o irme. Me quedé, casi hipnotizado al verlo comer. Realmente no he visto, ni creo que vuelva a ver, el raro espectáculo de alguien comiendo carne cruda con tan exquisita fruición y sin romper ninguna de las reglas de la etiqueta.

- Dr. Lecter ¿Me permite acompañarlo?

- Tome asiento, joven, si gusta – Me dijo con una cortesía impecable.

- Es un honor que visite nuestro país… ¿Qué le trae por aquí?

- Hace tiempo que he querido visitarlo… Me han hablando altamente de la cocina peruana y ahora se presentó la ocasión… Confío en encontrar a los peruanos tan deliciosos como me han dicho…

- Ehh… Se refiere a la comida ¿Verdad?

- Los peruanos son tan simpáticos y serviciales… Ayer vino un mozo a preguntarme qué deseaba, y me comí unos riñoncitos con habas, acompañados de un buen pisco… Mmmm…

La conversación estaba tomando un cariz que no me gustaba nada, así que intenté cambiar de tema.

- ¿Y ha venido usted solo, Dr. Lecter?

- En realidad, venía con un amigo, pero él se tuvo que quedar en el aeropuerto… Por alguna razón ya no dejan entrar con lonchera al avión. Motivos de seguridad, supongo.

- Y habrá usted venido a visitar nuestras maravillas arqueológicas, o nuestros bellos paisajes ¿No es cierto?

- ¡Oh, no! En realidad vengo por turismo gastronómico. Soy un gourmet, como usted sin duda sabe, y vengo a probar todo lo que pueda del Perú…

Por alguna razón, el Dr. Lecter, lograba siempre llevar la conversación hacia el tema de la comida, y con un tono que me hacía pensar que lo suyo no era precisamente la comida vegetariana. En eso llegó el mozo con un plato.

- Aquí tiene lo que pidió, Doctor. Unos ricos anticuchos de puro corazón, jugositos, término casi crudo…

Aquí sí me convenció de lo suyo era en verdad turismo gastronómico. Los ojos muy abiertos, y ese rostro de felicidad al ver los anticuchos, denotaban a alguien que se alegraba verdaderamente al llegar el plato.

- Maravilloso… En realidad es un corazón ensartado en una estaca… Es usted un mozo muy atento, igual que el que me atendió ayer, mis felicitaciones…

- Gracias, y a propósito, ¿Qué habrá pasado con el mozo de ayer? – inquirió el mozo – Salió ayer con usted y ya no regresó hoy…

- No se preocupe, ayer tuvimos una larga conversación y se irá conmigo… Salvo, claro, lo que pueda digerir de él hasta el vuelo…

Esta última frase me decidió a despedirme antes de que al Doctor Lecter se le ocurra convertirme en parte del menú como postre o como bocadito para el camino. Pero al menos me debía despedir.

- Ha sido un gusto, quiero decir, un placer, haberlo conocido Doctor Lecter… Espero que lo pase bien durante el resto de su visita a mi país…

- Yo también lo espero… Su país es muy hospitalario, esta noche estoy invitado a una ceremonia, creo que me quieren nombrar pishtaco honorario, o algo así… Entiendo que es ese un gran honor aquí… ¿Me haría el honor de acompañarme?

- Lo siento, Doctor, créame que justo hoy tengo otros compromisos… Adiós…

No sé por qué, pero al salir me dieron ganas de comerme una hamburguesa cruda, y al llegar al McDonalds más cercano vi a algunas guapas chicas que se veían muy ricas, y daban ganas de comérselas…

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