jueves, 30 de octubre de 2014

El Muqui


Ya es época de Halloween, que es otra de esas fiestas importadas que, más allá de estar a favor o en contra, es algo de lo que mucha gente habla. Y es época también de contar cuentos de miedo. Lamentablemente, el cine y la televisión nos han atrofiado la imaginación, y ahora la gente parece aceptar solamente cuentos que tengan zombies, vampiros y cosas que nada tienen que ver con nuestra idiosincrasia. Sí, pues faltan espantos peruanos que agregar al menú de Halloween. Y el Perú es un país donde las criaturas terroríficas abundan, con el agregado de que todas ellas son reales, no la imaginación de un europeo trasnochado. 
A lo largo de mi trabajo en las provincias del Perú he escuchado historias como para aterrar a los paseantes durante varios Halloweens seguidos, modestia aparte. Historias del antimonio, los espíritus de las huacas, los brujos y brujas, jarjachas, duendes, fantasmas, sirenas, todas ellas he escuchado, con testimonios de personas que lo han vivido en carne propia, de esas historias que comienzan siempre con la frase “Yo no creía en esas cosas, pero…”. Esa es la diferencia con las historias que nos llegan desde otros lugares. No creo que ningún norteamericano vea como cierta la posibilidad de ser atacado por un zombie o se resista a entrar en un bosque por temor a encontrar a un duende. En cambio ese tipo de encuentros con criaturas de fantasmales son casi cosa de todos los días por aquí. Voy a contar algunas de estas historias, las referidas al Muqui.

El Muqui es un duende de las minas, que vive en el interior de los socavones. Es del tamaño de un niño pequeño y se le ve vestido como minero, con casco, pico y linterna. En el trabajo en el que me encuentro actualmente, donde se han cavado buena cantidad de túneles, varios de los trabajadores dijeron haberlo visto en las noches. El Muqui hace perder el camino a los trabajadores, quienes lo persiguen creyendo que los conducirá hacia algún tesoro. Lo que ha pasado en realidad, es que el Muqui guiaba a los trabajadores a un área oscura del túnel para que no pueda salir, o los llevaba a una parte con poco oxígeno para que se asfixie. Este fue el caso de uno de los trabajadores de la obra, quien vio la luz de la linterna que llevaba el Muqui, y la siguió, confundiéndola con la de uno de sus compañeros. Como la luz se adentraba cada vez más en los túneles, el trabajador creyó – y así lo dijo después – que su compañero le estaba jugando una broma escondiéndose y apareciendo la luz.  Afortunadamente una cuadrilla encontró al trabajador antes de que se perdiera definitivamente. Esta cuadrilla fue la que encontró la causa de la casi desaparición del aquel trabajador. Unas huellas pequeñas que no podían pertenecer al personal de la obra, debido a su tamaño y a que solo una de las huellas era humana, la otra era de un animal, tal como se dice del Muqui, que tiene patas de animal. En esta obra, el caso era tan real que se dio la orden de que ningún trabajador ingresara solo a los túneles, y se tomó la precaución adicional de repartir caramelos a los obreros para que los dejaran en el túnel, pues al Muqui le gustan mucho y así se le tiene contento para que no moleste a la gente.

El Muqui gusta también de llevarse las herramientas de los trabajadores, especialmente aquellas de metal brillante. No sé si en otros países se encuentra en los reportes de salida de herramientas del almacén la anotación “reemplazo por robo del Muqui” pero eso era lo que pasaba.

El tema de aplacar al Muqui con caramelos yo ya lo había escuchado anteriormente en otra mina a varios cientos de kilómetros, lo que descarta la posibilidad de una creencia local. En esta otra mina, me contó la ingeniera de seguridad de la resistencia del personal a hacer trabajos nocturnos por la presencia del Muqui. Los conductores de camiones, los pocos que hacían tales trabajos, llevaban siempre una bolsa de caramelos y dejaban caer unos cuantos en el camino cada cierto tramo. La ingeniera, que no creía en estas cosas, pidió que se detenga esta costumbre, obteniendo una oposición total, por el miedo a que el Muqui causara accidentes. Se decía que ya entonces el Muqui había ocasionado un par de accidentes a los camiones antes de que los choferes adoptaran esta práctica preventiva. Al día siguiente, la ingeniera pidió a uno de los choferes que se detuviera en el lugar donde la noche anterior arrojara los caramelos. No encontró ninguno. “El Muqui se los ha llevado, pues”, era la explicación que le dieron los choferes.

Nosotros los ingenieros educados y globalizados, supuestamente no creemos sino en aquello en lo que podemos comprobar su existencia, hasta que encontramos este tipo de cosas que nos hacen comprender que no todo se trata de números de niveles de productividad y planeamiento de recursos. También hay cosas desconocidas de las que se cuentan en las noches no para asustar a la gente, sino para prevenirla en caso de que se encuentre uno con el Muqui en uno de los túneles.

Nuevamente, en esta historia no he inventado nada, solo cuento lo que me han dicho testigos presenciales de los eventos. Mucha gente que trabaja en las minas del Perú puede contar más de lo que yo pongo aquí. En esta época de contar historias de miedo, yo cuento solo algunas de las muchas que se pueden encontrar en el Perú.

domingo, 26 de octubre de 2014

Eurocentrismo

El turista salió del hotel, dejó la copa en el plato que le sostenía el mozo y empezó su caminata hacia el bus amoblado. Su guía, un joven de ojos despiertos, piel cobriza y mejillas quemadas por el frío que le delataba como uno de los habitantes de la zona, le indicó el camino, acción innecesaria ya que solo había un corto camino hacia el bus.  Por aquí, su excelencia, le dijo. El turista no supo decir si el tratamiento de “Excelencia” era dado a todos los turistas VIP, o si se trataba de una burla al verlo vestido con pantalones cortos y blancos, botas de media pierna y sombrero blanco de ala ancha. El atuendo había ya causado otras sonrisas condescendientes en el aeropuerto entre otros turistas vestidos con ropa deportiva y los locales de polo y blue jeans. Su ignorancia del español le impidió entender los comentarios, aunque pudo distinguir las palabras “safari” y “África” mientras lo observaban.

Mientras el bus hacía el recorrido por la carretera asfaltada hacia el parque arqueológico, sacó la cámara para fotografiar el camino, como una forma de librarse de la cháchara del guía y los demás pasajeros, incluyendo su esposa y sus dos hijos. No le importó interrumpir al guía para preguntar, casi en tono de reclamación. “¿Dónde están los nativos?”. El guía le señaló sonriente a un grupo de personas que iba por el camino. “No, no, trajes típicos”. “Cuando lleguemos”, fue la respuesta.

Al llegar a la entrada, con la cámara lista, solo encontró a una señora con traje multicolor que se dejaba tomar fotos con una llama. “A picture? Just three dollars, Mister”.  Se sintió estafado, más que por el precio de las fotos, por los empastes dentales de oro y el celular que contestaba la señora entre foto y foto.


Ya en las ruinas, volvió a quejarse con el guía. “Nos prometieron un tour exclusivo, ¿Qué hace toda esta gente aquí? El guía trató de explicar eso no significaba que cerrarían todo el complejo para recibirlos a ellos, de las dificultades de la temporada alta, y que esas cosas ya no se hacen, por muy importantes que fueran los visitantes.
“No estoy acostumbrado a estas cosas, ¡Yo pertenezco a la nobleza!” – “¿Acaso desciende de reyes? Yo sí” – les respondió el vigilante.
El turista le miró de arriba abajo con desprecio, disimulando la sorpresa de escuchar a un vigilante hablando inglés. “Mi apellido es Yupanqui, al igual que uno de los últimos incas”. – “Así que por favor compórtese dentro del complejo” - agregó, con tono de terminar la discusión.

Afortunadamente, la vista de las ruinas incaicas lo dejó sin palabras. Enormes muros hechos de piedras gigantescas de forma geométrica, y unidos sin argamasa dejaban a las más sólidas construcciones europeas como obras primitivas. Fiel a sus conocimientos de historia, pensaba que un castillo hecho de esa manera en Europa hubiera sido inexpugnable ante un sitio y hubiera soportado ataques de catapultas e incluso balas de cañón. Miró nuevamente al guardián, a su guía y a las señoras de trajes típicos y su llama, incapaz de conciliar su aspecto con la capacidad de construir paredes tan magníficas.


“¿Cómo se hicieron estas paredes?” El guía respondió que las técnicas exactas se han perdido, y cómo los arqueólogos tienen teorías sobre el transporte y el pulido de las piedras hasta hacerlas encajar. Explicación inútil, simplemente era imposible que nativos que, estaba seguro, habían dejado hace pocos años las plumas y los taparrabos y los arcos y flechas, hubieran podido hacer estas paredes. Tenía que haber una explicación, tal vez los masones o los templarios se habían refugiado en estos lejanos lugares huyendo de la persecución, los constructores del templo de Jerusalén, quizá los egipcios hallaron la forma de atravesar siglos y océanos para llegar aquí para hacer esas construcciones. Pero no, estos edificios no se parecen a ninguno en Europa o Asia.


Al llegar al hotel en la noche, el turista escribe en su laptop sus impresiones del viaje: “He visitado hoy las ruinas incas. Los nativos se han extinguido y solo quedan disfrazados de occidentales. Las construcciones son claramente obra de extraterrestres”.

martes, 21 de octubre de 2014

Los peores errores de los Beatles

Hoy me toca volver sobre el tema de los Beatles, contando cosas que los demás no se atreven a escribir. Los Beatles como cualquier otro grupo de personas, hacían cosas de las que después no se sentían orgullosos, y otras veces, realmente metían la pata en grande. Me he tomado el trabajo de recopilar los mayores errores que cometieron durante su carrera. Después cometieron otros enormes cuando ya estaban separados, pero esa es otra historia. Aquí pues, mi lista de los mayores errores de los Beatles:


-  Let it Be: Los Beatles, en el apogeo de su fama mundial, firmaron un contrato con United Artists para hacer cinco películas, tal vez con la idea de imitar a Elvis Presley, quien en ese tiempo pasaba sus días filmando tonterías y sin hacer conciertos. La primera película fue un éxito, la segunda no se les salió tan bien y fue terminada a duras penas, por lo que se les quitaron las ganas de hacer otra. Producto de este cansancio fue la idea de que la siguiente película sea de dibujos animados. Pero quedaba una última película por hacer. Para ese entonces los Beatles ya se habían convertido en cuatro solistas que tocaban juntos. La idea de Paul McCartney era volver a reunir al grupo para tocar conciertos y volver su música a sus raíces de Rock and Roll. Como idea era buena pero el momento no podía ser peor. Los Beatles eran ya un grupo en proceso de separación y eso fue lo que se vio en el film. Las discusiones y encontronazos son reflejadas fielmente, así como la desidia de John Lennon para participar en las canciones de George y Ringo. Los únicos momentos alegres de la película es cuando están tocando juntos.


-   Magical Mistery Tour: Este fue un intento de los Beatles de escribir, dirigir y actuar una película. Lo peor es que solamente se dieron de que no podían cuando vieron el producto terminado. Lo que resultó puede calificarse de una locura psicodélica sin sentido alguno. Para colmo, esa fantasía psicodélica llena de colores brillantes fue emitida por la televisión inglesa en blanco y negro. El descalabro fue tal que la crítica empezó a hablar del fin de los Beatles.

-   Northern Songs: Este error fue cometido al inicio de la carrera de los Beatles, pero sus consecuencias perduran hasta hoy. Cuando todavía no estallaba la Beatlemanía y estaban necesitados de dinero, Brian Epstein, el manager de los Beatles, que era también un aficionado en esto de manejar grupos, no sabía manejarse en las grandes ligas. Producto de esto fue la firma de un contrato tramposo y leonino que vendía las composiciones futuras de los Beatles y cobraba un porcentaje de 45 % de las ganancias que generaran las canciones, bajo la forma de una empresa editora llamada Northern Songs. Claro, ninguna de las partes podía prever en ese momento el éxito que tendrían esas canciones. Cuando los Beatles empezaron a ganar dinero, se dieron cuenta de que no eran dueños de sus propias creaciones. Los Beatles no pudieron renegociar nunca el acuerdo y el contrato se traspasó a otra empresa. Con los años, el catálogo de los Beatles se convirtió en un objetivo preciado cuando salió a la venta en 1983. Paul McCartney intentó comprarlo, pero perdió la puja con Michael Jackson. Hoy este activo pertenece a Sony Music y está valorizado en miles de millones de dólares.

-   Revolution 9: Este es la canción de los Beatles que… Ni siquiera es una canción, es un conjunto de sonidos al azar donde lo único entendible es la voz de John Lennon repitiendo las palabras “Number 9” como una letanía. Si una canción así la hubiera hecho cualquier otro de los Beatles hubiera sido inmediatamente rechazada, pero siendo John, se aceptó incluirla en el Album Blanco. Como será de mala que a la fecha no conozco de nadie que haya hecho un cover de esta canción. A pesar de esto, John Lennon no aprendió la lección y se atrevió a publicar un disco entero de este corte, llamado “The Wedding Album”, como solista con Yoko Ono.

-   La promoción “Revolution/Hey Jude”: Allá por 1968, los Beatles tenían una tienda en Londres, donde vendían música rara, ropa psicodélica y otras cosas más. Este sería otro error en la lista, pero lo que pasó después fue mucho peor. La tienda no funcionó y decidieron cerrarla. Con la tienda cerrada y las vitrinas vacías a la vista del público, los Beatles decidieron usar los vidrios para promocionar el lanzamiento de su próximo single. Así que escribieron los nombres de las canciones del disco en los ventanales que daban a la calle. Los londinenses quedaron escandalizados al ver las ventanas en donde se había escrito a mano “Hey Jude” y “Revolution”. Estas inscripciones se parecían demasiado a lo que escribieron los nazis en los negocios propiedad de los judíos antes de la segunda guerra mundial en la que se llamó “La noche de los cristales rotos”, y que marcó el inicio de la persecución a los judíos. Aunque se disculparon públicamente, el daño ya estaba hecho. Por un tiempo, se acusó a los Beatles de ser pronazis.

-    Paul McCartney admite haber probado LSD: En 1967, los Beatles todavía funcionaban como grupo, y lo que hacía uno repercutía en los demás. Cuando  Paul admitió haber probado LSD en una entrevista. Causo una conmoción en Inglaterra. Era el primer artista que lo hacía. Los demás miembros le reprocharon haberlo hecho sin consultarles. Esto era lo menos. Todos los rockeros ingleses pagarían las consecuencias. A partir de entonces, los Beatles y otros músicos fueron víctimas de redadas intempestivas de la policía en sus casas, buscando drogas, y en muchos casos, encontrándolas. Los Rolling Stones, George Harrison y Donovan fueron encontrados culpables de tener drogas en sus casas.

-   Apple Corps: Cuando alguien se mete en lo que no conoce, lo más seguro es que va a perder su dinero. Y cuando los Beatles tuvieron mucho dinero, se metieron en una empresa que parecía a propósito para esto. Hoy podría servir en los cursos de negocios y de gerencia como ejemplo de lo que no se debe hacer en una compañía. No tenía una visión de negocios, y en realidad nunca se supo realmente a qué se dedicaba. Lo sensato hubiera sido que se dedique solamente a la producción de música, con los Beatles como respaldo, pero quisieron hacer películas, libros, artefactos electrónicos, y una lista indeterminada de otras cosas. El resultado fue una pérdida de dinero monumental que tuvo a los Beatles al borde de la quiebra e hizo el proceso de separación mucho más doloroso. De todo esto lo único que quedó fue Apple Records, que duró hasta 1975 y fue reflotado en los 90, esta vez con mayor éxito y cuidado financiero.

-   Magic Alex: Con el éxito, los Beatles formaron una camarilla con los amigos íntimos, el productor, manager, y otros. A esta camarilla era difícil entrar, como protección contra todos aquellos que se querían aprovechar de su fama y dinero. Uno de los pocos que logró entrar al entorno de los Beatles fue Alexis Mardas, a quien llamaron “Magic Alex”, debido a que el tipo decía ser inventor, y mostraba algunos artilugios o ideas que encandilaban a la gente. Cuando conoció a John Lennon, le ofreció artefactos que decía estar en proceso de invención. Cámaras de rayos X, papel tapiz para paredes que servía además como parlantes, platillos voladores a partir de motores de auto, protección para casas usando campos de fuerza invisibles, todo eso y más ofreció. Los Beatles creyeron todo esto y le ofrecieron el puesto de jefe de la división electrónica Apple, recién creada. No solo esto, le dejaron jugar con todo el estudio Abbey Road, con la idea de convertirlo en un estudio de 72 canales. Nada de esto funcionó y Magic Alex jamás pudo entregar algo que funcionara, dejando a su paso un reguero de chatarra. Al final, se convirtió en uno más de los despilfarros en que se convirtió Apple Corps.

-   Los Beatles son más famosos que Jesucristo: Este es el más famoso y peor error de los Beatles. En una entrevista, John Lennon afirmó que eran más populares que Jesucristo. La cita pasó desapercibida al momento de su publicación, pero no fue así cuando fue publicada tres meses después en Norteamérica, con motivo de la siguiente gira de los Beatles por ese país. Los líderes ultraconservadores y los estados del llamado “cinturón bíblico” de Estados Unidos prácticamente le declararon la guerra a los Beatles. Hubo quema de discos llamamiento a boicotear conciertos y hasta el Ku Klux Klan hizo declaraciones al respecto. El resultado fue que los Beatles dieron por primera vez conciertos donde no se vendía la totalidad de las entradas, y hallaron razón para retirarse de los conciertos una vez que se terminó esta gira.


Con esto termino. Aunque seas un Beatle no significa que siempre sepas hacer las cosas. Puedes ser estafado, engañado o desfalcado. A fin de cuentas, eres humano.

jueves, 16 de octubre de 2014

Pandora


Pandora seguía teniendo su caja. Al principio no había mostrado interés. Sabía que todo había pasado, que todo estaba acabado. No sabía si aún quedaba algo dentro o no, si la caja seguía vacía o todavía conservaba algo dentro. Pero poco a poco, su fortaleza fue decayendo. Veía la caja cada día, y cada día se preguntaba qué pasaría si la abriese de nuevo, que pasaría si descubriera lo que había quedado en su interior.
Algunas veces pensaba que quizá dentro hubiera grandes cosas para el mundo, grandes cosas para ella... amor, ilusión, felicidad,... miles de cosas que la harían feliz.
Pero otras, pensaba que quizá, abrir la caja solo le traería más males, la dejaría totalmente destrozada, hundida, y pidiendo a cada día una muerte que tendría tarde o temprano que llegar.
Cada día era peor. Pasaba tiempo sin verla, pero de vez en cuando, volvía a abrir ese cajón donde la caja estaba, y volvían a recorrer fantasmas su cabeza... ¿Y si la abriese? ¿Y si fuera cierto aquello que dicen? Aun podría quedar la esperanza, aun podría volver a ser todo como al principio... como tantas veces lo había soñado.
Pandora pasó noches en vela, y aun hoy las pasa, no sabiendo qué hacer, no sabiendo qué camino tomar.

Y mientras tanto, la caja sigue intacta, conteniendo el más vacío de los vacíos... o quizá esa pizca de esperanza que aun pueda rehacer la vida de esa dama.


Este pequeño relato lo encontré como uno de esos papeles tirados en la calle, de esa inmensa calle que es internet. El original está aquí: http://niebladeavallone.blogspot.com/2009/09/cuaderno-de-bitacora-esperanza.html

sábado, 11 de octubre de 2014

La verdad está en los libros


Cada vez que se entrega un Premio Nobel de Literatura, la gente empieza a preguntarse sobre si han leído alguna vez al reciente galardonado. La respuesta es invariablemente negativa. Y no solamente es porque el autor sea de algún país de donde no lleguen aquí sus libros (es decir, no habla español, ni inglés ni francés), sino que simplemente la gente no lee. Si yo hago una encuesta sobre a qué autor vivo han leído las personas, estoy seguro que solamente me van a mencionar a Paulo Coelho, Crepúsculo o a algún autor de libros de autoayuda, creyendo que eso es literatura. Así estamos. Con suerte, la gente se entera de algún cuando le hacen una película. Y eso tampoco es. Yo he empezado a leer algunas de esas novelas que escriben los autores norteamericanos pensando en cómo la adaptarán al cine más que en su valor literario, y nunca pude terminarlas, porque todas me parecían seguir un molde preciso: Capítulos cortos para que el lector con déficit de atención no se aburra, ausencia de sinónimos, escenas que parecen narraciones de una película, ausencia de desarrollo de personajes.

Y las películas siempre cambian lo que dice el libro, al grado de que se puede reconocer si una persona ha leído el libro simplemente preguntando sobre las diferencias con el filme.
Como ejemplo, he recopilado algunas de las cosas que la gente cree sobre las grandes obras de la literatura y que al leer el libro resultan falsas. Hay que leer, entonces.

¿Viernes, el compañero de Robinson Crusoe, era negro?  FALSO. En la obra original de Daniel DeFoe, Viernes se identifica a sí mismo como “caribe”. Es imposible, además un nativo de una isla caribeña de raza negra.

¿Alí Baba era el jefe de los 40 ladrones? FALSO. Siempre que se habla de Alí Babá, se refieren a él como “Alí Babá y los 40 ladrones. En realidad Alí Babá primero roba y luego mata a la banda de los 40 ladrones. ¿Cómo? Hay que leer el libro.

¿Sherlock Holmes solía decir “Elemental, mi querido Watson? FALSO. Esta frase no aparece en ninguno de los libros escritos por Arthur Conan Doyle. Solamente una vez en uno de sus cuentos aparece la palabra “Elemental” dicha por Sherlock Holmes.

¿En “El Quijote” se encuentra la frase “Ladran, Sancho, señal de que avanzamos”? FALSO. Esta frase no se encuentra en el libro escrito por Miguel de Cervantes, sino en la película dirigida por Orson Welles en 1957, quien a su vez la recogió de una cita apócrifa.

¿La Sirenita se casó con el príncipe? FALSO. En el cuento de Hans Christian Andersen, la Sirenita acaba mal, muy mal. El príncipe se casa con otra mujer, y la Sirenita muere, convirtiéndose en espuma de mar. Las películas de Walt Disney dan para varios casos de atropello al libro, empezando por las muertes que son omitidas en sus películas. Repasemos unas cuantas: Baloo (El Libro de la Selva), Quasimodo (El jorobado de Notre Dame), el Hada Azul y Pepe Grillo (Pinocho), Pocahontas.

¿D’Artagnan era uno de los Tres Mosqueteros? FALSO. El libro de Alejandro Dumas trata de la amistad del joven D’Artagnan con quienes eran conocidos como “Los tres mosqueteros” debido a que siempre andaban juntos. D’Artagnan no se convierte en mosquetero hasta pasada más de la mitad del libro.

¿Los samaritanos eran personas buenas y compasivas? FALSO. Esta es para los que no han leído la Biblia. Los samaritanos eran rivales de los galileos y por lo mismo no se llevaban nada bien. El evangelio de Juan narra una escena en que una mujer samaritana niega a Jesús agua de una fuente, lo que era una descortesía mayúscula. Jesús, en su parábola del buen samaritano, se sirve más bien de este detalle como contraste con el doctor de la ley y el sacerdote (quienes debían ser mas caritativos debido a su profesión) que se niegan a atender a un herido en el camino.

¿No quieren que los engañen de nuevo? ¡A leer!

lunes, 6 de octubre de 2014

Yo, exótico


Vivo, como más de uno habrá notado en mis posts anteriores, en el Perú, país que en otros sitios evoca un lugar lejano y exótico. Y ahora que estoy trabajando en un lugar al que acuden muchos turistas, el sentimiento de que vivo en un lugar que otros consideran extraño y especial se acrecienta, dejándome en la duda de si vivo realmente en un lugar mágico o si es solamente que como lo veo todos los días no es más que un sitio común y corriente para mí.

Esto significa que la tengo difícil a la hora de las metáforas y frases hechas provenientes de la cultura europea y norteamericana, que ahora pasa como “globalizada”. El “Vale un Perú” de los franceses está bastante devaluado para mí, si es que considero lo que gano de sueldo. Eso que veo en la películas que cuando alguien quiere escapar lo más lejos posible, menciona regularmente al Perú como destino. Esto nos hace difícil tener un lugar en el mundo a dónde escapar, pues es sabido que no importa a qué escondido lugar del planeta vaya uno, siempre encontrará a un peruano.

Y es que lo que los europeos consideran como un destino exótico es mi casa, por lo tanto, para mí tal destino no es exótico. Para mí los países exóticos son lugares como Hungría, Azerbaiján o Rumania.
En cuanto a la gente, para nosotros las razas exóticas son los rubios de ojos azules. Una vez salí con mi cámara a tomar fotos a los turistas, y cuando me preguntaron por qué, respondí que ya que los turistas gustan de tomar fotos a los nativos, no veo por qué yo no podía tomarle fotos a los extranjeros. Lo que me sorprendió fue que mis compañeros, en vez de refutar mi lógica, reaccionaron negando la idea de que nosotros fuéramos los “nativos”, pensando que esa palabra solo aplica a los salvajes que llevan arco, flecha y visten con taparrabos.

La geografía de los sueños y las concepciones está cambiada o totalmente invertida para nosotros los peruanos. El Lejano Oeste aquí resulta ser el Lejano Oriente, pues en esa dirección no tengo sino el Océano Pacífico que llega hasta China. Aunque he cumplido el sueño de muchos europeos de los siglos pasados, no me siento especialmente afortunado por haber estado en Jauja, que no es un país, sino una ciudad, de donde provienen, por añadidura, algunos amigos míos.

Mirando un mapamundi, me doy cuenta de que a diferencia  de ingleses y norteamericanos, el “Down Under” para nosotros no sería Australia, sino Chile. Y a diferencia de que lo que dicen los libros, poemas y películas hechas en el otro hemisferio, para nosotros, las aves no vuelan al sur en el invierno. Vuelan al norte.

Buscando en los libros y mapas de mi país puedo, sin embargo, encontrar algunas metáforas. Desde mi casa en Lima puedo tomar un autobús que me lleve a La Victoria, que resulta ser un barrio en el centro de Lima. Si quiero llegar a La Libertad, que es una región al norte de mi país, puedo hacer un viaje largo en bus o tomar un avión que me llevará en una hora. Supongo que a muchos europeos les sorprendería saber que un viaje a La Victoria o a La Libertad implican tan poco esfuerzo.

Tal vez, después de todo, tenga que aceptar que el exótico soy yo.

miércoles, 1 de octubre de 2014

Una bella, un café


Llegué al café cerca de la plaza, como otros turistas que se refugian del frío nocturno. No pensaba en nada más que tomar uno de los buenos capuccinos que sé que sirven allí, pero las cosas se presentaron de manera diferente. Fue allí cuando la vi. Una mujer bellísima, sola, esperando un chocolate caliente y algo que comer. Empecé, casi como acto reflejo, a buscarle conversación. Ella solo dijo un par de palabras, suficientes para hacerme saber que era brasileña. Redoblé mis esfuerzos, tratando de intercalar las pocas palabras en portugués que conozco, confiando en que su poco castellano le bastara para entenderme. En eso llegó su pareja. Ignoro si sería un amigo, su esposo o su enamorado, pero al verme hablar tan animadamente (ella no había respondido una sola palabra), intervino en mi monólogo. Nos quedamos conversando una hora él y yo, una de esas charlas de turistas, comparando nuestros respectivos viajes y hablando sobre nuestros lugares de origen. Ella no dijo más de dos palabras para asentir lo que el otro decía. Cuando salimos y nos despedimos, me quedé pensando si no habría roto mi propio record de tonto, al tratar de abordar a una bella mujer y terminar haciendo amistad con su pareja.
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