domingo, 26 de octubre de 2008

¿Y si no hubiera Dios?



Mirando otros blogs, veo de vez en cuando algún post que habla de Dios. Y normalmente encuentro entre los comentarios a alguien defendiendo su ateísmo de manera tan fanática que me hace pensar en que si el ateismo fuera una religión estas personas serían fundamentalistas predicando una Jihad contra cualquier Dios que se le ponga al frente.
Me gusta una frase de la Madre Teresa, cuando le preguntaron por qué existe el hambre en el mundo. Porque tú y yo no compartimos lo que tenemos, fue la simple respuesta.
Ahora que es el mes morado, es bueno pensar un poquito. Pondré algunas reflexiones apresuradas a continuación:

¿Qué pasaría si no hubiera Dios? ¿Significaría que no existen el bien y el mal? No creo, ya que eso lo vemos todos los días. Muy bien, entonces nadie me premiará por el bien que haga ¿y es por eso que haría una buena acción o ayudaría a alguien que me necesite? ¿Por una mezquina recompensa? Entonces no he hecho el bien. Ha sido un acto de interés.

¿Tendríamos entonces permiso para hacer el mal a nuestros semejantes? Si no tendré una recompensa en el cielo, tampoco tendré un castigo en el infierno. ¿Y qué gano haciéndole mal a alguien? Sería entonces un estúpido gastando tiempo y energías en algo que ni me va ni me viene.

¿Si no existiera el fin del mundo? Eso es algo que me molesta de aquellos que tratan de convertirme y me amenazan con el juicio final, como las madres que amenazan a sus hijos diciendo “Espera que llegue tu papá, que el te va a castigar”. La cosa es así de simple. Si yo ayudo a las personas y me porto bien, es porque sé que es lo correcto y porque así me siento bien conmigo mismo. No por miedo al Juicio Final. No porque Dios me esté vigilando y apuntando en una lista lo que no le gusta para después cobrarme cuentas.

¿Si Dios existe, por qué permite que el mundo esté como está? Asumamos que Dios no existe. Eso significa que todo lo malo que ocurre en el mundo es culpa de nosotros, y si no lo arreglamos, nadie lo va a arreglar por nosotros. Entonces los ateos no tienen disculpa para quedarse mirando cómo se hace tanta barrabasada sin hacer nada.

¿Si alguien pudiera probar que Dios no existe? Entonces significaría que estamos solos y no tenemos a nadie. Esto debería ser suficiente para unirnos y hermanarnos. Significaría entonces la prueba de que todos somos iguales y no hay un Dios que favorezca a unos y rechace a otros.
Tal vez entonces sería maravilloso que hiciéramos de cuenta que existe Dios, que quiere que todos nos amemos, que no nos pida que vayamos a la iglesia, pero si que tratemos a los demás como a quisiéramos ser tratados.

¿Y si Dios existe? Entonces lo que pasa es que puede estar en todas partes, pero no se da abasto para arreglar todas las estupideces que hacemos. Empecemos pues a tratar de aliviarle el trabajo ayudando al que nos necesita. Y no tenemos que buscar mucho para encontrar a alguien que necesita al menos una sonrisa amable, que no nos cuesta nada tampoco.

Una persona que trataba de “convertirme” me preguntó una vez ¿Usted cree en Dios? Yo, que no me había hecho seriamente esa pregunta, me puse a sacar cuentas, y le respondí: “No lo sé bien, pero de lo que sí estoy seguro es de que Dios cree en mí.”
Y a juzgar por ciertas cosas, últimamente pienso que no solo eso, sino que además me tiene una fé bárbara.

sábado, 18 de octubre de 2008

Un poema tonto




El "cortar y pegar" ataca de nuevo. Esta vez desde
donde encontré un poema tan tonto que merece estar incluido en mi humilde paginita.

Una Historia Tonta de Caballería

Creía que habia nacido caballero,
un tortazo de mi padrastro me bajó del candelero,
mejor lo dejamos en hijo de un herrero,
que más bien me parecía ser de un carcelero.

Trabajé mucho tiempo forjando hierro,
soñando en llegar a ser algún dia caballero,
con armadura y gran espada de torero,
daba la impresión que me llevaban al matadero.

Pasaron los años que parecian siglos,
y por fín me encomendaron caballero,
de la orden de San Nicolás,
de los que mucho quitas y poco dás.

Fama y fortuna es mi meta,
aparte de alguna niña Julieta,
que me esté esperando con toda su jeta,
asomada a la rendija de su puerta.

Caballo al trote, que no al galope,
pués el pobre jamelgo sufrió una caida,
dándose un buen golpe en la zurda,
que parecía más bien un ave zancuda.

!!Maldita mi suerte¡¡,
que entre mi jamelgo cojo,
y mi amada posadera,
parecia un cuento de aqui te cojo,
que una historia a lo Romeo y Julieta.

Al final me casé con mi posadera,
y tuvimos cinco hijos a base de teta,
vendí mi pobre jamelgo y compré una herrería,
a base de martillazos me gané el pan de cada día.

Esta es la historia tonta de Matias el Quejeta,
y su bella dama la posadera,
ni fueron felices ni comieron perdices,
más toda la vida fueron de narices,
soñando ella con su caballero,
con armadura y escudero,
soñando él con su doncella amada,
delgadita y con su piel aceitunada.

Y el jamelgo a lo lejos, en la quinta legua,
deseando una yegua de buen linaje,
para montarla de un buen viaje...

viernes, 10 de octubre de 2008

El Safari de Otorongos



Estoy de viaje por la selva, con un guía que conoce todos los rincones de la selva, en busca de los elusivos otorongos. Llevo mi cámara y muchas ganas de emociones fuertes. El viaje ha comenzado muy temprano y ya llevamos varias horas de camino.
- ¿Por que no hemos visto nada hasta ahora?
- Todavía falta pa’ su sitio de los otorongos, profe… Además, ellos salen más a la tarde, ahorita están durmiendo todavía, bien flojos son…
Mucho rato después, vemos por fin en un claro del bosque a un otorongo que está descansado solo sobre una piedra.
- Mira, allá hay uno…
- Pucha, mala suerte
– Dice mi guía – Ya nos vió el otorongo…
- ¿Cómo lo sabes? Si ni siquiera se mueve, y pone cara de gatito…
- Por eso mismito, pues… cuando se dan cuenta de que alguien los mira, se hacen los inocentes, pero cando creen que nadie los ve, bien feroces se ponen...
En efecto, el otorongo hacía cara de "yo no fui" mientras trataba de esconder un pequeño roedor atrás de una piedra. Decidimos irnos a una cocha o recodo del río donde se reúnen los otorongos.
- Mire, profe, los papagallos están volando en dirección contraria a la nuestra…
- ¿Y eso es bueno?
- Si, profe, los papagallos le avisan al resto de la selva donde es que están los otorongos...

En efecto, una banda de papagallos de plumaje rojo pasa gritando estruendosamente, como diciendo “Ampay, Ampay, Ampay”.
- Normalmente los otorongos son muy territoriales, tienen su sitio para ellos solos, pero de vez en cuando se reúnen por acá
– Me dice en voz baja, mientras avanzamos ocultos por la vegetación.

Ahora si observamos la reunión de otorongos en todo su esplendor. Están organizados en pequeños grupos. La mayoría está tomando el sol sobre troncos y piedras, o comiendo algún pescado del río. Ya puedo preparar mi cámara y tomar fotos que harán parecer a los del Nacional Geografic como principiantes. Busco cuáles son las escenas más interesantes.

Uno de los otorongos está rugiendo mientras el resto del grupo duerme panza arriba con aspecto de estar en plena digestión.
- Mira, parece que ese otorongo les estuviera cantando una canción de cuna…
- Así son los otorongos, profe, uno se hace el que trabaja mientras los otros duermen…
- Parece que aquí no tienen miedo que los atrapen ¿No?
- No, cuando ven que los van a enjaular, ahí mismito se hacen los enfermos y piden que los lleven a la posta de la Cruz Roja, son bien sabidos…

En otro lado, uno de los otorongos le está quitando el pescado a un tigrillo que pasa por allí.
- Ay, hijito, tienes que saber compartir – Le dice mientras se engulle el pescado entero.
- ¡Oye, no seas abusivo! Le increpé, incapaz de contenerme, - ¡Consíguete tu propio pescado!
- No me da la gana – fue la seca respuesta.
- Pero… ¡Los otorongos no saben hablar!
- ¡Claro que no, y por eso no te voy a dar declaraciones, yo no tengo por qué justificarme contigo!


Aún me encontraba estupefacto cuando caí en la cuenta de que otra vez me había quedado dormido leyendo el periódico.

sábado, 4 de octubre de 2008

La Historia de Tonto



En aquella época lejana en que la televisión a colores era todavía un deleite para pocos, aun podíamos ver en la tarde series antiguas en blanco y negro en el canal 7. Y yo veía la serie del Llanero Solitario. Siempre me preguntaba cómo puede alguien ser solitario si siempre está acompañado de “Toro”. Más aún, cuando me enteré que su verdadero nombre era Tonto. Hoy voy a dedicar este post a uno de los personajes más incomprendidos y maltratados por el cine: Tonto, miembro de nuestro club solamente por el nombre, pero grande en sus acciones.


Allá por los años en que el hombre blanco se desplazaba hacia el oeste, las tribus indias eran desplazadas desde sus bosques y valles hacia regiones cada vez más inhóspitas. Tonto pertenecía a la tribu Potawatomi, la que era presionada por mercenarios blancos para desalojar las tierras fértiles. El más feroz de estos mercenarios, y quien hizo toda una industria del desalojo de indios fue Butch Cavendish. Cuando tenía diez años, la banda de Cavendish entró a sangre y fuego en la aldea de Pahoo-Ka-Ta Wah, que era el verdadero nombre de Tonto, dejándolo como único superviviente. Vagando desfalleciente por el camino fue encontrado por el también niño John Reid, quien viajaba con su familia a México. Pronto se hicieron amigo y Pahoo-Ka-Ta Wah llamó a John “Kemo Savai”, que quiere decir “Camisa Blanca”, por la ropa que usaba. Pero en el viaje, la caravana de los Reid fue atacada a su vez por guerreros Potawatomi, en venganza por las masacres de Cavendish. Esta vez el niño indio salvado se convirtió en el salvador, preservando a la familia Reid del ataque. Ambos niños se debían la vida mutuamente y consintieron en hacer el juramento de sangre que los convertiría en hermanos.

A pesar de ello, era peligroso para una familia blanca tener a un niño indio, y Pahoo-Ka-Ta Wah fue dejado en una misión mexicana cerca de la frontera. Allí se convirtió en un niño callado y aislado, al punto que los religiosos de la misión lo llamaron “Tonto”. Después de un tiempo, Tonto escapó a una aldea Potawatomi, donde fue recibido fríamente, pues estaba ya contaminado por el contacto con el hombre blanco. Así pues, volvió a huir y se unió a otros indios renegados que vivían del pillaje y ayudaban a otros indios a ambos lados de la frontera. En ese tiempo se enteró de que la banda de Cavendish ayudaba a un terrateniente en guerra contra los Rangers de Texas y preparaba una emboscada en el paso Bryant. En busca de venganza, fue hacia allá, pero llegó demasiado tarde. Cavendish había exterminado a los Rangers. Allí encontró apenas con vida a John Reid, quien a la sazón se había unido con su hermano Dan a los Rangers de Texas.

Los hermanos de sangre volvieron a reunirse, esta vez unidos por el deseo de venganza. Para evitar represalias, ambos decidieron ocultar sus respectivas identidades. Pahoo-Ka-Ta Wah se convirtió definitivamente en Tonto, y John se convirtió en el Lone Ranger, o el Llanero Solitario. Durante la recuperación de las heridas de John, fue Tonto quien lo adiestró en el rastreo, en el tiro con pistola, y le indicó la ubicación de la mina de plata secreta de los Potawatomi, de donde extraía las balas de plata que se convirtieron en su señal. Tonto fue también quien entregó a John Reid el antifaz hecho con el cuero de la casaca de su hermano asesinado, para recordar su juramento de venganza.

Las historias del Llanero Solitario sólo cuentan una parte de las aventuras de los hermanos de sangre. En realidad, ellos ayudaban tanto a los blancos como a los indios. Es falso que Tonto fuera tan solo el acompañante o “sidekick” del héroe. Cuando estaban en territorio indio, era Tonto el jefe del equipo y el Llanero simplemente el acompañante. Cuando estaban en las ciudades de los blancos, Tonto aprovechaba su nombre y hacia el papel de indio ignorante que hablaba un pobrísimo inglés (que hablaba perfectamente, además del español y varias lenguas indias), lo que le permitía enterarse de los planes de los blancos, que hablaban libremente al creer que no los entendía. Por su parte, John se quitaba el antifaz en las aldeas indias y se convertía en Kemo Savai, viviendo a la usanza india.

Después de muchas aventuras, lograron vengarse de la banda de Cavendish, quien fue muerto por el Llanero al negarse a rendirse, a pesar de los intentos de Tonto, quien quería llevarlo para ser juzgado por el Consejo de la Cinco Naciones Indias.
La muerte de Cavendish marcó el fin del Llanero Solitario y su hermandad con Tonto. Tonto quería mantener al Llanero en actividad, pues aunque ya habían sido vengados, las naciones indias corrían mas peligro que nunca. John Reid no solamente se negó, sino que además traicionó a Tonto apoderándose de la mina de plata de los Potawatomi, John decidió recuperar su identidad y fue a reunirse con el hijo de su hermano Dan.

Decepcionado, Tonto fue a vivir a una de las reservas indias en Michigan, de donde huyó al poco tiempo cansado de la miserable vida de los indios en las reservaciones y de las injusticias de los blancos. Sorprendentemente, decidió ir a vivir a Westchester, en Nueva York, con el fin de evitar la suerte de Jerónimo, preso en una reservación india y obligado a desfilar para los blancos. Allí moriría en la pobreza y sin reconciliarse con su antiguo hermano de sangre.

Esta es la historia. No crean lo que les cuentan en las películas hechas por los blancos que dicen que un hombre con un compañero indio sigue siendo solitario.
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...