lunes, 28 de diciembre de 2020

Balance del año 2020



Este ha sido el año en que aquellos que decían frases como “Vive cada día como si fuera el último”, o “de algo hay que morirse” han tenido que reconsiderar seriamente sus palabras. Si algún lugar común es aplicable, será decir a todas las víctimas del coronavirus que se contagiaron por divertirse en una fiesta, que efectivamente, nadie les quitará lo bailado. 

Los que gustan de hacer predicciones apocalípticas también han quedado con los crespos hechos, pues lo que amenaza acabar con la humanidad no ha sido un meteorito, ni una explosión nuclear, ni una invasión de aliens. Peor aún, este fin del mundo no se parece en nada a lo predicho en la Biblia, sin importar lo mucho que se intente dar vuelta a las palabras allí escritas. A propósito ¿Qué habrá pasado con aquellos que decían que todo estaba predicho en las centurias de Nostradamus? 

En cambio, para los que creen en teorías conspirativas, este ha sido su año. Si hemos de creer lo que se dice en internet, los chinos crearon un virus en un laboratorio con apoyo de los americanos, y lo han transmitido a través de las redes 5G, para que Bill Gates nos inserte un chip dentro de una vacuna y pueda dominar el mundo. Si esto es cierto, la guerra fría entre Estados Unidos y China es puro cuento, y la vacuna de los rusos no existe, sino que es pura propaganda comunista. 

En lo que sí todos parecemos estar de acuerdo es en que este ha sido un año para el olvido. Nos ha hecho falta el Doc Brown y su coche que nos lleve al pasado para arreglar lo que sea que haya salido mal para no estar como estamos. Ya no pediremos matar al bebé Hitler ni volver a ese día nefasto en que elegimos a ese presidente, queremos encontrar a ese chino que lo empezó todo y dejarlo amarrado en medio de la carretera en plena hora punta del tráfico de camiones. 

Al menos este año, los pesimistas han ganado la partida a los optimistas. Los que veían el vaso medio lleno han visto cómo se vaciaba rápidamente. Recordemos cómo al inicio del encierro obligatorio decían que saldríamos en poco tiempo convertidos en mejores personas, más conscientes con el mundo y con la humanidad, que ahora sí a aprenderíamos la lección, en un ánimo de esperanza que no se veía desde el verano del amor de los 60s. Ahora nos preguntamos qué es lo que en realidad hace falta para que aprendamos, después de esto. 

Ahora vemos el paisaje citadino con otros ojos. En mi caso, con lentes empañados por el uso de la mascarilla. Al principio creía que tras los rostros semiocultos por la mascarilla había rostros que se reían de mí, o caras con gestos de desaprobación, incluso de desagrado. Luego caí en la cuenta de que la gente sigue siendo la misma y si les quitara las máscaras, seguiría viendo en las calles la misma inexpresiva cara de palo que siempre he visto. 

Algo que no sé si celebrarlo o no, es la comprobación es que en materia de educación política, las distancias entre nosotros y Estados Unidos se han acortado muchísimo. Y no es que nosotros hayamos progresado, sino que las noticias que han venido de USA este año son iguales a las que tenemos cada vez que hay elecciones en nuestro país. Invocaciones a la amenaza izquierdista, el candidato que no quiere aceptar su derrota, denuncias de fraude, llamados a “defender la democracia”. Me pregunto si los migrantes que pasaron por esto antes de ir a vivir en los EEUU se sentirán más en casa después de esto. 

Este año he descubierto que las tendencias en Twitter son un buen indicativo de lo interesante que está la situación en mi país. Si al ver la lista de tendencias veo solo hashtags sobre grupos de pop coreano, puedo confiar en que nada interesante ha pasado por aquí. Así, empezaremos el próximo año con esperanza, pero también con el miedo a que llegue alguien y nos diga que ahora sí, recién ahora van a empezar los malos tiempos.

lunes, 21 de diciembre de 2020

Carta a Papa Noel


Estimado Santa, 

Antes que nada, quisiera que arreglemos lo que pasó el año pasado, en que la burocracia navideña me impidió recibir mi merecido regalo, yo que me había portado tan bien. Al parecer la tramitología y la logística navideña no está funcionando por algún sitio, porque a mi carta del año pasado me llegó una respuesta diciendo que por motivos de reorganización, la atención de mi carta había sido asignada a los Reyes Magos, y que debía redireccionarla a las instancias correspondientes. Tú ya me conoces, yo soy respetuoso de las normas, así que tal como indicado, envié nuevamente mi carta con atención a los Reyes Magos de Oriente, con el resultado de que mi carta fue nuevamente rechazada en Mesa de Partes, diciendo que no habían recibido instrucción alguna para atender mi caso y que aún estaba yo asignado a Papa Noel. De nada sirvió reclamar, mandar memos a las instancias superiores, y amenazar con pasarme a las celebraciones de Hannukah, porque al final no recibí nada. 

Bueno, ya lo pasado, pasado, y este año, espero que ya se haya arreglado el organigrama celestial y la asignación de personal para atención navideña. No estaría de más recordarte que revises tu carpeta de spams, algunos conocidos míos se han estado quejando de que no has leído sus cartas, y han recibido el regalo genérico de un par de calcetines, que es como decir “no has especificado nada, así que toma para que no fastidies”. 

La lista de buenos y malos también parece que la hubieras subcontratado a alguien sin experiencia, a juzgar por lo visto el año pasado. No quiero pecar de chismoso, pero si yo te contara lo que sé de algunos que han recibido buenos regalos, te caes de espaldas y reclamas que devuelvan todos los regalos que han recibido desde la década de los 80. 

Espero entonces un buen detalle de tu parte para mí y para todos los míos, tú sabes que aquí la mayoría de la gente es buena y se porta bien, sin contar que por ser peruano me corresponde un bono por lo aguantadores que somos, eso es más que sabido. 
En cuanto al regalo, no pido mucho. Que tengamos trabajo, que haya felicidad de esa que no se compra en las tiendas, y que los maleteros, picones y mala leches se tomen un año de vacaciones. El resto, las cosas materiales, ya se las encargué al amigo secreto, que a estas horas ya debe estar bien aleccionado, y a mis amigos y familia, que dan de todo y si no, se lo inventan. 

Muchos saludos y Feliz Navidad a ti también. 

YO.

lunes, 14 de diciembre de 2020

El perdido arte de dedicar una canción



“Ahora, quiero dedicar esta canción a xxx que me está escuchando…”

Hace tiempo, escuchar esta frase era común en cualquier reunión, o en algún restaurante con música en vivo, antes de empezar una canción que todo el mundo conocía y que posiblemente no tenía nada en común con el destinatario más allá del título o algún detalle secundario. En ese momento, y hasta ahora, el dedicar una canción es el mínimo y más fácil sustituto a una serenata o a escribir una canción. 

El dedicar canciones, como casi todo, ha cambiado con el tiempo y el avance de la tecnología. Antes, para hacerlo, uno tenía que llevar los músicos hasta el balcón de la destinataria, y gastarse la garganta para hacerse escuchar entre el ladrido de los perros, las quejas de los vecinos y los gritos del padre amenazando con traer a la policía. Una vez conocí en un congreso a una persona que me contó que su padre le llevaba serenata a su futura esposa para enamorarla, con ayuda de unos amigos de la universidad. El asunto resultó tan bien que terminaron casándose y convirtiéndose en sus padres, y en cuanto a los amigos, se dedicaron a la música de manera profesional, con el nombre de Los Kjarkas, así que esta persona podía decir con orgullo que su padre le llevaba a su madre a Los Kjarkas para darle serenata. ¡A ver quién supera eso! 

El problema con dedicar canciones es que se debe escoger muy lo que se va a dedicar, y no caer en las canciones que todo el mundo dedica, y que por lo mismo, ya no significan nada especial. Hace tiempo, con ocasión del día de la madre, asistimos a un almuerzo en un conocido local. Como suele suceder en estos acontecimientos, el local estaba lleno a reventar, con mesas animadas donde se juntan las generaciones celebrando el día el que nuestras respectivas progenitoras no tienen que lavar platos ni recoger la mesa. En el local en cuestión tenían a un conjuntito musical compuesto por un organista y dos cantantes, que hacían su trabajo a pesar de que cada mesa parecía estar mas ocupada en sus propias conversaciones que en la música que tocaban. Bueno, por lo menos había un tonto que escuchaba de vez en cuando. Ya saben, el tonto era yo. El conjunto en cuestión interpretaba el clásico repertorio "dedicado a mamá" que escuchamos todos los años, a saber: "Corazón de Dios" (Madrecita linda, corazón de Dios...), "Amor Eterno" y dos o tres canciones más. Como las canciones para la madre son en realidad pocas, estas canciones eran intercaladas con otras que eran precedidas invariablemente con la frase "Esta canción va dedicada a todas las madres". El problema era que atendiendo a las letras de las canciones, las mismas no eran muy dedicables que digamos. Canciones como "Mamarracho", u "Odiame" como que no cuadran del todo en la ocasión. Incluso el tema de Juan Gabriel "Amor Eterno" no me parece como para cantárselo a mi madre en un almuerzo, pues se trata de una canción para una madre que ha fallecido. Si fuéramos consecuentes resultaría algo así: - Escucha, Madre, esta canción tan bonita, no puedo esperar a que te mueras para poder dedicártela... 
 Mi padre, con más sentido en estas cosas, por ejemplo, se molestaba cuando le cantaban "Mi Viejo": - No me cantes esa canción, que es para viejos!!! 

No, pues, para dedicar una canción hay que saber, para no meter las cuatro. Mi padre me contaba en alguna ocasión de una radio en la selva que hacía dedicatorias tales como esta: - Esta canción va con mucho cariño de parte de su esposa para Don XXX, que está en el monte: "Que te coma el tigre" 
 Las serenatas hoy son una actividad casi extinta, que no ha podido revivir ni siquiera en esta época de pandemia, en donde se han visto tantas comunicaciones inter balcones. Lo que se había utilizado en su lugar son las sesiones de karaoke, en que uno escoge una canción y se la dedica a alguien como muestra de amor desafinado. A mí no me pregunten si funciona, porque nunca lo he hecho, aunque varios me han visto cantar con tanto sentimiento que aseguran que alguien de la concurrencia tenía que darse por aludida.  

Otra forma musical de demostración de amor era dedicar una canción por la radio, o mejor aún, por televisión, a la persona amada, al padre o a la amistad con quien se quería “algo más”. El problema era que la persona tenía que saberlo por anticipado y estar pendiente de la mención, pues en un momento de distracción el momento podía perderse irremediablemente. Hasta hace poco había programas de videos musicales que aceptaban dedicatoria, y en donde podían verse patinadas épicas como Shakira cantando "Bruta, Ciega, Sordomuda" y abajo una cinta que decía "De Paquito para Yessy" o algo por el estilo.
 Ahora es muy fácil usar el internet para dedicar una canción o todo un playlist de Spotify, con lo que se ha perdido mucho del significado de dedicar una canción, al punto de que mucha gente considera esto como algo obsoleto y anacrónico. Esta facilidad hace también mucho más fácil meter la pata, dedicando un reggaetón de esos que dicen cosas como “Agresiva me choca, grita como loca, mientras la devoro ella se toca”. ¿De verdad habrá gente que le dedica a alguien un reggaetón?
 Se pueden encontrar en internet listas de canciones que NO se deben dedicar a nadie, debido al contenido de sus letras, y que incluyen canciones muy conocidas como “Roxanne” (canción de amor a una prostituta), “Every Breathe you Take” (acoso, relación tóxica) o “You’re Beautiful” (acoso callejero). 

La gente que dedica canciones en estos tiempos la suele pasar por whatsapp u otra red que permita mensajes privados, aunque si son como yo, deben rescatarla de entre la marea de videos dizque graciosos, fotos de gatitos y fake news que llenan mi celular a diario. 

Y al final, o lo más importante: ¿Qué piensa la persona a la que le dedican la canción? ¿Se sentirá identificada? Si es que no le da importancia al gesto y sólo tienen un desganado “Ah, qué bien” al escucharla, no me lo digan. Si alguien pasa horas buscando la canción perfecta para dedicar y dedica una joya poco conocida para que la aludida no se fije en la letra ni en la hermosa armonía, no quiero saberlo. En serio, déjenme con mi ilusión.

miércoles, 9 de diciembre de 2020

El columpio



De todos los juguetes, el columpio es el que más daño hace a las esperanzas de los niños. Comienza primero sentándose cómodamente y alguien que te da un pequeño empujón. Si así quedara la cosa, no habría daño, pero no es así. Uno quiere más. Quiere llegar más alto, balancearse más rápido. Por un momento, menos de un segundo, crees que estás volando a gran velocidad, pero en realidad no te estás moviendo de tu lugar, es todo una ilusión. No estás volando, no estás cayendo, no estás avanzando, cuando retrocedes tampoco te mueves de tu sitio en realidad. Cuando el niño baja, cree que ha volado y que ha hecho un viaje a gran velocidad, cuando en verdad todo aquello ha sido solo una ilusión. ¿Quién podrá después evitar decepcionarse? Claro, cuando uno es muy pequeño no se da cuenta de esas cosas y piensa que en la vida real podrá volar, y avanzar velozmente, porque ya olvidó que la mitad del tiempo estuvo bajando y regresando a su mismo sitio. Cuando uno se hace mayor recién se da cuenta de lo tonto que era todo esto, y se pone triste, pensando en lo que será el resto de su vida en un mundo que es como ese columpio que lo ilusiona por un momento, pero que al final le devuelve los pies a la tierra.
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...