jueves, 31 de julio de 2014

El Burro y el Filósofo


Un aspirante a filósofo tenía que dar una conferencia ante las más altas autoridades académicas y, si obtenía su aprobación, se convertiría en uno de los grandes sabios que administran la verdad desde sus cátedras. Sin embargo, aquella mañana se había despertado con un terrible dolor de cabeza que coronaba el más absoluto vacío conceptual. Él, que se había preparado como debe hacerse para alcanzar los altos puestos, que se había abierto camino a codazos sin respeto a lealtades ni principios, que había aprendido a base de tesón los excelsos tecnicismos con los que los verdaderos sabios ocultan su saber al vulgo, como por arte de magia lo había olvidado todo, y se encontraba tan a oscuras como antes de emprender el difícil sendero del conocimiento –si no más. ¿Qué malvado maleficio provocado por la envidia podía ser el causante de su amnesia? ¿Acaso era justo, después de tantos desmanes y desvelos?

Desolado se hallaba en estos tristes pensamientos, cuando llegó bajo una encina donde un burro se refugiaba del inclemente sol del mediodía. El filósofo se metió bajo la misma sombra y, mirando con envidia al burro, le dijo: "Afortunado tú, noble animal, que no tienes que preocuparte más que de llenar la barriga y protegerte del calor, y no cargas con el terrible peso del conocimiento, ni sufres en tu corazón los aguijones del olvido".

El burro abrió la boca como si fuera a burlarse de las penas del hombre con un sonoro rebuzno pero, en vez de eso, empezó a decir: "Hombre, te aseguro que son muchos los conocimientos que mi paciente cerebro atesora y, aún así, no me honran con cátedras ni sillones, tan solo recibo cargas y palos en los riñones". El filósofo, atónito, no podía creer lo que estaba oyendo, mas el burro, impertérrito, le contó cómo había descifrado los algoritmos que se ocultan en las circunvalaciones de las abejas, le habló del devenir de los arroyos y de lo que en ellos permanece y, en fin, de tantos y tan originales conceptos, que al instante una luz se encendió en el cerebro del humano.

"¿Querrás sustituirme esta noche? Te ocultaré tras las cortinas y, cuando me oigas toser, repite ante el auditorio lo que me has contado. A cambio, te prometo colchón de plumas y caricias para tus riñones". El burro aceptó encantado y, paseando uno al lado del otro como iguales, se encaminaron a la ciudad.

El filósofo avanzó hacia la tarima confiado y sin papeles en las manos, lo que levantó sospechas entre el auditorio: "Otro joven heterodoxo", rumiaban los más viejos. Pero, cuando tras los carraspeos convenidos con el burro para avisarle de que era su turno, un bestial rebuzno atravesó como un cuchillo los oídos del público, aquello fue considerado un insulto intolerable y una lluvia de prosaicos improperios cayó sobre el abochornado filósofo, que tuvo que salir de allí corriendo.

Ni que decir tiene que el filósofo no logró sillón alguno, pero alcanzó gran fama en ferias y locales de mala nota como asnal ventrílocuo.

Nunca podremos estar suficientemente agradecidos al burro, por librarnos de un sabio y desvelarnos a un genio. 

Buscando en Internet los datos que indicaban que alguien (otra vez) había plagiado uno de mis textos, encontré esta historia que pinta semejante a mi post "El burro filósofo", pero que está también muy bueno. No podía dejar pasar la oportunidad de ponerlo por aquí.
La nota original está en esta dirección: http://cibernous.com/perifericos/mparalelos/burro.html

jueves, 24 de julio de 2014

Lo que me gusta del Perú


En estas fiestas patrias los comentarios de lo bonito que es ser peruano se pone de moda, aunque con escasa imaginación. Cada vez que veo una de esas declaraciones de orgullo de ser peruano me parece estar leyendo párrafos aprendidos de paporreta en la escuela o una repetición de aquello que nos han dicho de lo que debemos estar orgullosos. Aquí se colocan los versos del vals “Mi Perú”, o las inevitables menciones a la comida y a nuestro pasado milenario.

¿Cómo entonces escribir algo diferente? Simplemente cerrando los ojos y tratando de mirar libre de influencias externas ¿Ves algo que te guste? Pues apuntalo o guárdalo en la memoria para la hora en que te toque sentarte a escribir. Así, pues, estas son sensaciones totalmente personales de lo que me gusta de mi país, sin esperar que nadie esté de acuerdo conmigo y sin obligar a nadie. ¿Y si son tonterías? Pues de esto se trata este blog, de escribir tonterías, sin pena y sin sentir vergüenza. Aquí vamos.

-    En mi país (y esto creo que no lo he visto en otro país del mundo) nuestros billetes no llevan las efigies de héroes o padres de la patria, militares distinguidos en la guerra o de nadie que se haya ganado a sangre y fuego el derecho de verse reflejado en nuestra divisa de curso legal. Aquí, felizmente, la gran mayoría de nuestros billetes llevan el rostro de un intelectual, escritor, o famoso historiador.  Así, nuestro billete de 20 soles lleva a Raúl Porras Barrenechea, historiador y profesor universitario; en el billete de 50 soles está Abraham Valdelomar, escritor y paisano mío (a quien le debo un post, dicho sea de paso); el billete de 100 está dedicado a Jorge Basadre, otro historiador; y por último, el billete de 200 soles lleva nada menos que a nuestra Santa Rosa de Lima. Lamentablemente el billete dedicado a Cesar Vallejo ya no está en circulación.


-    Aunque suena a cliché, me gusta la comida peruana. Así que para diferenciarme, diré que más que un gusto abstracto por la comida peruana, lo que me gusta es el hecho de que puedo encontrar en cada lugar al que viajo, un plato típico que no hallaré en otra parte. Solo es cuestión de buscar, y no estos hablando de restaurantes caros de cinco tenedores. Muchas veces uno encuentra un buen y delicioso plato en un puesto del mercado. Comer en el Perú debería ser también parte del turismo de aventura, para quien está dispuesto a correr el riesgo.

-    El Perú es un lugar de historias. Y no me refiero a las que inventan los maridos para escabullirse de su casa los fines de semana o cuando llegan tarde al trabajo. En todas partes hay alguien que te podrá contar una leyenda de su pueblo, algún hecho olvidado por la historia oficial o una aventura no registrada por los periódicos (que son los únicos al parecer que no saben contar una historia decente). Las historias de fantasmas antiguos, seres del bosque o de las cuevas, o del mismo demonio abundan en mi tierra. Y en cuanto a las historias increíbles, aquellas que García Márquez no pudo escuchar para ponerlas en sus libros, hay tantas como cervezas puedes invitarle a alguien con deseos de contarlas. Y en algunos casos soy yo mismo quien me encargo de seguir esta tradición.

-    Aquí en el Perú conservamos algo que en otros países se ha perdido, que es la unión familiar. En otros países los jóvenes se marchan del hogar apenas salen de la adolescencia, quedando solos el resto de su vida. Aquí en cambio, no es rara la vida con abuelos, padres, hijos y nietos, cada uno agregando un piso a la casa. Y esta familia se extiende además a los compadres, primos y amigos, que prestan apoyo en tiempos difíciles y también forman una cadena dispensadora de empleos y fiestas que no se registra en los archivos oficiales.

-    Nuevamente suena a cliché, pero en el Perú, si te aburre un paisaje, puedes cambiar rápidamente a otro lugar del país hasta encontrar el que te apetezca. ¿Te gusta el desierto? Aquí tenemos mucho, con dunas y arenas que te harán sentir en Sahara. ¿Lo tuyo es el frío? En las punas tenemos para regalar, lo digo yo, que he pasado una temporada por allí. ¿Y selva? También tenemos, Mister. Y varios tipos de selva: Selva alta, sin tanta humedad; Selva baja, con ríos, anacondas y todo el paquete. Tenemos también valles, montañas con nieve, lagunas, escoja Usted.

-    Por último, algunos ven esto como una desventaja, pero yo sé que tenemos suerte de vivir un país donde muchas cosas están todavía por hacer. Los europeos se aburren de no construir nada, de encontrar todo ya hecho. En mi país todavía queda bastante por explorar, por hacer, por construir. Solo hace falta un poco de voluntad y vigilar a nuestras autoridades para el dinero no se pierda en el camino para hacer casas, servicios, fábricas y todas las cosas que en otros países se dan por hechas.


¡Felices Fiestas Patrias!

viernes, 18 de julio de 2014

Frases Twitteables 30


  • Si Mahoma no puede ir a la montaña, pues él se lo pierde.
  • La curiosidad mató al gato… siete veces.
  • Me llamó para contarme sus penas y revelarme todo lo que sentía por mí. No tuve el valor de decirle que había marcado un número equivocado.
  • Decidí guardar aquel secreto. No por terrible, sino porque en realidad, no valía la pena.
  • La vida es como una caja de chocolates… Y a veces te toca ser el chocolate.
  • Pregunta tonta #39: ¡Hola, zombie! ¿Qué ha sido de tu vida?
  • Cuando un pobre infringe la ley, es castigado. Cuando un poderoso infringe la ley, se cambia la ley.
  • Se cae Whatsapp, se cae Twitter. Un día de estos se va a caer la matrix y ahí sí nos fregamos todos.
  • A veces estoy ausente, y me empiezo a extrañar.
  • Quedarse quieto mientras el resto del mundo da vueltas también es una forma de viajar.
  • Hay vida después de la muerte, pero no es tuya.
  • Domingo trabajando: ¡Desconecten la matrix, que me quiero bajar!
  • Propongo que se cree el Día Internacional del Ahorro de Energía Negativa.
  • Propongo que las personas hagan lo que deben no solo porque sea el Día Internacional de algo.
  • Vivo con el constante temor de que mi yo del futuro venga para asesinarme.
  • El fabulista, con sus fábulas tan subversivas que al final llevaban una inmoraleja.
  • Hasta ahora no sé qué escribió Neruda esa noche en que dijo que podía escribir los versos más tristes.
  • "Humano soy, y nada de lo humano me es ajeno", decía cuando tomaba lo que no era suyo.
  • Aquellos que dicen que la vida es corta suelen tener una vida corta.
  • Si fuera cierto que la vida es corta, esta semana no se me habría hecho tan larga.
  • - ¡Alto! ¿A dónde está usted llevando esa montaña? – Es para Mahoma, que no puede ir…
  • Si Mahoma no va a la montaña… Sus razones tendrá…
  • Un brindis por el recuerdo de las neuronas que morirán este fin de semana a causa del alcohol.
  • ¡Buenos días, dinosaurio! ¿Sigues aquí?
  • A estas alturas, lo mejor es que seas tú mismo. No te queda de otra.

viernes, 11 de julio de 2014

Mundializando 2

Escribo esto antes de la final del mundial de fútbol, así que lo que aquí se lea, cuando alguien lo lea, tal vez ya esté desactualizado, refutado o sea irrelevante. Sin embargo es lo que se me ocurre en este momento. Al igual que la vez anterior, son pensamientos inconexos, tan solo con el ánimo de escribir algo con el tema del mundial de fútbol.

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En todos los mundiales, después de la fase de grupos, aparece siempre la misma discusión: ¿Son los penales la manera más justa de definir al ganador de un partido? Siempre aparece la sospecha de que quienes se quejan en voz más alta son justamente aquellos que perdieron el partido en esta instancia. Con la objetividad que me da ver el mundial desde un país que no participa desde hace tiempo, puedo decir que los penales son cada vez menos una lotería. Hemos visto un entrenador que cambia de arquero minutos antes de la definición por penales, un arquero que ha estudiado a cada jugador para determinar con mayor posibilidad de éxito la dirección en la que va a patear. La tanda de penales, me temo, ha llegado para quedarse, y se ha convertido en parte de la estrategia de los entrenadores. El que tenga una mejor forma de resolver el empate en las instancias de finales de campeonato, puede levantar la mano y proponer su solución.

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 Este ha sido el mundial del twitter. Los resultados se comentan inmediatamente y los goles se twittean por millones, como si alguna otra persona necesitara enterarse cada vez que hay un gol o termina un partido. ¿Qué piensan todos los que twittean que hubo un gol, un expulsado o un lesionado en el mundial? ¿Qué los demás vivimos incomunicados? Peor son los que fabrican memes apenas terminado el partido. No sé cómo hacen para hacer sus gráficos tan rápido. Tal vez están mirando el partido en una ventana de su computadora, y en otra ventana, están modificando gráficos a toda prisa, lo que les priva de ver realmente el partido y disfrutarlo, como hacemos los hinchas decentes. Ahora vivo con el miedo constante de que alguien esté grabando o apuntando las frases ingeniosas que yo suelto en cada partido para publicarlas en twitter antes que yo y ganarse popularidad a mi costa.

Si me preguntan qué es lo que menos me ha gustado de este mundial, mi respuesta inmediata será los locutores y comentaristas. Por alguna razón los canales (de cable en este caso) creen que nos gusta un locutor gritón y parcializado, y unos comentaristas que se creen dueños de la verdad. Los argentinos en especial, se creen tan simpáticos que piensan que toda América los apoya y sienten la misma pasión por sus jugadores. Y no es así. Yo, por mi parte, después de cada triunfo argentino, no vuelvo a ver ningún canal de deportes en el resto del día.

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En los últimos días, aquellos a quienes no les gusta el fútbol, o quienes quieren diferenciarse del resto, llaman la atención a las diferentes tragedias que existen en el mundo. En estos días he visto a quienes, con la autoridad moral que les da su cuenta de twitter, recriminan al resto del mundo que no le presten la misma atención a lo que pasa en la franja de Gaza. Siempre que escucho uno de estos comentarios recuerdo una frase de Françoise Sagan: “A los enamorados no les importa Biafra”. Es decir, a quien está pasando un momento feliz, no le importa el sufrimiento del mundo. Señores políticamente correctos: Díganme con sinceridad si el día de su matrimonio o en cualquier otra ocasión feliz pensaban en las desgracias del mundo. Tal vez mi justificación tampoco es políticamente correcta, pero así es el mundo.

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 Posiblemente cuando lean este post el mundial ya haya terminado y estemos en el difícil trance de volver a la vida normal de telenovelas, chismes de farándula y tragedias en el noticiero. Si es así no hagan caso de estas tonterías hasta dentro de cuatro años, cuando vuelvan a ponerse de moda. Chau.

sábado, 5 de julio de 2014

Mundializando


Ahora que los partidos del mundial han terminado por un día y respiramos algo más calmados, puedo sentarme a escribir algunos pensamientos, la mayoría inconexos, sobre el mundial:

Ya lo dije antes en un post anterior: Los pronósticos de las grandes mentes no sirven de nada una vez iniciado el mundial. Hemos visto a grandes favoritos, imanes de taquilla, equipos de ensueño irse temprana y vergonzosamente del mundial. Las quinelas armadas en todas las oficinas quedaron en su mayoría sin ganadores. Solamente una clase de gente pudo revertir todos los pronósticos y ganar todo el dinero apostado en los centros de trabajo: Los tontos que le apostaron a la derrota de España, Portugal, Inglaterra, a pesar de la burla y el menos precio de los sabios que les repetían que esos resultados eran imposibles. Nuevamente los tontos se han alzado con la victoria y el pozo armado en la empresa, ante la envidia de los demás. Lo peor de todo es que ellos no aprenderán. Seguirán confiando en sus estadísticas, los resultados históricos, los sentimentalismos nacionalistas y en el frío análisis, ignorando lo más importante: El fútbol no tiene lógica, y por eso solo puede tener éxito en sus predicciones los tontos, que también apartan su pensamiento de la lógica y por eso pueden acertar.

¿Qué habrá sido de la película que estaba filmando Cristiano Ronaldo? Esa película que pensaba lanzar a lo grande después del mundial y que esperaba reflejar los máximos logros de su carrera en este mundial. Me pregunto si saldrá a la luz algún día, o solo nos conformaremos con algunas escenas, como aquella celebrando su gol intrascendente de penal en la final de la Champions League. Claro que un director inspirado podría aún sacar provecho de las escenas mundialistas, convirtiendo la película en la historia de un fracaso, de la decepción de ver a quien quería ser el mejor del mundo y no pudo dar una actuación decorosa en este mundial. Hay muchos ejemplos de películas que narran historias de fracaso, pero no sé si Cristiano aceptaría algo así a estas alturas de su carrera.

Viendo el mundial desde lejos, aquí en mi país no podemos dejar de pensar qué hubiera pasado si es que Perú hubiera clasificado, en vista de las buenas actuaciones de los equipos de toda América. Y es que en el Perú hemos tenido como entrenadores a Jorge Luis Pinto y a Jorge Sampaoli, quienes pasaron con mayor o menor suerte por acá antes de ser entrenadores de las selecciones de Costa Rica y Chile, respectivamente. Y ambos fueron retirados sin pena ni gloria de los clubes que entrenaban en el Perú. Y si a esto sumamos que José Pekerman rechazó entrenar a nuestra selección, y anteriormente pasaron por aquí otros entrenadores que más tarde ganaron la Copa Intercontinental o pasaron a octavos en un mundial, nos lleva a la conclusión de que el problema aquí no pasa por los entrenadores, aunque estos sean los que carguen con toda la culpa cada vez que nuestra selección fracasa en alguna clasificación o campeonato.

Hablando de esto, algo en lo que hemos progresado es justamente esto: Los entrenadores ya no son los villanos de la película cuando un equipo se va temprano del mundial. A diferencia de los mundiales anteriores hasta Sudáfrica 2010, el entrenador de un equipo derrotado no tiene que regresar a su país con protección policial ni enfrentar el escarnio público. Por el contrario, se reconoce el esfuerzo. Esto se debe a la forma en que los equipos perdieron: Con garra, luchando hasta el último momento. Hay formas de perder con dignidad, pues. Para los que buscan culpables, todavía quedan los otros chivos expiatorios: los árbitros, la FIFA, los locales. Y como siempre, hay excepciones a la regla. España perdió a la antigua, jugando mal.

Vivir en un país que no ha clasificado al mundial me da la oportunidad de ver los partidos (los pocos que en realidad he visto, pues también tengo que trabajar) con mayor objetividad. Puedo ver desde lejos las exageraciones de los locutores y comentaristas de la televisión, y los patéticos esfuerzos de los publicistas para relacionar sus productos con el fútbol. También he visto cómo gente que conozco, gente en otros momentos normal y corriente, sacar a relucir sus ascendencias y preferencias extranjeras, o sus simpatías o antipatías por tal o cual país para darse el gusto de hinchar por alguien en este mundial. Aunque sobre este tema tal vez debiera quedarme callado, ya que no me faltaron ganas de ir a ver algún partido en el Club Alemán.

En fin, al que no le gusta el fútbol, aún puede divertirse viendo cómo cambia el logo de Google tpodos los días.
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