domingo, 11 de diciembre de 2016

Navidad en la oficina


Ya llegó diciembre, hora de ponerme a pensar en todo lo que he hecho este año para ver si el balance está en rojo o en azul, de preguntar a mis contactos en el área de logística cómo está viniendo este año la canasta navideña, y de poner en mi sitio ese arbolito coqueto que es la envidia del resto de la oficina.

También es la época de otras actividades menos agradables. A la hora de la decoración de la oficina, tengo que ayudar y dar el ejemplo de decorar el ambiente con motivos navideños. Siendo aún tan temprano en el mes creo que todavía no me invade el espíritu navideño, pues la mayoría de los adornos me parecen terriblemente cursis. Lo peor es que me debo abstener de comentarios en voz muy alta, pues sé quién los ha comprado y no me voy a ganar ese enemigo a estas alturas, sobre todo debo cuidar lo que comente en mis emails, no me vaya a suceder lo de hace dos años, cuando le dieron reenviar a ese famoso correo.

Aquí veo también las diferencias entre la gente al abordar las costumbres navideñas. Los nacimientos andinos con llamitas de cerámica y gruta de papel conviven con el árbol navideño de luces LED, el pan guagua traído directamente de la sierra y la corona de adviento que me inculcaron desde el tiempo en que estudiaba alemán.

En esta época empieza también la fiebre de buscar pasajes para que cada uno vuelva a la tierra que le vio nacer, y los menos a darse unas mini vacaciones en algún destino turístico. Como todos los años descubrimos que ese ingeniero que todo el año presume de ser moderno, cosmopolita y acriollado, en realidad viene de un pueblito en las alturas de la sierra a varias horas en mula de la civilización.
También ha llegado la temporada de organizar el juego del amigo secreto. En vista del éxito del año pasado, en que nadie sabía a quién le tocaba el prójimo, y el intercambio de amigos llegó a mínimos históricos, se ha decidido que este año lo organice otra persona, alguien menos dedicado y más sobornable. Y a diferencia del año pasado, esta vez me toca alguien uno de esos que nadie quiere, con lo que mi posibilidad de intercambio es también casi nula. Mi única opción es buscar un regalo que le diga con ironía lo que siento por él, y a la vez, que parezca bien intencionado, tal vez un disco de reggaetones navideños, un muñeco funko pop de Tyrion Lannister o algo por el estilo. Al final me decido por una corbata con estampado del demonio de Tasmania, que estoy seguro que apreciará, pues el captar indirectas nunca ha sido su fuerte.

Llega ahora uno de los días claves del mes: el día en que nos abonan la gratificación de fin de año. No necesito preguntar cuándo depositan, porque sé que cuando sea el momento recibiré al menos cinco correos y otros tantos mensajes de WhatsApp informándome antes de diez minutos. Aun si no recibiera estos mensajes, me enteraré por todos los que aparecen mágicamente para ofrecerme rifas, regalos hechos a mano, dulces, boletos para polladas, juguetes, panetones, vinos y un largo etcétera dentro y a la salida de la oficina, todos con la consigna de que la gratificación no debe salir del edificio. Demasiado tarde, pues la mía ya la he gastado antes y el dinero solo me va a servir para tapar huecos.

El resto de la semana recibo los comentarios de aquellos que se adelantaron a recoger la canasta navideña. A mi pregunta de qué tal está este año, me responden que no es necesario pedir un taxi ni ayuda para llevarla, pues con una persona es más que sobrado. Aún así, el jefe nos dice que como nos ha ido este año, nos sintamos alegres de recibir al menos eso.

Al llegar a mi casa, me detengo ante el nacimiento y le digo en tono de confianza al Niño Jesús: No crezcas nunca, yo sé lo que te digo.

martes, 29 de noviembre de 2016

Así hablaba el universo


Tú, sujeto insignificante. Sí, a ti te estoy hablando. Soy el universo, y estoy perdiendo mi tiempo hablándote a ti. No creas que eres algo importante para que yo me dirija a ti, es solo que hablar contigo es como hablarle a cualquier otro en cualquier otro planeta o civilización, así que no te sientas especial. Y es justamente de eso que quiero hablarte. Los seres pequeños como tú piensan muchas veces que el universo conspira a favor o en contra suya. Déjame decirte que eso es falso. El universo, que es algo tan grande que tu mente no puede siquiera concebir, no va a perder su tiempo prestándote atención e interviniendo a favor o en contra tuyo. Déjame ponerlo en perspectiva e intenta entenderlo: El universo, que soy yo, contiene cientos de millones de galaxias, cada galaxia contiene decenas de millones de estrellas, cada una con decenas de planetas y satélites, tú mismo eres uno dentro de millones de personas ¿y crees que voy a pensar en ti? Tengo cosas mucho más importantes en qué ocuparme, galaxias que chocan entre sí, agujeros negros súper masivos, la deformación del espacio-tiempo, no tengo tiempo ni ganas para ocuparme de tus ridículas ideas de superación personal. A decir verdad, tus nociones de éxito me son indiferentes y carentes de sentido, así que no tengo interés en ningún ser humano. 

Tu planeta tampoco me merece una atención especial, el que sea habitado tampoco es gran cosa. Acéptalo, hay muchos sistemas estelares y planetas más interesantes que el tuyo. Tan poco me interesa tu suerte que no presto atención a la destrucción de su superficie. Porque lo que tú llamas temerosa y pomposamente el fin del mundo no es más que una alteración de su superficie, que no afectará al planeta en sí, ni a su estrella ni al resto del sistema planetario. Incluso si así fuera, no me interesaría gran cosa. Planetas y estrellas se crean y se destruyen todos los días, y el tuyo no es muy diferente para mí. Y no me vengas con que aquí hay vida inteligente, que comparado con otras no es más listo que una bacteria.

No me culpes entonces de tus fracasos ni me agradezcas por tus éxitos, que yo no he tenido nada que ver en ello. Si triunfas o fracasas se deberá a lo que hagas tú o los demás habitantes de tu planeta. Y si acaso cae un asteroide y destruye toda vida en tu mundo, tampoco debes tomarlo como algo personal, simplemente son cosas que pasan en todo el universo. La cosa es tan simple como que si cumples las leyes del universo podrás sobrevivir, y si no las obedeces sufrirás. Tú felicidad me es tan ajena como lo sería para ti el destino de un átomo al otro lado de tu planeta. No lo olvides, no te estoy vigilando. Soy el universo.

domingo, 20 de noviembre de 2016

La recepcionista del gimnasio


Varias veces ya he tratado de explicar a mi amiga Rosaly los motivos por los cuales ha sido despedida del gimnasio donde trabajó por casi tres meses. El problema es que el evento está aún muy cercano y ella todavía no está para escuchar razones, interrumpiendo mi explicación e insistiendo en historias de odios y envidias para justificar su despido. Yo, aunque no tengo nada que ver con su jefe ni conozco la historia de primera mano, llegué a ver lo suficiente para saber exactamente lo que pasó, de modo que ahora escribo la historia para que la pueda leer en calma y sacar sus propias conclusiones que le sirvan en futuras experiencias. El relato es este:

En principio me pareció mala idea aceptar ese trabajo como recepcionista y cuasi administradora en un gimnasio. Allí llega gente un poco rara, gente con baja autoestima o gente obsesiva, y siempre dudé de que mi amiga pudiera manejar todas las situaciones que sin duda se le iban a presentar. En efecto, ya en la primera semana tenía un nutrido anecdotario que compartir. Por otro lado está el propio aspecto físico de Rosaly. Ella no tiene una figura de súper modelo, pero tampoco llega a calificar como gorda ante la gente normal. Y ese es el problema. En un mismo día recibió miradas de odio de las clientas con sobrepeso por verla tan delgada, y de desprecio por parte de las más delgadas, quienes la calificaban de obesa mórbida.

Otra fuente de stress resultó ser la ubicación de las máquinas de ejercicios. Resulta que hay gente a la que le gusta que la vean por la ventana mientras hace ejercicio, mientras otros quieren hacerlo a escondidas del mundo, así que los pedidos de cambio de ubicación eran cosa de todos los días. Fue en esos días cuando yo intervine en la historia, cuando Rosaly me pidió ayuda para verificar la balanza de cortesía. Cuando llegué, a la hora en que también se comienza a llenar el gimnasio con las personas que salen del trabajo, lo primero que hice fue preguntar a qué se debían las quejas sobre la balanza. Como respuesta recibí una andanada de críticas totalmente dispares que me dejó confundido. Algunas clientas juraban y rejuraban que la balanza marcaba varios kilos demás, mientras otras ponían por testigo a la virgen de que la balanza marcaba kilos de menos, en todos los casos bajo la autorizada opinión “de la balanza que tengo en el baño de mi casa”. Mi sugerencia fue traer algunos objetos de peso conocido, como botellones de agua o pesas marcadas para verificar la realidad. La sorpresa no fue la comprobación de que la balanza funcionaba perfectamente, sino la reacción del corro de mujeres que afirmaba que yo estaba parcializado con el dueño del gimnasio, y que alteraba los pesos a propósito para mejorar el negocio. Ante tal estado de confusión, hice lo que suelo hacer (y que hacen aquellos que no tenemos el hábito de fumar) para despejar la mente y calmarme: Saqué una barra de chocolate de mi mochila y empecé a morder. En ese momento yo no sabía que eso era como mostrar un trapo rojo a un toro. En el acto casi se produce una batalla campal entre las que trataban de apoderarse de mi chocolate y las que gritaban al cielo que cómo era posible que trajera esa fuente de calorías y colesterol a un gimnasio.

Una vez calmado el tumulto, inmune a la experiencia, me atreví a comentar a Rosaly mi desacuerdo con la música ambiente. En mi opinión, como que el reggaetón no va con los ejercicios aeróbicos. Lo malo no fue lo desacertado de mi comentario, sino que Rosaly siguiera mi consejo a la tarde siguiente. El motín resultante fue otro clavo al ataúd de su empleo. La gota que colmó el vaso fue el carácter amable de mi amiga, quien ya había tomado confianza con algunas clientas, además de aquellas que ya conocía por vivir en el vecindario. Un simple saludo del tipo “Cuánto tiempo sin verla” o “Qué milagro que la veo por aquí” a la persona equivocada ocasionaron una queja a la gerencia, acusando a mi amiga de criticar a sus clientas diciendo que nunca iban al gimnasio. El gerente le explicó que en este tipo de negocios está prohibido cualquier frase que pudiera remotamente implicar que un cliente está gordo. Estas frases incluyen las “Cada día se le ve mejor” que puede ser interpretado como una alusión a una operación estética, y las variaciones del “Tengo hambre”, que son interpretadas como un “Tengo un metabolismo mejor que el tuyo y puedo comer lo que quiera”. Como sea, mi amiga fue invitada a retirarse del trabajo, con solo el consuelo de decir que fue “por mutuo acuerdo”.

Ahora que escribo la historia y está puesta en blanco y negro, espero que mi amiga pueda analizarla y entenderla para sus futuras experiencias laborales, y sobre todo, para que no vuelva a meterse en un sitio de esos sin comprobar que no se trata de una cueva de locos.

miércoles, 9 de noviembre de 2016

Carta a los norteamericanos

Ahora que ya se ha anunciado que Donald Trump será el presidente de Estados Unidos, a pesar de todas las encuestas, las exhortaciones de los Vengadores, las advertencias de múltiples personalidades de la intelectualidad y el arte; ahora que la gente todavía está ocupada estudiando las centurias de Nostradamus, el Libro de las Revelaciones y los capítulos pasados de los Simpson buscando el cumplimiento de las profecías apocalípticas, ahora levanto mi voz desde mi humilde colina para decirle unas cuantas cosas a los ciudadanos norteamericanos y también a los que viven allá aunque no sean ciudadanos norteamericanos:

Antes que nada, a todos los white trash, a los misoginos, a los descendientes de inmigrantes que rechazan a los inmigrantes, a los que no pueden ubicar su propio país en un mapa, a los que se quejan de que la competencia china no les deja fabricar productos en su país con materia prima extranjera, a los que apoyan la posesión de armas y consideran las matanzas y tiroteos semanales como un daño colateral que pueden soportar,  a todos ellos les hago llegar mis felicitaciones, porque uno de ustedes ha llegado a la presidencia de vuestro país.

Pero no crean ustedes que a partir de ahora van a vivir su mundo feliz, porque hay un precio que pagar por todo esto, no va a ser tan fácil y desde hoy habrá consecuencias que puedo listar fácilmente.

Por ejemplo, desde hoy ustedes, ciudadanos norteamericanos, no tendrán derecho a mirarnos por encima del hombro, a juzgar nuestras costumbres como pintorescas, ni a reírse de nuestras democracias. Desde hoy, ustedes pasan a convertirse en una democracia latinoamericana que elige a un líder iluminado, a alguien que más temprano que tarde hará reír al mundo en las grandes reuniones internacionales. Desde hoy ya no podrán hablarnos condescendientemente de Maduro, Kirchner, Correa, Fujimori y todo el etcétera latinoamericano. Recuerden, nosotros ya conocemos a este tipo de presidentes y sabemos manejarlos, ustedes no saben y sufrirán aprendiendo.

A todos ustedes que estaban planeando un viaje a Varadero para fin de año, les recomiendo que se apuren, porque en cualquier momento les cortan de nuevo la entrada y se van a tener que conformar con lo que sus amigos de otros países les cuenten. A los cubanos esto tampoco creo que les afecte mucho, porque bastante tienen con los turistas de otros países.

Lamento decirles, amigos norteamericanos, que esa idea del muro no va a funcionar. Ustedes no nos conocen a los latinos cuando nos obligan a hacer algo pero ya se van a enterar cuando intenten empezar ese muro. Vamos a decir que si, que estamos de acuerdo, que es una necesidad, pero también vamos a decir que hacen falta estudios, que hay que ver el presupuesto, que sí, que ya lo vamos a empezar, pondremos la primera piedra en una gran ceremonia para luego dejar la obra abandonada por retrasos en la planificación, que los materiales ya llegan, que el sindicato está en huelga y que el presupuesto estaba mal hecho y se necesita el doble de dinero. Al final, si Donald Trump de verdad quiere hacer su muro, va a tener que hacerlo él mismo, pero como ningún norteamericano va a querer trabajar de albañil, tendrá que contratar mexicanos, y ellos pedirán aumento de sueldos en dólares, mientras pasan a todas sus familias por la noche. Así, la construcción durará años de años y nunca se acabará, créanme, que eso es lo qué pasa siempre por aquí.

En cuanto a los musulmanes y la idea de prohibirles la entrada, estoy seguro que la primera prueba de fuego que tendrá el gobierno de Trump será la próxima vez que llegue Shakira. Allí los quiero ver preguntándoles si tiene familia en el Líbano, si es de la ISIS, y a todos los agentes de aduana haciendo cola para registrarla personalmente, diciendo que el detector de metales y los rayos X están malogrados.

A nosotros los latinoamericanos en realidad no nos asusta mucho la llegada de Trump a la Casa Blanca. Total, ya hemos visto pasar a Reagan y a Bush, y Estados Unidos siempre ha sido el grandote abusivo de la escuela interamericana, y eso no iba a cambiar con ninguno de los dos candidatos. Y si a pesar de todo, quieren hacernos más problemas de lo normal, tenemos medios para hacerlos cambiar de opinión. Recuerden que nosotros somos sus principales proveedores de droga y si nos fastidian les cortamos el suministro por tres o cuatro meses, con lo que todas sus ciudades caerán en el caos y la anarquía. Veremos entonces quién es más fuerte. Total, con todo el dinero que ustedes pagan por la droga, podemos aguantar más tiempo que ustedes.

Ahora será para nosotros la hora de reírnos de los turistas norteamericanos cuando lleguen, de decirles que la Secretaria de Estado será Kim Kardashian, que en su país sus asesores serán elegidos en un reality show, y que vienen a incrementar las importaciones de peluquines.

Amigos norteamericanos, dicen que los pueblos tienen el gobernante que se merecen, prueben entonces la verdad o falsedad de este dicho.

viernes, 4 de noviembre de 2016

La biblioteca


Cuando entré a la biblioteca de Don Genaro, no tenía todavía una idea clara de lo que debía esperar. Mi experiencia es este aspecto es limitada, por decir lo menos. Claro que he entrado a algunas bibliotecas públicas o a las de algunos centros culturales, pero nunca a una privada y de este tamaño por añadidura. Supongo que esperaba algo como lo que se ve las películas de misterio, un enorme recinto oscuro lleno de tomos encuadernados en cuero atendido por un hombre tenebroso. Pero esta biblioteca tiene una buena iluminación y un sistema de aire acondicionado que le quita ese olor característico a libro viejo que creía inseparable del concepto de una biblioteca. Lo que se mantiene es esa cierta impresión de lugar sagrado y los libreros altísimos que hacen necesaria una escalera corrediza y dan una sensación de claustrofobia a quien la visita por primera vez.

Algo de Borgiano tenía esta biblioteca, y Don Genaro lo sabía. Sabes que una vez tuve ganas de organizar los libreros formando un laberinto, me dice. ¿Te imaginas la sensación de estar perdido entre los libros, de que alguien te busque en este laberinto, como en otra versión del jardín de los senderos que se bifurcan? Yo lo pensaba más bien como una selva que hay que explorar, en donde lo mismo podría encontrar bestias feroces o tesoros escondidos, una selva de libros de diferentes tamaños y colores, lo contrario a lo que significa el orden, en donde es necesario abrirse paso y que se cierra tan pronto uno termina de pasar. Siempre me he preguntado si es que los dueños de bibliotecas tan grandes han leído todos los libros que contienen y si es que en realidad se deshacen de aquellos libros que han resultado una decepción al leerlos. - No, la verdad es que muchos de estos libros eran de mi padre, hay muchos libros de derecho, de sistemas de antes de las computadoras y cosas así. En cuanto a deshacerme de libros, lo he intentado un par de veces, con mi esposa me sentí como el cura y el barbero requisando la biblioteca de Don Quijote. Al final, no tiré muchos libros, por pensar que la mayoría merecían una segunda oportunidad. Recordamos entonces que esa escena del Quijote era una metáfora del juicio final, en donde se condenaba a a los malvados al fuego eterno. Ahora estoy convencido de que mientras haya un espacio libre y pueda acomodar más estantes, esta biblioteca seguirá creciendo.

Invitado por el dueño, paso la mano por uno de los libreros al azar con la esperanza de que encontrar algún ejemplar notable. Obviamente, mi tacto se siente atraído por los tomos más antiguos. El primer libro que escojo resulta ser el anuario de una sociedad de derecho, impreso con esa tipografía propia de las primeras décadas del siglo XX, y llena de pies de página, comentarios y anotaciones hechas con pluma. Estoy seguro de que todos los artículos y estudios aquí están ya obsoletos, aparte de lo árido del tema, pero me abstengo de sugerir a Don Genaro que se deshaga de él. Tal vez tenga aún valor histórico, pienso mientras entiendo el reparo a deshacerse de los libros que me mencionó. Por fin llegamos a los estantes donde están los tomos de literatura antigua, la razón de mi visita, que es la búsqueda de una traducción de los viajes de Abu Navid. Me da esperanza ver que los libros son en verdad raros. Son libros cuyos títulos me son igual de desconocidos que el nombre de sus autores. Esta vez la sensación es la de estar en una librería de viejo, pensando en esa lotería que sería encontrar una edición príncipe o una obra perdida, tal vez una obra olvidada por la crítica que espera ser redescubierta. Aunque la búsqueda es interesante, no encuentro lo que vine a buscar. El padre de Don Genaro gustaba sin duda de la literatura fantástica, hay ediciones realmente antiguas de Gustav Meyrink y una edición alemana de “El Puchero de Oro “. No puedo resistir la tentación de pedir prestado uno de los libros, con el retador título de “Los cuentos del relojero abominable”.

Como despedida y agradecimiento, le dejo a Don Genaro una frase que escribí una vez: “Un libro es como un camino, cuando empiezas a recorrerlo no sabes hasta dónde te ha de llevar, el camino puede ser largo, puede ser sinuoso, habrá tramos en donde te sientas cómodo o partes empinadas y difíciles, paisajes por descubrir y recodos que sólo tú serás capaz de admirar. Después de llegar al final, sabrás si el viaje valió la pena, y descubrirás que el camino es solo de ida, que el regreso es imposible, que aunque regreses al lugar de donde partiste, no volverás como el mismo que partió un día.”

miércoles, 26 de octubre de 2016

El refrigerador diabólico


Acerquémonos todos y guardemos silencio unos minutos, que me toca a mí contar la historia tenebrosa – dije alumbrando mi rostro con una linterna, que es como deben contarse las historias de miedo - escuchen pues, aprovechemos que estamos alrededor de esta fogata lejos de la ciudad y sus peligros.

Esta historia es sobre esos artefactos malditos, esas aberraciones mecánicas que todos tenemos en nuestros hogares, que son los refrigeradores. No, no te rías, Paco, tú menos que nadie, porque a ti el refrigerador te domina, te llama telepáticamente, te ordena que lo abras, que cojas esa lasaña, esa mermelada, te domina para que lo mantengas siempre lleno. Es que así nos dominan los refrigeradores diabólicos. Esto lo descubrí hace ya tiempo, cuando abrí una vez el congelador del refrigerador y vi las estalactitas que se habían formado, que lo hacían asemejarse a una boca abierta llena de colmillos. Fue entonces cuando comprendí también por qué tanta gente lanza alaridos estremecedores al abrir el refrigerador, y cuando entendí que los espíritus de tantas vacas, pollos, corvinas y demás que han pasado por ahí han tomado posesión y esperan el momento para tomar por asalto nuestras almas. 

Sí, Pocho, yo veo que te estás riendo porque no me crees, pero piensa en esto: todos dicen que la venganza es dulce, muchos dicen también que es un plato que se sirve frío ¿verdad? ¿Pues no es esa la definición de un helado de esos a los que te has enviciado? Y tú, Silvana, recuerda cuando tu hermana estaba a dieta ¿No pasó que en esa época veías luces extrañas en tu cocina a altas horas de la madrugada? No me cabe duda que era un caso de posesión diabólica. Incluso cuando tu hermana puso la foto de una modelo en la puerta del refrigerador ella podía escuchar la foto que le decía “Aliméntame, mira cómo estoy de flaca”. ¿Y dudas aún de lo que digo?

El frío que asociamos siempre con la muerte, ese sudor frío que recorre nuestra espalda cuando tenemos miedo ¿De dónde viene entonces? Es el refrigerador diabólico atacando.
¿Y qué guardamos en el refrigerador? ¿No son las cervezas y licores que no en vano llamamos “bebidas espirituosas”? No lo duden, el refrigerador tiene almas malignas que lo poseen.

Todos hemos escuchado historias aterradoras sobre lo que puede encontrarse dentro de un refrigerador. Una vez una amiga mía lo abrió y se encontró cara a cara con un pulpo que no dejaba de mirarla y que incluso estiró su tentáculo hacia ella para arrastrarla hasta el infierno. Hay quien jura haber sido atacado por una botella de yogurt al abrir la puerta; otros han encontrado cabezas de ternera dejadas sin duda por la mafia como un mensaje de muerte. Yo mismo encontré una vez algo que no pude identificar y que hizo lanzar un grito de terror al basurero que lo recogió del tacho a donde lo había tirado.

Y puedo hablar también de las terribles mutaciones que habitan el refrigerador, como los alimentos transgénicos, las hamburguesas inmortales y ciertos tipos de queso que cobran vida propia cuando no los vemos.

Abrir la puerta de un refrigerador diabólico es un peligro que puede perder tu alma. Tú tal vez pienses que esa puerta te lleva a un paraíso de coca colas, chorizos y pizzas, pero en realidad te lleva al infierno del colesterol del que tantas personas tratan de salir. Una vez que caigas en su embrujo, perderás tu alma inmortal.

Un gran silencio se apoderó de todo el grupo en cuanto terminé de hablar y retiré la linterna de mi cara. ¿Alguien me alcanza una cerveza del congelador, que hablar todo este rato me ha dado sed? Nadie se movió.

Esta historia me fue inspirada por una serie de tweets de Zilniya a las que hice una pequeñita colaboración, y a quien debo reconocer que más de una vez me ha dado un empujón para escribir algo con qué llenar este blog.

domingo, 23 de octubre de 2016

Frases Twitteables 41



  • Historias de amor animales: Se conocieron, se amaron, tuvieron muchos hijos, los conejos.
  • Historias de amor animales: Qué hermoso, tienes los ojos de tu madre, le dijo el cuervo.
  • Historias de amor animales: Tras buscarlo toda su vida, se convenció de que el amor es un mito, el unicornio.
  • Historias de amor animales: ¡Oye sapo! ¡Allí viene la princesa que te gusta!
  • Historias de amor animales: La luciérnaga enamorada de la polilla, llamaba puta a la flama.
  • Historias de amor animales: ¿Volverás algún día? – Siempre estoy volviendo, dijo el cangrejo.
  • Todo depende del estado de ánimo: A veces quisiera que una canción dure para siempre, otras veces quisiera que acabe lo antes posible.
  • ¿Quién dijo que ya no existen los matrimonios arreglados? Ahora se llaman contratos prenupciales.
  • Son un tuitero conceptual: Todos mis tweets están relacionados entre sí. – Claro, todos son tonterías.
  • Lo que no nos mata, nos hace más fuertes. Menos a mí, que me dejó tonto.
  • Para las relaciones mostraba el mismo talento que para la cocina. Al querer cortar algo, terminaba cortándose ella misma.
  • - Por qué cierras los ojos cuando me besas? - Porque ojos que no ven, corazón que no siente.
  • Tal vez hay personas para las que la felicidad ajena es una incitación a la violencia.
  • ¡Cuidado con la cabeza! Hay mucha gente que te la quiere llenar de estupideces.
  • Soy de los que empiezan a deshojar una margarita y abandonan a la mitad porque ya saben cómo va a terminar.
  • Nota: Si vas a escribir un libro que anuncie el fin del mundo, pon la fecha lo suficientemente lejos para que te permita vender el libro.
  • Algún día te reirás al recordar todo esto. Pero primero tienes que sobrevivir.
  • Explíqueme de nuevo, que no entendí ¿Los bucólicos a qué son adictos?
  • Un radical es alguien que quiere demoler una casa con él y su familia dentro.
  • Mi tarea de estadística para hoy será averiguar el porcentaje de margaritas con hojas impares.
  • Algún día tendremos que volver a hablar de las actuaciones y de las películas en vez de los trajes que los artistas llevan al estreno o a la premiación.
  • A veces pienso que el precio de la libertad de expresión es escuchar a tanto idiota.
  • El secreto de la política es hacer sentir inferior a los demás, para ellos aparecer como los salvadores.
  • Quedarse absorto viendo la inmensidad del mar y de pronto descubrir que tienes un pelícano al costado.
  • No creo que sea casualidad que desde que aparecieron las redes sociales cada día parece ser el Día Internacional de algo.
  • Tomando margaritas en un bar diciendo en cada trago “Me quiere, No me quiere…”
  • ¿Cómo explicar a las generaciones futuras que podíamos encontrar un caracol en la playa y escuchar el mar en él?
  • Lo que no te mata, es porque tuvo mala puntería.

jueves, 13 de octubre de 2016

La canción es poesía

En este momento todo el mundo está hablando de Bob Dylan por recibir el Premio Nobel de Literatura. Como es una de las pocas veces en que he leído a un autor antes de que le den este premio, pongo aquí mi opinión al respecto, aunque el que lea el título de este post ya sabrá cuál es mi posición:

La poesía nació de la música en los tiempos más antiguos, al grado que eran inseparables una de la otra. Los que hoy conocemos como los poemas más antiguos, eran canciones de las que hoy solo conservamos la letra. Puedo citar las odas de Pindaro, en el siglo VI a.C., quien era celebrado entre los griegos tanto por su letra como por su música, hoy perdida. Los salmos del Rey David y los Proverbios de Salomón eran también cantados, al igual que los poemas chinos más antiguos. Por lo tanto, darle el Premio Nobel a un cantante significa para mí un premio a la poesía y un regreso a la poesía tal como fue en su nacimiento. Y esto es lo que está reconociendo la Academia Sueca.
Como siempre, habrá críticas, el Premio Nobel nunca ha estado exento de ellas, así que pongo aquí la letra de “Times Are A Changin’ , que suena hoy más apropiada que nunca:
Vengan escritores y críticos que profetizan con la pluma 
 y abran los ojos que la oportunidad no volverá 
No hablen tan pronto, que la rueda sigue girando 
 Y no se sabe a quién nombrará 
 Quien hoy pierde triunfará mañana 
 ¡Porque los tiempos están cambiando! 

Tal vez el problema sea que cuando uno piensa en la música (no solo en el rock sino en cualquier otro género) piensa en la más popular, y sobre todo en la actualidad, cuando las letras mediocres son la abrumadora mayoría. Pero aún nos queda esperanza. Dylan no es el único gran poeta de la canción. Si yo fuera de la Academia del Nobel, tal vez hubiera preferido a Leonard Cohen, de quien pongo aquí el párrafo que más me gusta:
Los ponys corren, las niñas son jóvenes, 
Las chances fueron hechas para vencerlas. 
Tú ganas unas cuantas, y es todo – 
Tu pequeña racha de éxitos. 
Y ahora repartiendo las cartas 
Con tu invencible derrota, 
Vives como si tu vida fuera real, 
A mil besos en lo profundo. 

Desde el lado del idioma español, sería ocioso tal vez nombrar a Joaquín Sabina y Luis Eduardo Aute, discípulos ambos de Cohen, pero no puedo olvidar mencionar que en el Perú hemos tenido la suerte de tener tal vez a la mejor letrista de Latinoamérica, que era Chabuca Granda, capaz de escribir algo como esto:
Una veredita alegre 
con luz de luna o de sol 
 tendida como una cinta 
con sus lados de arrebol 
arrebol de los geranios 
y sonrisas con rubor 
arrebol de los claveles 
y las mejillas en flor 
Perfumada de magnolia 
 rociada de mañanita 
 la veredita sonríe 
cuando tu piel acaricia 
Y la cuculí se ríe 
y la ventana se agita 
cuando por esa vereda 
tu fina estampa paseas 

Para mí, que siempre he buscado en las canciones historias y letras que me inspiren, este ha sido un buen día, por Bob Dylan y todos aquellos que nos recuerdan que la canción es poesía.

miércoles, 5 de octubre de 2016

Una historia en blanco y negro


Era un escritor de novelas negras, que aún tenía la página en blanco. Sólo tenía una vaga idea de un crimen en el barrio negro, cometido con arma blanca. Pero sin inspiración, su negra historia sería blanco de las críticas. Una película en blanco y negro sobre Casablanca le mostró que el hombre de negro no dispara hasta ver el blanco de los ojos. Pasando la negra noche en blanco, tomó una taza de café negro.
Al salir a la calle, entre palomas blancas y gatos negros, decidió apostar todo al negro, lo que no pudo hacer por estar sin blanca. Tal vez podría ayudarle Mr. White, el tallador de blackjack, de quien se decía que blanqueaba dólares en el mercado negro. Era imposible, pensó. Lo blanco es blanco y lo negro es negro, pensaba, y una partida de tiro al blanco no cambiará las cosas. Las damas altas y blancas de vestido negro no hacen caso a los escritores.
Salió otra vez a la negra noche, solo iluminada por la blanca luna. Nada funcionaba, ni los polvos blancos ni los autos negros. Un hombre de cabello negro y dientes blancos le salió al encuentro. Lo último que vio fue una luz blanca antes de que todo se volviera negro. Cuando despertó, estaba en una habitación blanca con un enfermero negro, que trataba de decirte la suerte que había tenido. Una ambulancia blanca lo encontró tendido sobre el negro asfalto y lo trajo. Pero no era suerte, sino la maldición del blanco y negro, que le hacía ver todo en blanco y negro. Sus sueños eran sobre piezas de ajedrez blancas y negras sobre un tablero de cuadros blancos y negros; veía en sus sueños cebras de rayas blancas y negras que venían con pingüinos blancos y negros. Alucinando, abrió la ventana para ver el cielo blanco del otoño, y saltó para caer sobre la sombra negra del edificio. El médico sólo llegó para certificar la muerte, apuntar la fecha y hora y anotar el único apellido que se pudo obtener del infortunado.

-       A las diez y veinte horas se encontró el cuerpo del Señor Gris…

sábado, 24 de septiembre de 2016

El ratón


Mi casa es cálida y acogedora, eso es lo que dice la gente que viene por aquí. Atraído por tal fama, un ratón decidió hacer su cambio de domicilio e instalarse en mi cocina. Como los visitantes indeseados, se siente como en casa, se come mi comida, fastidia y molesta por las noches y no deja dinero ni paga la renta porque no trabaja.
Afortunadamente, a diferencia de los humanos que hacen lo mismo, a este sí es lícito matarlo, solo hay que escoger la mejor forma de hacerlo. La ratonera tradicional es siempre la primera opción. Buscando en internet el principio de funcionamiento de estos dispositivos encuentro que se trata de un pedazo de queso sobre un muelle que al moverse suelta un fierro que, impulsado por un resorte, destroza la cabeza del roedor. Al explicar esto en la reunión de estrategia, las mujeres de la casa se horrorizan al imaginar la cabeza del ratón convertida en una masa sanguinolenta que les espanta más que la perspectiva de encontrarse con él en la cocina. Debe haber una manera más humana, me dicen. Tengo que aclarar entonces que la “manera humana” de matar es con armas automáticas, bombas atómicas o decapitaciones rituales, ya que ningún animal matará jamás de esta manera. Se hará a mi modo y todos tienen que estar de acuerdo.

El problema es que el ratón no participó en la reunión para mostrar su desacuerdo, y decidió por su cuenta no colaborar. La trampa se quedó tres días y el ratón no le hizo caso, prefiriendo los panes y verduras que quedaban en la cocina. Se impone un cambio de estrategia y solicito opiniones en la oficina. Una de las ingenieras, que acaba de pasar por una desilusión amorosa, está dispuesta a darme ideas sobre cómo acabar con una vida despreciable y traidora. - Debes dejarle comida hasta que se acostumbre, cocínale con cariño, que se sienta amado, preocúpate por él hasta que no pueda vivir sin ti, y entonces, sin decirle nada, abandónalo, olvida que existe, no lo llames, no contestes sus llamadas, hazlo sentirse una piltrafa… - Oye, con eso no lo voy a matar - le digo. - Yo no quiero matarlo ¡Quiero que sufra! ¡Rata repulsiva y maloliente! 

 El siguiente intento será con veneno, pero el resultado es el mismo. Descubro mi error al ver la fecha de vencimiento en la caja. Me quedo preguntándome qué pasa cuando un ratón come un veneno vencido ¿Ya no se muere? ¿Se convierte en alimento? ¿Le dará diarrea? Voy a comprar veneno en una ferretería cercana (por alguna razón, en estos lares, los venenos para ratas se venden en las ferreterías). El dueño, que era una persona de experiencia, se interesa en mi caso después de escuchar mi historia. - Ha hecho usted todo mal - me dice. - Seguro que compró trampa importada y veneno importado, y por eso no funcionó. ¿No sabe usted que los ratones peruanos están habituados a la buena comida? Recuerde que ellos comen los restos de lo que comemos nosotros mismos, y los peruanos comemos rico, como el mundo ha descubierto ahora. Por eso los venenos importados le parecen sosos y poco apetitosos. Lo que tiene que hacer es preparar una buena carnada con su salsa y su ajicito, que los ratones ya están acostumbrados a nuestra sazón. Eso lo mezcla con el veneno en polvo y verá como el ratón come con gusto y muere contento, igual que los humanos que no son capaces de dejar la comida que les gusta aunque se los prohíba el médico...

La idea no me pareció mala, así que le preparé un arroz verde con su limoncito y su buen ají. Me quedó tan bien que casi me lo como yo. Para mayor seguridad, usé el método de la bruja de Blancanieves, es decir, puse veneno solo en la mitad de la comida, para que el ratón se entusiasme y se coma todo de corrido, con veneno y todo. La mañana siguiente solo me sirvió para comprobar que el ratón era realmente un Gourmet, comiendo solo la parte que estaba sin veneno.

Ante el continuo fracaso, es momento de buscar ayuda profesional. Contacté a un exterminador de plagas. La historia cada vez más larga de mis fracasos le interesó. Ajá, un adversario digno, exclamó. Vino a mi casa a reconocer el campo de batalla, movió las cosas buscando un indicio de la ubicación de la trinchera enemiga, enchufó un aparato que, según me explicó, emitía un ultrasonido que sacaría al roedor de su guarida, colocó un sebo con lo que dijo ser una fórmula secreta irresistible para los ratones. Me explicó que colocaba la comida sin ningún veneno sobre un plástico pegajoso. Cuando el ratón se acercara a comer o a olfatear, quedaría pegado sin remedio. El plan era infalible y el técnico volvería al día siguiente a recoger a la víctima. Al día siguiente todo estaba tal como lo dejó, con excepción de la comida, que había vuelto a desaparecer. El técnico, que venía, según él, tan sólo para llevarse el cadáver, se mostró extrañado, cambió la fórmula del cebo, los ratones de este barrio son diferentes, tienen otros gustos, me explicó. Al día siguiente,se repitió la misma historia, y también al subsiguiente. El técnico declaró solemnemente que no era una deshonra ser derrotado ante un enemigo tan hábil que eludía todas sus trampas, y luego se retiró cabizbajo.

Solo y sin nadie más a quien acudir, decidí tomar el asunto en mis manos, armado solamente con mi ingenio y mi paciencia. Dejé un pedazo de pan con mermelada en medio del piso de la cocina y me senté a una prudente distancia. Tuve que esperar más de una hora hasta que por fin apareció. Era la primera vez que lo veía y confieso que fue una decepción. Era un ratón más bien pequeño, tímido y nervioso, sin apariencia de una inteligencia superior a la media, en nada semejante al animal prodigioso, casi un superhéroe entre los roedores, que me habían hecho creer. En ese momento descubrí que mi plan estaba incompleto y que no tenía pensado qué hacer cuando encontrara al ratón. Tenía que improvisar la solución definitiva, pues esta oportunidad tal vez no volvería a presentarse. Así que cogí una escoba y arremetí con furia kamikaze contra mi enemigo, al grito de “¡Roedor de miércoles, ahora vas a ver!”, acompañado de las infaltables menciones a toda su familia hasta la séptima generación. El ratón huyó despavorido hacia todos los rincones disponibles, perseguido por mi iracunda escoba, que atropellaba todos los muebles a su paso, hasta que desapareció en el fragor de la batalla, no sin antes haber recibido un par de escobazos bien puestos. Al parecer en su huida encontró la puerta de salida, o trepó por la pared hacia la libertad, porque desde ese día no ha vuelto a dar muestras de su existencia.

Ahora la paz ha vuelto a mi hogar y pienso en qué habrá sido del ratón y por qué habrá decidido no volver. Tal vez le causé un trauma psicológico terrible y desde entonces entra en pánico cada vez que ve una escoba, quizá buscó otro sitio donde no viva con el stress de que alguien quiere matarlo, de repente es un animal digno que no quiere vivir donde no es bien recibido, o por último, se dio cuenta que esta casa está llena de locos que en cualquier momento se pueden volver agresivos. Por eso dejo ahora un pedazo de pan en la cocina, sólo para recordar viejos tiempos.

jueves, 15 de septiembre de 2016

Completando las Frases célebres


Hay frases que son conocidas por todos, y son aceptadas como trozos de sabiduría incontestable. Pero no por todos. Rovira tenía la costumbre de dudar de todo y de todos, excepto de aquello que haya vivido él mismo. Después de lo que he pasado ya no creo ni en los muertos, dicen que dijo cuando lo asaltaron dentro del cementerio. Por eso cuando escuchaba una frase célebre la respondía inmediatamente. Algunas de esas respuestas he recopilado aquí para deleite de quienes no lo conocen y no han hecho el viaje hasta su pueblo para escucharlas en directo con esa sazón y esa musiquita que pone al hablar:
  • Nadie se baña dos veces en el mismo río. - No se haga el chistoso, Don Heráclito, ya sabe que aquí está prohibido y usted es reincidente. 
  • Lo que no nos mata, nos hace más fuertes. - Pero Don Nietsche, ¿Quiere volver a ese restaurante después de lo que le pasó la última vez? 
  • Puedo escribir los versos más tristes esta noche. - Buena, Don Pablo, el que puede, puede. 
  • Volverán las oscuras golondrinas… - Con razón ha salido usted con sombrero Don Gustavo Adolfo, no quiere que lo ensucien como la otra vez. 
  • Errar es humano. - Ah, claro, y cree que con eso va a arreglar sus burradas. 
  • Pienso, luego existo. - A ver si empezamos luego, que hace rato no lo veo existir, Don René.
  • Mens sana in corpore sano. - Tiene razón, a ver Claudita, dále una manzana aquí al caporal para que se ponga sano.

martes, 6 de septiembre de 2016

Había una vez un cuento


Una vez escribí un cuento. No sé si era un buen cuento o un mal cuento.  Sólo sé que era un cuento bastante musical, con ritmo y compás, que se podía leer en tres minutos y medio, como una canción. Entusiasmado, hice varias versiones, como corresponde a una canción de éxito: una versión extendida, una versión para la radio, no faltó la versión acústica ni la versión alternativa, además de varios remixes para las salas de baile. Al final, la gente se divertía con mi cuento, pero después de bailar, cuando preguntaba qué les había parecido, me respondían que no le habían prestado atención a la letra.

domingo, 28 de agosto de 2016

La lengua del pueblo


En uno de los viajes que me toca hacer, conocí a Rovira. Nunca supe si este era un nombre,un apellido o un apodo. El hecho es que todo el mundo lo conocía de nada esa manera, y a él no le importaba. Me lo presentó uno de los lugareños con el orgullo de quien me presenta a la celebridad local. En una de las casas que dan a la calle principal que desemboca en la plaza, estaba él, sentado en una mesa con una botella y un vaso ya listo. Sobre la ventana había un cartelito ya un poco desteñido con una de sus frases más famosas, que decía: “Si ganas la lotería conocerás a toda tu familia. Si caes en desgracia conocerás a todos tus amigos. Si tienes una mujer hermosa conocerás a tus enemigos, y si te metes con mis cosas me conocerás a mí”.

Rovira era un hombre con ya algunas décadas encima, bien plantado, alegre y dicharachero. No tardé en descubrir la justicia de la fama que le precedía. La cantidad de chistes e historias que podía contar en un corto tiempo era asombrosa, y bien valía las cervezas y anticuchos que aceptaba como pago por ellas. Lo asombroso de Rovira era su capacidad de suplir su falta de educación académica con un ingenio desbordante que le hacía pasar como un genio para la sencilla gente del pueblo.

Claro que soy famoso - me decía - Yo he inventado muchas de las frases que los jóvenes se pasan por el celular, y que yo las inventaba desde muchacho y nunca faltaba el que las apuntaba y las pasaba en papelitos, que no necesitábamos más Facebook en ese tiempo. Sin duda ha escuchado usted esa frase de que “La ociosidad es la madre de uno que yo estoy mirando”, pues esa frase la inventé yo, y se la decía a Ramiro Tito, que era una bestia que hasta los burros de carga le decían “¡Qué bruto!” pero que después llegó a ser alcalde, como para que no digan después que aquí no le damos oportunidad a todo el mundo.

Yo, que siempre estoy en busca de una buena historia, traté de picarlo para que me cuente su vida, pero el problema no era hacerlo empezar, que para eso no había que hacer ningún esfuerzo, sino que lo difícil era mantenerlo dentro del tema y evitar que se vaya desviando en detalles, comentarios y anécdotas diversas. Rovira parecía de esos tipos capaces de mantener varias conversaciones al mismo tiempo, y al ir monologando él mismo olvidaba de lo que estaba hablando. Trataré de poner aquí lo poco que pude rescatar de entre las puyas, comentarios sobre sucesos cotidianos, chismes pueblerinos y chistes colorados que repartía generosamente:

A ver joven, vamos a empezar desde el comienzo, pero cuidado porque yo no soy muy modesto para contar mis cosas, la modestia es para los que no tienen nada interesante, o es para esperar que los demás se den cuenta de lo bueno que tengo. Pero yo no soy así, el que no se promociona no se vende. Entonces le decía que yo nací desde chiquito en este pueblo. Si, pues, cuando nací era muy pequeño. ¿Que todos nacen de bebés? No crea, no siempre es así, hay algunos que nacen ya de mayores, y hasta hay unos que los ve caminando y todavía no nacen, mire a esa señorita tan guapa que va por allí, por ejemplo. ¿Sí o no que es una niña de pecho? Ah, bueno, le contaba que yo nací recién destetado, en ese tiempo no había ni camino, ni nada, y el único de fuera que había aquí era el cura, que era un colorado que hervía cada vez que le daba el sol, y que hacía el camino a la parte alta todos los domingos para dar misa en los dos sitios el mismo día. Mantenía dos iglesias al mismo tiempo, con mujer y niños en cada una. Y en los dos sitios decía lo mismo: “Ustedes están cada semana más roñosos con la limosnas, ya no voy a venir y me voy a quedar en la otra parte que allá me tratan mejor”. Y nosotros, inocentes, le dábamos más limosna, así era en ese tiempo… Pero me estoy desviando, y usted no avisa… El curita este decía que Dios puso al hombre para poblar la tierra, y yo, que ya estaba muchacho, me di a la labor sagrada. Ya me conocían por arriba y por abajo, o sea por la parte alta y la parte baja del pueblo, así que aquí donde me ve, yo he poblado el mundo, porque tengo hijos en Australia, en Europa, en Estados Unidos. Es que a las mujeres que he tenido les he abierto los ojos y les ha dado ganas de conocer el mundo, y ellas terminaron marchándose del pueblo. Yo también en un tiempo me fui de aquí, pero regresé por la nostalgia. Un señor que sabía me enseñó que "Nostalgia" viene del griego “algia”, que quiere decir “dolor”, ¿Y la otra parte de la palabra? Es el “nostá”, o sea que la nostalgia es el dolor por la que nostá. ¿Ahora entiendes, joven? ¿En qué estaba? Ah, en que a las chicas les gusta la labia, el piropo, el te voy a regalar la luna y una docena de estrellas de yapa. Y como el pueblo era chico, apareció la gente envidiosa, que decía que yo les dejaba sin chicas, gente amargada, Porque le digo joven, que más triste que amar sin ser amado es mamar sin ser mamado. ¡Jajajá!

Poco más pude sacarle ese día. Aunque volvimos a encontrarnos varias veces, no pudimos sentarnos con cierta tranquilidad como para terminar la historia. Cada vez nos interrumpía una visita, un amigo o una diligencia urgente. Rovira hacia siempre varias cosas a la vez, y por eso mismo nunca supe a ciencia cierta a qué se dedicaba para vivir. Al poco tiempo yo también dejé el pueblo al terminar mi trabajo allí. Pero me quedaron muchas frases y un poco de inspiración que me ha permitido al fin volver a escribir. Gracias a la distancia por el impulso.

viernes, 19 de agosto de 2016

Frases Twitteables 40



Durante el tiempo en que este blog estuvo inactivo, he tratado de mantener por lo menos mi cuenta de Twitter con vida, propósito que he logrado a duras penas, colocando una frase cuando se me ocurría, lo cual no era tan frecuente tampoco. Aun así no han dejado de acumularse frases que me hice el propósito de poner aquí "cuando fuera el momento". Pues bien, el momento ha llegado, y ahora que estoy volviendo al ruedo, también lo hacen mis frases twitteables.
  • La triste historia de aquel que quería escapar de todo, y el día en que lo hace se llevó la jaula consigo.
  • Se dice que lo que no nos mata, nos hace más fuertes. Lo que no se dice es que lo que no nos mata, también se hace más fuerte.
  • Pudiste ser mi canción, pero no diste la nota.
  • Que la fuerza te acompañe. Pero por si acaso, lleva tu espada láser.
  • Para ti, que te resistes a ir a ver Star Wars: Que la fuerza de voluntad te acompañe.
  • ¿Cuánto dinero hace falta para ser dueño de la verdad?
  • - Tu abuelo debe estar revolcándose en su tumba. – Eso es porque lo enterramos vivo.
  • ¿Qué se le puede hacer al desubicado que pregunta si el karma es mencionado en la Biblia?
  • El empleado del matadero le enseña su trabajo a un torero. Esto también es arte, le dice.
  • El que dijo que la carne es débil, no come en el mismo restaurante que yo.
  • Los calcetines, al contrario que los humanos, empiezan su vida juntos y terminan solos.
  • La historia cuenta las acciones de aquellos que no aprendieron las lecciones de la historia.
  • No muchos saben que los smartphones vienen con un app que sirve para hacer llamadas telefónicas.
  • Me cuesta creer que la generación que vivió jugando tetris no pueda acomodar cajas en un almacén.
  • Conversación al azar: - El Señor es mi pastor – Déjame revisar si el Señor era pastor de borregos.
  • Hay quien cree tener un alma grande cuando solo está hinchada.
  • Hoy es uno de esos días en que la voz de la conciencia ya está afónica de tanto gritar.
  • Por fin, mi niño interior ya es todo un adolescente.
  • A todos que se creen grandes literatos: Jamás han hecho una película basada en un tuit de éxito.
  • Diferencia entre el punto y la coma: 1. Las besé y las dejé a las dos en punto. 2. Las besé y las dejé a las dos en coma.
  • ¿Qué puedo decir de mí que no hayan dicho antes mis enemigos?
  • Antes, las niñas soñaban con ser princesas; Parece que hoy lo que quieren es ser Khalessi.
  • Ayer conocí a la Khalessi. Era la madre de tres niños que eran unos completos dragones.
  • Mi nuevo libro tonto se llamará "Cómo cruzar la calle en 10 fáciles pasos".
  • Mi nuevo libro tonto se llamará “Escribir libros de autoayuda para Dummies”.

martes, 9 de agosto de 2016

Te estoy buscando, Pokemon


En estos días se ha incrementado el número de tropezones por la calle, choques contra paredes y otros accidentes a peatones, por culpa de la búsqueda de pokemones. Aunque yo no juego eso ni tengo esa aplicación en mi celular, tampoco hago campaña contra los que juegan, porque, como adicto en recuperación del Candy Crush, tengo rabo de paja en el asunto.

Lo que sí hago es divertirme con los prójimos que buscan pokemones por la calle sin fijarse en el rumbo que llevan. Así que he salido al parque a tomar un poco de aire fresco y a divertirme. Lo más fácil de ver es la gente que camina sobre los charcos de la lluvia sin importarle sus zapatos. Aquí viene uno con cara de que va a colaborar con una escena para este post.
- ¡Ajá! ¡Acá hay un Pokemon que no conozco!
 - ¡Oiga, no se meta con mi hijito!

 Ahora pasan dos que han emprendido una cacería en equipo.
- Oye, ¿Qué Pokemon es ese que llevas en el hombro, que tiene ocho patas peludas y ojos saltones? Si el juego del Pokemon sirve para que la gente salga a la calle a hacer ejercicio, este está bueno para competencias de carreras con grito de terror incluido.

Ahora pasa la gente que aprovecha la moda para hacer sus propios negocios. - ¡Pikachús! ¡Pikachús baratos! ¡Lleve sus Pikachús baratos! El ingenio peruano no necesita más que unas ratas del parque pintadas de amarillo para sacar un poco de dinero para el fin de semana.

Ahora me encuentro con el chato Quesada, y me siento en el deber de advertirle.
- ¡Cuídate, chato, que la gente aquí te puede confundir con un Pokemon!
Claro que el chato no hace caso, y su castigo por ignorar mis advertencias es pelearse con tres cazadores que tratan de meterlo adentro de un celular.

Mi siguiente entretenimiento es ver cómo sacan a otro cazador de un buzón sin tapa que se ha caído por no mirar por dónde camina.

Cansado por el día de hoy, regreso a mi casa, pero antes aprovecho para comprar el pan. La cola de los clientes no me preocupa, porque ya conozco el truco. Me hago el que estoy viendo mi celular y digo en voz alta “Miren allá, ¡Un Pokemon legendario!”. Santo remedio, ahora soy el primero en la fila. Ni siquiera tengo el juego instalado y ya he ganado algo.

Ya en mi casa, decido que aún puedo sacar provecho del juego para hacer algunas buenas acciones. Le pongo una cabeza de hueso a algunos perros abandonados del parque y exclamo ¡Un Cubone! Hasta el momento le he encontrado hogar a tres perros, y creo que el truco también va a funcionar con gatos y palomas.

lunes, 1 de agosto de 2016

El regreso secreto

Han pasado varios meses desde que publiqué la última historia en este blog. En ese tiempo se conjugaron una aguda falta de inspiración y una sobrecarga laboral que me han impedido pensar tonterías. Ahora que tengo un respiro me he dedicado a poner en limpio algunos pensamientos que espero basten para poner en funcionamiento este sitio por un tiempito más.

En este tiempo libre que me he dado he tratado de mantenerme anotando tonterías cortas en mi cuenta de twitter, he estado revisando todo lo que escribí anteriormente, ordenándolo y publicando versiones corregidas y aumentadas en mi página de facebook, con la esperanza de que la práctica me mantenga la imaginación activa como para escribir temas nuevos. Los resultados puede verlos el lector deseoso en mis cuentas de favebook y twitter en los enlaces mostrados en la columna de la derecha.
El problema es que la inspiración no ha regresado completamente, y cada vez que aparece una anécdota o una noticia sobre la que escribir unas líneas, me doy cuenta que ya fue tema de un post antiguo. Para probarlo, estoy poniendo una mención al post destacado en la columna derecha de este blog, para los que me ven en el formato web.

Por esta razón no quiero hacerme todavía muchas ilusiones sobre la continuidad de publicación en este que ya sería el tercer comienzo. No revienten bombos anunciando mi regreso todavía, que no sabemos si va a durar. No difundan la noticia, pásenla de boca en boca, porque este es un regreso secreto, ya llegan los nuevos posts del Tonto de la Colina.

martes, 7 de junio de 2016

Un día de estos

En diciembre pasado, víctima de una grave crisis de inspiración, dejé de publicar tonterías en este blog. Los resultados han sido desastrosos. A los pocos días, empezaron a morir famosas personalidades del cine, la música y el deporte. Puedo tomar la postura del incrédulo y atribuir esto a la casualidad, o interpretarlo como un mensaje que el universo me envía. No puedo tampoco despreciar la posibilidad de que mis textos hayan mantenido la cordura de dichos famosos que hallaron la forma de morir, incapaces de superar mi ausencia. Ya se sabe que los famosos nunca mueren de causas naturales, siempre hay una conspiración o un secreto oculto por las declaraciones oficiales. Claro, alguien podrá decir que mi blog no es tan importante y que nadie sabe que existe, mucho menos los famosos que viven sus vidas tan ocupadas y que ni siquiera saben leer en español. Pero la prueba está allí. Muchas teorías se han desarrollado con menos evidencia empírica que la que presentó. Y al que no me cree, le dejo la lista de los famosos que han muerto desde que dejé de publicar en mi blog:

  • David Bowie
  • Alan Rickman
  • Keith Emerson
  • Glenn Frey
  • Gato Barbieri
  • Prince
  • George Martin
  • Johann Cruyff
  • Mohammed Ali
A fin de evitar catástrofes mayores, estoy pensando en volver a publicar tonterías por aquí antes de que alguien empiece a atar cabos y me acuse de magnicidio múltiple o antes de que nos quedemos sin famosos y nos queden solo las socialités y los participantes de realities, que no son famosos pero se les parecen mucho. Ante la emergencia, tengo ya unos cuantos cuentitos listos, aunque no los suficientes para una publicación sostenida. Además, no quiero desaprovechar la oportunidad de dejar que mueran un par de famosos que tengo en la mira, tengo noticias de que a Donald Trump ya le empieza a doler la cabeza y que esos dos reggaetoneros viven como si no hubiera un mañana y en cualquier momento la achuntan.
Paciencia y buen humor entonces, que un día de estos doy la sorpresa.
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