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miércoles, 21 de diciembre de 2022
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lunes, 14 de abril de 2014
En lo alto de una columna
viernes, 25 de marzo de 2011
Ni rubia, ni tonta

Entre todas los estereotipos que nos ha dado el cine, pocos hay tan perdurables como el de la rubia tonta. Este personaje es una chica hermosa, con un hermoso cabello rubio, pero con actitudes infantiles, y una simpleza de pensamiento que raya en la incapacidad mental. Sin embargo este personaje, a causa de su belleza, es querido por todos los hombres, quienes perdonan sus simplezas a cambio de la esperanza de conquistarla.
La encarnación viviente de este estereotipo fue sin duda Marilyn Monroe, actriz en quien mito y fantasía se confunden y de quien es muy difícil separar la vida real de las impresiones que nos dejó en sus filmes. Así de poderoso es su mito, alimentado por una muerte temprana que nos impidió ver su decadencia.
¿Fue Marilyn Monroe la primera rubia tonta del cine? No recuerdo alguna anterior a ella, y si la hubo, su presencia fue apabullada por el poder de Marilyn. Pero el caso es que Marilyn no fue rubia, y tampoco era tonta. O tal vez Marilyn era la rubia tonta, y al terminar la labor diaria se convertía en Norma Jean Baker, cambiando de personalidad como quien se cambia un traje, o como el actor consumado que se cree su propio papel durante la función.
De lo que sabemos de su vida, cuando aún era Norma Jean a tiempo completo, era morena, tal como lo atestiguan sus primeras fotos, sufrió una infancia desastrosa, yendo de hogar en hogar, sufriendo abusos y escapando. Quizá entonces aprendió el arte del fingimiento, el hacer como si no se diera cuenta de nada, como una manera de escapar de los maltratos, y como manera de evadir el efecto que su presencia causaba en los hombres, y que por ese entonces le representaba más problemas que ventajas.
Cuando se dio cuenta de que con esa actitud podía lograr de los hombres lo que quisiera, fue cuando nació Marilyn, la rubia tonta. Norma Jean quedó relegada a la intimidad.
Hoy sabemos que Norma Jean tenía en realidad sentimientos, que era una persona sensible, que prefería una buena y tranquila conversación a las fiestas de los grandes estudios. Pero Hollywood, el lugar donde ser superficial es la forma de sobrevivir, no le daba lo que su alma pedía. Por eso sus esposos fueron lo más alejado del galán de películas que se puede encontrar. Y porque ellos supieron encontrar a Norma Jean a través del disfraz de Marilyn, aunque fingieron, para el público, que tenían simplemente otra mujer-trofeo.
Sabemos también ahora que Marilyn (o más bien Norma Jean) leía literatura, que se interesaba en lo que pasaba en el mundo y que incluso escribía poesía. No puedo imaginar a una rubia tonta diciendo banalidades en una conversación con Arthur Miller durante todo el tiempo que duró su matrimonio. Ni a alguien que haya merecido el respeto profesional como actriz que le concedieron sus coestrellas. Es que para alternar con Bette Davis, Lawrence Olivier, Jack Lemmon o Robert Mitchum hace falta mucho más que ser una rubia tonta.
Por desgracia, el mito que creó en vida, el de la Marilyn tonta, demandaba un gran esfuerzo, y a medida que Marilyn crecía, se veía obligada a acallar la voz de la sencilla y pueblerina Norma Jean a punta de drogas y alcohol. Una noche, Marilyn pudo acallar al fin a Norma Jean con un frasco de barbitúricos, dejando viva solamente a Marilyn, el mito, que ya no necesitaba de un cuerpo para vivir en el Olimpo de los dioses paganos del siglo XX.
Atrás quedó el sufrimiento de la niñez, la inseguridad de Norma Jean, el desencanto de ver sus mejores actuaciones ignoradas por el público, el triunfo y decepción a la vez que significó ser la amante presidencial, Everest de las mujeres-trofeo. Solo nos quedó el recuerdo de la rubia tonta de las películas y deseo de tener a Marilyn, y conocer a Norma Jean.
Colofón: Ha habido muchas canciones dedicadas a Marilyn. Todas con melancolía. Entre las más conocidas puedo nombrar a "Candle in the Wind" the Elton John, y "Angel in Blue" de J. Geils Band. Para terminar este post, elegí esta canción:
sábado, 13 de noviembre de 2010
El actor menos famoso del mundo

Hoy agregaré a un nuevo personaje a la galería de tontos que han pasado por aquí, en mi intento de rescatar a aquellos a quienes la historia oficial margina injustamente.
El personaje que describo es un actor, cuyas películas más importantes, en donde tuvo el papel principal, son las más taquilleras de la historia. Su personaje se ha vuelto un icono de nuestro tiempo, reconocible en cualquier lugar. Sin embargo, y a pesar del gigantesco éxito de sus películas, nadie lo detiene por la calle para pedirle autógrafos, nadie lo invitó a las grandes galas cinematográficas. Incluso si menciono su nombre, la gran mayoría no lo reconocerá. Se llama David Prowse.
Empezó como atleta, llegando a ser campeón nacional de levantamiento de pesas. Así lo vieron los productores del famoso estudio Hammer, especializado en películas de terror gótico. Allí hizo un par de películas en el rol de Frankenstein que pasaron sin pena ni gloria. Después de estos fracasos, lo más que llegó fue a hacer un pequeño papel en “La Naranja Mecánica”. Así estuvo hasta1977, en que finalmente llegó su momento.
“La Guerra de las Galaxias” era un film que nadie quería hacer, pues se le consideraba una diversión para niños. George Lucas tuvo que echar mano a actores desconocidos y viejas glorias, como Peter Cushing y Alec Guiness. Se necesitaba un actor alto y fornido para el papel del villano Darth Vader. Así fue como David obtuvo el papel. El problema es que no tenía voz de villano. Aunque usó su voz durante las filmaciones, al final su voz fue doblada por James Earl Jones. Prowse no se enteró hasta que vio la película en su estreno.
David Prowse se convirtió así en el actor menos famoso del mundo. Era el personaje principal y más popular de la película que revolucionó la industria del cine, su personaje se convirtió rápidamente en objeto de culto, pero el actor quedaba irreconocible, con el rostro cubierto por una máscara, y su voz reemplazada. Ni siquiera se veía parte alguna de su cuerpo, a causa del disfraz. Para colmo, en la escena de lucha fue reemplazado por quien trató de enseñarle esgrima.
En la segunda película de la saga. Prowse siguió aportando su cuerpo para el personaje de Darth Vader, y su voz durante la filmación. Durante la escena más famosa, el enfrentamiento entre Darth Vader y Luke Skywalker, el director le indicó que su línea era “Obi-Wan mató a tu padre”, pero en el doblaje esta se transformó en el famoso “Yo soy tu padre”. La documentación que tengo no lo menciona, pero imagino que David se sintió nuevamente estafado al ver el film.
Como consuelo, desde el primer film George Lucas había prometido a Prowse mostrar su rostro en la siguiente película. En la tercera parte, “El Regreso del Jedi”, por fin encontró en el guión la escena prometida. Otra decepción. En el momento culminante en que Luke Skywalker retira la máscara de Darth Vader, el director Richard Marquand lo reemplazó con otro actor.
De todo esto, poco le quedó al buen David. La paga por estas películas era más bien poca, en comparación a las estrellas más visibles de la saga. No fue llamado para las nuevas películas, y al parecer tuvo un entredicho con George Lucas, por lo que ha sido ignorado en las más recientes reuniones de los actores de la saga.
Por esto, como reconocimiento, merece estar en la ilustre galería de tontos que han llegado hasta aquí, como el actor menos famoso del mundo.
domingo, 19 de julio de 2009
Pequeña autobiografía no autorizada

A los tres años empecé a hacer preguntas. Hasta ahora no me detengo.
Cuando comencé el colegio, empecé a sospechar que sabía más que la profesora. Aún no estoy seguro.
Al igual que Cervantes, leía hasta los papeles que veía tirados en la calle.
Descubrí que soy malo para cualquier deporte, pero eso nunca me detuvo.
El baile se convirtió para mí en un pretexto para escuchar música.
Descubrí a los Beatles.
Cuando me dí cuenta, estaba comiendo verduras, peinándome y haciendo mis tareas sin que nadie me obligue.
Descubrí a los Doors.
Descubrí a alguien a quien amar, pero ella no me descubrió a mí.
Ingresé a la Universidad sin tener una idea clara de lo que significaba ser un ingeniero.
Descubrí a Sabina. A Silvio. A Serrat. Aún sigo tratando de descubrir.
La gente que no conocía empezó a tratarme de Usted.
Salí de la universidad, pero aún sueño que tengo que dar un examen allí.
Me desengañé de todos los políticos. Ellos ni siquiera se dieron cuenta.
Mi primer sueldo significó también el inicio de mi aburguesamiento. El proceso sería más rápido si me pagaran más.
Descubrí que ya no estaba en la universidad y que estaba en el mundo real.
Conocí algunos lugares y alguna gente.
Descubrí que habíamos cambiado de milenio pero el mundo seguía siendo igual.
El proceso de licitación de mi corazón fue declarado desierto.