viernes, 29 de julio de 2011

El maestro Abu Navid


Buscando nuevas historias del maestro Abu Navid el Apócrifo, me puse a buscar entre las librerías antiguas, ayudado por referencias de algunos de los descendientes que hay en el país. La historia de estas búsquedas es tan apasionante como poco divertida para ponerla aquí. Baste decir que como resultado, he hallado un libro editado en Alemania el siglo pasado, con el título de “Wahre Geschichten von Kleinasien und den Sufi-Meister”, el cual contiene relatos escritos por Salim, quien fuera uno de sus discípulos y que lo acompañara durante dos de sus viajes. En este momento me encuentro traduciendo el libro, para publicar las historias del maestro Navid en este blog. Para hoy he escogido tres de las historias narradas allí:

Al pasar por la puerta de la magnífica biblioteca del sultán Al-Nazir, Abu Navid no pudo evitar decir a los guardias que cuidaban las puertas: Es mejor estar aquí que en el harem, ¿verdad?
Ante la mirada interrogante de sus discípulos, Navid explicó:
- Es que los guardias que tan celosamente cuidan la biblioteca, no son más que los eunucos que guardan el harem del sultán. Cuidan lo que no pueden aprovechar, e impiden que otros lo usen también.
….

Cierto día Abu Navid llevó a una reunión una caja de madera hermosamente labrada y la mostró a los asistentes. Todos quedaron maravillados y preguntaron qué contenía. Navid no quiso revelarlo, pero en cambio, la dejó en el centro de la mesa principal.
- Una caja así solamente puede contener preciosas esencias aromáticas de la India – dijo uno de los asistentes.
- No, esa caja contiene una joya propia de un sultán – intervino otro.
- La caja contiene una de las piedras sagradas de la Qaa’ba – opinó un tercero.


Durante el resto de la reunión, todos los asistentes estuvieron discutiendo sobre el contenido de la misteriosa caja. Unos decían que contenía un frasco del famoso veneno Jaruqa, otros decía que era una de las joyas robadas del palacio. No faltó quien afirmara que contenía el famoso Papiro del Saber, de donde se decía que había adquirido Navid su sabiduría. Solamente al final de la noche, el Maestro accedió revelar su contenido.

- Esta caja contiene la Verdad.
Todos los asistentes quedaron atónitos.
- Es cierto. En esta caja se encuentra la verdad, y ustedes han actuado como siempre que se encuentran frente a la verdad. Han estado discutiendo por horas sobre lo que sería, y nadie se ha atrevido a acercarse y abrir la caja para descubrir lo que realmente contiene.

Dicho esto, cogió la caja sin abrirla y se retiró del lugar.

….

Cuando Abu Navid regresaba de su tercer viaje, que fue el más largo de todos, llegó al puerto de Zanyeb, desde donde pensaba tomar un barco que lo lleve al fin a su tierra. Como el Maestro no tenía dinero para costear el pasaje, se ofreció como marinero en uno de los barcos que salían del puerto. En eso fue reconocido por un rico mercader que también salía en uno de sus propios barcos.
- ¿Cómo puede ser que el gran Maestro viaje como un simple marinero, pudiendo hacerlo como huésped en mi barco? Yo te llevaré y te daré mi propio camarote, no tendrás que trabajar y compartirás tus enseñanzas con nosotros durante las noches.
- ¿Y qué aprenderé durante el viaje? – fue la respuesta de Navid.
El mercader no supo que responder.

- Si he emprendido tan largo viaje, es para aprender sobre la gente, contar con las experiencias que tienen otras personas y escuchar lo que tienen que decirme. Es por eso que prefiero ir como marinero aprendiendo en un pequeño barco que sin aprender en tu gran barco. Así, podré cumplir con el propósito de mi viaje, que es llegar más sabio de lo que era al partir.



Aún queda mucho por contar, pues mi imaginaria búsqueda de información sobre este maestro no acaba todavía. El libro anteriormente mencionado, parece hacer referencia a escritos hechos por Tariq, uno de los hijos de Navid, de quien sabemos fue calígrafo del sultán Aziz Faoud. Confío en inventar noticias de ese libro en futuros posts. Esperemos.

1 comentario:

  1. Mmmm...

    Yo les habría dicho lo mismo pero luego les habría abierto la caja y mostrado la verdad, una caja vacía y llena de nada. Debe ser que no soy tan sabio como Abu Navid, pues al fin y al cabo...

    ¿Qué motivo tengo para imaginar la caja vacía si es evidente que no he visto lo que guarda???

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