miércoles, 4 de agosto de 2010

El filósofo y su alumno

Esta es otra de las historias que he recopilado sobre Abu Navid, aquel antiguo filósofo sufí a quien se atribuyen todas las historias morales que han pasado por mi cabeza a través de los siglos. En el tiempo en que Abu Navid, el apócrifo, se había establecido como tejedor en la aldea de Hazir, concurrían a su casa muchas personas en busca de su sabiduría. Uno de ellos, un muchacho, iba todos los días con alguna pregunta que Navid contestaba con cada vez menos ánimo. Un día, el muchacho le preguntó:
- ¿Cómo puedo, Oh Maestro, hallar la sabiduría y convertirme en un hombre tan sabio como tú lo eres?
- Es fácil - le respondió – Pero debes analizar las cosas hasta hallar su esencia. Esto necesita paciencia y práctica.

Ante el rostro incrédulo de su aprendiz, Abu Navid le dio un pedazo de papel con un símbolo escrito en él.

- Estudia este papel y regresa en una semana. Entonces me dirás lo que has aprendido de él.

A la semana siguiente regresó el estudiante.
- Maestro, he estudiado lo que me diste y he encontrado que representa el valle sagrado de Herión, con el río Anfeles corriendo por él. Es en este valle en donde nació el profeta Salaam, y se inició el camino de la sabiduría de nuestro pueblo. Significa que para obtener la sabiduría debemos regresar a nuestros orígenes y aprender del pasado, aprendiendo de nuestros antiguos maestros.
- No has aprendido aún lo bastante, muchacho
– Le replicó Abu Navid. – Llévate nuevamente el papel y regresa la próxima semana, después de estudiarlo.

Otra semana pasó, y el joven regresó a la tienda de Abu Navid.
- Maestro, tenías razón. No había aprendido lo suficiente. He estudiado nuevamente el papel y he aprendido que representa los tres caminos de la vida. Los caminos de los lados son los caminos del mal. Son sinuosos y llevan a la perdición. Pero entre ellos se encuentra el camino del bien, que es recto y lleva hacia el paraíso. La sabiduría consiste en encontrar el camino recto y no desviarse de él, evitando los desvíos.
- Has progresado, ciertamente
– respondió Abu Navid – pero aún no has encontrado el verdadero sentido contenido en ese papel. Estúdialo una semana más y regresa con la respuesta.

A la tercera semana regresó el joven.
- Maestro, me avergüenza decirte lo equivocado que estaba antes, pero ahora he hallado realmente la sabiduría contenida en ese papel. En realidad es un símbolo que representa las tres partes del universo. Vemos el mundo infernal debajo, y la orbe celeste arriba. Entre ellos está nuestro mundo. Eso significa que nuestro mundo está entre el paraíso y el infierno, y que somos nosotros quienes debemos decidir hacia cuál de ellos se inclinará nuestra vida. Solo de nosotros depende la sabiduría.
- Veo que ya estás en el camino a la sabiduría
– Le dijo Abu Navid – Ahora devuélveme el papel.

De pronto, el rostro de Abu Navid se puso pálido al ver el papel, lo volteó varias veces, y lo observó fijamente, lleno de confusión. Al fin solamente pudo decir:
- ¡Vaya, me equivoqué de papel! Este es el dibujito que me dió el mercader Farid para que se lo teja en una manta. Vuelve mañana, que te daré el papel que debí haberte dado hace tres semanas...

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