¿Quieren saber lo que piensan los tontos? Aquí hay información de primera mano.
domingo, 20 de noviembre de 2011
La prueba de Abu Navid
Mi investigación sobre la vida del Maestro sufí Abu Navid el Apócrifo ha progresado desde la última vez que escribí un post sobre él. Los contactos que he tenido a través de la colonia sufí en mi país me han facilitado el acceso a varias fuentes de documentación que no están traducidas aún a ningún idioma europeo, por lo cual permanecen aún desconocidas para el público occidental. Entre los libros que he alcanzado a revisar, destaca uno llamado cuyo título (torpemente traducido, debo aclarar) es “Maravillas de la simpleza”, cuya primera publicación, al parecer data de la época de Faruq el Sabio. El libro en mención reúne historias aleccionadoras en forma de poemas y era utilizado en las escuelas de la época durante la breve época en que Faruq intentó occidentalizar a su país. De estas historias varias de ellas se refieren a Abu Navid, aunque varias de ellas son tenidas por apócrifas por los investigadores. En esta ocasión incluiré una de esas historias, gracias a la invalorable ayuda de Kamal Sibech, quien me ha ayudado con la traducción, con la condición de que advierta a los lectores de que no es posible trasladar al castellano la musicalidad y el sonido de la versión original.
El poderoso sultán Aziz mandó llamar al Maestro Abu Navid, quien a la sazón se encontraba en la capital enseñando en los zocos y junto a las piletas de agua de la ciudad.
- He solicitado tu presencia, Maestro, porque debo enviar un emisario al reino vecino para una difícil misión. Esta misión exige una mente alerta e inventiva, capaz de resolver problemas inesperados con éxito. Quiero, pues, Maestro, que escojas para mí al más capaz de mis embajadores para esta difícil misión.
Abu Navid solicitó una gran alfombra, y colocó una copa de oro llena de joyas en el centro.
- El que sea capaz de tomar esta copa sin pisar la alfombra, será el elegido – dijo al sultán. Establecido el real desafío, varios de los más notables hombres del reino intentaron la tarea, pero no podían estirarse tanto como para tomar la copa sin pisar la alfombra.
Durante varios días, se presentaron variedad de hombres deseosos de intentar la misión. Nadie podía estirar el brazo hasta llegar a la copa de oro. Cuando ya el primer visir declaraba al sultán que la tarea era imposible y que Abu Navid estaba loco al plantear un reto así, el Maestro llamó a un niño de entre la multitud reunida y le dijo que trajera la copa sin pisar la alfombra. El niño corrió hacia la alfombra y al llegar a ella, empezó a enrollarla hasta llegar a la copa y la cogió sin dificultad. El reto había sido cumplido.
El sultán soltó una carcajada.
- Eres en verdad hábil, Maestro, ¿Debo entonces enviar como embajador a este niño? - preguntó a Navid.
- No, por cierto, pero ahora volveré a plantear el reto. ¿Alguien será capaz ahora de cumplirlo de una manera diferente?
Varios, animados por el éxito del niño, lo intentaron nuevamente. Algunos aún trataron de estirarse como antes para alcanzarlo, pero otros intentaron maneras diferentes. Uno trató de lazar la copa con una cuerda, otro intentó colgarse del techo y balancearse para alcanzarla. Otro intentó llegar a la copa caminando parado de manos. Finalmente, un joven logró alcanzarla con un largo bastón arrastrando la copa hasta llegar a ella.
- Como puedes ver, poderoso sultán, muchos intentan una tarea que parece imposible hasta que alguien lo logra, entonces esfuerzan su mente para hacerlo ellos también. He aquí que aparece la mente alerta e inventiva que buscas, pero necesita primero de la vista inocente y desprejuiciada del niño, no dejes que tu nuevo embajador olvide esto, gran sultán, si quieres que sirva bien a tu reino.
El joven fue nombrado embajador al reino vecino y, a sugerencia del Maestro Abu Navid, la copa con las joyas que contenía fue entregada a la familia del niño que alcanzó la copa en primer lugar.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
*Plas, plas, plas* (aplausos)
ResponderBorrarNo conocía este cuento, me encantan las moralejas, y esta va de no rendirse y tener una mente abierta. Gracias por postearlo. ;)