viernes, 11 de febrero de 2011

Apocrifando historias


A solicitud de uno de mis lectores que se hace llamar “anonymous”, y quien es el que más comenta por aquí, vuelvo al tema de nuestro maestro sufí Abu Navid, que ya ha aparecido otras veces en este blog.

Sobre la existencia real de Abu Navid se ha discutido mucho desde la aparición de sus primeras referencias allá por el 1430 de la Hégira. Es que el título con el que se le conoce, Navid el Apócrifo, lleva a pensar en una confusión de identidades o en varias personas a quienes la tradición fundió en una sola. Las últimas investigaciones, sin embargo, permiten afirmar que sí se trató de un personaje real, pero cuyas acciones más pintorescas provienen de otras fuentes anteriores. Sus historias con mayor verosimilitud, en cambio, fueron atribuidas en diversas épocas a otros maestros sufíes.
A esta mezcla de verdades y confusiones contribuyó en vida el propio maestro Abu Navid, haciéndose el tonto y cambiando de tema cuando le preguntaban sobre sus historias pasadas.
Un ejemplo de esto es una de las historias recogidas por el famoso viajero francés Jacobe Pitot:

En una ocasión, Abu Navid llegó a un lugar donde el Cedí, o maestro y juez del pueblo, acababa de ser depuesto al descubrirse que había recibido 15 monedas por una sentencia. Los pobladores decidieron dejar la elección a Abu Navid, confiados en la fama de su sabiduría. Abu Navid escogió al más tonto del pueblo, un hombre que vivía de la caridad y hacía ínfimos trabajos por un par de dátiles o un pan rancio.

“Este hombre es inmune a las ambiciones, y por tanto, no podrá ser comprado por los ricos. Su juicio no está influido por el traje, el prestigio o el poder del acusado. Es pues, el mejor juez que podrán tener” dijo el maestro, al anunciar su decisión.

Sin embargo, al tomar el cargo, el tonto escogía a los culpables de los casos según sus inescrutables caprichos, sin atender siquiera a los alegatos de ambas partes. Absolvió a un criminal a pesar de las clamorosas pruebas en su contra, argumentando que lo hacía porque le gustaba la pluma de su tocado. Los pobladores volvieron a llamar a Abu Navid.

Esta vez el maestro escogió al más rico y corrupto del pueblo como Cedí. “Este hombre tiene tanto dinero que ya no tiene nada que ambicionar, y cualquier soborno le será poco. Es, pues, el juez que ustedes requieren” dijo esta vez.

El nuevo juez ni siquiera esperó a que Abu Navid se fuera del pueblo para mostrarse como el más déspota de los jueces. Cobraba por sus sentencias escandalosamente en monedas, ganado, granos o mujeres. Los habitantes lo tomaron preso y pidieron por tercera vez a Abu Navid que les escogiera un nuevo Cedí.

- ¿Qué desean esta vez? Ya he escogido por ustedes dos veces, y se han mostrado disconformes. Díganme qué cualidades debe tener el nuevo Cedí y elegiré.
- Debe ser un hombre honrado, justo, que no esté contaminado por la corrupción, y respetado por todos
– Intervino uno de los habitantes.
- ¿Y quién entre ustedes cumple con esas cualidades? Preguntó Navid.

Todos los reunidos se miraron unos a otros, confusos. Después de algunas dudas, todos coincidieron en que el único que cumplía con esos requisitos era el joven hijo de un honrado mercader. A pesar de que era casi un niño, fue nombrado Cedí del pueblo.
Así fue como se inició la carrera del famoso Habib-Er-Din, cuya sabiduría fue conocida en los todos los territorios árabes de su tiempo, y quien más tarde escribiría el tratado "De las leyes y los usos", estudiado incluso en la universidades europeas y base de las leyes en numerosos califatos y reinos árabes.

Sin embargo, Habib-Er-Din siempre afirmó que fueron los pobladores quienes lo eligieron como Cedí. Solamente el libro de Pitot, quien viajó por la zona en ese tiempo, recoge el episodio, indicando que era fama en el pueblo lo sucedido, que Abu Navid fue quien lo eligió, y que la versión de Habib era conocida solamente en las más alejadas comarcas.

Es por estas razones que se considera a Abu Navid como un personaje apócrifo. Incluso las historias recogidas por Jacobe Pitot ha sido cuestionadas, debido a su elaborada fantasía, en especial la conocida historia de Navid y la serpiente. Por esto el libro de Pitot ha sido cuestionado por muchos historiadores europeos, como Grinsberg, quien se refiere a él con el injusto título de “El Munchhausen francés”.

Nosotros en cambio, creemos en Abu Navid y sus enseñanzas, y seguiremos publicando sus historias de vez en cuando, para desesperación de Paulo Coelho y todos sus semejantes, que inventan historias falsas para desorientar a la gente.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...