lunes, 21 de febrero de 2011

El personaje

El escritor crea los personajes del relato, pero muchas veces estos cobran vida propia, y el escritor se convierte simplemente en un secretario o cronista de sus hechos. Es en estos casos cuando el escritor muestra su verdadera valía, al mantener el control de lo que escribe. Ya que el fin de un relato o novela suele ser la muerte, los personajes se valen de mil y una artimañas para alargar el cuento, para evitar el inevitable final. El Quijote es un buen ejemplo de ello. Empezó como un cuento corto, pero pronto tomó tal dominio de la historia que la alargó a decenas de capítulos, introdujo en la trama a un labriego amigo suyo e incluso renegó de su escritor, prefiriendo ser narrado por Cide Hamete Benengeli.

Se sabe de muchas heroínas que han enamorado al autor de tal manera que, abandonando su papel secundario, pasaron a convertirse en protagonistas, de malvados que logran matar al héroe en contra de los deseos del escritor, o de quienes se escabullen de la escena final, evitando la muerte y dejando al escritor sin más remedio que referir que no se hallaron huellas de él después de la batalla. Tal es el control que pueden tomar los personajes del relato.

En esta lucha de poder, algunos escritores se dan cuenta demasiado tarde de que no son más dueños de la historia y tratan de asesinar al protagonista, pero este, con su nueva conciencia, se encuentra ya prevenido y hace creer al escritor que podrá matarlo, mientras planea meticulosamente su escape, y al momento final logra sobrevivir hasta la siguiente secuela. Sherlock Holmes y el Capitán Nemo pueden dar fe de ello.

En consecuencia, el escritor debe elegir cuidadosamente a sus personajes. Los personajes fuertes atraen al lector, es cierto, pero conllevan el riesgo para el escritor de convertirse en una mera excusa para el personaje. Es tal vez por esto que la literatura nos brinda cada vez más personajes sombríos y apocados, fáciles de manejar por el autor. Y es por esto también quizá la creciente popularidad de los microcuentos, en donde el autor no da tiempo al personaje de tomar el control, atacando rápidamente, como quien dispara a un desconocido en la calle, sin darle oportunidad a defenderse.

Es que este es uno de los peligros a los que debe enfrentarse un escritor. Quienes señalan la fácil y poco peligrosa vida del escritor, no conocen estos detalles, y no han sentido jamás la espantosa sensación de un relato en primera persona donde uno de los personajes empieza a rebelarse contra su creador. Muchos personajes suelen ser inescrupulosos y no tendrán miramientos a la hora de matar al narrador, quien, como única forma de escapar, forzará un enfrentamiento y buscará una excusa para huir, dejando al lector un final abierto que lo salve a él también…

2 comentarios:

  1. Wooow... sin palabras, me encanta...

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  2. Muy buena! Yo una vez traté algo parecido pero respecto de la dualidad personaje-lector. Lo puedes encontrar en un cuento en mi blog, de nombre "Carlos Taztin..." http://reiteradaespontaneidad.blogspot.com/2007/12/carlos-taztin-y-un-relato-desesperado.html

    Un abrazo!

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