viernes, 12 de octubre de 2012

Televisión vs. realidad



Nada es como nos lo pinta la televisión. Aunque algunos de los personajes parecen sacados de la vida real, no serían capaces de despertar la pasión por seguir sus aventuras que vemos en los televidentes.

No me es difícil imaginarme, por ejemplo, al Dr. House en cualquier hospital del seguro social, de hecho, he visto a varios que pudieron haber perfectamente servido de modelo o inspiración para esa exitosa serie. El problema es que un médico gruñón, que trata mal a sus pacientes, aunque típico en los hospitales, no despierta simpatía en sus pacientes, sino todo lo contrario, por muy bueno que sea. Y en un hospital privado, lo habrían sacado debido a los pobres resultados en las encuestas de atención al paciente.

¿Y qué decir de los hermanos de Prison Break? En vez de pasar tantos problemas para escapar de la cárcel podían haber pagado a las personas adecuadas para que los dejen salir. Se nota que los norteamericanos son tan legalistas que hasta para escapar de la prisión quieren hacerlo por la vía legal. Claro, como los que se escapan son los buenos no son capaces de sobornar a alguien.

El invencible Jack Bauer es otro de los tipos que si me lo encuentro por la calle, empiezo a correr hacia el lado contrario, porque sé que donde él está, hay problemas. Lo único bueno de este personaje es que, como Santa Claus, solo trabaja un día al año. Me lo imagino aburriéndose el resto del año preguntándose cuándo es que va a pasar algo interesante en su vida. Tal vez los otros días su jefe, como a muchos de nosotros, siempre lo tiene podrido pidiéndole que el trabajo esté listo para hoy.

Paradójicamente, los episodios más falsos son precisamente los que se hacen llamar “reality”. Si viera alguno de ellos, me horrorizaría sin duda de ver tantas escenas que tratan de ser estrafalarias.
Felizmente, ante tantas dosis de irrealidad tengo aún una defensa. Apago el televisor.



Nota numérica y contable: Este post que me ha salido un poco corto, y que parece no tener mucha relevancia, tiene el honor de haberse convertido en el post número 400. Escribir 400 tonterías seguidas no parece mucho mérito, pero si me pongo a pensar resulta que me ha costado en realidad mucho esfuerzo y muchas horas sentado frente al teclado, sobre todo las horas en que me siento esperando que se me ocurra algo. Festejaré entonces el número 400 y trataremos de llegar hasta donde se pueda. Tonterías hay en todas partes, y hace falta un poco de paciencia para recogerla y ponerla aquí.

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