Aunque me gusta mucho la música, debo reconocer que no soy
de los que cantan bajo la ducha. No es que no me sepa las letras de las
canciones, que si las sé, ni que tenga problemas con las canciones en inglés.
Por el contrario, y aunque peque de inmodesto, soy todo un políglota musical.
Puedo cantar con el mismo desparpajo tonadas en castellano, inglés, italiano,
portugués y hasta francés y alemán. Pero no canto en la ducha.
Analizando el tema, puedo comprender a las personas a las
que sí les gusta asesinar canciones mientras deberían estarse preocupando en
sacarse la mugre acumulada por el contacto con este sucio mundo. La ducha es un
lugar donde uno tiene la privacidad para hacer ese tipo de cosas sin que nadie
entre a criticarlo, lo que lo hace un antecedente de los actuales karaokes,
donde la gente que ha estado practicando bajo la ducha saca a relucir lo
aprendido. Además, cantar mientras uno se está bañando hace que las notas
salgan más limpias, dicen, que las propiedades acústicas del cuarto de baño y el
sonido cristalino del agua ocultan o disimulan las desafinaciones y gallos.
Puestos a calificar la calidad del canto cuasi subacuático,
uno mismo es su público y su juez, y por lo tanto, nunca obtiene una nota
desaprobatoria. Sabemos lo difícil que es la autocrítica en estos temas, más
aun escuchando por la radio a tanto cantante de hip hop y reggaetón que no
califica ni siquiera para cantar en su propia ducha.
Entonces he decidido hacer la prueba de combinar la limpieza
corporal con la contaminación sonora y cantar bajo el rocío de la ducha, con
los resultados que presento a continuación:
El primer intento no es nada auspicioso. Aquello que pareció
un canto a lo Led Zeppelin no era más que el efecto del agua fría sobre mi
cuerpo. En este crudo invierno hay que cuidar la temperatura del agua antes de
meterse a la ducha. Una vez solucionado
el problema del agua caliente, viene la discusión sobre el repertorio más
apropiado para la ocasión. La primera opción que se me ocurre sería “Smoke in
the Water" o “Singin’ in the Rain”, pero podemos ponernos algo más audaces
e intentar algo de opera. Cuando intento atacar el solo de “La Traviata” se me
llena la boca de agua y en vez de un do de pecho termino haciendo gárgaras con
el agua que cae.
El siguiente intento debe ser algo menos ambicioso, aunque
trataré de no llegar al socorrido tema de “En el mar la vida es más sabrosa”
intentando el ritmo de “La Piragua” o “Fuma el Barco”. Reconozco que mi falta
de experiencia en estos menesteres hace que las notas musicales salgan
adornadas con pompas de jabón cuando abro la boca. Deben ser las burbujas de
amor de las que hablaba Juan Luis Guerra.
Esto de cantar mientras uno se ducha está resultando más
difícil de lo que parece. Uno debe mantener la nota mientras al mismo tiempo
está lidiando con el champú, el jabón y la esponja. Asunto complejo es el
mantener la concentración durante la operación.
Justo cuando ya estoy agarrando el ritmo, se acaba el agua
caliente. No estaba en mis cálculos tomar en consideración el tiempo disponible.
Esto significa que las óperas de Wagner están también fuera de discusión. Menos
mal, porque tampoco nunca me las llegué a aprender.
Al final, salgo más limpio, y con el convencimiento de que
todavía no domino este arte de cantar bajo la ducha. A pesar de todo, mi
conciencia está tranquila, ya que hice mi mejor esfuerzo y no terminé ahogado
en el intento. Me siento como el sobreviviente del Titanic escuchando a los
miembros de la orquesta decir “Señores, ha sido un honor tocar con ustedes”.
Afortunadamente, ya he salido del cuarto de baño y ya no estoy como para cantar
esa canción de Celine Dion.
jjaaja todo bien!
ResponderBorrarJejeje, yo tampoco tengo esa costumbre, solo reproduzco alguna canción en mi cabeza y ya.
ResponderBorrarUn saludo.