Una noche, en pleno frente de guerra en Bélgica, en 1914, los ejércitos de Alemania e Inglaterra se encontraban atrincherados a poca distancia uno de otro. Parecía una noche más de aquella interminable guerra librada entre el barro y la nieve. Pero no era una noche cualquiera. Era la Nochebuena de 1914, y los soldados de ambos bandos estaban cansados, hambrientos y con frío, extrañando a sus familias y enterrando a los muertos que habían caído por avanzar unos cuantos metros en aquella tierra fangosa.
Uno de los soldados del ejército alemán, nostálgico como debía estarlo en esa fecha, hizo un pequeño árbol de navidad con uno de los abetos del bosque y le encendió una vela. Aquello era una insensatez, pues ofrecía un blanco fácil ante el enemigo, pero no le importó. Los enemigos, a unos 50 metros, miraron extrañados la luz que aparecía sobre la trinchera, sin atinar a hacer nada. A este prodigio le siguió otro igual, otro soldado encendió otra vela, y luego otro más. Alguien levantó una pizarra que decía en inglés "Feliz Navidad".
El ejército inglés no podía creer lo que veía, y a nadie se le ocurrió aprovechar la ventaja táctica que suponía una enemigo casi descubierto. El asombro fue aún mayor cuando empezaron a escuchar cánticos:
"Stille Nacht, Heilige Nacht
Alles schläft, einsam wacht
nur das traute, hochheilige paar
Holder Knabe in lockigen Haar
Schlaf in himmlischer Ruh
Schlaf in himmlischer Ruh..."
Era el villancico "Noche de Paz", nunca más acertado para la ocasión. Los soldados ingleses empezaron a su vez a acompañarlos en su propio idioma:
"Silent Night, Holy Night
All is calm, all is bright
Round you Virgin Mother and Child
Holy infant so tender and mild
Sleep in heavenly peace
Sleep in heavenly peace...".
Si alguna vez existió el Espíritu de la Navidad, este descendió aquella noche sobre el frente occidental de la Primera Guerra Mundial.
Los soldados empezaron a salir de las trincheras con las manos en altos en señal de tregua, para abrazarse y desearse una Feliz Navidad. Se hizo una improvisada cena de Navidad entre los soldados de ambos bandos, en la que compartieron sus pocos alimentos y bebidas, conversaron al calor de un solo fuego ayudados por los pocos soldados alemanes que hablaban inglés, cantaron juntos y hasta jugaron un partido de fútbol en lo que podríamos llamar el primer amistoso internacional. No faltó un pequeño intercambio de regalos en aquella noche.
A la mañana siguiente, ambos ejércitos se despidieron con caballerosidad y con dos disparos al aire de cada bando, dieron fin a aquella inesperada, impensada e improvisada tregua de Navidad de 1914.
La guerra siguió su curso desde ese día, pero quiero recordar hoy un día, en que la Navidad fue realmente una Noche de Paz. Y Paul McCartney me da la razón en este vídeo que relata esta historia.
Feliz Navidad.
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ResponderBorrarEsta es una historia que te hace sonreír y que a la vez te recuerda lo absurdo de las guerras...
ResponderBorrarLa gente combate porque no les queda otra opción, porque alguien ha decidido que debe ser así, mientras las mentes pensantes disfrutan del calor de una chimenea en su casa y no pierden amigos ni familia...
Tremendo...
Un abrazo grande y felices fiestas.
Oski
Un claro ejemplo de lo que es verdaderamente importante. Muy bello el vídeo, no conocía esta canción.
ResponderBorrarMe causa tanta tristeza las guerras... bueno supongo que como a cualquiera... cualquiera que tenga el corazón en su sitio... y pensar que después de aquello tuvieron que seguir matándose... que pena... y como bien dicen en los comentarios anteriores los que crean las guerras se mantienen a salvo y los que están al servicio del país, mueren...
ResponderBorrarEs una historia muy curiosa... y al saber que es real.. aun impacta más... y me ha hecho recordar al Maestro Gila... cuando vestido de soldado y agarrado a un teléfono decía aquello de.. "Es el enemigo? Podrían parar la guerra un momento?"
Un abrazo!