viernes, 18 de mayo de 2012

El primer vampiro

Buscando información sobre el maestro sufí Abu Navid, he consultado diversas fuentes históricas con ayuda del traductor Kamal Sibech, lo cual me ha dado acceso a diversos libros de viajes por las remotas tierras del Medio Oriente, libros en el mejor de los casos muy poco conocidos en occidente, y en donde he encontrado más de una sorpresa, como la leyenda que rodea al origen del alfajor, o la versión árabe de la caída de Argel en manos de los turcos.
Sin embargo ninguna me ha causado mayor asombro que haber encontrado la que parece ser la primera mención histórica de la leyenda de los vampiros, siglos antes de la versión de Bram Stoker, en un libro de cartas escritas por Jamil Al-Faoud, quien recorrió la región por encargo del sultán Amid Khabat. Hasta donde han llegado mis investigaciones, este libro nunca había sido traducido a ninguna lengua europea, por lo que no se le considera como fuente de las historias vampíricas. Aquí ofrezco un resumen traducido de una de las cartas de Jamil Al-Faoud:

 “… Al llegar a la ciudad de Huarish, fui informado de la conmoción en el pueblo de Betim, en donde se había pedido ayuda para batir las cuevas montañosas de la región en busca de un Ghoul que había atacado repetidas veces a personas y animales del pueblo para beber su sangre. Siendo la situación tan grave, mi Sultán, fui solicitado como vuestro representante. Acepté, con el convencimiento de que se trataba más de un escándalo menor que de un auténtico peligro de rebelión, o una de las historias de antes de la victoria de nuestra verdadera religión. (…)
Al llegar al pueblo de Betim, encontré a todo el pueblo reunido y en alboroto. Según me informaron, el Ghoul había sido atrapado y llevado al pueblo, en espera de mi presencia para decidir su destino. (…)
Cuando llegué a la puerta Este pude encontrar al Ghoul, encerrado en una jaula que parecía más a propósito para protegerlo de los habitantes que para evitar su escape. Los hombres que había puesto el cedí no dudaban en usar sus estoques para evitar que la gente se acercara a la jaula. Creedme, Señor, que tuve que valerme de toda mi autoridad para evitar que la criatura fuera destrozada allí mismo.

¿Cómo describir a mi Sultán lo que vi en aquella jaula? El aspecto del Ghoul era el más miserable que imaginar se pudiera. Era una criatura débil y contrahecha. Su piel, apenas cubierta de pelo, tan blanca como el lino recién lavado, indicaban a las claras su costumbre de vivir en la oscuridad de las cuevas. Su rostro, casi sin nariz, y sus desproporcionadas orejas recordaban a los de los murciélagos. A pesar de las largas garras y colmillos, me costaba trabajo creer que este pobre ser fuera capaz de atacar a los camellos y a varios pastores de cabras, como me habían dicho.
Impuse el silencio entre la muchedumbre y pregunté a la criatura si era capaz de entender el lenguaje de los hombres. No obtuve ninguna respuesta, aunque mostró a las claras el miedo en sus ojos, pequeños y rojos. Pedí una de las pértigas a los guardias con el fin de tentar a la criatura. Las llagas y moretones de su cuerpo evidenciaban su uso generoso antes de mi llegada. El jefe de los guardias me pidió no usarlo sobre la criatura, y al estoquearla comprendí sus prevenciones. El Ghoul lanzó un grito tan agudo que la gente se cubrió los oídos inmediatamente. Sin embargo, el sonido no parecía completamente animal. Incapaz de decidir su naturaleza humana o animal, no tuve más remedio que disponer que sea quemado, y sus cenizas esparcidas al viento del Este.

La orden, mi Sultán, no fue fácil de cumplir. A pesar de los golpes de estoque, el Ghoul se resistió a ser atado y mordió a uno de los guardias encargados de tal tarea. Antes de ser convertido en otra abominación de Alá, el miembro tuvo que ser cortado con una espada. Los gritos que lanzaba la criatura al ser quemada parecían cada vez más humanos, como si llamara a alguien en su agonía. Las órdenes se cumplieron sin más contratiempos, y viendo la calma restablecida y no deseando quedarme en Betim más de lo prudente, resolví regresar a Huarish ese mismo día, cosa que logré sin mayores incidentes.”

Como vemos, en este antiguo relato se encuentran ya la mayoría de las características atribuidas a los vampiros, bajo el nombre de Ghoul. La sed de sangre, el aspecto animal y la mención al contagio se conservarán en las leyendas europeas hasta llegar a la forma actual. Relatos como este, sin duda fueron transmitidos en forma oral y cruzaron el mar hasta convertirse lo que hoy es la leyenda de los vampiros.

2 comentarios:

  1. Qué interesante, no me imaginaba que existiera un leyenda tan antigua acerca de vampiros. Con lo gastado que está el tema, reconozco que sería original la historia de vampiros en el antiguo Oriente Medio.

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  2. Vaya, pues me acabo de enterar de esto. Ha sido muy interesante el relato que mencionas y le da una vuelta de tuerca a la creencia de que todo surgió a raíz del Empalador...

    Un abrazo

    Oski.

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