viernes, 20 de agosto de 2010

El vendedor de promesas


Después de un buen tiempo, volví a encontrarme con el Trucha. Al verlo, instintivamente revisé mis bolsillos. Al comprobar que no tenía más que dinero para el pasaje, decidí saludarlo sin miedo a convertirme nuevamente en su fuente de ingresos del día.

- ¡Hola, Trucha!
- ¡Hola, Tonto, que gusto de verte! ¡Qué bien que te encuentro! Justo uno de estos días iba a llamarte para ponerme al día con lo que te debo…
- ¿De veras? ¿Y en que andas ahora?
- ¡Ahora si estoy en un negocio bueno y casi decente, como tú dices!
- ¿Y qué negocio es ese, si se puede saber?
- Me estoy dedicando a vender promesas, ahora que va a haber elecciones.
- ¡No me digas que te has lanzado de candidato! ¿Cómo es posible?
- ¡Por favor! Ese negocio ya está maleado. Yo soy el poder tras el trono, pues. Ahora todo es imagen, y unas cuantas promesas para llenar los carteles en las calles. Y eso es lo que hago, invento promesas para candidatos a las alcaldías…
- ¿Cómo es eso?
- Todos los candidatos necesitan promesas originales para convencer al público. Lo de solucionar la violencia y bajar los tributos lo prometen todos, así que esas promesas ya no atraen votantes. ¡Ahora hay que hacer promesas nuevas! Por ejemplo, a un candidato le propuse prometer tener un departamento de Feng-Shui en la alcaldía, para ordenar la ciudad y que la gente tenga buenas vibras en el distrito. ¡Le encantó la idea! A otro le dije que tenía que prometer que la alcaldía tendría su propio helicóptero para patrullar el tránsito. Los candidatos que se quieren diferenciar del resto están como locos por mis servicios…
- ¿Qué? ¿Acaso los políticos ya no inventan sus propias promesas?
- Flaco, yo te estimo mucho pero cada día te estás volviendo más tonto... ¡Claro que no se inventan sus propias promesas! Los políticos ya no son tan inteligentes... Ahora me necesitan para que yo les invente sus promesas, para eso hay bastante demanda ahora...
- ¿Y con eso te alcanza?
- Claro que sí, además las promesas la puedo revender a más de un candidato, siempre que se postule a una ciudad lo suficientemente lejos… Además, estoy ofreciendo servicio de creación de promesas personalizadas…
- ¿Qué es eso?
- No es lo mismo prometer a una barriada y a un barrio residencial, tú sabes… Entonces a los pobres de la ciudad prometo cosas como crear impuestos para los ricos, y a los ricos les prometo no dejar entrar a los pobres a su barrio. Así quedan todos contentos y votan por mi candidato…
- ¿Y qué pasará si eligen a ese candidato? ¿Cómo cumplirá todas las promesas?
- De eso ya no me ocupo… Yo solo invento las promesas, si el candidato sale elegido, ya verá cómo se las arregla…
- Veo que tienes todo bien planificado… Y el negocio es bueno, entonces…
- Buenísimo… Y me pagan al contado… Tú sabes, no se puede confiar en las promesas de los políticos…
- Y hablando de eso ¿Cuándo me pagas lo que me debes?
- Justo ahora voy a la casa de uno de los candidatos a cobrar por un juego de promesas que he desarrollado… Solo que no me puedes acompañar porque el candidato no quiere que sepan dónde vive… Tiene no sé qué problema con el juez… Apenas voy, cobro y te llamo para pagarte… ¡Espera! No, ese dinero ya lo tenía comprometido para pagar un container de vuvuzuelas usadas del mundial que vamos a usar para la campaña… Mira ¡Apenas pase esto de las elecciones te busco para pagarte! ¡Chau, hermano! ¡Y no te preocupes, que mis promesas son fijas! Nos vemos…

Así que me quedé nuevamente sorprendido de la capacidad del trucha para escaparse y para conseguir negocios.

- ¡Este Trucha debiera ser candidato, caramba!

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