jueves, 14 de octubre de 2021

La pequeña máquina del tiempo



Después de mucho tiempo de investigación y pruebas, hemos completado la versión compacta de nuestra máquina del tiempo. Esta versión tiene un alcance limitado, por lo que los personajes históricos no tienen que temer que un viajero del tiempo los busque para hacerle preguntas incómodas o tomarse selfies con ellos, y la mamá de Adolf Hitler puede dormir sin miedo a que llegue alguien a matar a su bebito en su cuna. 

Antes de ofrecerlo en el mercado, necesitamos todavía hacer entrevistas para saber cuáles son las necesidades y expectativas para una máquina del tiempo. Naturalmente, la primera opinión fue la mía, que desde siempre he necesitado una forma de viaje temporal que me permita hacer todo el trabajo que me encargan para ayer. 
Las entrevistas nos dieron una idea de los usos a los que podemos dedicar una máquina del tiempo de pequeña potencia. Muchas mujeres simplemente quisieron usarla para aprovechar esa oferta de carteras que se les pasó, o para comprar un buen corte de carne antes de que suba de precio. Los hombres, en cambio, opinaron que sería bueno volver para no apostar la quincena al triunfo de ese equipo que defraudó a todos en el partido decisivo. Algunos se mostraron dispuestos a viajar no al pasado, sino al futuro, como única posibilidad de llegar a fin de mes. Afortunadamente, la mayoría de los usos propuestos son inofensivos para el flujo de la historia, que no será alterada porque una persona cambió de opinión y no se hizo ese tatuaje. 

Es en los viajes de prueba en donde encontramos los mayores problemas, al contrastar las expectativas con la dura realidad. Una señora que viajó al pasado con la sola intención de encontrar a su yo más joven para zarandearla mientras le decía “Amiga date cuenta”, regresó desanimada, diciendo que acababa de recordar a esa vieja loca que encontró en su juventud, y a la que no hizo caso, porque estaba segura de que no sabía nada de la vida. Otros casos similares sucedieron, porque la gente no termina de comprender que cuando la vida no le ha enseñado lo suficiente, nadie, ni siquiera ellos mismos viajando desde el futuro, pueden hacerles cambiar de opinión. En el mejor de los casos, harán caso por unos cuantos días o semanas, hasta volver a cometer el mismo error en una ocasión diferente. Casi todos regresaron diciendo que no habían podido evitar aquello que fueron a tratar de reparar. A pesar de ver a su propio yo desde el futuro, todos se negaron a hacerle caso y tomaron esas copas de más, aceptaron aquella invitación y cometieron esa tontería. 

Al regreso, tuvimos que gastar mucho tiempo explicando que no existe el fatalismo, que todo esto no se debe a que el destino esté inexorablemente trazado, sino a que los humanos creemos tener siempre la razón y somos tan soberbios que no hacemos caso a nadie que nos contradiga, aunque seamos nosotros mismos. Incluso hicimos el intento de usar programación neurolingüística e hipnotismo. y la persona en el momento del error, tomaba esto como la voz de la conciencia, a la que, por supuesto, tampoco hizo caso. 
Las pruebas, sin embargo, no dejaron de tener un efecto secundario interesante. Muchos de los que regresaron afirmaron que en definitiva, no es cierto que todo tiempo pasado fue mejor. Siempre hubo problemas, tiempos difíciles y siempre la vida fue una constante lucha. Lo que pasa es que solo recordamos los mejores momentos, que son los que contaremos a los demás después. Esta comprobación alivió a los viajeros del tiempo, y les dio la confianza necesaria para afrontar los tiempos actuales. 

En otros casos, a sugerencia mía, algunos viajaron al pasado para cambiar su voto en las últimas elecciones. Todos sabían que al final los resultados serían los mismos, porque un solo voto no cambia nada, pero al menos pudieron calmar su conciencia. 

Otros efectos esperanzadores fueron los de aquellos que viajaron al futuro y vieron a sus hijos convertidos en unos vagos engreídos. Todos juraron y rejuraron que iban a cambiar la forma de criarlos y que se iban a acabar las propinas generosas, las disculpas y la comodidad. Según nuestros viajes de seguimiento al futuro, pocos aprendieron la lección y a los pocos días volvieron a dejar que sus hijos sean los mismos zánganos de antes, pero al menos en unos cuantos de ellos la lección fue aprendida y cambiaron verdaderamente. 

A aquellos que quedaron satisfechos con el servicio, pero se quejaron del costo de un viaje en el tiempo, les ofrecimos la solución alternativa: Cambiar el pasado es mucho más fácil de lo que la gente cree, les expliqué, todo es cuestión de contar los recuerdos de forma diferente a quien lo pregunte, al fin y al cabo, cada persona recuerda las cosas a su manera, y sobre un hecho hay siempre múltiples versiones, lo importante es que se haya sabido aprender la lección correctamente y usarla para las decisiones del presente. Experiencia, se llama eso. 

Como resultado de las entrevistas y viajes de prueba, el proyecto de la pequeña máquina del tiempo ha quedado en suspenso, porque lo que la gente quiere es volver a vivir el pasado con la experiencia que ha acumulado hasta hoy, sin considerar que esa experiencia la ha obtenido de los mismos errores que piensa hoy evitar. Antes de guardar la máquina definitivamente busco cualquier excusa para quedarme solo y usarla una última vez. Quiero ver a mi yo joven y ver si pude haber hecho algo para reunir el valor para invitar a salir a aquella chica aquella vez.

3 comentarios:

  1. Al menos las conclusiones fueron muy interesantes. Un beso

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  2. Jajjaaja, creía haberlo leído todo sobre viajes en el tiempo, pero me faltaba esto.

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  3. Este blog ha sido eliminado por un administrador de blog.

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