lunes, 23 de junio de 2014

La verdad sobre las personas


De vez en cuando tengo alguna reunión donde las personas no esperan escuchar lo que uno tiene que decirles, sino buscan que uno diga algo que refuerce la posición que han adoptado previamente. Yo trato de cuidarme mucho de estas cosas, presentando los pros y los contras de cada opción, pero ellos simplemente no me escuchan hasta que llego a la parte que ellos quieren oír, cuando uno de los pros o contras coincide con lo que piensa. Ahora, su rostro cambia, y se muestra de acuerdo con ese pequeño pedazo de argumento que le permitirá presentarse a sus superiores con la aprobación de un experto que avale su decisión. Y esta es una verdad sobre las personas. Solo se presta oídos a los argumentos que están de acuerdo a lo que uno piensa. Por eso, y no por otra razón, es que es tan difícil convencer a otra persona de algo, y por eso no se puede razonar con muchas personas especialmente sobre temas de religión o política. Ellos desecharán las veinte razones en contra de su pensamiento y aceptarán la única razón que les favorece.
Esta, y otras razones son las que hacen que en el mundo no podamos entendernos todos, las que hacen que nuestra vida no sea tan fácil. Imagínense que sencilla sería la vida si todos pensaran como nosotros. Sería el paraíso, o sería una dictadura total, pero sería sencillo.

Otra cosa que he aprendido, y me han recordado recientemente, es que las personas no hacen lo que es bueno o malo, sino simplemente lo que piensan que les conviene. Otra vez en una reunión de trabajo, nos pasamos discutiendo un buen rato sobre cómo debería ser tal trámite. Al final de la reunión, todos quedamos de acuerdo sobre cómo debería ser las funciones de todos los que intervenían en ese proceso, hicimos un hermoso diagrama de flujo y reglas claras para que el trámite sea fácil y cumpla con su cometido. A la reunión siguiente tuve que informar del rotundo fracaso del proceso, indicando que la gente simplemente no seguía el proceso. ¡Pero si ya todo está definido, todos tienen sus responsabilidades! Me decía mi superior, casi gritando. Yo solo indiqué, lo más calmo que pude, que estaba describiendo las cosas no como deberían ser, sino cómo se estaban comportando en la realidad. Tuve que llevar a mi superior al campo para que pueda ver personalmente cómo las personas no hacen lo que deben, sino que hacen todo lo posible para no hacerse responsable del proceso que realizan.

Nuevamente, por eso es que los grandes planes se diluyen en las pequeñas responsabilidades que nadie quiere asumir, la gente se conforma con ser dueño de su propia burbuja, sin preocuparse de las grandes visiones corporativas, o del destino de la patria.

¿Por eso estamos como estamos como estamos en este país? El día de mi descanso aproveché para comprar unas películas piratas para ver con los compañeros, cuando a mi lado llegó al puesto una señora para llevarse una cantidad regular de videos. Muy meticulosa, quería que el vendedor le diera una tarjeta para poder ubicarlo y devolverle las películas en caso de que no se vean bien en su casa. Al negarse el vendedor, se retiró ofuscada, diciendo que no sabían tratar a los clientes y que por eso el país no progresaba. Estuve a punto de abrir mi bocota, pero la señora se alejó rápidamente. Veamos la situación: La señora está comprando videos piratas, lo cual es algo ilegal, un delito; quiere un video pirata de calidad y con garantía, quiere que el vendedor se arriesgue a ser encontrado por la policía, tal vez arrestado por su actividad, ¡Y todavía se queja del mal servicio y dice que por eso estamos como estamos en este país!
¿Realmente la señora espera que el país progrese dando garantía y buen servicio un vendedor de videos piratas? Llámenme subversivo, pero creo que las personas como esa señora son las que hacen que el país esté como está.

El último episodio me lo contó mi hermana. Un buen día ella, tal vez sin darse cuenta, empezó a cantar mientras hacía su trabajo. Conociéndola, debió ser un día en que ella se sentía bien, cosa que no me importaría a mí si me pasara. Pero, como dije antes, no todos se portan como lo haría yo. Otra de las personas le reclamó en voz alta que por qué se atrevía a cantar, que cómo se atrevía a cantar en una oficina. Otra de las trabajadoras le tuvo que decir esta verdad sobre las personas: Algunas no soportan que alguien a su alrededor se sienta feliz.

Es que el mundo no es como quisiéramos que fuera, sino sencillamente, es como es.

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