domingo, 25 de mayo de 2014

Tontos versus zombies


La idea de los zombies, vista en tantas películas modernas, ha penetrado en la mente de la gente al punto de que muchos consideran hoy reales y posibles las invasiones de zombies y se imagina a sí misma en esas situaciones, por lo demás irreales.
Siempre había pensado que estas ideas estaban lejanas a la realidad, salvo situaciones extremas, como cuando uno presta atención los lunes por la mañana cuando ve a la gente rumbo a su trabajo por las calles de la ciudad. Eso es lo más cercano a un desfile de zombies que llegaremos a ver, a menos que el avance de la ciencia y el abuso de los reality shows por la TV logren convertir a la gente en seres impensantes, hambrientos por devorar los cerebros de los demás.

Lo que nos tratan de ocultar los autores de estas películas es el peligro más real de las invasiones de tontos. Esta invasión es más peligrosa por lo mismo que es más sutil, ya que los tontos se camuflan entre el común de la gente, y es muy difícil reconocerla a simple vista. Actualmente se considera que estadísticamente es imposible reunir a un grupo de personas sin que entre ellas haya por lo menos un tonto. Si se le da, por ejemplo, a este grupo de personas un tema de conversación, se podrá identificar al tonto del grupo como aquel que presenta opiniones que van en contra de lo que los demás creen saber, pero que nadie hasta ahora había cuestionado.
 - Las máquinas hacen cada vez más cosas y se vuelven cada vez más inteligentes ¿Hasta dónde llegarán?
- Hasta donde nosotros las dejemos.

Esta última respuesta es la que caracteriza a un tonto: directa, cuestionando la idea general y dejando al desnudo que las ideas establecidas son en realidad prejuicios o cosas que nos han repetido tantas veces que ya no dudamos de ellas. Como reacción y como parte del miedo a pensar diferente que la sociedad nos ha inculcado desde la escuela, el grupo rechaza las respuestas del tonto. Ay de quien preste oídos a lo que el tonto dice, puede ponerse a pensar que tal vez las ideas que tiene desde siempre tal vez no sean tan ciertas como creía, y así se pondrá a pensar de todo cuanto cree saber, convirtiéndose en un tonto. De este modo, se agrega un nuevo tonto al grupo, y la invasión ha creado una nueva víctima.

Como vemos, la invasión de los zombies no es nada frente a la invasión de los tontos. A diferencia de los zombies, los tontos no se acercan caminando torpemente, no tienen rostros descompuestos ni atacan en grupos. Los tontos caminan normalmente, aunque tienen cierta tendencia a mirar hacia el cielo, el único rasgo reconocible en su rostro es su tendencia a sonreir, y basta uno solo para acorralar a todo un grupo y convertirlo en uno de ellos.
 En lo que se asemejan los tontos a las invasiones de zombies es en su gusto por atacar a los cerebros de la gente.
- ¿Por qué hay tanta maldad en el mundo?
- Porque si todos fueran buenos, la bondad no sería virtud.

Hace falta fuerza de voluntad para rechazar la tentación de pensar ante respuestas tontas como esta. La negación es la respuesta típica, aunque tarde o temprano los demás quedarán en ridículo como aquellos del pueblo que escucharon al tonto decir que el rey está desnudo.

Al igual que en las modernas películas de terror, los tontos poco a poco se van apoderando del mundo, y cuando lo hagan, nada quedará en pie: los conceptos de patria, religión, sociedad y economía se verán destruidos por la simple tontería de pensar en el bien y en la felicidad. Las ideas de que el éxito es tener más que los demás, de que se debe tener el último juguete para ser apreciado por los demás, serán reemplazadas por la tontería de que la bondad es apreciada.

 La verdad es que la gente debería temer tanto a las invasiones de tontos como teme hoy a las invasiones de zombies.

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