Cuando la infelicidad
llega a un alma, cuando no hay cura aparente para la tristeza, llega el cambio.
"Qué difícil, qué
difícil debe ser para un padre ver que su hija no está feliz.
El rey del Tibet tenía
una hija, la princesa Denid. Ella era bella como la luz del día, tenía 20 años,
pero... nunca había sonreído, nunca había reído, nunca había hablado. Y su
padre se lamentaba preguntándose qué podía hacer para darle el gusto de la
vida, pero no encontraba respuesta.
Sin embargo, un día,
como él era rey, tomó una gran decisión, mandó quinientos caballeros vestidos
de rojo sobre quinientos caballos negros a recorrer todo el país con esta
noticia: que aquel que pueda hacerle decir una apalabra feliz a la princesa
Denid, se casará con ella.
Uff, así que la
noticia fue corriendo por todos lados y vinieron primero los príncipes, la
gente de mucho poder, la gente de mucha plata a tratar de hacer hablar a la
princesa Denid, a tratar de casarse con ella, tratando de sacarle una palabra
feliz, un "oh!", un "ah!", un "ay, qué inteligente
eres!". El primero venía con su poemita de amor, el segundo con su
musiquita de amor, el tercero con su concierto de rock, el cuarto con su circo
extraordinario, el quinto con su cd de Julio Iglesias (a veces funciona...).
Pero la princesa Denid escuchaba un pretendiente tras otro, bostezaba y
regresaba a su cuarto.
Durante ese tiempo, la
noticia seguía corriendo por todos lados, hasta llegar a un valle profundo, un
valle bien escondido, un valle de campesinos, hasta llegar a los oídos de un
pastor: un joven, un muchacho, oh, un muchacho muy pobre... digamos que había
sido víctima de la reestructuración económica del FMI, sí... Entonces, en cristiano,
como no tenía chamba, se dijo "Bueno, voy a tratar de hacer hablar a la
princesa Denid, oh, no tengo mucha esperanza... Total, ella debe ser muda, pero
me dará un buen paseo y visitaré el castillo". Así que se fue, se fue,
tranquilo, se fue, el alma ligera, se fue, sin esperanza y en el camino se
encontró con una abuelita, una abuelita muy muy muy vieja, como una vieja
manzana, toda arrugada. Y la abuelita le preguntó:
- A dónde vas
muchachito?
- Oh, voy a tratar de
hacer hablar a la princesa Denid en el castillo del rey, pero no tengo mucha
esperanza; total, ella debe ser muda
- Muda, la princesa
Denid? ooh, muchacho, tú dices cualquier cosa. Al contrario, tiene el don de la
elocuencia, lo que pasa es que le recuerda a su pasado. Nah! escucha esta historia".
Y la abuelita le contó
la historia de la princesa Denid al muchacho.
-La primera vez que la
princesa Denid vino a la vida fue en el cuerpo de una tigresa y tenía a su
marido, tenían hijos, eran muy felices... pero llegaron los cazadores y los mataron
a todos... así fue, así fue. La segunda vez que la princesa Denid vino a la
vida fue en el cuerpo de una codorniz y tenía a su marido, tenían un nido en el
campo con huevitos a punto de abrirse, oh, eran muy felices! Pero los
campesinos querían sembrar, quemaron el campo, todos se murieron en las
llamas... así fue, así fue. La tercera vez que la princesa Denid vino a la vida
fue en el cuerpo de una alondra, y tenía a su marido, tenían un nido en un
árbol con huevitos a punto de abrirse, pero llegaron los niños del colegio,
destrozaron el nido, agarraron a los pájaros y los mataron a todos... así fue,
así fue.
Y la cuarta vez que la
princesa Denid vino a la vida fue en el cuerpo de esa princesa, pero ya no
quiere saber nada con los hombres... por eso no habla, por eso no habla.
Mientras el muchacho
escuchaba esa historia., soñaba, cerraba los ojos y veía viejos recuerdos,
manos de niños, pájaros, llamas, tigres. Estaba soñando cuando de pronto,
despertó, quiso agradecer a la abuela pero... ya se había. Entonces siguió su
camino hacia el castillo pero esta vez, muy pensativo.
"Paso atrás,
tras, paso atrás, recordando el camino que me separa de mí. Paso atrás, tras,
paso atrás recordando el camino que me separa de ti..."
Las puertas del
castillo se abrieron. El muchacho entró, visitó todo, estaba feliz y después el
mayordomo, a pesar de que el muchacho estaba muy sucio, lo condujo hacia el
departamento de la princesa Denid porque era orden del rey, cualquiera podía
probar su suerte. Él entró, la vio... la reconoció. Ella, oh, ella estaba
bordando, sentada en una silla, ni siquiera levantó la mirada para mirarlo. Él
se acercó y dijo:
- Oh princesa, tú, que
ni siquiera quieres mirarme, escucha mi historia por favor... La primera vez
que vine a la vida fue en el cuerpo de una tigresa y tenía mi esposa, teníamos
hijos, éramos muy felices... pero llegaron los cazadores y nos mataron a
todos... así fue, así fue. La segunda vez que vine a la vida fue en el cuerpo
de una codorniz y tenía a mi esposa, teníamos un nido en el campo con huevitos
a punto de abrirse, oh, éramos muy felices! Pero los campesinos querían
sembrar, quemaron el campo, nos morimos en las llamas... así fue. La tercera
vez que vine a la vida fue en el cuerpo de una alondra y tenía a mi esposa, teníamos
un nido en un árbol con huevitos a punto de abrirse, pero llegaron los niños
del colegio, destrozaron el nido, nos agarraron a ambos y nos mataron... así
fue, así fue.
Y la cuarta vez que
vine a la vida fue en el cuerpo de ese muchacho que tú ni siquiera quieres
mirar, pero yo, a diferencia tuya, en ese cuerpo de hombre, he decidido ser
feliz!
La princesa levantó la
mirada, secó una lágrima, agarró la mano del muchacho y dijo:
-Te estaba esperando.
Luego, lo condujo
hacia el baño para hacerlo tomar un baño en la tina porque estaba muy sucio por
el viaje. Después, entraron en el cuarto, cerraron la puerta y se echaron a
volar."
(Cuento encontrado durante mis excursiones por otros blogs. Esta vez el cortipegado proviene de http://merintofobia.blogspot.com/2011/04/cuantos-cuentos.html)
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