sábado, 15 de mayo de 2010

¿Por qué no ganan los malos?


Tienen el dinero para hacerse una hermosa guarida subterránea. Aunque esté en una isla desierta, en el cráter de un volcán, o ambas cosas, tienen todas las comodidades del mejor condominio o mansión, sin la molestia de vecinos estorbosos.

Tienen todo un ejército a su servicio, con bonitos uniformes y lo último en tecnología. Además, estos son bien pagados. Nunca se ha visto que ejército maléfico haga huelga o reclame impuntualidad en los pagos. Hay que ver con qué dedicación se dedican a exterminar al héroe. Bueno, no son muy brillantes en esto, pero al menos dan su mejor esfuerzo.

Tienen un plan. Cuidadosamente hecho. Ejecutado a la perfección. El riesgo en el plan es ridículamente pequeño. En cambio, el héroe siempre está improvisando sobre la marcha, y con ayuda de un artilugio del cual (Oh, maravilla) no tenía idea de para qué servía hasta hace un momento, aprovecha esa infinitesimal falla del plan. De nada sirvió el plan casi perfecto, hecho con una minuciosidad que dejaría en vergüenza a japoneses y alemanes, y que podría servir de tesis de grado para cualquier gerente en cualquier lugar del mundo.

Tienen la inteligencia y la voluntad. Dedican años a la ejecución de sus brillantes planes y le dedican su vida. Y el plan es brillante. Puede engañar a los ejércitos y policías de todo el mundo, excepto a ese agente secreto que se infiltró de casualidad.

Tal vez la razón del fracaso de los malos sea que, en el fondo, tienen un gran corazón, lleno de bondad y compasión. Por eso se resisten a matar al héroe en su primer encuentro, o lo dejan en una complicada y mortal situación, pero se resisten a verlo sufrir, dándole oportunidad de escapar.

Tal vez es porque, en su gran corazón, son incapaces de creer en la traición de su subordinado inmediato, el cual sí que es un desagradecido que muerde la mano que le da de comer. Por eso es que dicho personaje muere siempre y el público se alegra al ver que recibe su merecido.
El único defecto visible de los villanos es su falta de modestia. Pero si yo hiciera tan grandiosos planes y los llevara a cabo con tan grande esfuerzo, tampoco sería modesto. Y siempre si expongo mi plan ante alguien fuera de mi organización, no es por soberbia. Es porque para mí es importante la opinión de alguien externo, sin nada que ganar de mí, y que definitivamente no es uno de mis ayayeros. ¿Tiene eso algo de malo?

El único consuelo que nos queda es que al final de la película, el malo tiene diseñado su plan de escape que sí funciona perfectamente, aunque quede destruida su hermosa guarida junto con su magnífico plan de dominación mundial. Esto garantiza su supervivencia hasta la próxima película, donde nos deleitará con otro inteligentísimo plan, mientras el héroe se va con la belleza de turno.

Porque los malos nunca tienen vacaciones, esa profesión es muy sacrificada, y saben que el que persevera, alcanza.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...