domingo, 7 de junio de 2009

Los tontos no salen por televisión

Desde que tengo este blogcito, aquellos a quienes he mencionado la existencia de este blog, o quienes han visto alguno de los posts (ya que algunos tuvieron su origen en correos que enviaba), me han preguntado si es verdad los episodios que escribo. La mayoría de ellos provienen de experiencias reales, sazonadas con un poco de surrealismo aquí y allá, aunque en un par de ocasiones lo escrito es una descripción fiel de lo ocurrido.
La reacción normal de mi interlocutor ante este tipo de explicaciones es comentar lo divertida que es mi vida. Por alguna razón, yo no lo creo así, mi vida me parece de lo más normal, y hasta aburrida, salvo pequeños respiros de diversión como los que llego a plasmar aquí. ¿No será que mi vida es una teleserie o reality show, con capítulos buenos y malos, momentos de rating e interrupciones comerciales? De ser así, le espera un buen trabajo al editor de semejante grabación.
Aunque todavía sin decidir si estoy en la Matrix, Truman Show o en un biopic barato, decido comprobar personalmente que no estoy en ninguna cámara escondida, y que mi vida no es tema para ver entre comerciales o sentado en una sala oscura, acompañando a una bolsa de pop corn. Aquí los resultados que he obtenido hasta el momento:

- He jugado el número 4 8 15 26 23 42 en la tinka. No salió ningún premio.


- He tomado una píldora roja por la mañana. Me dio un sueño terrible. Tomé otra por la tarde. Me dio más sueño. A la sexta píldora recién se me empezó a quitar el resfrío. Nunca pude salir de la matrix.


- El otro día entró un ratón en mi casa. Apenas lo perseguí 4 o 5 pasos y se me acabó la sala. El ratón no se defendió con ningún ingenioso artilugio ni tampoco me atacó con dinamita.


- He limpiado las ventanas de mi casa con un movimiento circular hacia la derecha con la mano derecha, y hacia la izquierda con la mano izquierda. Mis conocimientos de karate no se han incrementado de manera significativa.


- Revisé la configuración de mi computadora. Comprobé que usa tipos de letra muy pequeños. Además, cuando recibo un correo, no se produce ningún sonido ni aparece una enorme ventana con una animación para indicarlo.

- Fui a un laboratorio, y allí me enseñaron un tubo de gas Kriptón. Me explicaron que como es un gas noble, no se puede mezclar para formar un mineral sólido, y cuando se le aplica una corriente eléctrica, emite una luz color violeta, no verde.


- Hice recuento de mi recorrido por la universidad, constatando que las clases duraban dos largas horas. Nunca ocurrió que el profesor hacía una pregunta, se daba una respuesta buena o mala, y el profesor daba por terminada la clase.

- He repasado muchas ocasiones en que necesitábamos abrir una puerta de la cual no teníamos las llaves a la mano, o que estaba cerrada por dentro. Sin embargo, sin importar cuan desesperada era la situación, a nadie se le ocurrió nunca dispararle a la cerradura con un arma de fuego.

- Ayer he pasado las 24 horas del día sin que ocurra nada interesante.


- Cuando estoy tomando licor con algún amigo, las etiquetas no miran a un solo lado, en la línea de mira de alguna hipotética cámara.

Por último, he revisado el listado de series y películas de la televisión, y no he encontrado ninguna en que el héroe sea un ingeniero. Mi profesión no es preciamente un imán de audiencia.
En consecuencia, he decidido, para mi tranquilidad, que mi vida es lo suficientemente aburrida para no merecer los esfuerzos de guionistas, camarógrafos y demás. En esta ocasión, el bajo rating es mi aliado, y me mantendrá lejos de cámaras intrusas.

Solo me queda una última duda: Ya sé que no merezco un programa dedicado a mí... Pero ¿No será que soy sólo un personaje secundario? Tendré que investigar con más detenimiento.

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