viernes, 1 de mayo de 2009

Sherezada


- Esta noche, Oh, Sultán, te narraré la historia de cómo un pobre muchacho tomó posesión del más maravilloso caballo…
- Espera… ¿No es esa la historia del caballo volador? Esa historia ya la he escuchado… Me la narraste hace tres lunas ya…
- Te ruego disculpes a tu pobre esposa, ¡Oh poderoso príncipe de los creyentes! Te referiré entonces la historia del hijo de un mercader quien durante uno de sus viajes por el desierto…
- Encontró una botella con un malvado genio adentro ¿No es verdad? Pues esa historia me la has contado ya…
- Mi señor, sé que tu magnanimidad perdonará a esta tu pobre sierva por el gran delito cometido… Sé que esta historia te compensará el mal momento que tan sin culpa te hace pasar… Se trata de dos hermanos príncipes que son criados igualmente por su padre, hasta que un día…
- ¿Te burlas de mí acaso, Sherezada? Esa historia me la has contado hace apenas dos semanas… ¿Se ha agotado tu talento para impresionarme?
- ¡Perdóname, mi Señor! Esta historia estoy segura que será de vuestro agrado: Había en el puerto de Basora un marinero llamado…
- Simbad ¿Verdad?
- ¡Te ruego que perdones mi vida, Señor! ¡Alá es testigo de que tenía una historia bellísima para esta noche, pero la he olvidado debido a lo que pasó en la mañana…! Verás, yo iba al bazar a comprar dátiles y aceite de palma, cuando el camello de uno de los mercaderes se volvió furioso contra mi palanquín, descalabrando a uno de mis cargadores… Mandé a una de mis esclavas al palacio por ayuda, pero ella a su vez fue encontrada por el cedí Hamal, quien la llevó a la casa de la ley, creyendo que estaba huyendo del palacio… Mientras tanto yo quedé en el mercado protegida por mis guardias hasta que llegó la hora de la oración, entonces todos los servidores se acercaron a la mezquita, dejándome sola en medio del mercado… Se me acercó entonces toda clase de gente ofreciéndome sus artículos y pidiendo limosna… Pasé la mañana tan asustada que olvidé la historia que tenía preparada para ti…
- ¡Oh, Sherezada! ¿Y temes acaso por tu vida al no tener una historia que contarme? Pues has de saber que mis espías te han seguido en la mañana, y sé que has hablado con el embajador de Yemen, ofreciéndole mi corona si invadía mi reino… Quiero que sepas que el embajador ya ha sido decapitado, he enviado tropas a la frontera, y en cuanto a ti, decido en este momento perdonarte la vida por esta noche, pues me has contado un cuento tan fantástico que nada tiene que envidiar a los de las noches anteriores… Mas no olvides que mañana debes tener una verdadera historia que referir…

- Eres justo y terrible, mi Señor…

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