lunes, 2 de marzo de 2020

La conspiración del coronavirus


No soy dado a las teorías de conspiración, pero ahora que se ha puesto de moda el corona virus, me he puesto a pensar en algunas cosas que como mínimo, causan sospechas.

Como sabemos, cada cierto tiempo se pone de moda algún virus, más o menos cada vez que la situación internacional se pone aburrida y las agencias de noticias necesitan algo que interese a la gente, para que no pase lo que pasó a principios de los 90, cuando la caída de los regímenes socialistas puso a los noticieros tan aburridos que varias agencias estuvieron a punto de quebrar, sin mencionar a los fabricantes de armas, que por primera vez tuvieron que lanzarse a la calle a buscar clientes. El vecindario de las enfermedades apocalípticas se ha ido poblando desde entonces con nuevos inquilinos, cada uno lleno de empuje y ganas de hacer las cosas. Hemos tenido el ébola, la gripe aviar, el H1N1, y ahora el chico nuevo del barrio, que promete al fin acabar con la humanidad y darle su merecido lugar a las cucarachas, que tanto tiempo llevan esperando para hacerse cargo del planeta.

Bueno, a lo que iba, a la conspiración. Si yo fuera un científico loco que quiere acabar con el mundo, es lógico que empiece por China. Allí hay mucha gente, y aunque el porcentaje de contagio sea mínimo, igual eso significaría un montón de chinos enfermos. Ya algunos empezarán a decir “Ajá, es Donald Trump el que soltó el virus para cerrar las fronteras a los productos chinos”. Pero ese argumento no se sostiene. Para el que no lo sabe, los principales productores de mascarillas, artículos de limpieza y medicamentos son justamente los chinos, de modo que si están teniendo problemas con algunas exportaciones, por otro lado se está haciendo un enorme negocio con las ventas de productos anti corona virus. Resultaría entonces que China está creando al mismo tiempo la oferta y la demanda. Y todo al costo de unos pocos chinos, que no hacen diferencia en la población ni los van a extinguir. Sé que esto suena inhumano, pero me consta que los chinos no le tienen tanto aprecio a la vida como nosotros, yo que he trabajado con chinos que consideraban las medidas de seguridad laboral como un estorbo y se arriesgaban en la planta como si de verdad fueran inmortales.

¿Quién podría entonces ser el causante de esta epidemia? Puede ser alguna sociedad secreta empeñada en hacer que Nostradamus al fin acierte con alguna predicción, después de tantas vergüenzas que ha pasado en los últimos años. Lo de la sociedad secreta tiene un argumento a favor, el que este sea la epidemia con nombre más comercial que hemos visto. ¿A1H1? Ese nombre suena a ciencia ficción, no tiene punche. ¿Ebola? No suena a nada, no es pegajoso. ¿Ántrax? Muy científico, parece producto de limpieza. En cambio “Corona” sí tiene pegada, recordación y simpatía. Si de teoría conspirativa se trata, yo votaría por los marcianos, porque esto parece más bien el argumento de “La guerra de los mundos” al revés, en vez de derrotar a los extraterrestres con el virus del resfrío, ellos nos exterminan a nosotros.

 El otro tema que me ha dejado pensando es el de las medidas de seguridad que se plantean para evitar el contagio. Los norteamericanos, como siempre, lo primero que hacen es cerrar las fronteras a los países que les caen mal. Ya empezaron con los chinos y los iraníes, y estoy seguro que a la primera excusa les cerrarán la puerta a todos los musulmanes y luego a todos los latinos, aunque no tengan vela en el entierro. Además, están prohibiendo los abrazos, besos, y cualquier forma efusiva de saludo. Esto será entonces el paraíso para los puritanos y para los ingleses, que por fin verán su flema aceptada en todo el mundo.

 Yo acepto que se tomen precauciones, que al fin y al cabo son las mismas que se deberían tomar en caso de un resfriado común, pero quitarnos nuestra forma de saludar es atentar contra la esencia de sudamericanos, españoles, portugueses e italianos. Solo nos quedaría saludarnos por celular, que todos sabemos que es un invento norteamericano, porque no puede abrazar ni darse un beso por saludo, como hacemos acá. Quieren que no conversemos con extraños, que no seamos efusivos, que sospechemos del vecino, es decir, quieren que nos volvamos white americans. Esa si es una conspiración siniestra. El día que vaya a Estados Unidos y conozca a Scarlett Johanson ¿creen que voy a dejar pasar la oportunidad de darle su correspondiente apapacho y un beso por cachete, como hace un latino bien criado? Seguro que me arrestarán, me juzgarán y me deportarán como transmisor de un virus mortal, por eso aún estoy sopesando la situación a ver si vale la pena el riesgo. Pronto tendrán noticias.

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