domingo, 24 de mayo de 2015

Recortados


De vez en cuando no se me ocurre nada para escribir, y recuerdo que de vez en cuando recorto pedazos de posts ajenos que me han gustado muchos para casos de emergencia como éste. Dejo entonces algunos recortes para ganarme indulgencias con avemarías ajenas.


Fuego a discreción

"No pude evitar buscar el cuerpo de otros años. Aquel, el de entonces, estaba moldeado a mí manera, obedecía a mis decisiones y caprichos. Ahora, la lucha, si se trataba de eso, se establecía de igual a igual."

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Personajes
Fueron varios los personajes que pasaron por mi historia durante este tiempo. A algunos les quedó grande el papel de protagonista, hubo otros que ni siquiera aprobaron el casting, a uno se lo comió el personaje y no volvió a ser lo que era antes, e incluso hubo uno que no se animó a subir al escenario. Por supuesto no faltó el que no se sabía el guión e intentó apelar al chamuyo. Mientras pasaban todos estos actores por el escenario de mi vida, yo estaba ahí sentada en primera fila viendo cómo se me pasaban las horas y la obra no iba tomando forma, parecía que el día del estreno no iba a llegar nunca. Y acá estoy esperando ver cómo se resuelve el tercer acto...

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Primavera
Hay una primavera nueva allá afuera, que busca esconderse tras nuestra música. Déjala entrar, déjala que invada aquello lleno de polvo de invierno... lleno de polvo que no sabe sobrellevar el recuerdo... que la vida es eso, agarrar la guitarra improvisar y volver otra vez a tocar.

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Una Aventura
Serían las 6 y poco ante meridiem. El metropolitano madrileño acababa de abrir , entre el silencio de unos vagones vacíos y sus contrarios, él y ella habían coincidido solos en uno; paradójicamente. Ella jugaba con sus pies; a él le dio por mirarla. Y, cuando la chica se dio cuenta, le dio por soltarle un “tú qué miras”.
Supongo que la situación no pudo ser ni más etílica, ni más espontánea, ni más… El “tú qué miras” de ella, acompañado de una lobuna e involuntaria sonrisilla en su pequeña fisonomía, hizo que los labios del muchacho tradujeran a sus ojos: “Tienes una mirada preciosa”.
Terminaron por sentarse juntos. Ni se habían visto nunca ni tenían intención de hacerlo nunca; así que prefirieron no compartir ni sus nombres. Sí los besos. Ya en Cuatro Caminos, ambos bajaron. Él la acompañó a ella y, en un portal de forja mal cerrado, la despidió con diecisiete besos y un cómico “¡puta loca!”. Como si él no lo estuviera. 

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