miércoles, 4 de febrero de 2015

La reencarnación


Un día me puse a pensar en cosas realmente trascendentes, no las tonterías que escribo usualmente. Lamentablemente el intento resultó un fracaso total. Parece que no puedo hilar dos pensamientos sin que uno de ellos resulte siendo una agresión al sentido común y al bien pensar. Esta vez mi intento fue el de pensar sobre lo que hay más allá de la vida. Tema serio ¿Verdad? Tal vez nos espera el paraíso, el infierno, o el vacío de convertirse en nada mientras los parientes que sobreviven disfrutan de la herencia. Como estas cosas no se pueden demostrar, tengo la libertad de imaginar lo que quiera y nadie me podrá refutar. Discutir con alguien acerca de lo que pasa después de la muerte tiene además la ventaja de que puedo pedir a mi antagonista demostraciones prácticas, cosa que solo puede hacerse matando a dicho antagonista, con lo cual ganaré la discusión por abandono.

Puesto a buscar pruebas de una u otra opinión sin matar a nadie, descubro que tengo que esperar al fin del mundo o al juicio final para darle la razón a varios. Ya que no tengo paciencia para esto, me pongo a buscar pruebas sobre la reencarnación. Me parece que es una buena opción para que el universo recicle unas cuantas almas, habiendo tanta gente desalmada caminando por las calles como si tal cosa. Si es verdad que la gente reencarna al morir, debería ser relativamente simple encontrar a gente que ha tenido vidas anteriores. Debo confesar que el tema me interesa especialmente desde que, al día siguiente de la muerte de Michael Jackson, un grillo no me dejó dormir toda la noche con su cri-cri. Cuando, después de remover todo el mobiliario de la casa encontré al bicho, descubrí que caminaba para atrás haciendo el famoso paso del Moonwalker. Nadie me pudo después quitar de la cabeza que Michael Jackson había reencarnado en grillo de casa. Estaba ya dispuesto a atraparlo y exhibirlo en los grandes congresos de temas filosóficos como prueba irrefutable de la reencarnación, cuando Michael intentó escaparse y lo pisé por acto reflejo. Para la próxima, Jacko, a ver si ahora reencarnas en algo que no me deje despierto toda la noche.

Al principio, creí que sería suficiente para probar mi tesis con preguntar a la gente por la calle, como he hecho en otras ocasiones, pero no era tan fácil. Mi falta de tacto se puso de manifiesto al acercarme a la gente con la frase “Disculpe, señor ¿Ha sido usted animal en otra vida?”. Con todo, este esfuerzo no fue totalmente infructuoso. La reacción de la gente me hizo sospechar que algunos no solamente han sido animales en vidas anteriores, sino algunos siguen siéndolo en esta.

Mi siguiente esfuerzo fue interrogar a algunos animales con la esperanza de encontrar a alguno que haya sido humano en una vida anterior. A ver, animales ¿Quién quiere ser el primero en declarar? Dije en voz alta. Los primeros en levantar la pata y acercarse a contar su caso fueron las moscas. Se me acercaron varias a contarme sus sucios secretos antes de ser despachadas por el matamoscas que tenía a la mano. En mi defensa, tenía que proteger el secreto de esas confesiones. Además, las moscas solamente viven un mes, no es cosa de que les haya cortado una vida larga y prometedora, y si van reencarnar, mejor que lo hagan de una vez, que la vida de una mosca es muy miserable.

Paseando, paseando, llegué a un parque donde encontré a un montón de palomas esperando en la vereda sin hacer nada y esperando que llegue alguien a tirarles maíz o migas de pan. Cuando llegaba algún viejito, inmediatamente se arremolinaban para recibir su parte. Este comportamiento me pareció tan humano que quedé convencido de que muchas de esas palomas no solamente habían sido humanos anteriormente, sino que además habían sido empleados en alguna dependencia pública.

Un análisis más atento de muchas personas que conozco me ha permitido detectar que viven y beben en nuestras calles personas que antes han sido chanchos, vacas, serpientes, mariposas, ratas, zancudos, gatos, burros, pingüinos, avestruces y otros animales, de los que aún conservan sus actitudes. Claro que puedo estar equivocado. Una amiga mía, al escuchar mi tesis, la rechazó totalmente, diciendo que  no es cierto porque los hombres son todos unos perros.

Otra persona conocida mía me dejó pensando al decirme que si era cierto lo que decía, entonces la hamburguesa que me estaba comiendo en ese momento era quizá un conocido o pariente mío que había tenido la mala suerte de reencarnar en animal de granja. Buena esa, pero no me vas a convencer de convertirme en vegetariano. Yo creo más bien que en una vida anterior era animal carnívoro, igual que ahora.

Pero la gente también reencarna en gente, me ha hecho notar alguien un poco más enterado en el tema. Eso está más interesante, y se me ocurre pensar en lo bonito que sería reencarnar en el esposo de Scarlett Johansson. Aquí también me pongo a pensar en algunos que tienen tanto trabajo atrasado que les vendría bien una reencarnación para poder ponerse al día. A otros les podría dar el consejo de que se suiciden de una vez y que empiecen de cero, porque en esta vida ya no la hacen.

- Yo he viajado por las dimensiones astrales y declaro que soy la reencarnación de Isaac Newton...
- Pues yo soy la reencarnación de Leibnitz, y justo a ti te estaba buscando, ahora te voy a sacar la madre por todas las que me has hecho, no corras cobarde! ...

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