martes, 14 de enero de 2014

Famosas últimas palabras


Después del último día de los muertos, me interesé por el tema de las últimas palabras, a raíz de la conversación que mantuve esa noche con un zombie que resultó bastante conversador. Eso de las últimas palabras es un fraude, me decía, la gente se aprovecha de que el muerto ya no está para refutar lo que dicen los parientes y testigos. Claro, hay gente interesada en que quede un bonito recuerdo del difunto, así que inventan alguna frase que trate de prolongar la memoria del fallecido como una persona inteligente e ingeniosa, cuando la verdad es que la última palabra es casi siempre un quejido o alguna palabra muy subida de tono.

Revisando la colección de últimas palabras dichas por los ricos y famosos, encontramos que aquellos que escucharon esas palabras eran gente interesada en que quedara una frase importante. Aunque el moribundo no haya estado en condiciones de hablar, el murmullo o balbuceo que salga será deformado, transformado, estirado y moldeado hasta que quede algo a la medida de lo que espera el público. 

Como en todo, podemos encontrar unas pocas excepciones. Veamos el caso de Sócrates, quien condenado a beber la cicuta, que es un trago amargo de verdad, tenía como testigos a sus amigos, pero también a los jueces, que no iban a dejar que se tergiversen sus últimas palabras. Todos esperaban que su despedida de este mundo sea una frase que resumiera toda su filosofía, que dejara un mensaje de esperanza, algo por lo menos inspirador para las generaciones futuras. ¿Y qué hizo Sócrates? Desperdició esa oportunidad de agregar una frase a los libros de historia y dijo antes de morir algo tan prosaico como “Le debo un gallo a Esculapio, hay que pagárselo”. Me imagino que sus discípulos al escuchar su último suspiro lo agitaron todavía un poco para que despierte y diga unas últimas palabras que realmente valgan la pena. Pero no había caso. Así quedó anotado y registrado.

Por eso, con ayuda de los zombies que se levantaron esa noche de los muertos y que accedieron a contestar mis preguntas, coloco aquí algunas de las verdaderas últimas palabras de gente que se murió en diversas circunstancias: 
  • Algún día, hijo mío, todo esto será tuyo… 
  • ¡Echen paja…! 
  • Estos bichos son inofensivos, fíjate lo que voy a hacer… 
  • Esta comida tiene un sabor un poco raro… ¿Qué le has echado? 
  • Deja de molestarme, yo sé lo que estoy haciendo… 
  • No me dolió… 
  • Tiene usted toda mi confianza, doctor… 
  • Y el nombre del asesino es… 
  • ¡Lo logramos, ya estamos a salvo…! 
  • ¡Es el cable rojo! ¡Corta el cable rojo! 
  • No te atreverás a dispararme, eres un cobarde… 
  • Ahora que lo pienso, sí existe un riesgo… 
  • ¡Yo me ofrezco como voluntario! 
  • Y ahora, agregamos el último ingrediente… 
  • ¡Claro que puedo hacerlo! 
  • Observen con atención el siguiente truco, nunca antes visto… 
  • No se enoje, Señor… ¡Todo fue una broma! 
  • Si, fui yo… ¿Y qué? 
  • No, no voy a esperar a que cambie la luz del semáforo… 

Como dije antes, hay palabras que quedan para la posteridad, y otras que quedan para el olvido.

-  ¿Así que se murió Don Laureano Cachivachi? ¿Y cuáles fueron sus últimas palabras? 
-  Le dijo a su hijo: “Desconéctame el televisor, pero no te vayas a equivocar de enchufe”

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