Lo que no puedo imaginar, por más que me esfuerzo,
es la forma y circunstancias en que descubrió a Silvio Rodriguez ¿Habrá sido al
subir a un transporte público o a un taxi donde lo escuchó reproducido en un
cassette? ¿Se habrá enamorado alguna vez de una activista política y ella le
contagió la música de protesta como si fuera un acné juvenil? ¿Venía acaso
alguna de sus canciones con uno de esos folletos de “Aprenda guitarra fácil”?
Si alguna vez logro terminar mi máquina del tiempo haré lo posible por
determinar ese momento y evitarlo, por el bien de la música y la poesía.
En esos momentos me pongo a pensar también que
la gente a la que le gusta este tipo de gente es la misma que lee revistas de
chismes, mira reality shows y cree en las promesas de los políticos. Y quedo
con la decepción de descubrir la razón por la que el mundo está como está
ahora, y que el mundo no se ha acabado porque Dios ha decidido que así sufrimos
más.
El problema no es que esta música guste a las
adolescentes, que al fin y al cabo tienen aún mucho por aprender y que cuando
descubran la verdadera música lo abandonarán. El problema es que a mucha gente
con edad de razonar todavía le gusta. Y
ese sí que es un problema (A propósito, este párrafo, que algunos dirían que
trata de parecerse a una canción de Arjona, en realidad trata de parecerse a
una canción de Silvio Rodriguez, que dejo a continuación).
Como decía, el problema es que uno puede
conocer a gente normal, sin ningún rasgo de cursilería demasiado notable, y de
pronto, sin que uno vea venir el golpe, te asestan una canción de Arjona
tomándote por sorpresa. Hace poco conocí a una chica no mal parecida, simpática
y conversadora a la que me dio por visitar. En un momento de distracción, la
sorprendí cometiendo ese harakiri musical que es escuchar a Arjona. Peor aún, no
se contentaba con escuchar, que eso hubiera sido lo menos. Se atrevía a cantar
la canción con un entusiasmo para mí incomprensible. Demás está decir que desde
esa ocasión, no he vuelto a ver a esa persona de la misma manera. Algo se ha
roto irremediablemente entre los dos. Desde entonces cada vez que me encuentro
con ella, la miro con una mezcla de vergüenza ajena y de pena por lo que en
algún momento pudo ser y que ahora definitivamente ya no será.
Ahora, como miembro activo de la AAA (Alianza
Anti Arjona) me dedico a curar a la gente de esta enfermedad. He tenido éxito
en varios casos. Basta colocar en el reproductor un par de canciones de Luis
Eduardo Aute, Silvio o Sabina, para curar definitivamente este mal. En
realidad, un par de buenos temas de Roberto Carlos bastan para iniciar el
proceso de curación, por lo que me sorprende la cantidad de gente que aún sufre
y hace sufrir a los demás con esta música. Pero la tarea que aún queda por
delante es tremenda. Arjona sigue perpetrando música y mucha gente aún no
conoce la luz. Una señora, al enterarse de mi terapia de curación a base de
Joan Manuel Serrat, y comentarle los buenos resultados que he obtenido en otros
pacientes, me dijo ¡Ay, mejor no me enseñes eso, déjame así nomás! No, Arjona
no me la iba a dejar tan fácil.
jajajaja vamos, no eres el unico que odia a Arjona pero no seamos exagerados jajaja
ResponderBorrarBuenísimo, chabón
ResponderBorrarLa anécdota de la muchacha simpática del harakiri musical realmente me hizo recordar una época atrás en la que tuve un pretendiente que no se me hacía tan mal partido hasta que me obsequió un disco de canciones de Arjona... "para tí". Citándote, "algo se ha roto irremediablemente entre los dos". Saludos.
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