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jueves, 18 de agosto de 2011
El arte del curriculum
Hacer un curriculum es un arte que deben dominar aquellos que buscan un empleo. Es un arte que debería ser reconocido dentro de los géneros literarios, que parte de la verdad para adornarla, embellecerla y hacerla merecedora del máximo premio, que es el trabajo ansiado, deseado, o simplemente que permita sobrevivir.
Al igual que todos los escritores, el postulante debe enfrentarse primero a la hoja en blanco. ¿Qué se deberá poner? ¿De dónde partir? Como en una autobiografía, la materia prima es la propia vida, la que uno debe analizar en busca de los detalles que la engrandezcan y hagan resplandecer. Hay también detalles que no nos enorgullecen. El escritor debe estar consciente de ellos para decidir su inclusión dentro de la obra, si es que son parte del aprendizaje vivencial necesario para poder reforzar nuestras capacidades.
Ya que la gran mayoría de la gente vive vidas comunes, se debe prestar atención a esos detalles que puedan hacer la diferencia. ¿Qué hipérbole utilizar? ¿Qué epíteto será el adecuado para hacer de ese episodio común en nuestras vidas un gran evento capaz de hacer palidecer a las grandes hazañas de otros? Un cachuelo simple de portero se convierte aquí en un envidiable trabajo como ejecutivo de seguridad y experto en privilegios de acceso. El objetivo es despojarse de toda modestia y hacer de la propia carrera algo más grande que la vida misma, sin preocuparse de la contradicción que significa buscar trabajo para alguien con tan brillantes antecedentes. Ya se ha dicho que, al igual que con los créditos bancarios, para solicitarlo uno debe demostrar que no lo necesita.
El curriculum, una vez concluido, puede clasificarse dentro de varios géneros literarios. Dentro de los estantes del archivo de la oficina de recursos humanos, como en los de las librerías, podemos encontrar obras de ficción, fantasía, misterio, infantiles, y hasta de terror, crónicas perodísticas, novelas breves y también novelas de gran formato, epopeyas, sagas y leyendas.
Así como el escritor pone a prueba su obra ante el escrutinio del público y la implacable crítica, el postulante a un empleo prueba su curriculum ante los no menos exigentes ojos de los reclutadores y ejecutivos de la empresa. Y las críticas pueden ser positivas o devastadoras. Se tildará a la obra de aburrida, poco convincente, fantasiosa. Se ha dicho en ocasiones que más que un curriculum, parece un "ridiculum" o hasta un "burriculum". Pero el escritor no debe amilanarse y seguir insistiendo hasta lograr el éxito.
Al final, debe obtenerse un reconocimiento a la obra del escritor. El premio no es un Nobel, ni un premio Cervantes. Es simplemente, un trabajo.
Etiquetas:
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