Se aprende algo cada día, pero el lugar exacto donde uno aprende cambia siempre. A los que ya salimos hace un tiempo de la universidad, nos falta aún aprender en la otra universidad, que es la universidad de la vida. Y como una combi es un lugar tan bueno como cualquier otro para enterarse de algo que uno no sabía, me subí a una para ver de cuántas cosas me enteraba en el trayecto de la Av. Javier Prado durante la hora punta. Esto es lo que obtuve:
Aprendí la letra de las diez cumbias que van rotando en la radio a todo volumen que pone el conductor, la de Marisol y la Magia del Norte, la de los Hermános Yaipén, Grupo 5, Papilón, Papilón, que rico vacilón, Aguamarina, y Tony Rosado. Y todas con estudios ¡Milton Sound!
Aprendí que cualquier otra cosa que compre es una “vanidad de la vida”, y que sería bendecido por Dios si le compraba sus golosinas de dudosa procedencia al tipo que las ofrece de bus en bus, además que le colaboro para las medicinas de su esposa. Pobre de él que nadie le da trabajo, no por la cara de delincuente, sino porque acaba de salir de la cárcel y no tiene certificado de antecedentes policiales. Además solamente quiere el dinero para poder regresar a su tierra.
Me enteré, además, por boca del cobrador, que ese mismo vendedor es tan salado que todos los meses se le enferma un pariente distinto, o que tiene que regresar a su tierra.
Aprendí que la profesora del instituto, esa que va toda disfrazada de hippie, tiene sus escapadas con el subdirector, y que por eso llega toda despeinada a las clases. Además Carlos, el enamorado de la Maryory, estaba el otro viernes en la discoteca con una chica flaquísima bailando toda la noche. Esa chica es una que vive por el final de Los Olivos y que tiene su hermano que es maricón. Todo esto me enteré gracias a dos chiquillas que conversaban estruendosamente, con unas risotadas que despertaban a los que se habían quedado dormidos, y que hicieron que todo el mundo escuchara sus chismes.
Por último, el chofer nos informó que las mujeres policía no tienen criterio, que le paran la combi y no ven que el otro carro también se pasó la luz roja, que a esa hora tienen que ser más flexibles, porque uno tiene que trabajar y que son los pasajeros los que le piden que recoja a media calle. Ya, pues toma cincuenta, porque de aquí hasta Salaverry te cobran china nomás.
Y ahora, que no digan que uno no aprende nada en el micro…
Sería genial poder ir a pie a todas partes, si es igual de complicado, peligroso y/o lejos :-(
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