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sábado, 20 de febrero de 2010
La historia de Adán
Y dicen que Dios ya había estado chambeando toda la semana, y que cuando hizo a nuestro padre Adán, ya estaba medio cansado, y con ganas de que llegue el sábado para descansar un rato, y por eso es que le salió incompleto.
El caso es que Dios le encargó a Adán cuidar del paraíso, pero las plantas crecían con tranquilidad y los animales se cuidaban solos, así que Adán se aburría tumbado bajo cualquier árbol, calato y sin preocupaciones. Fue por esa época en que desarrolló el hábito de pasarse largas horas en la contemplación de su propio ombligo, costumbre que heredó a todos sus descendientes.
Harto de la situación, inauguró la oficina de reclamos en el paraíso y se quejó ante Dios. Claro, como era el único en la cola, lo atendieron rápidamente. No se había inventado la burocracia todavía.
- Don Dios, me aburro…
- ¿Qué cosa? Tienes todo el paraíso para pasearte, ¿Y te aburres?
- Es que no tengo nada que hacer…
- ¿Cómo que nada? Te he dado a cuidar toda la chacra ¿Y qué has hecho?
- Es que todo está hecho ya…
- No me vengas con eso, que tienes que ponerles nombre a los animales, clasificar los vegetales, y domesticar a los que te sirvan, ¡Yo no te he puesto aquí para que estés de vago!
- ¿Poner nombre a los animales? ¡Qué buena idea! ¡Con razón dicen los ángeles que te las sabes todas!
- Lo sé todo, que no es lo mismo… Ahora vete a trabajar, que estoy ocupado pasando revista a los ángeles, a ver si no me falta ninguno…
Y así Adán se puso a ponerles nombre a los animales. Al principio, le puso bastante empeño a la tarea. Los primeros días los nombres le salían inmediatamente. Vió a un enorme animal revolcarse en el lodo, y el nombre surgió al momento: ¡Chancho! Veía pasar a una familia de animales y le ponía nombre a todos: toro, vaca, becerro. Pasaba otra: caballo, yegua, potro. Pero al rato ya se le acababan las ganas y se ponía más económico con los nombres: perro, perra, perrito, gato, gata, gatito. Al terminar la semana ya ni se molestaba en diferenciar géneros: jirafa hembra, jirafa macho, llama hembra, llama macho.
A los pocos días se le acabó la imaginación y empezó con los nombres difíciles: hipopótamo, rinoceronte, ornitorrinco. Cada vez le resultaba más difícil encontrar nombres, y empezó a reciclar los términos: caballo de mar, oso hormiguero…
En pocas semanas, Adán estaba nuevamente tumbado al sol, mirándose el ombligo. Volvió a la oficina de reclamos.
- Don Dios, me aburro…
- ¿Y la tarea que te mandé?
- Ya me cansé… Además, ya puse nombre a 11,476 animales…
- ¿Y qué sugiere usted entonces, darle otra tarea que desempeñe hasta que se aburra? – Dijo Dios, que ya empezaba a impacientarse.
- Todos los animales andan en pareja, tienen su familia, menos yo… Hasta los conejos tienen un familión que no sé de dónde lo sacan… Yo también quiero, pues…
- Una pareja… De pronto Dios recordó que terminó de hacer al hombre a eso de las 6 y media, cuando ya no había luz, y no se dio cuenta que lo había hecho sin pareja. – Está bien, te voy a hacer una pareja… el problema es que ya se me acabó la materia prima…
- Pero tú puedes hacer todo ¿No?
- No te me pongas irrespetuoso, tampoco… Dije que te iba a hacer una pareja y te voy a hacer una pareja… No dudes de mi palabra… Pero ya lo dejamos para mañana, duérmete nomás… A propósito, esa costilla no la estás usando ¿Cierto?
Y Adán se echó a dormir plácidamente, arrullado por la promesa de un mañana mejor (otra costumbre que mantenemos hasta el día de hoy). Al despertar, descubrió que tenía una costilla de menos.
- Qué curioso, no recuerdo haber firmado para la donación de órganos…
Y fue entonces cuando vió a la mujer que le habían hecho mientras roncaba a todo vapor. Era una criatura extraordinaria. Completamente igual a él, pero absolutamente diferente. Hermosa, y llena de las curvas que a Adán le faltaban. Solo bastó una sonrisa para hacer a Adán babear hasta el piso.
- Dios mío ¡Te pasaste!
- ¿Verdad que me salió bonita? – Dijo Dios, haciéndose el modesto. – Ahora trabajarás contento, no espero quejas de ahora en adelante, cuídame bien el paraíso, yo voy a cerrar la oficina de reclamos para que ya no me fastidies… Desde ahora, cualquier cosa, te arreglas con el ángel que voy a destacar aquí, Chau…
Adán no se quejó del cambio, contento como estaba con su nueva Eva. Hasta que Eva empezó a hablar.
- ¿Y así has tenido el paraíso? ¡Qué mal cuidado! ¡Todas las plantas están mezcladas, hay que separarlas! ¿Y los animales? ¡Todos están sueltos! ¡Hay que domesticarlos! ¿Qué has estado haciendo antes de que yo llegue? ¡Con razón estás con esa panza! ¡Vamos, a trabajar!
Ese día, bajo la férrea dirección de Eva, Adán inventó los oficios de jardinero, recolector, cazador, pastor, barrendero y vigilante. Al poco rato, ya Adán empezó a extrañar la costilla que le faltaba. Bajo la dirección de Eva, el paraíso se vió mucho mejor, es cierto, pero Adán terminaba la jornada agotado y adolorido. Además, Eva botó de la casa al chancho y dejó al perro como mejor amigo del hombre, mientras ella se divertía con el gato.
Solo se le ocurrió una salida. Fue a la oficina de reclamos, pero sólo encontró allí a un ángel resolviendo un crucigrama.
- El señor Dios no puede atenderlo en este momento, está ocupado, tal vez si vuelve en unos tres mil años…
Desde entonces, las mujeres, como todos sabemos, son superiores al hombre en casi todas las tareas, pero nos siguen necesitando para mover y sujetar cosas, razón por la cual los varones seguimos vivos…
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