[Musica de Fondo: The Guitar Man - Bread]
Vengo escuchando musica desde hace mucho tiempo. El problema es que al parecer tengo dos oídos izquierdos, que no pueden diferenciar una nota de otra en la escala. Aun así, siempre recuerdo haber tenido una radio encendida al alcance de mis orejas. Mis recuerdos musicales incluyen haber sido sacado un par de veces a hacer el ridiculo en las actuaciones del colegio en primaria, tratando de cantar por ser el único tonto capaz de aprenderse la letra de las canciones.
Mientras tanto, en mi casa, a mi padre se le ocurrió comprar una guitarra, la que tenía que compartir con mi hermano mayor. Recuerdo haber ido con la guitarra por la calle hacia la casa de alguien que trataba de enseñar a tocarla. Solo muchos años después descubrí la razón por la que esas clases fueron un fracaso rotundo y jamás pude sacar una sola nota: Soy zurdo y la guitarra estaba invertida para mí. También sería justo reconocer que mi hermano mayor tampoco adelantó mucho más que yo. Esta primera guitarra fue víctima de mi mal oído tiempo después. En aquellas clases me "enseñaron" a afinar la guitarra, y al tratar de hacerlo 5 o 6 veces en mi casa, las cuerdas quedaron tan tensas que despegaron el puente. Los intentos de pegarla con cola siempre duraron poco tiempo. Así pues, la guitarra quedó como un adorno en mi habitación por muchos años, sin cuerdas, rota e inutil.
Mientras tanto, mi gusto por la música creció. Descubrí a los Beatles, luego a Queen, y finalmente a los Doors, lo que significó una revolución en mis gustos musicales cuyos efectos duran hasta hoy. De vez en cuando me asaltaban deseos de botar esa guitarra y comprar una nueva, pero la época no era la más indicada. Yo estaba en la Universidad y Alan García estaba en Palacio, lo que significaba que tenía que dedicar todas mis energías a sobrevivir, tanto en la Universidad como en el país.
Por lo menos en la Universidad, y después de un breve lapso en que me desconecté de todo tipo de música, descubrí a Sabina. Sabina me llevó a Serrat, Serrat me llevó a Silvio, y de allí hasta la fecha. Al terminar la Universidad, más tarde de lo originalmente planeado, recuerdo haber hecho una pequeña encuesta entre mis compañeros sobre lo que comprarían con su primer sueldo de ingenieros. A todos a quienes pregunté respondieron que una cámara fotográfica o una guitarra.
Fue una de esas pocas veces en que he estado de acuerdo con la mayoría. La cámara demoró un poco en realidad, la guitarra demoró aún más. Tuve dos oportunidades. La primera fue durante mi primer trabajo, en un viaje, cuando un músico venido muy a menos me ofreció la suya a un precio módico. El problema era que yo también trabajaba a sueldo mínimo (derecho de piso, que le llaman).
La segunda fue en otro trabajo, en que la obra estaba a muy poca distancia del taller del dizque mejor fabricante de guitarras del país. Esta vez el precio fue el que me hizo poner pies en polvorosa, sin contar con la poca amabilidad del vendedor. La tercera fue la vencida, y como suele sucederme, fue la oportunidad quien me buscó, no yo a ella. Una de esas ferias artesanales se instaló justo frente a mi casa. Estaba sin trabajo, pero con una gran necesidad de levantarme la moral. Me gustó el sonido (quizá gracias a mi falta de oído), y me gustó el color. No fue una decision inmediata, demoró justo el tiempo en que regresaba a mi casa por el dinero necesario.
He tratado de aprender a tocarla por mi cuenta desde entonces. Fiel al antiguo temor, no me he vuelto a inscribir en un curso. No he avanzado mucho, ya que como dije antes, me es muy díficil diferenciar las notas. Pero la gente que me conoce parece creer que yo no solamente sé tocarla, sino que lo hago muy bien.
- Oye, te he escuchado tocar la guitarra ¿que estabas tocando?
- ¿Me creerás que no tengo la menor idea?
Algunas veces, mi condición de zurdo es la que me salva en reuniones.
- A ver, enseñame una de tus canciones en mi guitarra...
- No puedo, yo toco la guitarra al revés...
La verdad es que no he podido hasta ahora completar una canción, ni qué decir de cantar y tocar al mismo tiempo. Pero eso no me detiene. Tomo la guitarra cuando no tengo nada que hacer y no hay muchos testigos alrededor. Trato de recordar las canciones más simples que conozco... y fracaso en el intento.
Pero me gusta que esté allí. Me sirve para recordarme que soy tan tonto que no puedo aprender a tocar una guitarra.
El tìtulo de la nota que escribes me llamò la atenciòn quizàs por ese gusto trunco por la guitarra. Si pues, mi guitarra està allì tambièn esperando en un rincòn mis ratos de aburrimiento para ver si de una vez por todas puedo sacar el plebeyo sin equivocarme.
ResponderBorrarMe imagino por tu nota que no estàs solo. Seremos muchos que compartimos tus experiencias, hasta podrìa decir que bien nos podrìamos constituir en una secta casi secreta con sus rituales y todo. Quizàs en una de esoso ritos se podrìa invertir el orden de las cosas, y quien màs feo toque se convierta en dios...
Saludos, me gustò y divirtiò el asunto ....
llegué a tu blog buscando cómo aprender a tocar de manera autodidacta... y me encantó lo que encontré.
ResponderBorrarYo también tengo a una pobre guitarra muerta d etristeza en un rincón, y quiero rescatarla.
Y te dejo una frase que falta en tu colección como modesta ofrenda:
"A veces, hace más daño el tonto que el H.d.P"