jueves, 21 de diciembre de 2006

Mi Amigo Cucho

[Musica de fondo: Silent Night - Sarah McLachlan]


Esta es una historia que pasó hace mucho tiempo, es la historia de un amigo a quien llamaré... Cucho. No es que quiera mantener su anonimato, sino mas bien que quiero dejar en claro que es un amigo mío, y yo lo trato con confianza.
En aquel tiempo, tal vez alguno lo recuerde, la dictadura de turno disfrutaba dictando leyes que nadie entendía para solucionar problemas que tampoco nadie entendía. Así, se decretó una cosa llamada "censo nacional", que era algo así como saber cuántos habitantes tenía la región para poder organizar la recaudación de tributos, mejorar la distribución de la riqueza, comenzar una nueva era de progreso y todas esas cosas con que nos quieren convencer los poderosos para que obedezcamos como buenos borregos. El papá de mi amigo, que había dejado su carpintería por un cachuelito en otra ciudad, tuvo que regresar a su pueblito muy a pesar suyo. Al parecer, no había hecho el trámite de cambio de domicilio. El viaje en ese tiempo era duro y peligroso, y mas con su esposa que andaba ya embarazada con una panza que amenazaba reventar en cualquier momento. Por suerte mi amigo Cucho ya desde entonces demostraba ser un chico bien buenito y no fastidió mucho durante el viaje. Don José, que así se llamaba el papá de Cucho, se puso a buscar alojamiento en el unico hotel del pueblo, que era una pocilga de cero estrellas, pero ya todo estaba copado. Luego buscó a sus antiguos conocidos del pueblo, pero todos pedían pago por adelantado, y el precio de amigo ya había pasado a la historia hacía tiempo. La verdad es que Don José ya estaba sin un cobre para entonces. Ya se sabe que cuando se hace un viaje es mejor ir con la mitad de la ropa y el doble de dinero de lo que se pensaba. Derrotado, fue a buscar a María, su mujer, que lo esperaba a la entrada del pueblo. Juntos tocaron en cada puerta del pueblo hasta cansarse de escuchar el "no hay sitio" cada vez. Para colmo, a Cucho se le ocurrió salir a ayudar sin darse cuenta de que estaba empeorando las cosas. Cuando los dolores de parto arreciaban, a Don José no le quedó más remedio que entrar de grado o fuerza en un establo casi a la salida del pueblo. Así nació Cucho. En un rincón oscuro de un pueblo perdido. Con un comedero lleno de paja por cuna y un trapo por cobija. Sin embargo, a su madre le pareció el niño más hermoso del mundo (todas las madres son así). Eso de que todos los niños traen su pan bajo el brazo funcionó por esta vez, pues a poco aparecieron algunos pastores que hicieron una colecta solidaria que tuvo como resultado un poco de leche, queso de cabra, un pan casi completo y hasta algo de carne seca. A la noche siguiente el milagro se hizo mayor, cuando aparecieron unos viajeros bien vestidos que le dejaron varios regalos. Sin duda, una buena estrella los guió hasta allí. La madre de Cucho le atribuyó estos hechos a la convición de que sería algo grande en el futuro. "Serás un niño tan bueno que podrás cambiar el mundo", le dijo.

Y tuvo razón. A mi amigo Cucho la predicción no le aseguró una vida fácil. Me consta que pasó momentos muy bravos en un tiempo, pero aguantó todo como los hombres, pensando en que todo le sucedía para que después todos nosotros la pasemos algo mejor. Todavía me ayuda cuando tengo problemas, y siempre me invita a su casa para conversar un rato. En esta época lo recuerdo, porque es su cumpleaños. Feliz Navidad.

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