martes, 2 de enero de 2024

Actitudes de cambio de año



Ahora que se acabó el año 2023, voy a repasar algunas de las actitudes con las que la gente enfrenta lo que le dejó el año pasado y las expectativas para este año que recién empieza. Habrá que preguntarse en qué grupo estoy yo, o en cuál estás tú.

Hay gente que trata al año pasado como esa relación tóxica que han tenido en algún momento. Se la pasan diciendo que los ha tratado mal, que no los quiso, que no podían deshacerse de él, que querían que se acabe y nunca se acababa. Ahora que todo ha acabado, dicen que ahora sí, todo será mejor, que no cometerán el mismo error, que ya han aprendido la lección, y que ahora sí están listos para una relación sana. 

Otro tipo de personas son las que tratan al fin de año como un viernes con esteroides. Ellos son los que en estos días, en vez de decir "por fin se acabó la semana", dicen "por fin se acabó el año". Los que se lamentan de todo lo que han trabajado durante el año y dicen que ahora van a descansar un poco, van a gozar de la vida, van a dedicarse a sí mismos, y van a cumplir sus sueños, cómo si el próximo año fuera uno de descanso en el que dejarán de trabajar para vivir y pagar las cuentas. 

También tenemos a los planificadores, que ya saben todo lo que van a hacer durante el año. El próximo año empezarán con el gimnasio, harán un largo viaje, llevarán un curso de posgrado, conseguirán un mejor trabajo, se llevarán mejor con su pareja, y un sinfín de propósitos que sólo cumplirán si el año tiene 15 meses y si la voluntad les dura mucho más de las dos semanas que les duró los propósitos del año pasado. 

En el otro extremo de los planificadores, están los que esperan que el próximo año todo les caiga mágicamente del cielo. Ellos son los que compraron su billete de lotería, siguieron todos los rituales de Año Nuevo, hicieron su baño de florecimiento, le rezaron a todos los Santos, e hicieron todo lo posible para que el universo se alinee a su favor. Hicieron todo, excepto aquello que realmente los acerque a sus propósitos, como trabajar, prepararse o por lo menos, arreglar sus cosas, que las tienen muy desordenadas. 

No olvidemos a las víctimas del año pasado, aquellos a los que el año les tomó una especial ojeriza y los trató injustamente tan mal. Ellos nunca tuvieron la culpa de nada, el universo conspiró contra ellos, se sienten como los jugadores que le echan la culpa de todo al árbitro. Este año, esperan que todo se presente a su favor, que se acabe ese odio injustificado del año pasado y que todo vuelva a la normalidad que ellos creen merecer. Es decir, que tengan toda la suerte que no tuvieron el año pasado. 

Y nos faltan los aplazadores, que dejan todo para después, que no empiezan esa dieta, ese curso, ni ese programa de ejercicios hasta que empiece el próximo año. Esos que quieren disfrutar el último pan con chorizo antes de comer sano el próximo año, sin falta. El problema con ellos es que en la primera semana del año caen en la tentación y no van a ese gimnasio, no compran comida sana, y siguen con las mismas costumbres que prometieron acabar el año pasado. Si alguien les pregunta, dirán que son rusos y empiezan el año en la segunda semana de enero, luego dirán que son chinos, y empiezan el año en febrero. Así seguirán transitando entre calendarios, postergaciones y disculpas hasta el próximo diciembre, en que reiniciarán el ciclo. 

Aprovechemos entonces esta primera semana de enero, para decir “este es mi año”, para pensar en el futuro, antes de que la realidad y la rutina hagan su trabajo y nos devuelvan a la realidad de que no cambiamos y no mejoramos por falta de voluntad, y no porque le hemos agregado un número más al año.

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