domingo, 24 de abril de 2022

Leyendas peruanas: Inkarri



Esta es la historia de la conquista española, tal como se cuenta en los pueblos alejados de mi país: 

En el gran reino del Tawantinsuyu, reinaba Inkarri, que tenía el poder de ordenar al sol que alumbre los campos, llevar las lluvias a las chacras en la época adecuada, y velaba por la gente que trabajaba la tierra. También tenía poderes de pastoreo, pero en vez de llamas o alpacas, arreaba enormes piedras como si fueran ganado, y les ordenaba aglomerarse para formar grandes construcciones que servían de templos y palacios para adorarlo. 

Pero en medio de esta época de bonanza, el envidioso Ispañarri llegó desde el mar para adueñarse del reino de Inkarri. Llegó lleno de objetos brillantes de forma desconocida, y fieras enormes que obedecían sólo a él. Inkarri sospechó de las intenciones de Ispañarri y se negó a recibirlo, internándose en lo profundo de una montaña para evitar ser encontrado. Ispañarri lo buscó y no lo pudo encontrar, así que ordenó a Huallpa, uno de los animales que había traído, a buscarlo. Huallpa lo buscó toda la noche y al amanecer lo pudo al fin encontrar, entonces le avisó a Ispañarri cantando con una voz potente que se podía escuchar a gran distancia. Inkarri salió de su escondite, maravillado del ave que podía cantar así, y así lo encontró Ispañarri. 

Ispañarri trató de ganarse la confianza de Inkarri, y le dijo ¿Por qué me temes, hermano? Yo quiero ayudarte, te daré el secreto de los espejos que permiten ver tu propio rostro, y tijeras con las que podrás cortarte el pelo. Inkarri, que era un rey vanidoso, aceptó darle la mano al recién llegado, pero Ispañarri aprovechó este gesto para apresarlo y encerrarlo en su castillo. Lo que quería en realidad Ispañarri era gobernar el Tawantinsuyu, y poseer el secreto de las fuentes del oro y la plata que se extraían de los cerros, porque él se alimentaba de ellos. 

En busca de este secreto, torturó a Inkarri durante muchos días sin obtener nada. Ofuscado por su fracaso, trató de matar a Inkarri clavando una espada en su pecho, pero Inkarri era poderoso y no murió por esta herida. Furioso por este nuevo fracaso, con la misma espada cortó sus miembros. Ante su sorpresa, los miembros cortados se arrastraron hacia el cuerpo y se unieron nuevamente. Lleno de ira, cortó otra vez sus brazos y piernas, pero esta vez ordenó a sus sirvientes que partieran en las cuatro direcciones, y que en el lugar más lejano que encontraran enterraran los miembros. 

Seguro de su victoria, mostró a los pobladores del Qosqo, donde vivía Inkarri, la cabeza cortada. Los habitantes del Qosqo se rieron al verlo. Ellos sabían que Inkarri es inmortal, y que pronto se reconstituiría y recobraría su poder. Para evitar esto, Ispañarri enterró en secreto la cabeza de Inkarri, con la esperanza de que no volviera a levantarse. Lo que no sabía era que la cabeza de Inkarri sigue con vida hasta hoy, y que de su cuello están creciendo poco a poco los miembros perdidos y que pronto se levantará, poderoso como antes, para restablecer el Tawantinsuyu a su gloria robada por el traidor extranjero. Otros afirman que los miembros enterrados están también vivos y buscando reunirse, y cuando esto ocurra, Inkarri se vengará de quien lo traicionó, destruyendo todo lo que hizo, para volver a empezar su reino.

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