martes, 16 de junio de 2020

Crónica de Cuarentena 2


Durante esta cuarentena, he tratado valientemente de mantenerme ocupado, aunque sin el éxito que hubiera querido. Al menos tuve mejores resultados en mi propósito de no volverme adicto a Netflix, al grado de decir con orgullo que paso varios días sin verlo. Mi presencia en Twitter también ha sido esporádica. Me esforcé en no postear mucho sobre la pandemia para recordar a la gente que aún hay otras cosas de las que hablar, pero al parecer ese tema se volvió omnipresente y las personas no querían hablar de otra cosa. Es difícil escribir algo surrealista cuando la realidad se vuelve surrealista. 

Yo creía estar preparado después de una vida escuchando frases como “Deberíamos dejar de vernos un tiempo” “Solo te pido un poco de espacio” “No tengo ganas de salir contigo hoy, prefiero quedarme en casa”, pero la cuarentena se alargó más de lo que esperaba y pronto me encontré procrastinando sin vergüenza alguna. Todas las cosas que siempre había pospuesto hasta “cuando me sobre algo de tiempo” siguieron y seguirán esperando ese momento en que realmente tenga ganas o se vuelvan impostergables. Otro de los problemas que tengo es que vivo en un primer piso, así que no tengo balcón desde donde bailar, o cantar, o todas esas cosas que ha empezado a hacer la gente desde sus balcones. Los videos de tonterías que hace la gente en sus casas tuvieron su chiste al comienzo, pero al poco se han vuelto aburridos, y solo sirven como un remedo de los reality shows donde veíamos a un grupo de gente encerrada en una casa. Para consuelo de muchos, a mí no me van a ver en internet haciendo alguna payasada desde mi casa. 

¿Qué hacer entonces? Escribir un libro sobre mis vivencias sin salir de mi habitación no me parece buena idea, además de que Anna Frank ya hizo eso hace mucho. Tal vez implementar un curso en línea sea la solución, pero no se me ocurre un tema. En algún momento pensé en la Tiempoterapia, porque es sabido que el tiempo lo cura todo, pero rechacé la idea. Más apropiado sería un curso de Llantoterapia, que es la forma de curarse de los problemas llorando, sé que ha muchas personas les ha servido de mucho. Mirando las noticias, y las redes sociales, parece que la disciplina que se impone este año es la Jodoterapia, pienso al ver a tanta gente que se siente feliz jodiendo al resto del planeta. Al final creo que me quedaré con la Tontoterapia, que es la que me da más resultados, y de la cual tengo más conocimiento teórico y práctico.

Sacando la cuenta, este año ya le ganó a Sabina, que pregunta quién le ha robado el mes de abril, cuando el virus a mí ya me robó medio marzo, todo abril y mayo, y el resto de junio además. Bien puedo demandar al 2020 por el tiempo perdido, agregar lucro cesante y otro tanto por el sufrimiento emocional. 

Felizmente ahora ya estoy saliendo poco a poco a la calle. La primera vez que salí al parque, estaba entretenido observando las margaritas que han crecido libres de enamorados que las persiguen para deshojarlas, cuando esa paloma que me estuvo esperando más de dos meses me persiguió hasta ensuciarme la casaca, demostrando que ella también estaba con síndrome de abstinencia. Ahora ya saqué a pasear a mi niño interior, a mi animal tótem a mi amigo imaginario y hasta al monstruo de debajo de mi cama, ya me siento algo más tranquilo.

1 comentario:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...