sábado, 5 de enero de 2019

Un nuevo año


Ya ha empezado un nuevo año, incluso para los que se quedaron dormidos ese 31 de diciembre, y para los que estaban tan borrachos que no recuerdan nada de lo que pasó esa noche. Porque el último día del año es la prueba de que no aprendemos. No importa cuántas veces despertamos con la resaca de la fiesta jurando que ya no volveremos a tomar tanto, que ya no volveremos a pasar por esto, y olvidaremos todos esos juramentos a la primera ocasión. Y después reclamaremos a nuestros políticos que también cumplan con las promesas que alguna vez nos hicieron, como si ellos fueran superiores a nosotros y pudieran hacer lo que nosotros no podemos.

Lo mismo aplica a los propósitos de Año Nuevo. Creo que la gente hace estos propósitos porque todos los demás lo hacen, porque está de moda, y porque es como un viral de internet que no necesita de internet para transmitirse. Y es otra tradición que estos propósitos no sobrevivan a la primera semana y queden olvidados hasta diciembre, cuando renacerán como nuevos propósitos para el siguiente año. Al fin y al cabo, estos propósitos no han sido tan importantes, pues hemos sobrevivido sin ellos hasta hoy.

Aunque tal vez estoy hablando demasiado pronto, pues se ha empezando a correr la voz de que yo no pude sobrevivir al Año Viejo. Y tal vez sea cierto, porque en la fotos oficiales del Facebook del dueño de la casa en la que pasé la noche del 31, no aparezco por ningún lado. nadie de los presentes con quienes me he contactado recuerda tampoco con claridad mi presencia, no sé si por la cantidad de alcohol ingerido o porque realmente no estuve allí, que ya estoy empezando a dudarlo yo mismo. Tal vez yo sea la última baja del año y no me he enterado todavía.

Y esto es otra parte importante de las celebraciones de Año Nuevo: Nos felicitamos por haber sobrevivido a este año, que a tantas personas mejores que nosotros se ha llevado. No hemos caído y esto es motivo para abrazarnos, no por el inicio del nuevo año, que es una cosa enorme y desconocida que inspira miedo y esperanza a partes iguales, sino por haber soportado en pie todo lo que nos ha mandado la vida. Y a los que están empezando con mal pie estos primeros días, la modernidad les traerá en pocas semanas la esperanza del Año Nuevo Chino, que se está haciendo una tradición, algo así como un nuevo Año Nuevo, pero hecho en China.

Otra tradición de inicios de año es consultar las predicciones del horóscopo occidental, el horóscopo chino o el que mejor nos acomode, pues es sabido que nadie cree en un horóscopo que nos diga que este año nos va a ir mal. Así si las cosas van mal, le echaremos la culpa al gobierno, al sistema capitalista, a la conspiración de los Iluminati, a cualquiera menos al horóscopo.
Yo personalmente he analizado la posición de las estrellas, he hecho las correcciones correspondientes a los próximos eclipses de Luna y de sol, y he llegado finalmente a la conclusión de que necesito cambiarme de galaxia, porque con estas estrellas no la hago.

Sé que todo esto suena pesimista, pero ser pesimista es lo mejor para empezar el año, así los días que pasan te sorprenderán gratamente, es mejor que empezar como optimista y descubrir al día siguiente que siguen existiendo Trump, el reggaetón y los reality shows. En realidad este año será lo que cada uno se esfuerce por hacer. Pongamos (como hiciera John Lennon alguna vez) un enorme cartel que diga en letras muy grandes “FELIZ AÑO NUEVO” y más abajo en letras pequeñas “Pero también haz tu parte”.

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