lunes, 5 de marzo de 2018

Sueños



Hoy día toca soñar. Cada quien que sueñe el sueño que mejor le acomode, que los sueños no son tan democráticos como uno pudiera pensar. Si bien sabemos que todos sueñan, los sueños no son iguales para todos. El sueño del rico no se parece en nada al sueño del pobre, el sueño del bueno no es igual al sueño del malvado. Y para soñar hace falta también imaginación, hace falta haber vivido.
No es un secreto tampoco que la gente aburrida tiene sueños aburridos, si lo sabré yo, que me precio de tener una buena imaginación y que de vez en cuando me tocan unos sueños que ya quisieran varios guionistas de Hollywood para convertirlos en el éxito de taquilla de este año. A falta de imaginación, muchos buscan la ayuda del alcohol para tener sueños multicolores y psicodélicos, de esos sueños que los que creen en la interpretación de los sueños no se atreven a analizar. Algo han de tener los elefantes color de rosa y los diablos azules.

Hablando de la interpretación de los sueños, una vez un amigo, creyente en esas cosas, me decía que al soñar nos trasladamos a un universo paralelo pero real, donde lo que allí ocurre es la realidad, así como nuestro mundo es el sueño de otro universo. Mi respuesta a esa filosofía fue responder que en ese otro universo de los sueños Jennifer López debe estar cansada de aparecer en los sueños de tanta gente y al menos una vez por mes en los míos. De más está decir que no recibí refutación a mi teoría, solamente esa mirada que tan bien conozco y que me indica que otra vez estoy hablando puras tonterías. Y esa es otra de las cosas que he descubierto, que a falta de imaginación, mucha gente sueña con las mismas cosas. De ahí tantos libros para explicar el significado de los sueños. Si ya sabemos que los sueños de la mayoría de la gente tienen un guión conocido y con pocas variaciones, entonces saquemos provecho de ello. Por eso yo, siempre tratando de innovar, tengo unos sueños que los escritores de esos libros nunca imaginaron.

Como cuando la conocí. En ese tiempo capturó mi atención su aspecto nada estridente y sus ojos soñadores, su voz tan suave y sedante. Naturalmente me quedé dormido y soñé con ella. La soñé dormida y yo entraba en su sueño. Soñé que recordaba, como se recuerdan cosas solo en sueños, que me gusta invadir sueños ajenos, y que esta vez, también ella me soñaba a mí. Y el sueño era tan real que pude ver claramente su rostro de decepción al tener un sueño tan aburrido como yo. No te pongas así, le decía, yo tampoco soy el hombre de mis sueños. Mientras ella trataba por todos los medios de soñar con un viaje a Europa, a la India, a cualquier parte a medio mundo de distancia de mí, yo, con mayor experiencia en sueños tontos, trataba de tranquilizarla diciendo que no era tan malo, que le podría cantar una serenata en francés con mi guitarra para hacerla sentir mejor, aprovechando que soy capaz de hacer tales cosas en mis sueños.

No, yo quiero soñar con un castillo en el aire, me decía. Ya lo he intentado, le dije, hasta me contacté en el sueño con un amigo mío que me vende un terrenito en una nube muy bonita y que me ofreció ayudarme con los trámites de licencia de construcción por un módico precio. Esa vez no me alcanzaba, pero ahora podemos ir al banco de tus sueños a sacar un poco de plata y le damos la primera cuota para los materiales. Ella no se mostró entusiasmada con la idea, distraída como estaba tratando de terminar ese sueño, descubriendo que el sueño de uno puede ser la pesadilla de otra, de ella misma. No, tenemos que despertar ahora mismo, me dijo. A pesar de que ya estaba programando un sueño de caballos de colores y delfines voladores, decidí ayudarla. La forma clásica de despertar en un sueño es pellizcarse a sí mismo, le dije, podemos intentarlo. Antes de terminar de decir mi idea, ella ya había tomado una pala y había decidido tomar acción despertándome a mi primero. Afortunadamente también soy bueno corriendo en mis sueños, desafortunadamente ella también podía volar en los suyos. En la persecución, terminamos cayendo a un abismo.

La caída nos despertó. O me despertó a mí nada más. Ella seguía hablando como si nunca hubiera caído dormida y hubiéramos vivido toda aquella aventura juntos. De pronto, dejó de hablar, me miró fijamente y me preguntó a boca de jarro: ¿Y tú? ¿Qué opinas? Solo pude balbucear algunas frases inconexas sobre otros países, castillos, caballos y abismos. Fue la última vez que la vi. No pude nunca decirle que la mirada que me lanzó era la misma que yo ya había visto en mi sueño, que ya la había visto antes pidiendo una pala o cualquier objeto contundente para perseguirme por aire, mar y tierra y que una vez, inesperadamente, un sueño se había convertido en realidad.

2 comentarios:

  1. Que hermosos son los sueños, dicen por ahi que soñar es gratis. Hasta entonces viviremos la fantasía!! Felicitaciones por tan bello blog

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    1. Soñar no es tan gratis, me decía un amigo que se quedó dormido en el metro y cuando despertó descubrió que le habían robado el celular. Pero sí, es bonito soñar.

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