martes, 18 de junio de 2013

Sobre la felicidad


¿Eres feliz?

Escucho la pregunta y me provoca responder que sí. El problema es que decir que uno es feliz es un acto subversivo, escupirle a la cara a los demás una condición que los otros no tienen. En este mundo, es un pecado declarar que se es feliz. Así que respondo que no.

Tal vez, como muchos, me avergüenza confesar mi felicidad. Durante toda mi vida he escuchado que la gente no nació para ser feliz, que venimos a este valle de lágrimas para sufrir, y que la felicidad es solo para los santos que han muerto y están en el paraíso.

Ser feliz es, también un insulto para el mundo, para los que nos rodean. ¿Cómo puedes ser feliz cuando hay hambre, delincuencia, violencia y guerras? ¿Acaso no te importan los demás que sufren? Ser feliz sería entonces un acto inmoral, insensible.

Tampoco la felicidad tiene que ver con la religión. No se necesita ser creyente fanático para ser feliz. Y esto es algo que ningún creyente es capaz de aceptar. Una vez le dije que era feliz a uno de esos que quiere convertirte a toda costa, y me dijo que era mentira que yo fuera feliz, puesto que no leía la Biblia.

La felicidad se ha convertido entonces en un concepto inalcanzable, que nadie puede tener. La gente parece creer que nadie puede ser feliz, y rechaza la idea de que alguien que conozca puede ser feliz. Si preguntamos, las personas nos podrían responder que es posible alcanzar la felicidad, pero negarían igualmente la posibilidad de ser feliz con este gobierno, en este país, en este tiempo.

Ser feliz no es, como muchos piensan, vivir siempre en un estado de perpetua carcajada, como si estuviera uno borracho o drogado. Las personas felices no necesitan reírse a toda hora, basta simplemente con permanecer tranquilo ante lo que nos ofrece la vida, sin sentir nunca la necesidad de molestarse.

Empecemos entonces por el simple ejercicio de no ser infeliz por un rato. Tal vez esto no es tan difícil. Luego seremos infelices por cada vez menos tiempo, hasta que podamos dejar de ser infelices. Solo con esto, habremos alcanzado una saludable medianía. Y si consideramos a la felicidad como la ausencia de infelicidad, entonces, y sin darnos cuenta, ya habremos alcanzado la felicidad.

Todos somos capaces de ser felices por poco tiempo. Cuando esto ocurre, los malos momentos son olvidados y solo quedan los momentos de felicidad. Es entonces cuando uno mira hacia atrás y descubre que en un tiempo fue feliz. En aquí donde reside el secreto de la felicidad: en que los malos momentos no dejen huella y que los buenos momentos se conviertan en los únicos recuerdos. Siendo así, la felicidad se muestra al alcance de la mano y puede uno decir que finalmente, es feliz.

Tal vez, después de leer estas líneas, lo pienses mejor cuando nos encontremos y te haga la pregunta:

¿Eres feliz?

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