Créeme que intenté llamarte. Pero debes saber que perdí tu número en la libreta de direcciones de mi celular. Sí, estaba borrando los mensajes antiguos y borré por equivocación tu número de la memoria. ¿Cómo que por qué estaba borrando tus mensajes? Pues porque tus mensajes son muchos y la memoria se llena. Lo sé, un día de estos cambiaré este celular por uno más moderno.
No, tampoco me dí cuenta al momento en que borraba tu número. Si lo hubiera sabido en ese momento, te habría llamado. Aunque eso hubiera sido tonto ¿No te parece? No te puedo llamar a tu celular para preguntarte tu número ¿Verdad?
Así, pues, al momento de llamar, me di cuenta que no recordaba tu número. Sí, ya sé que empieza con nueve, ¿Y después? ¿Era un ocho y luego un siete? ¿O era un siete, luego un siete y después un ocho? Bueno, estoy casi seguro que terminaba en un catorce o en un cuarentaycuatro. No es justo que me acuses de no recordar tu número. ¡Si uno lo apunta en la memoria del celular justamente para no tener que recordarlo!
Mientras iba a mi casa para revisar entre mis papeles a ver si tengo apuntado tu número en algún lado, di una vuelta equivocada y acabé por el parque. Bajé un momento para tomar aire fresco y pensar con claridad. Y entonces lo vi todo claro.
El borrar tu número, el olvidar tu número, el equivocarme al ir a casa. De repente, me di cuenta de que lo mío no era torpeza o falta de memoria. Era instinto de supervivencia.
muy bueno, buen blog.
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