martes, 22 de junio de 2010

La hora del mundial


Nuevamente, los ojos del mundo están puestos en el Campeonato Mundial de Futbol. Y nuevamente, nosotros somos testigos lejanos que lo miran por televisión con la esperanza de algún día, alentar a nuestros propios colores.
Pero hay un problema en nuestro país, que es el de los horarios. Hace tiempo que no tenemos un mundial que se transmita a una hora decente por aquí. Aunque el caso no es tan grave como cuando el mundial se realizó en Corea y Japón, cuando los partidos eran literalmente en plena madrugada, las 7 horas de diferencia con Sudáfrica siguen siendo un problema para levantarse a las 6 de la mañana y ver un partido, o estar atento en el trabajo en la mañana cuando alguien pone el radio en la oficina a las 9 de la mañana, o tener que ir corriendo al restaurante que tiene televisor y llegar temprano antes de que se acaben las mesas para ver el partido de la 1:30 pm.
Esto implica un cambio de costumbres y ciertos arreglos cotidianos:
- Señorita Secretaria, no se olvide que hoy tenemos reunión de directorio a las 9. Prepare la sala de reuniones.
- Muy bien, Señor Gerente, instalaré el equipo multimedia.
- ¿El multimedia? ¡No! ¡Instale el televisor!


Los trabajadores de a pie también adaptan su programación:
- ¡Compañeros trabajadores! El glorioso sindicato en pie de lucha ha decidido postergar el paro de 24 horas hasta el jueves, en que no hay un partido interesante. Y la marcha de protesta se hará a las 11, en que no hay partido...

Los fines de semana son un poco más raros. Ya que a nadie se le ocurre ir con los amigos a un bar a ver el partido a la hora del desayuno o a la hora del almuerzo, Lo que supone una pérdida importante para casinos, bares y semejantes, que solo funcionan durante uno de los tres partidos diarios. Y las reuniones en casa de los amigos también son complicadas de organizar.
- ¡Pucho, ábreme la puerta! ¡Somos tu mancha!
- ¿Qué hacen aquí a estas horas?
- ¿Cómo que qué hacemos? ¡Habíamos quedado de ver el partido en tu casa!
- ¡Yo les había dicho el partido de la una y media, no el de las 6 de la mañana!


Y Pucho tiene que terminar de despertarse y atender a los amigos. El menú servido durante el partido, que debería ser de papitas fritas, pop corn y cerveza, tiene que ser reemplazado por café y sanguches.
Para el que no se ha interesado en ese partido, las cosas tampoco son mucho mejores. Nunca falta algún vecino que molesta por el ruido.
- Vecino, pare la bulla un rato que ayer he estado trabajando hasta tarde y necesito dormir.
- Lo siento, vecino ¿Puse muy alto el volumen?
- El televisor no es lo que me fastidia... ¡Es la vuvuzuela de su hijo la que me tiene loco!

En el partido de la una y media, las cosas no van mejor para el dueño de la casa. Por alguna razón, todo el mundo tiene la misma idea de pedir comida a la pollería o de desempolvar la parrilla para los amigos. La pollería informa que el pedido tardará dos horas, debido a la alta demanda de los hinchas, y ¡Pobre de aquel que tiene que cuidar la parrilla! Estará condenado a perderse todos los goles mientras vigila que se prenda y que la carne no se queme, mientras los amigos reclaman al mismo tiempo su presencia y la porción de carne que les corresponde.
- Oye, esta carne está medio quemada y le falta condimento…
- Es el sabor de la derrota…


Durante un mes, el mundo tendrá forma de pelota…

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