viernes, 10 de octubre de 2008

El Safari de Otorongos



Estoy de viaje por la selva, con un guía que conoce todos los rincones de la selva, en busca de los elusivos otorongos. Llevo mi cámara y muchas ganas de emociones fuertes. El viaje ha comenzado muy temprano y ya llevamos varias horas de camino.
- ¿Por que no hemos visto nada hasta ahora?
- Todavía falta pa’ su sitio de los otorongos, profe… Además, ellos salen más a la tarde, ahorita están durmiendo todavía, bien flojos son…
Mucho rato después, vemos por fin en un claro del bosque a un otorongo que está descansado solo sobre una piedra.
- Mira, allá hay uno…
- Pucha, mala suerte
– Dice mi guía – Ya nos vió el otorongo…
- ¿Cómo lo sabes? Si ni siquiera se mueve, y pone cara de gatito…
- Por eso mismito, pues… cuando se dan cuenta de que alguien los mira, se hacen los inocentes, pero cando creen que nadie los ve, bien feroces se ponen...
En efecto, el otorongo hacía cara de "yo no fui" mientras trataba de esconder un pequeño roedor atrás de una piedra. Decidimos irnos a una cocha o recodo del río donde se reúnen los otorongos.
- Mire, profe, los papagallos están volando en dirección contraria a la nuestra…
- ¿Y eso es bueno?
- Si, profe, los papagallos le avisan al resto de la selva donde es que están los otorongos...

En efecto, una banda de papagallos de plumaje rojo pasa gritando estruendosamente, como diciendo “Ampay, Ampay, Ampay”.
- Normalmente los otorongos son muy territoriales, tienen su sitio para ellos solos, pero de vez en cuando se reúnen por acá
– Me dice en voz baja, mientras avanzamos ocultos por la vegetación.

Ahora si observamos la reunión de otorongos en todo su esplendor. Están organizados en pequeños grupos. La mayoría está tomando el sol sobre troncos y piedras, o comiendo algún pescado del río. Ya puedo preparar mi cámara y tomar fotos que harán parecer a los del Nacional Geografic como principiantes. Busco cuáles son las escenas más interesantes.

Uno de los otorongos está rugiendo mientras el resto del grupo duerme panza arriba con aspecto de estar en plena digestión.
- Mira, parece que ese otorongo les estuviera cantando una canción de cuna…
- Así son los otorongos, profe, uno se hace el que trabaja mientras los otros duermen…
- Parece que aquí no tienen miedo que los atrapen ¿No?
- No, cuando ven que los van a enjaular, ahí mismito se hacen los enfermos y piden que los lleven a la posta de la Cruz Roja, son bien sabidos…

En otro lado, uno de los otorongos le está quitando el pescado a un tigrillo que pasa por allí.
- Ay, hijito, tienes que saber compartir – Le dice mientras se engulle el pescado entero.
- ¡Oye, no seas abusivo! Le increpé, incapaz de contenerme, - ¡Consíguete tu propio pescado!
- No me da la gana – fue la seca respuesta.
- Pero… ¡Los otorongos no saben hablar!
- ¡Claro que no, y por eso no te voy a dar declaraciones, yo no tengo por qué justificarme contigo!


Aún me encontraba estupefacto cuando caí en la cuenta de que otra vez me había quedado dormido leyendo el periódico.

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