domingo, 1 de junio de 2008

El episodio de los anteojos



Después de algún tiempo de cansancio en la vista, dificultad para leer los mensajes escritos en las camisetas y algunos dolores de cabeza durante las maratones televisivas de “Lost” o “24”, se impone una visita al oculista.

Llego a la consulta, en un centro médico cerca de mi casa. Mi aversión genética a los médicos empieza a manifestarse…
- Señorita, ¿qué son esos gritos que se escuchan?
- Ay, Señor, no se preocupe, es del consultorio del dentista que está al costado
- (Suspiro de alivio) Menos mal… Ya me estaba inquietando…
- Ese es el problema aquí, ya hemos perdido a varios por culpa del dentista…
Espero con todo mi corazón que la recepcionista tenga razón y que realmente las consultas al oculista sean indoloras. Trato de leer una revista pero lógicamente, en un consultorio solo se encuentran revistas médicas o el viaje al pasado a bordo de revistas que hablan del triunfo de Cienciano en la Copa Sudamericana. Afortunadamente me toca pasar.
Para mi sorpresa, ya no se usan los clásicos cartelitos llenos de letras. En su lugar hay una máquina en la cual hay que fijar la cabeza y mirar por unos agujeritos.
- Avíseme cuando la imagen se vea nítidamente…
- ¡No veo nada! ¡Me he quedado ciego!
- Déjeme prender la máquina…
- No me va a doler, ¿Verdad?
Mis ojos pueden estar mal, pero mi oído está perfectamente bien. Oigo al doctor mascullar lamentando la suerte de que le tocan siempre los pacientes tontos. Me quedo callado, con la esperanza de que sea porque el doctor me ha reconocido como el que escribe este blog.
- Ya puede sacar la cabeza…
- ¿Seguro que puedo? Esta máquina se niega a soltarme…
- Oiga, se afloja para el otro lado… ¡No, no se mueva así, déjeme ayudarlo!
Por suerte la máquina no se llegó a romper y no habrá cargos adicionales a la consulta.
- Usted necesita lentes para reposar…
- No puede ser… Debe haber un error…
- ¿Por qué?
- Verá, Doctor, yo reposo con los ojos cerrados…
Por toda respuesta recibo un chupete de los que guardan siempre los médicos en un frasco de vidrio.

La siguiente etapa de esta historia se desarrolla en la tienda óptica. He ido pensando que gente como Elton John o los tipos de Matrix usan lentes sin que nadie los critique, yo también puedo pasar.
- Buenos Días, necesito unos anteojos…
- Tenemos una oferta de dos por uno ¿Le interesa?
- Bueno, yo necesito lentes para los dos ojos…
- No… Yo me referí a… Olvídelo… ¿Qué tipo de anteojos desea?
- Aquí tengo la receta del médico…
- Si, ya la veo, pero ¿Qué tipo de anteojos desea?
- ¿…?
- ¿Desea con lunas al aire?
- Creo que sería mejor en una montura…
- Señor, escoja un modelo de los de aquí, por favor…
- A ver... este me parece bien…
Confirmo una vez más que mis gustos son carísimos, así tengo que ir bajando progresivamente hasta encontrar unos no tan bonitos pero tampoco tan caros. Ahora viene la parte difícil.
- ¿Cómo quiere las lunas?
- Transparentes, supongo…
- ¿Desea de resina o de cristal? (Al verme abrir la boca) De resina son más cómodos, y de cristal son más caros, pero no se rayan…
- Yo necesito de cristal entonces, yo soy propenso a accidentes…
El rostro de la vendedora se ve exactamente como los accidentes de los que hablaba.
- ¿Quiere lentes Photo-Brown?... Se oscurecen con el sol…
- ¿…?
- Pruébese estos… Señor, ¡tiene que abrir los ojos para verse!
- Es que el oculista me dijo que son lentes de reposo…
Ya llevo un par de semanas con los nuevos lentes y me los pongo cuando voy a reposar, pero mis sueños los veo igual de borrosos que antes. Creo que tendré que regresar al oculista…

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